Pregón
pronunciado por Don Antonio Pérez Morales
Iglesia Parroquial de Santa María la Mayor
Año 1987
Granada,
Alhambra, Juan de la Cruz.
Padul,
Sierra Nevada, Semana Santa.
Granada
es algo que rezuma vida, agua, luz, color, sol.
No
es solamente una provincia española. Granada es algo,
un todo universal, por su belleza, por su historia, por
su geografía, por sus pueblos , por sus hombres y
por sus mujeres.
Decir
Granada es decir arte, embrujo, misterio, poesía.
Arte
en sus calles, en sus casas de rancio abolengo. Arte en
sus fuentes en sus jardines.
Embrujo
oriental en su Alhambra, en el agua que corre por la misma
y en los árboles que la cubren.
Misterio
en sus pequeñas plazuelas, en sus calles estrechas
del Albaicín, en sus cuevas del Sacromonte.
Arte,
misterio, embrujo que recopilo y plasmo en su poesía,
Juan de la Cruz, aquel freilecillo pequeño, moreno,
diminuto, pero gigante, blanco, celestial que fue y es el
cisne del amor.
Poeta
de los poetas, alguien dijo de el, que su poesía
es tan elevada que ni los propios ángeles son capaces
de alcanzarla, y yo afirmo, que su poesía alcanza
cumbres tan altas como la Sierra Nevada que le custodiaba,
porque aquí en Granada, vivió, allá
en los mártires, Juan de la Cruz, inspirándose
en el murmullo de las aguas de la Alhambra, en el mecer
de los árboles y en el cantar de los pájaros.
Cuando
Juan de la Cruz elevaba los ojos se encontraba con esta
Sierra Nevada, blanca, muy blanca y desde el carmen de los
mártires podía divisar el verdor de su llanura,
de su vega, de su Río Genil, del Darro dorado de
buscadores de oro y en la lejanía vislumbraba el
suspiro del moro y comprendía el suspiro histórico
de aquel moro que lloro por ultima vez cuando perdía
de vista Granada, porque marcharse de Granada, bien merecía
la pena llorar, porque Granada, es única, es excepcional.
Granada
no es solamente Granada capital. Granada es un conjunto
de espléndidos granos. Sus pueblos típicos,
morunos, rodeados por su Sierra Nevada.
El moro en su destierro va dejando tirones de misterio,
de embrujo, de belleza y el moro pasa por este pueblo y
contempla su Sierra Nevada allá en lo alto del mismo,
porque Sierra Nevada se asoma, se columpia sobre el Padul,
derramando sobre el mismo, su sonrisa fresca y helada.
Sonrisa
fresca que en la noche de Semana Santa Paduleña,
acaricia, hincha con mas fuerza los pasos de su desfile
procesional.
Padul,
Sierra Nevada, Semana Santa.
Trilogía
que no en vano engendra algo muy regio, muy característico,
algo muy especial: la Semana Santa del Padul.
Padul
vibra entero en la Semana Santa.
Todo
el pueblo respira este ambiente. Los ancianos y los jóvenes.
Las
calles, las plazas, el cielo, la sierra, el sol, el aire,
el agua...
Respiran el drama de Semana Santa.
Es
una Semana Santa viviente, con corazón, con latidos
vitales que marcan al pueblo del Padul, a nuestro pueblo,
a nuestra Semana Santa.
Un
pueblo duro, recio, histórico, sentimental, un pueblo
de hombres que arrancan a la tierra los alimentos necesarios,
con sudor, con esfuerzo físico y esfuerzo económico.
Orgullo
de su Semana Santa, orgullo de ser del Padul, orgullo de
tener sus raíces en este valle, en esta laguna.
Sentimientos
que afloran a raíz de piel en la noche del viernes
santo de esta Semana Santa con sus pasos procesionales en
las calles.
Eran
los años treinta, cuando Jesús de Nazaret,
el Nazareno se balanceaba en una barca, por el lago de las
tierras de Palestina, tierra quebrada y de sol, de olivos
y de almendros, de chumberas y viñedos.
Son
los años de mil novecientos ochenta y siete y el
Nazareno se mece sobre los hombros fuertes y vigorosos de
los costaleros, contemplando la laguna del Padul, tierra
quebrada y de sol, de olivos y almendros, de chumberas y
viñedos.
Palestina
y Padul tierras tan idénticas.
Hombres
duros, trabajadores, morenos y sudorosos.
Mujeres
heroicas, hermosas, dulces, tiernas y delicadas.
No
podemos olvidar que Andalucía, Granada y casi con
seguridad el Padul, fueron asentamientos importantes de
judíos sefarditas hasta su expulsión.
La
influencia judía en España fue trascendental
y muy importante.
Un
Fray Luís de León y una santa teresa de Jesús
sufrieron en su propio ser, los zarpazos terribles de la
inquisición.
La
influencia de la cábala judía, la cabalística
en la mística española fue realmente importante.-
el traductor del cantar de los cantares, Fray Luis de León
fue separado de su cátedra de Salamanca y teresa
de cepeda y ahumada, teresa de Ávila, la gran santa
de la raza era nieta de un apoderado judío de Toledo,
de Juan el Toledano y por eso sufrió los zarpazos
de la inquisición.
Por
todos estos pareceres, semejanzas, el Nazareno se encuentra
aquí como en su propia tierra de Palestina.
Palestina
tierra de esperanza.
Padul,
tierra de fe.
Esperanza
en el Nazareno que revolucionaría su tierra.
Fe
en el Nazareno que recorrerá sus calles.
Por
eso el Padul y el Nazareno caminan juntos y caminaran siempre
abrazados con la misma cruz, con la misma fe y el mismo
entusiasmo.
Padul
floreciente de hijos destacados en las ciencias y en las
letras, en las leyes y en el arte, en lo religioso y en
lo humano.
El
Padre Maldonado, superior general de los carmelitas descalzos
en tiempo de Isabel II; Julio García Villena maestro
del pincel, mezclador de luz y colores, de realismo e imaginación,
del cristal y el cobre, del libro y la cerámica.
Pregonero universal hoy, del carácter recto de su
tierra, porque decir Julio García Villena es decir,
arte, estilo, es decir, Padul.
Y
julio tenia que plasmar en el lienzo algo muy del Padul,
un Cristo y ahí tenéis esa cabeza del cristo,
un cristo maravilloso, sanguinolento, con una mirada penetrante,
que parece tener vida, aun estando muerto, porque la pintura
de julio, es eso, vida, realidad, arte y desde aquí
me atrevo a solicitar de julio, que nos ofrezca un cartel
de verdadero esplendor que perpetué para siempre
nuestra Semana Santa Paduleña.
Jesús oraba en el huerto.
Después
muy lentamente fue elevando la cabeza hasta dejar sus ojos
fijos en el cielo.
El
viento había empezado a enredar sus cabellos y levantando
los brazos por encima del rostro exclamo con voz apagada
y suplicante, Padre, Padre.
Sus
manos abiertas, tensas e implorantes fueron descendiendo
poco a poco, pero su rostro tenuemente iluminado por la
luna no se movió.
El
gigante se tambaleaba, sus pasos eran indecisos, como si
estuviera a punto d desplomarse.
Nada
mas llegar junto a la laja de piedra, cayo de bruces.
Jesús
oraba en el huerto.
Jesús
levanto el rostro hacia las estrellas y gimiendo llamo de
nuevo al Padre.
Desde
el cuello cabelludo unas gruesas gotas sanguinolentas fueron
resbalando sobre aquella estribación, deslizándose
por los ángulos interinos de los ojos y rodando después
por las mejillas hasta perderse en el bigote y en la barba.
Algunos
goterones permanecían segundos en las comisuras de
la boca convirtiéndose después en hilos de
sangre que caían aparatosamente sobre los haces musculares
del cuello.
Jesús
inclino un poco su cabeza y la luna arranco varios destellos
de su pelo.
La
sangre había inundado también sus cabellos.
La
túnica emitía un blanco mucho mas intenso,
mientras el manto lucia una tonalidad mas oscura, casi negra.
El
follaje verde del olivar estallo en un rojo indescriptible.
Y
Jesús seguía orando.
La
orden del procurador en esta "el prisionero será
azotado".
Las ropas del maestro cayeron. Jesús esta desnudo,
desnudo total.
Silencio
expectante.
Los
sayones lanzan terroríficos latigazos sobre las espaldas
de Jesús. La descarga fue tan brutal que las rodillas
del reo se doblaron, clavándose en el enlosado con
un sonido seco.
El
entrechocar de los huesecillos y de las bolas de metal fueron
el único sonido perceptible durante los primeros
minutos.
Jesús
totalmente encorvado, no había dejado escapar aun
un solo gemido.
La
luna seguía brillando con todo su esplendor. En ese
momento el gigante que seguía silencioso, entreabrió
como pudo sus ojos y de pronto una lagrima resbalo. Una
lagrima divina que se detiene en mitad de sus mejillas como
testigo silencioso del dolor de un Dios hombre, maltratado
por los hombres.
De
pronto uno de los sayones se adelanto y agarrando las pocas
ropas de Jesús, se las arrebato de un golpe brusco,
dejándole totalmente desnudo.
Los
golpes cada vez mas implacables fueron humillando poco a
poco el cuerpo del maestro que termino por doblar sus rodillas.
El
maestro con el cuerpo deformado por los hematomas y materialmente
bañado en sangre apenas si se movía.
Sus
imperceptibles lamentos se habían ido apagando y
solo resonaban ya, en el patio, el chasquido de los latigazos
al clavarse en su carne y el cada vez mas agitado resoplar
de los verdugos visiblemente agotados.
Jesús
los vio llegar y mansamente antes de que los legionarios
le golpearan echo el cuerpo hacia delante, ofreciendo sus
destrozados hombros para que depositaran el patíbulo,
la cruz, sobre sus espaldas.
Y
ya tenemos a Jesús con la cruz a cuestas.
El
notable peso del patíbulo, la cruz al menos para
un hombre sano sumamente castigado, hizo que el cuerpo del
rabí se inclinara peligrosamente, obligándole
a flexionar las piernas.
Jesús
trato de elevar la cabeza, pero el dolor de las espinas
entrando sin piedad en la cabeza, le venia humillando el
rostro, comprendiendo que todo esfuerzo por recobrar la
verticalidad era inútil. El maestro pareció
resignado y encorvado, jadeante, con la cruz a cuestas,
comienza a andar.
El
gigante de Nazaret titubea, camina, pero no puede mas y
cae al suelo. Un Dios por los suelos con la frente hundida,
sangrando por doquier.
Risotadas
de hombres.
Esfuerzo
de un Dios.
Se
levanta y se abraza mas fuerte a la cruz, porque esa cruz
tiene que ser la salvación del mundo y esa cruz tiene
que llevarla el Nazareno.
Ya
nunca se separaran la cruz y el Nazareno.
El
maestro arrastra los pies, pero la cruz no la deja.
Esa
cruz lo hunde nuevamente en tierra, pero no importa, se
levantara, volverá a caer, por tercera vez y por
tercera vez, abrazado a ella, caminara lentamente, muy lentamente,
pero caminara adelante.
Apenas
puede abrir los ojos, se abren las heridas, brota la sangre,
se cansa, se fatiga, se muere caminando, pero el Nazareno
no abandona la cruz, porque esa cruz infame hoy, mañana
será el símbolo mas radiante del cristianismo.
Esa
cruz tan pesada para un Dios, será un día
la cruz radiante de los hombres.
La
cruz gloriosa de un nuevo amanecer de la humanidad.
El
Nazareno lo sabe, y como lo sabe camina.
No
puede elevar sus ojos, pero el Nazareno encorvado mira a
su alrededor y esos ojos enormes de Dios, iluminan las tinieblas,
la oscuridad, la tristeza del hombre.
El
Nazareno, Jesús, en la noche del Viernes Santo, lentamente,
muy lentamente camina por las calles del Padul.
¿Pero
como?... ¿El Nazareno desfallecido, destrozada, con
ese enorme madero a cuestas, puede andar?...
Si,
el Nazareno, Jesús Nazareno tiene nuevos pies, nuevo
corazón.
No se ven, es cierto, pero ahí están esos
pies que le llevan, que caminan poco a poco, poquito a poquito.
Ahora
ligero, mas ligero. Ahora lento, muy lento.- la mirada de
Jesús Nazareno aun en su tremenda tristeza se vuelve
mas alegre, mas abierta.
Sus
ojos son capaces de contemplar el maravilloso espectáculo
de el Padul que enmudece a su paso, que aplaude rabiosamente.
Los
corazones se paran.
Solamente
se percibe un corazón gigante, un puñado de
corazones apretados, que todos al unísono como el
tic-tac de un reloj caminan por las calles del Padul.
Son
corazones fuertes, juveniles; espaldas vigorosas que llevan
al Nazareno. No solamente al Nazareno, a su cruz también,
son los costaleros. Los cofrades costaleros de nuestro padre
Jesús Nazareno, que no quieren que su cristo lleve
la cruz a cuestas.
Ellos
quieren ser los pies y el corazón del Nazareno.
Callad,
callad por favor y percibiréis sus latidos, su andar
silencioso, acompasado, rítmico, que se mueven a
las ordenes de esa voz cadenciosa, imperativa de su capataz.
En
la boca del Nazareno parece vislumbrarse una tenue sonrisa,
sus ojos brillan de agradecimiento y esos pies y esos corazones
de los costaleros que no ven a su cristo, pero que lo sienten
como nadie, se contagian de la mirada y sonrisas divinas
y mecen, mecen, bailan a su cristo. Lo arropan contra su
corazón y los árboles a su paso, se inclinan
ante el Nazareno y el pueblo entero vibra con el Nazareno,
aplaudiendo su caminar lento, su caminar rápido,
su baile divino, y cristo sonríe porque tiene que
sonreír, el Padul aplaude porque tiene que aplaudir
y los costaleros sudan porque tienen que sudar y el capataz
grita porque tiene que gritar.
Pero
la sonrisa del Nazareno, el aplauso del pueblo y el sudor
de los costaleros, forman ya, desde ahora, una trilogía
que entusiasma, que embellece, que son y serán el
ser de la Semana Santa del Padul.
La
verdad es que si aquel primer Nazareno viviente cargado
con la cruz a cuestas, pudo ver en su inmensa sabiduría
divina, los corazones jóvenes y robustos de estos
costaleros voluntarios, cargando sobre sus hombros, no solamente
la cruz, sino llevando en volandas, si posible es hablar
así al mismo Dios hombre, pienso, que cristo tuvo
que decir en aquella primera y trágica Semana Santa
de la humanidad, que bien merecía la pena, por contemplar
hoy día este cuadro con pinceladas de juventud, valentía,
fuerza, entrega, entusiasmo y amor.
Amor
de un pueblo entero, de un pueblo trabajador, de un pueblo
campesino, que se olvida de todo lo demás y vive
solo y exclusivamente para preparar su Semana Santa con
veneración, con orgullo, con envidia sana, que nace
que cada día esta Semana Santa acoja a mas personas
extrañas al Padul, para contemplar en sus calles
y en sus plazas el paso de sus tronos, grandiosos algunos,
merecedores de elogio y criticas constructivas, porque tiene
realmente pasos que en nada tienen que envidiar a ciudades
importantes y esperamos que con la ayuda de todos, con trabajo
y tesos, podamos tener un ramillete de pasos procesionales
que llaman la atención de propios y extraños,
aunque lo que deseamos es que nadie se encuentre extraño
en Padul, sino que todos se encuentren en su propia casa,
en su propio pueblo, porque este pueblo granadino, lleva
en sus venas, en sus raíces, el heroísmo de
sus antecesores, el talante espléndido de sus gentes,
que se apiñan junto a su Semana Santa, junto a sus
cristos y a sus vírgenes.
Y
así gracias a un puñado de Paduleños,
gracias al entusiasmo de unos pocos y a la ayuda de todos
ha conseguido sacar a sus calles pasos artísticos
de taracea granadina y fino barroco...
Y
sobre fino barroco se eleva el crucificado.
El
cielo se raja.
El
Nazareno muere y nace el crucificado.
El
Nazareno un revulsivo de su tiempo.- el crucificado un revulsivo
de todos los tiempos.
Miradlo,
esta suspendido entre la tierra y el cielo.
Callado,
enmudecido, muerto, pero en esa muerte esta la victoria,
el triunfo.
El
crucificado hoy, será el resucitado mañana.
Silencio
total. El crucificado camina calladamente.
La
palabra no habla.
La
luz esta ciega.
La
alegría esta triste y el crucificado avanza, avanza
majestuoso en la oscuridad de la noche.
A
sus pies tiene la tierra y en la cabeza el cielo y en el
corazón, tiene al Padul entero.
Si
la iniciativa, el trabajo ha sido de unos pocos, los pasos
son de todos, son de el pueblo de el Padul.
...
Junto al cristo, se encuentra siempre la Virgen.
La
Semana Santa andaluza, en cualquier rincón de la
misma, se encuentra impregnada por la fragancia de una Virgen
Dolorosa, de una Virgen de las Angustias.
La
dolorosa traspasada por el dolor sigue de cerca al Nazareno.
Camina
al calvario y allí firme, esbelta como una palmera,
al pie del crucificado esta la Virgen, con cara acerada,
pálida, callada, pero ahí esta.
Dolorosa.
Virgen de los Dolores, porque lleva en su alma y en su ser
todos los dolores de una madre, madre de un hijo inocente,
poderoso, e impotente, divino y humano, y ella la madre,
lo contempla, lo observa, lo sigue y calla.
El
dolor silencioso, callado, no compartido, es mucho mas dolor
y este es el dolor de la Virgen.
Una
Virgen tierna, delicada como el aroma de las flores y fuerte
como una roca, esbelta como una palmera, que pasito a pasito
sigue tras el Nazareno, alumbrándole con sus ojos
y dándole vida con su vida. Jesús cae una,
dos. Tres veces y María suspira una, dos, tres veces,
y sigue transida de dolor, seguirá hasta la cima
del calvario.
Ella
aunque todos desaparezcan, estará al pie de la cruz,
porque María es madre del crucificado y el crucificado
esta ahí, cosido al madero.
La
cabeza rectora del mundo, los pies y manos de Dios, el corazón
del padre, la palabra eterna, no piensa, no anda, no acaricia
a los pequeños, no tiene vida, no habla, pero ella
su madre, acoge en sus brazos, estrecha contra su corazón
al poder-impotente, a la belleza destruida, a la vida-muerta.
Si
hace unos instantes su dolor era como el océano,
ahora su angustia oscurece el universo cuando toma en su
regazo el cuerpo inerte, mutilado, destruido de su hijo.-
Virgen de las Angustias, si, porque no solamente tienes
la angustia tuya, sino la angustia de la humanidad, la humanidad
ciega porque no ha querido ver la luz y no solamente no
ha querido ver la luz, sino que ha pretendido eliminar la
luz para que nadie la viera, pero la luz era Dios y Dios
tiene que manifestarse de mil modos y maneras, de mil modos
y maneras se manifiesta en la Semana Santa del Padul, porque
junto a la aurora celestial, caminan pequeñas estrellas,
caminan las mujeres Paduleñas, esbeltas, fragantes
como el aroma de sus campos, erguidas como las cúpulas
de sus montañas, con su tez morena, sus ojos grandes
y hermosos como la luna, que con sus mantillas negras como
la noche y sus almas blancas como la nieve, se apiñan
junto a la Virgen, dan escolta al Nazareno, al crucificado.
Si
los hombres recios del Padul ponen su esfuerzo, su bravura:
las mujeres ponen ternura, delicadeza, sonrisas y lagrimas.
Ponen
luz sobre la oscuridad cerrada y así con su andar
garboso portan en sus manos blancas una luz multicolor,
unos faroles típicos, tradicionales, algo muy peculiar
del Padul que a todos llaman la atención, porque
son faroles que se guardan y desempolvan de las arcas familiares,
solo y exclusivamente para la Semana Santa, porque son faroles
que pasan de madres a hijas, como pasa la vida, como pasa
el entusiasmo, como pasa el orgullo de ser mujer del Padul.
Aurora
celestial, Virgen de los dolores, Virgen de las angustias...
no estas sola, el ramillete de estrellas con sus luces claras,
con sus luces oscuras, su andar moruno, su embrujo judío,
las mujeres del Padul, te acompañan; con claveles
rojos que son sus labios, con rosas blancas, que son sus
caras, con palmeras cimbreantes que son sus talles, con
luz en sus faroles, con fuego en sus corazones.
La
vida tiene que triunfar sobre la muerte.
La
luz sobre las tinieblas.
La
alegría sobre el dolor.
Cristo
resucitado sobre cristo muerto.
Era
muy de mañana y muy de mañana, cristo resucitado,
corre, vuela por las calles del Padul, porque tiene prisa,
ansias de iluminar, de impregnar de alegría nuestras
calles, porque la vida es eso. Movimiento, bullicio.
Luz
y belleza de nuestra Semana Santa.
Luz
y belleza de un pueblo entero que ofrece a todos, hospitalidad,
entusiasmo, arte y religión.
Dios
y el hombre.
El
hombre y Dios caminan juntos en la Semana Santa de el Padul.
Por
eso y termino, estas pinceladas ofrecidas, quiero que sean
un pequeño ofrecimiento a este pueblo maravilloso
a este mi pueblo, para que en años posteriores, diversos
hijos del Padul, acepten con entusiasmo, cantar las maravillas
de su tierra, de su Semana Santa.