Altar
de los tres Reyes Magos – catedral
de Colonia, Alemania – madera de roble, oro,
plata y cobre, dorado, esmaltado, piedras preciosas
y semipreciosas, altura 1,55 m.; ancho 1.12 m; largo
2.23 m., c. 1181 a C. 1230. En la parte superior, Cristo
entronizado con dos ángeles, en la parte inferior,
la parte central la ocupa la Virgen entronizada y coronada,
con el Niño, que se vuelve hacia los Tres Reyes
Magos. Originariamente cada mago debía ocupar
su lugar bajo cada una de las tres arcadas, pero se
decidió incluir a Otón IV con su ofrenda,
por lo que dos magos debieron comprimirse bajo una
misma arcada. En el extremo opuesto está representado
el otro gran momento de la Epifanía: el Bautismo
de Cristo.
¿Los Reyes Magos fueron
12, 2, 3 o 4?
Según Patricia Grau-Dieckmann (UBA),
en su artículo Una Iconografía polémica:
los Magos de Oriente “A Polemical Iconography: the
Magi from Orient ” Eine umstrittene Ikonographie: Die
drei Könige aus dem Morgenland, el Evangelista San Mateo
no especifica cuántos eran los Magos, pero muy tempranamente
se asumió que eran tres aunque las Iglesias siria
y armenia intentaron imponer el número de 12.
Las pinturas catacumbiarias a veces muestran dos o cuatro
Magos, pero en general puede decirse que el consenso colectivo
fijó el número en tres aún antes de
que la voz oficial de la Iglesia se expidiera al respecto
mediante una declaración del papa León I el
Grande (m. 461) (León I, “Sermones para la Epifanía”)
Éste era un número muy conveniente porque
no sólo coincidía con la trilogía de
los regalos (oro, incienso y mirra) sino que se prestaba
además al simbolismo teológico, ya que tres
es el número de la Trinidad. Se identificó a
los magos con las tres partes del mundo conocido: Europa,
Asia y África y se los representó con tres
fisionomías diferentes, correspondientes a los tipos
caucásico, asiático y negro, cada uno simbolizando
una de las tres edades del hombre (juventud, madurez y ancianidad).
De esta manera, también se les identificó con
las razas que se generaron a partir de los descendientes
del patriarca Noé: Sem, Cam y Jafet.
Pero cuando América fue descubierta, se sacudieron
los cimientos del edificio simbólico tan cuidadosamente
armado. La Iglesia, conservadora en cuanto a tradiciones
tan arraigadas, prefirió no aceptar la innovación
que hubiera significado introducir un cuarto mago, iconografía
que hubiera significado un alivio para pintores y tallistas
que hubieran podido así disponer de dos Magos a cada
lado de la Virgen y el Niño, equilibrando de esta
manera las composiciones de la Epifanía, que exigía
a los artesanos soluciones heroicas.
Tertuliano (principios del siglo III) encontró que
el salmo 72 (71):10 era muy adecuado para relacionarlo con
la visita de los Magos, ya que hablaba de regalos y de tributos: “Y
los reyes de Tarsis y las islas le pagarán tributo,
los reyes de Saba, los de Arabia le traerán presentes”.
A partir de la interpretación de Tertuliano comenzó la
identificación de los Magos con reyes. Se sustituyeron
los gorros frigios con que se los representaba originalmente
por coronas y comenzó a gestarse la leyenda de los
Tres Reyes Magos, historia que tardará varios siglos
en completarse.
Sarcófago de
Aurelio – catacumba de San Lorenzo Fuori le Mura – Roma,
siglo IV, mármol, en museo del Vaticano. El
sarcófago, de factura poco elaborada, proviene
de un taller secundario, de provincia. Los Magos se
dirigen hacia la Virgen sentada en una silla de alto
respaldo, que sostiene a Jesús recién
nacido, fajado e inmóvil. Aún no hay
una jerarquización de la figura de la Virgen,
por lo que se deduce que es una imagen anterior al
Concilio de Éfeso que la declara Theotokos:
Madre de Dios. La actitud corporal es la misma para
los tres Magos, que no se diferencian uno del otro.
Por el contrario, parecería que deliberadamente
se intenta enfatizar su unicidad. Su vestimenta (la
que usarán durante los primeros tiempos
cristianos) es el traje persa de los sacerdotes
de Mitra, con el
gorro frigio y los pantalones anaxyrides.
En el siglo IV
se comienzan a conocer los nombres de los Tres Reyes Magos,
pero sólo fueron categórica y ampliamente reconocidos
por los creyentes cuando se les aceptó en un pontifical
de Rávena del siglo IX. El Evangelio Armenio de la
Infancia los llama Melkon, Gaspar y Baltasar. No está clara
la etimología de los nombres, aunque sí se
concluye en general que no son de origen exclusivamente persa.
Melchor podría tener origen acadio y significaría “rey”;
Baltasar podría ser una forma europeizada del nombre
combinado en persa y en acadio Baal-hashahr, “Baal
es rey”. En cuanto a Gaspar, no se sabe si también
significa “rey”, como los otros dos, porque se
desconoce su etimología.
Escenas de la
cosmogonia y otras imagens del ciclo de la vida de Mitra,
siglo III,
Mitreo Barberini,
Roma, pintura mural. En estos dos ejemplos, ambos provenientes
de diferentes ámbitos y realizados en diferentes siglos,
se puede observar el uso de la túnica corta, los pantalones
anaxyrides y el gorro frigio de los persas.
En el siglo XIII, Jacobo de la Voragine
señala los equivalentes de los nombres en los idiomas
griego (Damascus, Apellius y Amerius) y hebreo (Sarachim,
Galgalat y Malgalat), pero no indica su significado ni aclara
la fuente de dónde tomó los nombres.
Cripta de la Madona, cementerio
de los santos Pedro Y Marcelino, Roma, Luneto,
siglo III. María,
con el Niño en brazos, recibe a dos magos
con sendas bandejas. Se mantiene la convención
romana de representar al personaje de mayor jerarquía
con un tamaño superior a los otros personajes.
En este caso, María, vestida como una dama
romana, es de mayor tamaño que los Magos,
que visten el traje persa. Dentro de la uniformidad
de las primeras representaciones de los Magos, existen
algunas variantes. En algunos casos, los regalos
son presentados en simples bandejas, en cofres, en
copones e incluso en cuernos de abundancia.
¿Qué
fue de los Reyes Magos?
Se pueden distinguir etapas:
Su bautismo.
Su predicación del Cristianismo en
la India y ordenación
como Obispos. La historia de los
Magos no termina tras su visita al Niño.
Jesús .Una versión sostiene que el apóstol
Tomás los bautizó en la India y los ungió obispos.
Su
predicación en Oriente. Predicaron en Oriente hasta su muerte.
Tapas
de encuadernación – tesoro
de la catedral de Milán, siglo V, escenas
de la vida de Cristo, marfil, con cruz de piedras
preciosas, 0,375 X 0,281. Estas tapas servían
para albergar un evangeliario, lo que se deduce
porque en las esquinas superiores están
los símbolos de los evangelistas, en este
caso, de San Marcos y de San Juan. En el panel
superior se representa la Adoración de
los Magos. La Virgen está sentada en una
silla de alto respaldo y se encuentra en un plano
elevado con respecto a los Magos ya que está sobre
una tarima. El Niño los recibe con el
gesto de la oratio, que con el tiempo pasó a
significar el gesto de la bendición. Dos
de los Magos portan bandejas, pero el Mago central
lleva un cuerno de la abundancia. El resto de
las imágenes corresponden a milagros de
Cristo y escenas posteriores a su muerte y resurrección.
En el cuadro que corresponde a la resurrección
de Lázaro, Cristo actúa como taumaturgo,
con una vara de hechicero que enfatiza que el
milagro obrado es de importancia crucial: ha
devuelto a la vida a un hombre que llevaba tres
días muerto. En el panel inferior está representada
otra de las Epifanías: las bodas de Caná,
que originariamente se celebraba también
el 6 de enero. Este milagro, que Jesús
realiza con su vara, consiste en sustituir vino
por agua. En la antigüedad pagana, el 6
de enero se celebraba en las islas Egeas y en
Anatolia el festival en honor a Dionisos, en
el que milagrosamente se sustituían vasijas
de agua por vasijas de vino (Bultmann,1962: 83).
De esta manera, el dios pagano fue suplantado
serenamente por un dios de magia más potente
que también podía resucitar a los
muertos. En 431 se reunió el Concilio
de Éfeso para hacer frente a una herejía
que se expandía por Oriente y que llegó hasta
la China: el nestorianismo. Las decisiones de
este Concilio Ecuménico se verán
avaladas y reflejadas en el arte.
La muerte de los Reyes
Magos
Se dice que los dos
Magos más ancianos murieron
primero y que se corrieron para hacerle lugar en el sarcófago
al más joven. Esta versión dará origen
a una nueva saga que tendrá por protagonistas
a sus reliquias.
Enterrados en Sava/Saba (Irán)
y trasladados a Constantinopla
Se dice que fueron enterrados en Saba y luego trasladados
a Constantinopla, donde los descubrió Santa
Helena en el siglo IV, los tres en un mismo sarcófago.
Sarcófago de Isacio – San
Vital, Rávena, Siglo IV o V. Este sarcófago
fue reutilizado a mediados del siglo VII para albergar
los restos mortales del gobernador armenio Isacio,
como lo indican las inscripciones griegas y latinas
de la tapa, que no es la original. La Virgen María,
sentada en una simple silla, está convertida
en el trono vivo del Niño Jesús,
que se estira para recibir los regalos. La jerarquía
de Jesús está marcada por su mayor
tamaño proporcional con respecto a los otros
personajes. Los Tres Magos se acercan, con trajes
persas y con sus mantos flotando por el raudo movimiento
con que el artesano ha sabido dotarlos. El Mago
del medio gira su cabeza para mirar a su compañero
que le sigue, aunque probablemente ésta
no sea la pieza original. La estrella que los ha
guiado hasta el lugar es visible en el ángulo
superior izquierdo. Como en el sarcófago
de Aurelio, los tres Magos parecen la repetición
de una misma figura.
Regalo
a San Eustorgio, Obispo de Milán
Se cuenta que para esa época el santo milanés Eustorgio fue aclamado
obispo por el pueblo de Milán y decide partir a Constantinopla para que
el emperador Constantino apruebe su nombramiento. Eustorgio le solicita a Santa
Helena la entrega del sarcófago con los venerables restos y lo transporta
a Milán en un carro tirado por dos vacas (Réau, Tomo 2, Vol. 3:
490). No se aclara por qué Helena y Constantino convirtieron a Eustorgio
en custodio de tan insignes reliquias. Al morir poco después Eustorgio,
el sarcófago de los Magos se ubicó en una iglesia construida
sobre su sepultura.
Iglesia
de Santa María Foris Portas, Castelseprio,
siglo VIII?, fresco. En este fresco se recurrió a otra solución.
El artista creó dos polos en la composición, ubicando
a los Magos en círculo frente al grupo que forman María,
el Niño y un ángel que flota en el aire. Los Magos parecen
consultar entre sí acerca del acto de reconocimiento que están
por llevar a cabo. Los atados en el piso son indicación de que
han venido desde lejos. Cuando en las obras se ilustraba un número
par de Magos, no existía el problema de equilibrarlas compositivamente
ya que naturalmente se distribuían alrededor de la Virgen y
el Niño.
La invención de la Leyenda Milanesa
La realidad es que antes del siglo XI esta historia era totalmente desconocida.
Fue intencionalmente fraguada para exaltar el prestigio de la ciudad de Milán,
que estaba en descenso.
San
Apolinar el Nuevo, Rávena,
Italia.
La
iglesia fue construida como templo arriano
bajo el rey ostrogodo Teodorico a fines del
siglo
V, pero c. 524 se consagra por un obispo ortodoxo.
Su exterior simple y austero contrasta con el
resplandor de la decoración musivárica
interior. En ambos muros de la nave central hay
sendas procesiones: los mártires en procesión
hacia el altar, que salen del palacio de Teodorico
y se dirigen hacia Jesús entronizado;
y la procesión de santas en la pared opuesta,
que, encabezados por los tres Magos, se dirigen
hacia María y el Niño en majestad.
El conjunto de ambas procesiones fue hecho cuando
la iglesia, ya bajo Justiniano, pertenecía
a la fe católica. Todos portan sus propias
coronas de martirio. Detrás del palacio
de Teodorico está representada la ciudad
de Rávena, con los edificios circulares
de la tumba de Gala Plácida y uno de los
Baptisterios. La procesión de santos que
llega hasta el trono de Cristo se inicia en el
palacio de Teodorico, lo que jerarquiza al poder
temporal como punto de partida de la trascendencia.
Las santas salen de una puerta de la muralla
de la ciudad, desde donde se ve el cercano puerto
de Rávena: Classe.
Finalmente, los restos de los Reyes
Magos descansan en Colonia, Alemania.
Pero poco disfrutaron los milaneses de las reliquias
de los Tres Reyes Magos porque en 1164 Federico Barbarroja
invadió Milán y Reinaldo de Dazzel, gran
Canciller del emperador y a su vez arzobispo de la ciudad
de Colonia, saqueó la iglesia y trasladó a
Colonia el sarcófago. En el siglo XIII los restos
de lo que efectivamente eran tres cuerpos, fueron depositados
en un relicario de oro y el culto a sus reliquias comenzó a
atraer peregrinos de todo el mundo, con el aliciente de
que si los visitantes eran ilustres podían tocar
sus huesos con un tenedor de oro (Trexler, 1997: 83).
Altar
de los tres reyes magos – catedral de Colonia – madera
de roble, oro, plata y cobre, dorado, esmaltado,
piedras preciosas y semipreciosas, altura 1,55
m.; ancho 1.12 m; largo 2.23 m., c. 1181 a C.
1230. En la parte superior, Cristo entronizado
con dos ángeles, en la parte inferior,
la parte central la ocupa la Virgen entronizada
y coronada, con el Niño, que se vuelve
hacia los Tres Reyes Magos. Originariamente cada
mago debía ocupar su lugar bajo cada una
de las tres arcadas, pero se decidió incluir
a Otón IV con su ofrenda, por lo que dos
magos debieron comprimirse bajo una misma arcada.
En el extremo opuesto está representado
el otro gran momento de la Epifanía:
el Bautismo de Cristo.
Los Tres Reyes Magos siempre funcionaron
como una entidad colectiva y no como individuos. Nunca fueron
incluidos en el santoral y tampoco se los venera como santos,
aunque sus nombres fueron admitidos por la Iglesia como nombres
de pila. Se convirtieron en patronos de diversas ciudades
y muchas posadas en Europa fueron puestas bajo su advocación.
Los peregrinos los invocaban para “marchar sin cansarse” (Ranke-Heinemann,
1995, cap. 2). Sus iniciales se inscribían en casas
y en las campanas de las iglesias para mantener alejadas
a las tormentas. Se los conjuraba para proteger personas
y animales de los demonios y fantasmas y para evitar caer
víctima de los maleficios, los incendios y las inundaciones.
Fueron elegidos por los fabricantes de naipes como patronos
de la cofradía, aunque los reyes de la baraja fueran
cuatro. Y finalmente, se los invocaba contra la epilepsia,
Fallsucht en alemán (de “caer” y “enfermedad”),
porque los Magos habían “caído” a
los pies del Niño (Réau, Tomo 1, Vol. 2: 245
y ss.).
Bibliografía
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chrétienne des aromates (éditions de l’École
des Hautes Études en Sciences Sociales). París,
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En Ranke-Heinemann, 1995, Cap. 6.
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MOMIGLIANO, Arnaldo. De paganos, judíos y cristianos,
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MOMIGLIANO, Arnaldo, y otros. El conflicto entre el paganismo
y el cristianismo en el siglo IV. Madrid: Alianza Editorial,
1989.
RANKE-HEINEMANN, Uta. Putting away childish things. San
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RÉAU, Louis. Iconografía del Arte Cristiano,
Tomo 1, vol. 2: Iconografía de la Biblia – Nuevo
Testamento, Ediciones del Serbal, Barcelona, 1996.
RÉAU, Louis. Iconografía del Arte Cristiano,
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VORAGINE, Jacobus de.
The Golden Legend. Princeton University Press, 1995,
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