XI
Pregón de la Hermandad de Culto y Procesión de Jesús
Nazareno del Perdón y María Santísima de
Nueva Esperanza
El acto, que ha contado con la
intervención del Teniente de Hermano Mayor Don Francisco
Javier del Campo Martínez como Maestro de Ceremonias, se
ha desarrollado en los salones de UNICAJA sitos en la malagueña
Avenida de Andalucía.
La primera parte se ha dedicado a la música.
La Agrupación Musical San Isidro Labrador de la localidad
de Churriana, bajo la dirección de Miguel Ángel
Fernández Moreno, nos ofreció una excelente selección
de marchas: “Sobre mis hombros”, “Pasión
Malagueña”, “Perdón de Nueva Esperanza”,
“Coronación de la Trinidad”, “A ti Manuel”
y “Ruta Cofrade”.
Tras un breve receso dio comienzo la segunda parte
del acto en el que, el pregonero del pasado año, Don Jorge
Luque Fernández, Fiscal de la Hermandad de Culto y Procesión
de Jesús Nazareno del Perdón y María Santísima
de Nueva Esperanza, introdujo, haciendo una elogiosa glosa, al
que iba a ser el pregonero de este año: Don Carlos Luís
Martínez Domínguez, editor, entre otras publicaciones
de la revista “Ruta Cofrade”.
Al pregonero ya lo conocía personalmente
del pasado año, en que tuve la gran fortuna de estar presente
cuando pronunció, en la iglesia de Nuestra Señora
de la Victoria, el pregón de la Cofradía del Santísimo
Cristo Crucificado y María Santísima de los Dolores
de Rincón de la Victoria (Málaga). Por desgracia
aquella fecha quedó marcada por las inundaciones y los
daños en buena parte de la provincia de Málaga y
en Rincón de la Victoria en particular.
Si en el pregón del año pasado nos
hizo vibrar con su forma de entender un acto tan señalado,
en el pronunciado este año para Jesús Nazareno del
Perdón y María Santísima de Nueva Esperanza
nos ha llevado a cotas inimaginables de emoción, de fervor
y de sentir cofradiero.
A golpe de martillo sobre la campana hemos metido
el hombro como un hombre más de trono y, llevados por la
fe, hemos andado el itinerario más largo de los que cada
Semana Santa tejen como benditas redes marineras y cofrades las
calles de Málaga.
Esquina a esquina, calle a calle, nos ha desgranado
el pregonero los momentos más emotivos del recorrido de
ocho kilómetros y once horas que la Hermandad de Culto
y Procesión de Jesús Nazareno del Perdón
y María Santísima de Nueva Esperanza realiza cada
año. Los encuentros de la madre y el hijo, la visión
del nazareno con su destino en la cruz, la emoción apenas
contenida... Pero no ha dejado pasar aquellos que no se ven desde
fuera, esos que no se ven por que solo se sienten. El hombro a
punto de sangrar después de muchas horas de marinera mecida,
los pies de las mujeres de mantilla y los penitentes que hacen
sentir un millar de agujas que se clavan a cada paso… eso
son cosas que se callan, que se sufren, que se sienten y, por
qué no decirlo, se disfrutan. Porque ¿cómo
se entiende si no que, aún estando al mismísimo
borde del desfallecimiento, afloren las lágrimas en los
ojos de los hombres de trono, del mayordomo, de los cargos, de
los que, de forma anónima, han estado ahí todo el
tiempo, cuando el recorrido llega a su fin? Debe ser la fe, esa
fe que dice la sabiduría popular es capaz de mover montañas.
Un pasaje en concreto del pregón hizo ponerse
el vello de punta a más de uno. El pregonero dice:
“Suena el golpe seco de la campana
y el Trono se detiene. Gesto de sufrimiento por nosotros en Jesús
Nazareno, abrazando la Cruz”.
Un tambor solitario comienza a sonar, un tambor
a ritmo de paso lento y el músico que lo hace sonar avanza
lentamente hasta detenerse justo en el centro mismo del escenario.
El sonido se atenúa y el pregonero prosigue:
Silencio, ¡por Dios, silencio!
Que pasa el Nazareno
que lleva la cruz a cuestas
pidiendo clemencia al cielo.
Que se detenga la noche
y las estrellas se apaguen,
que todo el mundo le rece
cuando el Nazareno pase.
Y una saeta se oye
que rasga nuestro silencio
es porque Dios llora sangre
por boca del saetero.
De entre el público asistente se levanta
un hombre, puede que algunos le hayan reconocido al llegar, y
otros en cambio no sepan quien es. No se apuren, yo se lo digo.
Ese cantaor no es otro que "El Niño Juaneque",
un hombre que tragándose su propio dolor ha proclamado,
al cabo de muchos años, una oración cantada, una
saeta. Ese hombre, siguiendo el compás de tres por cuatro
que marcaba el tambor comenzó a cantar. Con una voz potente
y una técnica impecable, hizo que se nos formase un nudo
en la garganta. Nudo que se rompió al final como no podía
ser de otra forma, como solo las gentes de nuestra tierra saben
hacerlo, con un sonoro ¡Olé!
Carlos Luís Martínez, hombre dedicado
en cuerpo y alma al bien de la comunidad, mediante su desinteresado
trabajo en la edición de Ruta Cofrade y otras publicaciones,
ha entendido, y en eso coincide mucha gente, que en la sociedad
que nos ha tocado vivir es mejor usar los medios técnicos
a su alcance para hacer que su mensaje llegue con claridad, pero
no solo eso, también quiere que el mensaje que transmite
se quede dentro de cada uno de los que lo oigan y vean.
No, no ha sido un error, he dicho oigan y vean.
Si hay algo que caracteriza los actos en los que intervine el
pregonero ha sido la plasticidad. Apoyándose en imágenes,
muy escogidas, proyectadas en dos pantallas y en una cuidadísima
selección musical, ha hecho visible aquello que solo se
lleva en el corazón… El sentimiento cofrade que se
hace patente cuando uno asiste a un pregón de Semana Santa,
ya sea el de su hermandad de toda la vida o, en mi caso, la hermandad
de la que me sentiría orgulloso formar parte: “La
Hermandad de Culto y Procesión de Jesús Nazareno
del Perdón y María Santísima de Nueva Esperanza”.
Especial hincapié ha hecho Carlos Martínez
en resaltar que este año será, si que altísimo
lo quiere, el último en que la salida y llegada se hagan
en un “tinglado”. Si dios quiere el año próximo
será su propia casa de hermandad el lugar en que sucedan
tan señalados momentos.
Al finalizar el pregonero pidió perdón
a la concurrencia e hizo ver que la emoción le había
podido y la voz le había traicionado. No obstante los asistentes
y el hermano mayor de la Hermandad de Culto y Procesión
de Jesús Nazareno del Perdón y María Santísima
de Nueva Esperanza agradeció a Carlos Luís Martínez
el hermoso pregón que había pronunciado, a la vez
que quitaba importancia a los problemas que había tenido
con la voz.
Las Señora Concejala de Distrito, Doña
Mercedes González, que estuvo acompañando a la hermandad
en este acto, pronunció unas palabras de agradecimiento
y elogio hacia la misma, a la vez que se ofrecía para todo
aquello que en su mano pudiese estar. Hay que recordar que la
Señora Concejala fue la encargada de hacer la primera levantá
de esta hermandad el pasado año y, a raiz de este emotivo
y crucial momento sintió ese "no se qué"
que nos hace desear continuar con una cofradía
y formar parte de ella.
Solo me queda agradecer al Don Carlos Luís
Martínez Domínguez su amable invitación y
al Hermano Mayor de la Hermandad de Culto y Procesión de
Jesús Nazareno del Perdón y María Santísima
de Nueva Esperanza Don Francisco Benítez y, a través
suyo al resto de la hermandad, el trato que han dispensado al
que esto escribe.
Muchas gracias a todos.
Texto y fotos: F. Molina
Padul Cofrade
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