Presentación
del Cartel de la Semana Santa Padul 2011
Presentó Doña Silvia Solano Ferrer
Centro Cultural Federico García Lorca
19 de marzo del año 2011
Comencé
a escribir,
con simulada calma.
¿ Que podría yo decir…
… para llegarles a su alma?
Yo, que no
soy nadie,
que no tengo títulos ni tratamiento de don,
que apenas tengo Cultura Cofrade,
solo una tarjeta de sitio en mi corazón,
para vivir la Semana más Grande.
Y en Padul
quisiera vivir,
estos días especiales,
y que me permitan compartir
… ese tintineo de varales.
Esa esencia
a tomillo y romero,
que va filtrándose por doquier.
Y ese vaivén costalero
… en el que tú te dejas querer.
Y escuchar la corneta,
que rasga el silencio…
Y disfrutar la saeta,
que anuncia el comienzo.
Y sentir los
pies y las manos ateridos de frío,
aguardando en la calle Real,
que pase el Rey de los Judíos,
con su sequito celestial.
En este rinconcito
del Valle,
donde la luna custodia su sueño,
en Jerusalén se transforman sus calles,
y Ecce Homo se nace “pauleño”.
Padul, puerta
del cielo,
Edén de Andalucía,
orgulloso pregonero,
y docto de las cofradías.
Porque es Padul…
¡PRIMAVERA!
El clamor de una voz saetera,
un cirineo privilegiado del cielo,
un constante racheo costalero.
Porque Padul es arte,
tierra de buena gente,
saetas para enamorarte,
y un corazón de viva simiente
Porque Padul
te encanta,
con su gente y con sus calles,
con su Semana Santa
y con su Virgen del Valle
Porque tiene
Padul su misterio,
cuna de grandes figuras,
tierra de leyenda y proverbios,
transmisores de esta bendita locura.
Porque Padul
en Semana Santa
es Padul costalero,
y el Domingo de Ramos se levanta
bajo un sonido bullanguero.
Y el día
que yo muera,
quisiera yacer aquí,
que siempre sea primavera
...y que este cerquita de Ti.
Buenas noches
a todos.
Señor Cura Párroco, Don Cristóbal,
Señor Presidente de la Asociación de Hermandades
y Cofradías de, Señor Alcalde, distinguidas
Autoridades, Hermanos Mayores, Cofrades, Señoras,
Señores, amigos, paduleños…
Quisiera comenzar
dando las gracias a todos los que habéis confiado
en mí, para que sea yo, quien ponga la voz a esta
nueva presentación, y aunque es una gran responsabilidad,
también es un gran honor poder presentarles, el cartel
de Semana Santa 2011, de Padul.
Un cartel, que por primera vez en su historia, tiene como
protagonista a la Hermandad de Ntro. Padre Jesús
de la Victoria y Ntra. Sra. Del Valle, “La Borriquilla”,
hermandad a la que me siento orgullosa de pertenecer.
Espero no defraudaros con la sencillez de mis palabras,
y estar a la altura de todos aquellos que me han precedido
en este estrado, y que ante esta soberana audiencia han
desnudado su alma.
Aquellos, que con la experiencia vivida y el don de la palabra
han sabido cautivaros, dejando el listón muy alto,
sobre todo, para quien apenas acaba de alistarse a este
mundo cofrade, y es por esto, que deseo con toda mi alma,
representar dignamente a mi hermandad, y que vuestro cariño,
sirva para suplir mis errores y todas mi carencias literarias.
Permitirme dar las gracias ante todo, a mis padres ,y especialmente
a mi madre, que hoy tendrá un lugar privilegiado
en el cielo para ver esta presentación ,por educarme
en la fe y en la vida cristiana , por inculcarme unos valores
que yo intento enseñar a mis hijos y por traernos
desde muy niños a ver la procesión del Viernes
Santo, que a ella tanto le gustaba ,y que aun con su cuerpo
minado por un terrible enfermedad, no dejó de venir
a verla y nunca perdió la fe; por todo esto mamá,
hoy quiero dedicarte mis palabras.
Palabras que me nacen del corazón y brotan de mis
labios, es el sentimiento más profundo en su estado
más puro, y del sentimiento nace la magia.
La magia que hace posible, que cada año, cuando apenas
esta brotando la primavera, nos unamos como hijos de Dios
y anunciemos su mensaje de salvación; porque en definitiva,
ese fue el motivo de la muerte de Jesucristo, la salvación
de la humanidad.
La magia que hace posible, que una vez al año y por
unos pocos días, hagamos un paréntesis en
nuestras vidas, para vivir, la mayor catequesis plástica
que se haya visto jamás.
Y en Padul, en esta tierra de arte y gran tradición
cofrade, todos tienen cabida y un lugar muy especial en
nuestro corazón.
Porque detrás de cada imagen, hay un grupo de gente
humilde, gente trabajadora y sencilla, personas anónimas,
que llegado el momento, dejan a un lado sus quehaceres cotidianos,
para dedicarse al cien por cien a su hermandad, preparándolo
todo con ansiada ilusión, para que el día
de su salida procesional, su candelería, sus hábitos,
sus mantillas,… todo esté preparado y luzca
tan radiante como luciste tú, Jesús, el día
de tu entrada triunfal en Jerusalén.
Ahí está la verdadera riqueza de las cofradías,
en sus gentes y no en su patrimonio; y este pueblo de Padul
está lleno de esa riqueza, y son muchas las cofradías
que esperan ansiadamente ese momento.
Abrid vuestros
corazones,
que sobre un pollino viene subido,
el que nació en un establo sin posesiones,
el que sufrió un calvario desmedido.
En el Huerto
de los Olivos,
Jesús se retiró a orar,
y en la oscuridad le hicieron cautivo,
la traición, puso punto y final
Pilón
y Gabiarras cumplieron su misión,
inflingiéndole un vil castigo,
y una columna fue testigo,
del quejío de su corazón.
Cristo de
cabello moreno,
con trono de nácar y taracea,
a ti te llaman el Nazareno,
hijo de la más alta ralea.
Jesús
de las Tres Caídas,
que vas camino del Calvario,
por la vía dolorosa de este pueblo andaluz,
y se van desangrando tus heridas,
bajo el peso de una cruz,
dejando constancia en un sudario.
Y esa cruz
sacrosanta,
con su Cristo crucificado
sobre un Gólgota de claveles rojos
y un mar de terciopelo morado.
Virgen de las
Angustias, cobijo de amor,
las lágrimas surcan tus pálidas mejillas,
padeciendo el infinito dolor,
de ver al hijo inerte sobre tus rodillas.
Soldados quiebran
la quietud del crepúsculo,
con paso firme y sin vacilaciones,
un ejército romano mayúsculo,
van a prenderle con pobres razones.
Sepulcro de
cristal y madera,
sobre un lecho de blancas flores,
dormita su imagen imperecedera,
bajo un silencio de amargos sabores.
Y tú,
Juan, su discípulo amado,
que viviste su agonía con dolor,
y viste su cuerpo ultrajado y humillado,
en una entrega de amor,
para el perdón de nuestros pecados.
Virgen de los
Dolores,
con mirada triste y vacía,
crucificado el hijo de sus amores,
su corazón sin vida latía.
Y quedo sola
una cruz cartujana,
a la que nadie le puso nombre,
símbolo de la fe cristiana,
martirio del Hijo del hombre.
Pero no temáis
por lo ocurrido,
que cristo ha resucitado,
la muerte no le ha vencido
y a los hombres ha conquistado.
Y tras este breve paseo por la Semana Santa Paduleña,
quisiera contaros mi experiencia.
Hace unos años mi vida sufrió un duro revés,
al perder, a quien un día me dio la vida y era el
motor de mi existencia, y mi fe, comenzó a debilitarse
en el camino de la tristeza y del dolor.
Y fue en ese momento tan doloroso para mi, que apareció
“MI” Sra. del Valle, perdonad que diga “MI”
Sra., pero así lo siento en mi corazón, por
que fue Ella, la que suavizó un poco el dolor que
yo sentía.
Nos encontramos
una noche, en la que hoy es la casa hermandad, frente a
frente… y al tenerla tan cerca y ver sus lágrimas
y su etérea belleza, yo también lloré
con ella, pues me conmovió sobremanera.
Ella parecía llorar por mí, por mi dolor,
por mi ignorancia y por mi poca fe… y solo con mirarnos,
nos dijimos muchas cosas.
Desde aquel instante, ella conquistó mi corazón
y me tendió una mano, para que nunca más volviera
a sentirme sola y desprotegida, en mi orfandad terrenal.
Y fue ella, mi madre celestial, la bendita responsable de
mí inicio en el mundo cofrade, y este camino se ha
vuelto parte imprescindible de mi vida y de los míos.
Ser cofrade es algo más que un nombre en un recibo
y una promesa interior, de que siempre estarás allí
cuando llegue la Semana Mayor.
Es algo mucho
más intenso y que va más allá, de las
meras obligaciones cofrades.
Es amar a Dios, a la Virgen y a nuestros hermanos.
Es estar cerca del prójimo, del más pobre
y del que está solo.
Es sentirte cerca de los que sufren la violencia de aquellos
a los que se les escapa la vida, por una enfermedad, de
las victimas inocentes de las guerras.
Es salir a las nueve de la noche de tu casa en un frío
invierno, para ir al ensayo de los costaleros todos los
martes antes de Semana Santa.
Es invertir un domingo de los que tienes de descanso, para
pasar el día con los más desfavorecidos, compartiendo
unas risas, mientras les preparas un arroz o unas migas
con mucho cariño.
Es embarcarnos todos juntos en proyectos diversos, que nos
lleven algún día, no muy lejano, a verte procesionar,
Sra. Del Valle, en las calles de tu pueblo, para que saliendo
de tu camerino, te unas a tu hijo, en este precioso camino.
Es arrancar las hojas del calendario, en un vano intento
de que el tiempo pase más rápido y llegado
el momento abrir tu armario y sacar una a una y con mucha
dulzura, las sencillas prendas de tu vestuario.
Es hacer las cosas desde el corazón y sin ningún
afán de protagonismo.
Es estar dispuestos, en la medida de lo posible, a ayudar
en todo aquello que se nos pida desde fuera.
Es levantarte el día de tu salida con la mirada puesta
en el cielo, con el corazón inquieto, y cargado de
celo.
Es aguantar los nervios y las lágrimas, cuando el
reloj ,está a punto de dar las cinco de la tarde
del Domingo de Ramos, para momentos después romperte,
refugiado en el anonimato de tu capirote de penitente, saboreando
ese momento, único y exclusivo, de aquellos que aman
la Semana Santa y a sus titulares.
Y ahora si me
permitís, quisiera contaros una historia… la
historia de un sueño, una utopía con final
feliz.
Una historia de incertidumbre, de un ir y venir de vacío,
de duros momentos y noches de vigilia, de un no saber si
hago bien o hago mal, de un quiero y no puedo, debo o no
debo…
Fue un largo camino, hecho con pasos cortos, con palabras
comedidas y plegarias silenciosas, con valor y sobre todo
con fe.
Y fue esa fe, la que ayudó a superar todas las dificultades
del camino a los fundadores de esta hermandad.
Y fue esa fe, la que nos fue uniendo a todos en este camino,
en esta gran aventura, en esta forma de vida cristiana que
alcanza su punto álgido con la Semana Santa.
Y es también esa fe, la que nos ha unido a todos
esta noche aquí, para ver este cartel, obra de José
Arias, pórtico de la Semana Santa paduleña;
que nos pregona, que ha comenzado la cuenta atrás,
para volver a vivir, otra vez, la pasión, muerte
y resurrección de Cristo.
Un cartel que no es sino una invitación expresa y
directa al corazón, para formar parte, del acontecimiento
más sublime en la historia de los que nos llamamos
cristianos. Es el epicentro del momento más glorioso,
y por el que trabajamos todo un año, en una carrera
apasionada, para homenajear al hijo de Dios.
Y al mirar este cartel, podemos ver una preciosa imagen
del Domingo de Ramos, pero si la examinamos más profundamente,
más allá de lo que nuestros ojos nos permiten,
y la vemos con los ojos del alma, podremos oler, ese perfume
a flores recién cortadas, que traen olor a primavera
recién estrenada, y podremos rozar con las manos
ese trono de madera que sin ti, sería simple madera…
sentir esa brisa que levantan las capas de los nazarenos
cuando pasan, y hasta incluso podremos oír, ese racheo
de zapatillas costaleras, y ese suave vibrar de campanillas
mensajeras.
“La Borriquilla” fue concebida en Padul, pero
vio la primera luz del día en Sevilla.
Puso Dios el arte en manos de un imaginero, que con gran
maestría y destreza, consiguió dar forma,
color y sentimiento a ese sueño de unos pocos, para
convertirlo en realidad y pasión de muchos.
Fue un cometido lento, hecho con manos mimosas, delicadas…
cuidando hasta el más nimio detalle, tallando un
rostro de infinita ternura, poniendo el corazón y
los cinco sentidos en cada trazo de gubia, mimando cada
lágrima, poniendo “VIDA” en la expresión
de sus ojos y dando una pincelada de color, en cada centímetro
de su piel aterciopelada.
Gracias, Juan Carlos Vázquez, gracias por haber tallado
con tus manos lo más extraordinario que tenemos en
nuestra hermandad, algo que nos hace sentirnos pequeños,
y aunque sea sólo por unas horas, nos acerca como
iguales, para participar todos juntos, de este bello pasaje
de las Sagradas Escrituras.
Y por fin…
llegó el gran momento.
Este, es nuestro documento…
Claveles rojos,
lirios morados.
Barrio de San Antonio
glorioso Domingo de Ramos
Silencio…
que el mundo entero calle…
Que ya está llegando el hijo, de Nuestra Señora
del Valle.
Una “petalá” de flores enaltecen su salida
en la calle Vergel.
Sones de banda lo anuncian por las calles de Padul
Olivos y palmas…
Un arco iris de luz.
El olor a tomillo y romero,
impregnan las calles de este Jerusalén Paduleño.
Iniciando el
cortejo, la Cruz Guía,
máximo rango en la jerarquía,
estandarte de los cristianos,
que por amor a ti, a tus pies nos postramos…
Y no te sientas
sola…
porque te envuelve la luz de una bella aureola,
y te acompaña un ejército de palmas rizadas,
elaboradas con devoción y desvelo,
para ti Jesucristo, Rey de la Tierra y del Cielo;
manos versadas las han trabajado,
y ojala no se pierda nunca este legado,
testigo mudo… de nuestro tiempo pasado.
Seguidamente
la chiquillería,
que viene pisando fuerte.
En una mística romería
que llega hasta el mismo corazón de la cristiandad.
Se siembran
de risas las calles,
se visten los niños de hebreos,
y entras triunfante en el Valle,
con un pollino, por compañero.
Son los niños hebreos,
que ataviados únicamente con una túnica y
un pañuelo sobre su cabeza, representan un hecho
acontecido al principio de todos los tiempos, tu entrada
triunfal en Jerusalén; y hoy, más de dos mil
años después, recrean tu entrada triunfal
en Padul.
Son las almas más puras e inocentes, que bajo la
atenta y orgullosa mirada de sus padres, inician su caminar
en la vida cristiana, y ellos, son lo más valioso,
porque algún día… cuando hayamos dejado
este mundo…
Ellos continuaran nuestro legado.
La huella que nosotros les hallamos dejado, les mostrará
el camino… igual que el rastro de cera, que al consumirse
va dejando una vela.
Capas que corteja
el viento,
capirotes de verde terciopelo,
encandilando al firmamento,
y llevándote a la cima del cielo.
Promesas mudas,
una plegaria y un desvelo,
y los pies se desnudan,
sobre el inerte suelo.
Y entonces…
Pareciera retroceder
el tiempo,
en un viaje hacia el año cero,
hasta llegar al preciso momento,
en el que sueña el imaginero.
Y te veo venir
a lo lejos,
poquito a poco te vas dibujando,
y entre sones de banda y reflejos,
el Hijo de Dios, está llegando.
Sobre ángeles costaleros
peregrinas las calles de tu pueblo, bendiciendo a todos
los que se cruzan en tu camino, y son ellos, los costaleros,
las personas más anónimas y sufridas de todo
el cortejo…
Los que no pueden verte con los ojos, pero te sienten.
Los que no caminan con sus pies, sino que rachean para mecerte.
Los que te suben al cielo, y te musitan al oído…
Y esta es mi dedicatoria para todos ellos, por la gran fortuna
que tienen de ser Costaleros.
Con pasos
que son pulgadas,
guiados por los ojos de un capataz,
decenas de alpargatas,
caminando todas por igual.
Bajo un mismo
estandarte,
con una misma devoción,
caminan, como uno solo,
portando una misma ilusión.
Caminando sin
apenas ruido,
con paso lento y acompasado,
sobre su cerviz dolorido,
llevan a Cristo crucificado.
Con suaves
mecidas,
que no rompan la magia,
que no lastimen a quien portan arriba,
que a todos llegue su gracia.
Cornetas y
tambores,
acompañan cada chicota,
pequeños y mayores,
admirando cada levanta.
Con levantas
que menguan fuerzas,
poco a poco se hace el camino.
¡ Costalero no te rindas!
que hay que llegar al destino.
Ese martillo
que esta llamando,
y el capataz que grita: ¡A esta es!
las lágrimas me van asomando,
se me eriza el alma y la piel.
Aprieta el
paso el costalero,
en un esfuerzo supremo de dolor,
cierra los ojos y pide al cielo,
¡ Que no me fallen las fuerzas, Señor!
Unos a otros
se van animando,
poco a poco las fuerzas flaquean,
el costal ya les va quemando,
y el sudor ya saborean.
¡ De
costero a costero!
¡ Todos por igual!
Bajo un envejecido madero,
el sentimiento es singular.
¡Al cielo
con El!
Le levantan una, otra y otra vez,
sobre sus hombros hundidos,
sobre su dolorida piel.
Ya crujen las
trabajaderas,
rezumando olor a sal,
sus pisadas firmes, ligeras,
que marcan a fuego el costal.
Un pequeño
“aguaor”,
les ofrece agua con esmero,
espera impaciente hacerse mayor,
pues ya, quiere ser costalero.
Para sentir la misma ilusión,
para saber, porqué lloran los costaleros,
qué tan grande será la razón,
que ni siquiera importa el dinero.
Ese capataz
que les va llamando,
y que de ninguno ha de olvidarse,
con inmenso cariño se los va ganando,
para que todos quieran quedarse.
Y al terminar
la procesión,
orgullo y dolor copan su pecho,
será inmensa la emoción,
de saber un trabajo bien hecho.
Alzan sus ojos
al cielo,
en emotiva despedida del Nazareno,
en su corazón un gran anhelo,
salud “pa” volver a ser
un año más ¡COSTALERO!
Yo no soy costalera, pero he soñado
junto a ellos, en esas frías noches de ensayos…,
he sentido esa magia que se cala hasta el alma…, esa
tibieza que se siente bajo las trabajaderas..., esa dulzura
con la que te tratan.
He racheado mis pies con los suyos y he cerrado los ojos….
para dejar volar mi alma, escuchando marchas, y esa voz
de capataces…
Es por esto, que aunque no soy costalera, si creo saber
lo que sienten y no lo puedo explicar con palabras.
Y aunque sólo sean retales fugaces de un sueño,
gracias, por permitirme soñar junto a vosotros…
Y poquito a
poco te alejas,
como un Rey camino a la Gloria,
y sonríes mientras nos dejas,
sabedor de tu eterna victoria.
Y el corazón
se queda vacío,
satisfechas las ilusiones.
Pasará un año “adormecío”,
Soñando con nuevos renglones.
Y seguirá
brillando tu luz,
esperando por ti tus legiones,
y en este pueblo de Padul,
seguirás despertando pasiones.
Y ya sólo queda despedirme,
y no puedo hacerlo sin dar las gracias a mi marido y a mis
hijos, Alejandro y Ángela, por su paciencia y por
soportar largas horas de alegato. Y no quiero olvidarme
de mis amigos, aquellos que me han apoyado y me han animado
en este precioso proyecto, y que hoy, han querido venir
a acompañarme. Gracias a todos, la vida es más
fácil con amigos así.
Gracias a todos los que estáis aquí esta noche,
por escucharme, y también, a todos los que hacéis
posible que esto sea una realidad, mantillas, nazarenos,
ciriales, acólitos, costaleros, hebreos, músicos,
capataces, cofrades… espero no haberos cansado, y
que os haya gustado lo que con tanto esfuerzo e ilusión
he preparado, espero al menos, haber dejado un buen sabor
de boca, pero lo que de verdad quisiera, es haber sabido
transmitiros mi emoción y de algún modo…
haber tocado vuestro corazón.
Y en el silencio
de la noche,
plagado de nostalgia,
nos embelesara el derroche,
y un sentir que se contagia,
el suspiro de Dios,
que aquí en Padul, descansa.