ICONOGRAFÍA DE LAS
ANDAS DE TRASLADO DE NUESTRA MADRE Y SEÑORA DE LA
CONSOLACIÓN
Francisco Garví Fernández
El Muñidor Digital Nº. 1223
Nuestra
Madre y Señora de la Consolación
se presentaba vestida de negro en su traslado de regreso
al Monasterio del Santo Ángel Custodio, por la
proximidad de la festividad litúrgica de “Los
Dolores de Nuestra Señora”. Con su manto
negro de bendición con bordados de 1789, y la
saya negra del angelito llorando, Nuestra Amantísima
Titular se presentaba como Madre y Reina de Dolores al
pie de la Cruz. Un hermoso tocado de pliegues de seda
bordada en plata del siglo XIX enmarcaba el bello rostro
de Nuestra Madre, y en su pecho el corazón traspasado
de los siete dolores de Nuestra Señora. Sobre
su cabeza la corona de plata sobredorada de su bendición.
En su mano derecha portaba el pañuelo de bendición
y en su izquierda su barquito de plata. Sobre su peana
de salida, la Reina del Santo Ángel volvió a
su casa en unas hermosas andas bellamente exornadas en
las que la figura de María aparecía como
Reina de los Ángeles y de la vida contemplativa.
Escoltaban
a Nuestra Señora dos
arcángeles portando uno el cáliz y la
Sagrada Forma, símbolo del carácter sacramental
de nuestra Hermandad, y el otro una corona de espinas,
símbolo del carácter penitencial y pasionista
de nuestra Hermandad. También connotaciones
marianas en estos atributos; María es la Virgen
eucarística, Madre del pan vivo que ha bajado
del cielo, primer sagrario de Cristo Jesús,
y Madre Dolorosa que ofrece la pasión
y muerte de su Hijo al Padre como rescate por
nuestros
pecados.
Dos querubines a los pies de Nuestra
Señora portaban su Rosario negro, el cual no
figuraba en esta ocasión en las manos de la
Virgen, y el otro un báculo de oro, aludiendo
a que Nuestra Madre es la Reina y Abadesa del Monasterio
del Santo Ángel Custodio, pues recordemos que
esta hermosa advocación de Consolación
siempre ha estado vinculada estrechamente a nuestra
querida Comunidad de Religiosas Clarisas Franciscanas
como Abadesa del Monasterio, presidiendo el Coro bajo
en su imagen letífica, y siendo ellas las
camareras perpetuas de Nuestra bendita Madre.
En
las esquinas de las andas figuraban otros cuatro
querubines, portando distintos
atributos: el sol y la luna; María es la Luna
que refleja la luz del sol, Jesucristo Señor
Nuestro. Otro portaba una rosa blanca inmaculada, María
Rosa mística de la Letanía Lauretana.
Y un cuarto portaba una corona de flores símbolo
de los votos temporales de las Religiosas Clarisas
Franciscanas y Capuchinas, María como Reina
y Modelo de la vida contemplativa, y una campanita
de plata símbolo de San Antonio Abad, Titular
del Templo y Monasterio que ha acogido a Nuestros
Sagrados Titulares durante casi dos meses.
Por último dos querubines a ambos
lados del llamador del Santo Cristo de San Agustín,
mostraban y exaltaban la figura de María, Reina
de los ángeles y Reina de la Orden Franciscana,
Reina del Santo Ángel y Reina de la Vida Contemplativa,
Consolación de los afligidos y Reina del
Lunes santo.
Nardos y rosas
en color rosa exornaban las jarras de las andas
en la que los costaleros de nuestra Hermandad devolvieron
al Santo Ángel la Luz y la Alegría de
la casa, la Reina y Señora del Monasterio, la
Flor más hermosa de nuestra capilla, en la que,
con amor, nuestras queridas monjas La esperaban volteando
las campanas del Monasterio con el júbilo del
regreso de su Reina, pues ahora sí, ya estaba
completa la iglesia.