LEYENDAS
(21). LEYENDA DE LA VERA CRUZ DE CARAVACA (CARAVACA DE LA
CRUZ, MURCIA)
Padul Cofrade
Investigación. Leyendas
Padul, 10 de mayo de 2020
Continuamos con la recopilación
hecha por Padul Cofrade de algunos de los muchísimos
relatos y leyendas relacionados con las imágenes
de la Cruz. Intentamos con esto ayudar a pasar las horas
de confinamiento a las que nos vemos obligados y de paso
conocer distintos aspectos relacionados con la religiosidad
en distintas zonas del mundo.
En esta ocasión
seguimos con la leyenda de la Vera Cruz de Caravaca (Caravaca
de la Cruz, Murcia).
Leyenda
de la Vera Cruz de Caravaca
(Caravaca de la Cruz, Murcia)
La Cruz
de Caravaca es un ¨lignum crucis¨, es decir,
un fragmento de la verdadera cruz a la que Jesús
Nuestro Señor fue crucificado. Se conserva
en un relicario con forma de cruz de doble brazo
horizontal, (de 7 y 10 cm.) y de 17 cm. de alto.
Tiene forma y tamaño de un pectoral grande.
Según la tradición
perteneció al patriarca Roberto de Jerusalén,
primer obispo de la ciudad santa una vez conquistada
a los musulmanes por la primera cruzada (1099).
Ciento treinta años más tarde (1229),
en la sexta cruzada, durante la estancia en Jerusalén
del emperador Federico II, un obispo, sucesor de
Roberto en el patriarcado, tenía posesión
de la reliquia. Dos años después la
cruz estaba milagrosamente en Caravaca.
Tradición de la aparición:
3 de mayo de 1232
La Santa Cruz apareció en
el Castillo-Alcázar de Caravaca el 3 de mayo
de 1232. En aquel tiempo, reinaba Fernando III el
Santo en Castilla y León, y de Jaime I en
Aragón. El reino taifa de Murcia estaba regido
por el famoso Ibn-Hud, que se reveló contra
los almohades y dominó gran parte de Al-Andalus.
Es, pues, en pleno territorio y dominación
musulmana, cuando se narra el hecho.
Entre los cristianos prisioneros
de los musulmanes estaba el sacerdote Ginés
Pérez Chirinos que, venido de Cuenca, predicaba
el evangelio a la morisma. El sayid interrogó
a los cautivos sobre sus respectivos oficios. El
sacerdote contestó que el suyo era celebrar
la misa, suscitando la curiosidad del musulmán,
el cual dispuso lo necesario para presenciar dicho
acto litúrgico en el salón principal
del Alcázar. Al poco el sacerdote se detuvo
y dijo que no podía continuar por faltar
en el altar el crucifijo. Y fue al momento cuando,
por la ventana del salón, dos ángeles
transportaron un ¨lignum crucis¨ que depositaron
en el altar, y así se pudo continuar la Santa
Misa. Ante la maravillosa aparición, el sayid
y toda la corte se bautizaron. Después se
comprobó que la cruz era del patriarca de
Jerusalén.
Cruz
de Caravaca en la
Basílica del Real Alcázar de la Vera
Cruz en Caravaca de la Cruz (Región de Murcia,
España) que es patrimonio religioso de la Real
e Ilustre Cofradía de la Santísima y
Vera Cruz de Caravaca.
Recorrido histórico
Once años después de la
aparición de la Santa Cruz, el reino murciano pasó
al vasallaje del rey castellano (1243-1244).
Alhamar-al-Nasrí del reino de
Granada aprovechó la muerte del taifa Ben´Hud
de Murcia para amenazar al nuevo taifa murciano. Este
recurrió al vasallaje de Fernando II, rey de Castilla
y León. Así, en 1243, el infante Alfonso
(futuro Alfonso X) vino a Murcia y tomó posesión
del territorio. De este modo Caravaca pasó a ser
un fuerte bastión cristiano en la línea
del territorio interior. Caravaca se constituye en cabecera
militar y religiosa de la Comarca y de las tierras fronterizas.
La Cruz contribuye de una manera decisiva a dar identidad
a estos territorios y se erige en un centro de irradiación
de luz espiritual. De este modo la Vera Cruz marca este
espacio fronterizo.
La aparición de la Cruz en Caravaca
ocurre en la época de la instauración de
la nueva frontera de Castilla-León frente a la
Granada musulmana, con la incorporación del reino
taifa de Murcia a la soberanía cristiana. La aparición
de la cruz en Caravaca inspiró al nacimiento de
las órdenes militares para luchar por la reconquista.
Los cristianos que llegaban a esta tierra
se sentían como tocados y cobijados por una fuerza
sagrada. De ahí que muchos liberados del cautiverio
acudieran a depositar sus cadenas, como exvotos, a la
pequeña capilla interior de la fortaleza, en donde
custodiaba la Cruz la Orden militar encargada del Castillo.
Basílica
del Real Alcázar de la Vera Cruz en Caravaca de
la Cruz (Región de Murcia, España)
que es patrimonio religioso de la Real e Ilustre Cofradía
de la Santísima y Vera Cruz de Caravaca.
La orden militar de los Templarios fue
la primera que custodió y defendió el castillo
y la Cruz, después de unos años de posesión
directa por las tropas castellanas. Hay dos teorías
sobre la fecha de su venida. La primera afirma que fue
en 1244, al someterse todo el territorio murciano al vasallaje
cristiano. La segunda afirma que fue en 1265-1266, al
acabar la sublevación mudéjar del territorio
murciano ya castellano. El Temple venía con las
huestes de Jaime I de Aragón que ayudó a
su yerno Alfonso el Sabio a someter la rebeldía.
El rey Aragonés, educado por la Orden y amigo de
ella, le otorgó casa y huerto en Murcia. Después,
el rey Alfonso le donó el territorio caravaqueño.
El Temple estuvo en Caravaca alrededor de 46 años.
Desaparecido el Temple, la baylía de Caravaca fue
dada por Alfonso XI a los santiaguistas (1344), que ocupaban
ya la frontera oriental y parte de la central frente a
Granada. La Orden permaneció aquí hasta
la abolición de todas las Órdenes en 1868.
Ya desde época muy temprana hay
un reconocimiento oficial por parte de la Iglesia hacia
la Cruz de Caravaca. El Padre Cuenca, en su historia sobre
la Santísima Cruz (escrita en 1722), afirma que
apenas ha habido algún Pontífice que no
haya concedido alguna gracia o indulgencia a la Cruz.
Podemos citar, entre otros, la bula del Papa Clemente
VII (1392). Así mismo podemos enumerar el decreto
de Clemente VIII (1597), el de Paulo V (1606), las bulas
de los Papas Alejandro VIII (1690) y Clemente XI (1705).
En 1736 se concede a la Cruz el culto de latría.
León XIII, en el 4 de diciembre de 1893, ratifica
los mismos privilegios de los siglos XV y XVII.
El nombre oficial con el que se denomina
a la Reliquia en los documentos es el de Vera Cruz, nombre
bien significativo, relacionado con el Temple, pues en
donde hubo templarios aparece frecuentemente el título
de Vera Cruz. Desde la Edad Media se la conoce con este
nombre específico: la Vera Cruz de Caravaca, es
decir, la verdadera cruz. El título, juntamente
con el de Santa, solamente se aplicaba al leño
de Jerusalén, encontrado en el siglo IV por Constantino
o por su madre Santa Elena.
Tras la unificación de España
y el descubrimiento de nuevas tierras, la Santa Cruz de
Caravaca, continuó siendo signo de la fe que inspiró
el avance del Evangelio. A Caravaca vinieron numerosas
Órdenes religiosas: san Juan de la Cruz y santa
Teresa de Jesús fundaron respectivos conventos,
existentes actualmente. También se instalaron aquí
los Jerónimos, franciscanos y jesuitas. Muchos
misioneros eran residentes de Caravaca o pasaron por aquí
en camino a las misiones en diversas partes del mundo,
con lo que la devoción a la Cruz creció
rápidamente, abarcando los confines de un Imperio
donde no se ponía el sol.
Desde California a la tierra de Fuego
es conocida la Cruz de Caravaca. Su conocimiento llega
hasta Filipinas, porque en 1668 misioneros españoles
llevaron reproducciones a petición de los cristianos
existentes allí. En Europa fueron los jesuitas
sobre todo los que extendieron su conocimiento: no olvidemos
que en Caravaca fundaron un colegio con noviciado. En
Polonia existe una reproducción de la Cruz en el
museo de la Universidad de Cracovia y otra en la catedral
de Gniezno. Hacia 1600 comienza su extensión por
Alemania: existe un trabajo fotográfico donde se
recogen las distintas imágenes de la Cruz en distintas
iglesias de la región de Hohenzollern. En Francia
existe también algún libro sobre la Cruz,
editado en Lyon (en 1653) y varia reproducciones en la
región de Limoges. En los Países Bajos (Bruselas)
también es conocida. Desde Roma piden cruces en
1606. También es conocida en Inglaterra, en donde
hay muchas reproducciones y escritos sobre la misma.
Peregrinaciones
y Jubileos
El antiguo carácter peregrinante
de la Cruz se formalizó con la concesión
de Jubileos especiales concedidos a los visitantes de
la Santa Cruz. Ya en 1583 y 1621 se conceden Jubileos
para la fiesta de la Cruz. En 1768 hay también
dos breves de Clemente XIII, que a los ruegos de la Cofradía
de la Cruz, otorga varios privilegios para las principales
fiestas referentes a la Cruz que se celebran en Caravaca.
Destacan los concedidos a los que visiten el Santuario
el 3 en mayo (festividad principal) con indulgencia plenaria
para los que allí oren por la paz entre los príncipes
cristianos.
Altar
donde se venera la reliquia del Lignum Crucis.
Basílica del Real Alcázar de la Vera Cruz
en Caravaca de la Cruz (Región de Murcia, España).
La Cruz de Caravaca
hoy
Debido a la invasión napoleónica,
la Cruz fue trasladada desde el castillo a la parroquia
del Salvador y allí fue ocultada en una caja enterrada
para evitar la rapiña de los franceses. Aquí
estuvo desde 1809 hasta quizás 1818, ya que el
Castillo fue fortificado para uso militar y la iglesia
ocupada en estos menesteres. En el Salvador se celebraría
cada año el "Baño del Vino" con
la Reliquia. Se evitó el robo de la Cruz durante
la estancia de las tropas francesas en Caravaca, pero
no el de la custodia, regalo del marqués de los
Vélez, la cual fue recuperada después. Durante
todo el siglo XIX y principios del XX se estructuran definitivamente
todos los rituales de la Cruz y las formas de las celebraciones
de mayo en su honor, que es el armazón de las fiestas
conmemorativas actuales.
El hecho más lamentable de toda
la historia de la Cruz y de Caravaca fue el acaecido en
la noche-madrugada del día doce al trece de febrero
de 1934. Fue un robo sacrílego de carácter
político-religioso que dejó consternada
a la ciudad durante algunos años. Era el miércoles
de ceniza cuando, por la mañana, se descubrió
el sagrario abierto y vacío sin la Reliquia, habiendo
dejado los ladrones la caja-estuche del siglo XIV en donde
se guardaba la Cruz. A las 9 del día trece corrió
la noticia y la tensión suscitada fue enorme. Las
diligencias y pesquisas judiciales y policiales no dieron
resultado positivo.
Relicario
del Lignum Crucis.
Basílica del Real Alcázar de la Vera Cruz
en Caravaca de la Cruz (Región de Murcia, España).
Después de la guerra del 1936-39,
las dependencias del Castillo fueron usadas como cárcel
de presos políticos hasta el 1941, quedando posteriormente
todo el recinto en estado de abandono, cerrado y sin culto
religioso. Se suscitó un deseo grande de conseguir
una nueva reliquia. Las gestiones dieron como resultado
que el papa Pío XII concediese a Caravaca dos pequeñas
astillas del “lignum crucis” que Santa Elena,
madre del emperador Constantino, trajo de Jerusalén
a Roma en la primera mitad del siglo IV.
En los días siguientes se improvisaron
las fiestas (interrumpidas durante 7 años, con
la reanudación del Baño del Agua en el Templete-Bañadero
de las afueras de la ciudad. La Reliquia permaneció
durante tres años en la Parroquia del Salvador,
ya que el Santuario permanecía en estado de deterioro.
Fue en el cinco de mayo del 1945, cuando la Cruz se subió
a su templo del Castillo, custodiada ya por la Orden de
frailes claretianos.
La tradición
de regalar Cruces de Caravaca
El regalo de la imagen de la Cruz de
Caravaca, es una costumbre generalizada en Caravaca para
diferentes ocasiones pero sobre todo en el momento de
declaración sentimental. Se tiene constancia por
una carta de Santa Teresa de Ávila a la madre María
de S. José, que la santa recibió una Cruz
de Caravaca en 1576 como regalo de sus monjas de aquí
(Cruz que actualmente se encuentra en el convento de Carmelitas
Descalzas de Bruselas, Bélgica).
En ciertos lugares de Latino América
esta santa Cruz ha sido tomada, como otros muchos signos
cristianos, por la brujería y el esoterismo.
Más detalles
Los documentos originales sobre el milagro
han desaparecido. Existe el testimonio de Fray Gl de Zamora,
Francisco, cronista de San Fernando, a quien acompañó,
sin duda, en la visita que el santo rey hizo a la villa
de Caravaca. Durante su estancia en allí, pudo
Fray Gil conversar con los testigos oculares de la aparición
y oír de sus labios la narración de lo acontecido.
Existe otro testimonio de D. Antonio de Oncala canónigo
de Ávila, que murió en 1558, también
relata la historia de la aparición de la cruz de
Caravaca.
Todos los relatos coinciden en lo esencial.
Si fue Fernando III el Santo el que fue a Caravaca sería
porque esa zona pertenecía a Castilla y León
y no a Aragón, donde la reconquista la realizó
D. Jaime I el Conquistador. Además la conquista
de Murcia la llevó a cabo Alfonso X el Sabio, hijo
de Fernando III el Sabio.
Existían
varios reyezuelos o sayid musulmanes en distintos reinos,
uno de esos era el sayid
Zey Abucey, que al convertirse tomó
el nombre de Vicente Bellvis, y su esposa Aixa. Según
la historia los almohades y el rey Zey Abucey, era uno
de ellos, entraron en la península hacia el 1171
y van reconquistando los antiguos reinos de taifas. En
este contexto podemos entender que Zey Aucey era señor
de Valencia y de Caravaca y que en la Taifa de Murcia
estuviese otro reyezuelo musulmán Ben-Hud.