VIRGEN
DE CONSOLACIÓN (MONTEALEGRE DEL CASTILLO, ESPAÑA)
Venerada por
Iglesia católica
Templo
Ermita de Nuestra Señora de Consolación
Festividad
15 de agosto, domingo siguiente al 8 de septiembre
Patrona de
Montealegre del Castillo
Nuestra Señora la Virgen de la
Consolación, es la patrona de Montealegre del Castillo
en la provincia de Albacete. Según la tradición,
la Virgen se apareció en 1605 a 2 km del municipio
sobre una retama a un "morico" llamado Jamet,
al que le pidió que fuera a Montealegre y pidiera
que en aquel lugar se le edificara un templo donde darle
culto.
En la actualidad existe una hermandad con el nombre de
la Virgen que gestiona las actividades de culto de la imagen
y el mantenimiento del santuario, en el que se han venido
realizando reparaciones en los últimos años,
continuando en la actualidad con el camarín de la
Virgen, donde se encuentran manises de pinturas levantinas
que contienen escenas de caza.
Las fiestas en su honor se celebran el 15 de agosto (festividad
de la Asunción), comenzando la víspera con
la Entrada de la Virgen en el municipio. Pasadas las fiestas,
se celebra la Novena, tras la cual, en el mes de septiembre
(tradicionalmente era el 8 de este mes, coincidiendo con
la festividad de la Natividad de Nuestra Señora,
aunque se pospone al domingo posterior a este día)
es devuelta en romería a su ermita, donde reposa
todo el año.
El que sigue es el relato
de la aparición tal como aparece en un novenario
realizado por D. Dámaso Alonso Ramírez,
sacerdote de Montealegre, y fechado en Yecla en 1870.
"Una mañana de los primeros días del mes de Marzo del citado
año 1605, salió de madrugada Jamet, en cumplimiento del cargo que
tenía en la casa de su Señor, a apacentar la ganadería Caballar,
dirigiéndose al Sur de la Población y sitio próximo a la
cordillera de los montes denominada Arabinejos. Lo pintoresco del cercano monte
poblado de gigantescos pinos a cuyo pie se acercaba Jamet, y la frondosidad del
bosque cuajado de retamas que le precedía, convidaba agradablemente a éste
sencillo Esclavo a permanecer en él para pastar su ganado: y aceptada
esta invitación que le ofrecía la naturaleza, y mientras éste
por aquí y por allí buscaba su apetecible alimento, Jamet abismado
en serias reflexiones se hallaba al lado de una grande retama, cuando he aquí,
que repentinamente sobre ella se le aparece la Reina de los Cielos María
Santísima, radiante en luz celestial que eclipsaba la de aquel Astro matutino
que principiaba ya a apuntar por el horizonte. Asombrado a la vista de aquella
Visión Celestial, queda estático y embargada su voz por las dulces
emociones que en confuso tropel se agolpaban a su Espíritu; y cual otro
Moisés, largo tiempo hubiera permanecido en la contemplación de
esta Maravillosa Zarza, a no haberle sacado de su dulce arrobamiento la melodiosa
voz de la Santísima Virgen, que según la tradición, le dijo
con semejantes palabras: “Ve a Montealegre y anuncia a sus moradores lo
que has visto; añadiendo, que la Madre de Dios quiere le edifiquen un
Templo en este sitio que ha elegido para su morada, y ser el refugio y consuelo
de ellos en todas sus necesidades: Tú recibe el Bautismo tomando por nombre
Juan el Bautista” ¿Y quién soy yo, Señora, le respondió el
Esclavo, para ser creído? Soy un humilde siervo de la más inferior
condición, y esta cadena que arrastro, suficiente da a comprender que
serán desechadas mis palabras. “No temas, le contestó la
Santísima Virgen, que yo que te envío estaré contigo, y
en confirmación de tus palabras lleva esa señal” y diciendo
esto rompe el grillete y cadena que aprisionaban al Esclavo, y con esta libertad
y señal que pone en sus manos parte hacia la Villa, como otro Jonás
a Nínive, no para anunciar las calamidades como aquel Profeta, sino grandezas
y misericordias divinas. Al oír el pueblo la narración del Esclavo
duda al pronto de su veracidad; pero al hacer atención a la mutación
obrada en su semblante, al inspirado lenguaje superior e impropio de su condición
social, y sobre todo, al ver rotas las señales de su esclavitud que les
mostraba en testimonio de sus palabras, se desvanecen las dudas y en confuso
tropel salen sus Sacerdotes, sus Autoridades, sus ancianos, jóvenes y
niños de todos sexos y condiciones, y en alas de su corazón y deseo
por contemplar a la Emperatriz de los cielos y la tierra, salva cada cual lo
más pronto que le es posible los dos kilómetros, o sea, cuarta
de legua de distancia que los separa del sitio de la aparición. Allí llegados,
vieron y contemplaron todos con júbilo indescriptible sobre la retama
a la sagrada Imagen que hoy se venera dejada por la Santísima Virgen,
rodeada de iguales resplandores que en su aparecimiento al Esclavo; y en entusiasta
y religiosa procesión fue conducida a la Iglesia parroquial, fabricándose
acto continuo una pequeña capilla provisional, y después el magnífico
Templo y Hospicio que hoy se admira por su sencilla belleza, en el mismo sitio
de su aparición.
No toda
la obra que actualmente compone el templo existía
al ultimarse su primitiva construcción; pues que
careciendo de Camarín, Púlpito, Retablo,
Coro y Torre estando colocada la Campana en un simple
campanario que ocupaba la parte superior de la portada,
fueron construidos aquellos tres primeros objetos desde
los años de 1760 al 1784, y los dos restantes
en el 1852; como igualmente la parte posterior del Hospicio
lo fue también en el 1750, según consta
de confusas inscripciones que aún se conservan
en los muros y techumbres, y de las actas de los libros
antiguos de la Cofradía de dicha Sagrada Imagen.
En el mismo sitio
que perpendicularmente corresponde al que en su
altar ocupa la Imagen de la Santísima
Virgen, existía la Retama sobre la cual
fue aparecida al Moro Jamet, cuyas raíces
han llegado a ver y conocer los ancianos que han
muerto
en nuestros días; y en la parte derecha
del retablo mayor y puesto a las miradas de los
fieles
que visitan el Santuario, se halla el grillete
que, según la tradición, fue de este
Esclavo, ignorándose qué se haría
de la cadena que le estaba unida.
Además del
Camarín y corredores que a él conducen
por uno y otro lado del Presbiterio, y que más
bien que Camarín puede llamarse Capilla
redonda, sencillo, pero notable por su orden arquitectónico
y esmerado de su construcción, compone el
resto del cuerpo del Templo dicho Presbiterio,
el crucero adornado de dos bonitos retablos que
contienen las imágenes de S. Juan
Evangelista el de la parte izquierda, y del Patriarca
S. José el
de la derecha, y coronado así como el Camarín
de elegantes Medias Naranjas, el cual desembocan
por ambos lados dos órdenes de capillas
corridas, que si bien modestas en su ornato, en
una de ellas llama la atención por su mérito
artístico un Cuadro de lienzo figurando
la prisión en que fue puesto el Salvador
la noche que precedió al día de su
Sagrada Pasión, y en su centro aparece la
imagen de Jesús de tamaño natural,
sentado sobre una piedra y actitud meditabunda
apoyada en la mano derecha su mejilla, cuyo Cuadro
fue obra y donación al Santuario de Pedro
Orrente hijo de Montealegre, el cual figuró entre
los célebres pintores españoles de
la escuela de Miguel Ángel, Rafael y Murillo.
Además del Camarín y corredores
que a él conducen por uno y otro lado del Presbiterio, y que más
bien que Camarín puede llamarse Capilla redonda, sencillo, pero notable
por su orden arquitectónico y esmerado de su construcción,
compone el resto del cuerpo del Templo dicho Presbiterio, el crucero adornado
de dos bonitos retablos que contienen las imágenes de S. Juan Evangelista
el de la parte izquierda, y del Patriarca S. José el de la derecha,
y coronado así como el Camarín de elegantes Medias Naranjas,
el cual desembocan por ambos lados dos órdenes de capillas corridas,
que si bien modestas en su ornato, en una de ellas llama la atención
por su mérito artístico un Cuadro de lienzo figurando la prisión
en que fue puesto el Salvador la noche que precedió al día
de su Sagrada Pasión, y en su centro aparece la imagen de Jesús
de tamaño natural, sentado sobre una piedra y actitud meditabunda
apoyada en la mano derecha su mejilla, cuyo Cuadro fue obra y donación
al Santuario de Pedro Orrente hijo de Montealegre, el cual figuró entre
los célebres pintores españoles de la escuela de Miguel Ángel,
Rafael y Murillo.
Como unos doscientos pasos a distancia del Santuario, se encuentran los restos
de una cruz de piedra colocada bajo un arruinado Templete, a cuyo monumento
se le viene llamando desde su origen, que tuvo lugar cuando le edificaron de
aquel, por el Humilladero; cuya historia es, que en el día de la aparición
y por causa de los accidentes del terreno, no pudo ver el pueblo a la Sagrada
Imagen hasta llegado a este sitio: y en el mismo, y antes de aproximarse a
ella, postrados en tierra todos por primera vez la adoraron. Arruinado este
monumento, parte por la invasión Francesa, y parte por la inclemencia
del tiempo, se hallan ya construidas nuevamente la Cruz y principales piezas
para su restauración.
Ilustrado Jamet en los misterios de la Religión Cristiana ayudado de
las Divinas luces que en su aparición le comunicara la Santísima
Virgen, no demoró muchos días en recibir el Sagrado Bautismo;
el cual le fue administrado el día 25 de marzo de 1605 en la Iglesia
Parroquial de Montealegre por el Doctor Díaz de la Cueva, siendo sus
padrinos dos hijos de los Señores Condes de esta Villa, y recibiendo
por nuevo nombre, según iniciativa de la Virgen, el de Juan Bautista,
quedándole el Jamet por apellido, todo según consta en la partida
sacramental inserta en el libro segundo de Bautismos al folio sesenta y tres
vuelto.
Tal es en compendio, el origen del Santuario y aparición de la Santísima
Virgen según la piadosa tradición humana, fuente de verdad y
argumento convincente cuando no aparece cosa positivamente contraria; y de
cuyo libro se valió el mismo Díaz para llevar y hacer cierta
su Ley desde Adán hasta Abrahám y Moisés. Desde entonces
viene siendo aclamada por Patrona de la Villa de Montealegre con el título
de Consolación, tomando de sus mismas palabras dichas al Moro Jamet.
En este Santuario, cual mística ciudad de refugio, han hallado siempre
solaz y consuelo en todas sus necesidades y aflicciones, no sólo los
hijos de Montealegre, sino cuantos demás fieles a él han acudido
con viva fe a implorar la protección de esta Divina Madre: y entre los
innumerables hechos que en confirmación pudieran citarse, descuella
aquel, cuyas benéficas consecuencias cupo a toda la nación Española.
Suscitada la guerra civil de sucesión a la Coron a de España
entre la Casa de Austria y la de Borbón, aprestábanse por una
y otra parte a dar la batalla decisiva y que tuvo lugar en los campos de la
ciudad de Almansa el día 25 de abril de 1707. Pocos días con
anterioridad a éste, el Duque de Vervich, general jefe en la División
española, tenía establecido su cuartel general y acampadas sus
tropas en el Santuario, de que venimos haciendo mención, y sus inmediaciones,
esperando los refuerzos de la división que mandaba el Duque de Orleáns.
Llegados éstos y antes de salir a hacer frente al enemigo, Vervich y
demás Generales celebraron dentro del Templo un Consejo para convenir
en los medios de poder obtener el triunfo que juzgaban imposible alcanzar por
la inferioridad de sus fuerzas a las de aquél; pero animados aquellos
Guerreros cristianos de religiosa Fe, y a imitación del Rey Josafat,
cuando viéndose amenazado de los Amonitas, Moabitas y Siros invocó el
auxilio del cielo, así ellos, para aquel decisivo acto, imploraron la
protección de María Santísima de Consolación, a
la vez que rindiéndole sus banderas, ofreciéndole sus espadas
y jurándola Presidenta de los Escuadrones españoles; y el triunfo
más cumplido que obtuvieron las Armas de Castilla, y que concluyó con
aquella guerra que venía devastando a esta Nación, fue el fruto
que correspondía a la demostración religiosa de aquellos héroes
españoles, que quedaron coronados de gloriosos laureles.
Finalmente, sostenido este Santuario y culto de su sagrada Imagen por las caritativas
limosnas de los fieles, plegue a la Santísima Virgen María de
Consolación, que la fe y celo religioso de estos sea recompensado en
esta vida con sus divinas consolaciones, y con su intercesión para con
Dios nuestro Señor en la hora de la muerte".
D. Dámaso Alonso Ramírez
Breve reseña
Hay que añadir que la descripción que se hace del santuario difiere
de su estado actual debido al expolio y la destrucción sufridas en el
templo durante la Guerra Civil Española (1936), cuando la imagen de
la Virgen fue quemada, junto con el retablo de la ermita y todas las demás
imágenes, excepto San Isidro, que se conserva en la actualidad gracias
a que fue ocultado.
Tras décadas de decadencia de la ermita, ésta fue restaurada
desde 1997 con los donativos aportados por los montealegrinos, cambiando el
suelo, arreglando el campanario, la iluminación, megafonía y
la pintura de la iglesia. Igualmente se restauró la talla de la Virgen,
inaugurando estas obras el obispo de la diócesis en 2002.
En el año 2005 se celebró desde el 27 de marzo el IV Centenario
de la aparición de la Virgen, trayéndose al pueblo en romería
y procesionándose por primera vez, por todas las calles del pueblo.
Además, se inauguró en las fiestas de este año el nuevo
manto de color azul que ahora lleva en las fiestas.
Himno de la Virgen
La devoción que los montealegrinos profesan por su Virgen se ha traducido
en un himno que es cantado en numerosas ocasiones, sobre todo tras los actos
litúrgicos que se celebran en su honor, en las Fiestas de Agosto, en
su Novena y todos los primeros sábados de mes, cuando se celebra la
Eucaristía en su santuario.
Anteriormente se cantaban los Gozos de Nuestra Señora, tal como aparece
en el Novenario de 1870, sin que se recoja himno alguno, que fue creado en
fecha posterior.