LA FIESTA DE LA NAVIDAD:
TARJETAS DE FELICITACIÓN, BELENES Y ÁRBOLES
Carlos García
Diciembre 2012
Nacimiento
Los “nacimientos o belenes” tienen
como antecedentes, sin duda, a los Autos Sacramentales
que se celebraban en el interior de los templos.
La más vieja representación conocida
de un belén aparece en el año 345 en
un sepulcro de Letrán, pero su impulso definitivo
se lo dio San Francisco de Asís en 1223 quién,
frente a la ciudad de Greccio, en el valle de Riat,
dispuso de un altar delante de una cueva y un pesebre
con el niño Dios, el burro, el buey y los
pastores en miniatura, a la que acudieron los pastores
y campesinos de la vecindad. Dada la acogida que
experimentó, la orden franciscana adoptó la
costumbre de los nacimientos.
La más
antigua tarjeta de felicitación navideña que
se conoce, se trata de un burdo grabado en madera hecho en
Alemania y fechado en el siglo XV. No obstante estas felicitaciones
tienen un lejano parecido con las felicitaciones romanas
de antes del Cristianismo en las que lasa gentes intercambiaban
saludos en papiros, cortezas, cerámicas, etc.
Hay quién opina que sus orígenes hay que localizarlos
en China, pero el impulso definitivo se obtuvo de forma masiva
tras la guerra franco-prusiana de 1870 al ser utilizada por
los soldados de ambos ejércitos.
Antes de que los peregrinos colonizadores ingleses llegaran
a las costas de los Estados Unidos a bordo del “Mayflower” y
desembarcaran en Plymouth Rock, los colonizadores franceses
pasaron una Navidad en la Nueva Inglaterra, en la isla
de St. Croix Maine en el año 1604.Parece ser, según
algunas versiones, que fue San Bonifacio, en el siglo VIII,
el primero que convirtió el pino en árbol
de Navidad con sus adornos, habiendo transformado en símbolo
cristiano una costumbre pagana anterior de claro culto
dendrolátrico. Sobre la referencia al árbol
de Navidad, se tiene la primera documentación escrita
en una carta escrita en 1604 por un viajero que se encontraba
por Alsacia. En ella decía: “Por Navidad,
colocan pinabetes en las salas de Estrasburgo y cuelgan
de sus ramas flores hechas de papel de colores, manzanas,
pasteles, laminillas de oro, caramelos, etc.”
Los primeros árboles navideños fueron introducidos
en Norteamérica, - Pensylvania y las Carolinas-, por
los colonos alemanes alrededor del año 1710.
En Canarias, nos cuenta Alzola, es a partir del trece de
diciembre, festividad de Santa Lucía,”que canta
en Pascua en once días”, cuando comienzan los
preparativos para poner los belenes, sembrando el trigo,
alpiste o lentejas para colocar la cosecha que crecerá como
base de estos. Luego se construía la mesa sobre la
que se alzaría el nacimiento y se colocaban las montañas,
los riscos, con diferenters materiales que podían
ser el corcho, piedras, cañas o papel.
Las figuras eran de barro e ingenuamente policromadas y
procedían de la península o habían sido
fabricadas en las islas, con el atuendo tradicional de las
islas y, como siempre, representaban al Misterio: Niño,
Virgen, San José, la mula y el buey. Últimamente,
y de forma controvertida, el actual Papa, Benedicto XVI,
ha cuestionado la presencia de estos animales en el pesebre,
levantando un revuelo que no tiene sentido, rompiendo una
tradición mantenida y conservada, sea histórica
o no.
En la noche del 24 de diciembre se celebraba, a la medianoche,
la “Misa del gallo”, nombre que deriva, probablemente
del primer canto del gallo a esa hora de la noche, aunque
hay quién refiere que es una costumbre que proviene
de la ciudad de Toledo, donde los campesinos castigan a los
gallos con gran crueldad por ser quienes advirtieron de su
pecado a Pedro. Allí les retuercen el pescuezo y,
muertos, los llevan a la puerta de los templos donde los
arrojan al suelo.
Otro tipo de misa, las de La Luz, se celebraban en forma
de novenario previo al nacimiento, del 16 al 24 de diciembre
y reciben éste nombre, por celebrarse siempre a la
hora de la aurora, de la primera luz.
Se realizaban en ellas manifestaciones populares en las
que el folklore estaba presente. Se tocaban panderos, guitarras,
flautas, castañuelas, y en ellas se cantaban villancicos
y canciones.
Entre los pitos y flautas, se hacían con hojas de
plataneras, como en Santa Ursula, que tenían una lengüeta
y de la que se lograba un sonido grave, como de becerra.
En La Guancha los pitos de hacían con una caña
de tres agujeros.
Este tipo de misas ha ido desapareciendo de la geografía
de nuestro archipiélago, aunque persisten localidades,
como en Taganana en Tenerife, o en la iglesia de Santo Domingo
de Guzmán de Las Palmas, donde se continúan
celebrando a las seis de la mañana.
Las misas de la Luz desaparecen desde la promulgación
del “Motu Proprio” de Pío X en 1903, el
que prohibe que en las solemnidades litúrgicas, se
cante cosa alguna en lengua vulgar, prohibiéndose
el uso de instrumentos ligeros como el tambor, los platillos
y otros semejantes.
En Gran Canaria, en 1947 y bajo el obispado de Antonio Pildain,
se dispone “quedar absolutamente prohibido siempre,
y en especial en las misas de la Luz, el uso de instrumentos
fragosos como panderetas, guitarras y bandurrias. Desde ese
momento las dichas misas quedaron heridas de muerte al serles
retirados el encanto popular y folklórico que contenían.