Donde muere el ruido, nace la fe: crónica de un Via Crucis eterno
Francisco Molina Muñoz
Director de Padul Cofrade
Padul, 12 de abril de 2025
“Y cargando Él mismo con su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera” (Jn 19,17).
En la noche del Viernes de Dolores, este versículo del Evangelio de San Juan se hizo carne entre las piedras de Padul. Nuestro Padre Jesús Nazareno no caminaba solo: una marea de fieles, portadores de cruz y cirio, susurraba oraciones en el silencio del pueblo. Las antiguas cruces de las esquinas, testigos mudos del pasado, volvían a sentir el temblor de las almas contritas.
A las diez en punto de la noche, cuando la luna ya miraba de reojo a Sierra Nevada, se abría el portón de la Parroquia de Santa María la Mayor. El Nazareno, con la cruz a cuestas y la mirada perdida en el horizonte del Gólgota, se adentraba en el corazón de su pueblo. No era una procesión cualquiera. Era la noche. La noche del reencuentro con la historia. La noche de la recuperación de la antigua y añorada Procesión del Silencio.
Un Via Crucis con alma de historia
Anunciado con esmero por la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, el Solemne Via Crucis del 11 de abril de 2025 no fue un acto más. Era, por derecho propio, un hito cofrade. Un ejercicio de piedad pública y recuperación patrimonial. Desde semanas antes, el pueblo se preparaba para revivir la tradición que años atrás se apagó en las callejas del Jueves Santo.
La Hermandad, fiel a su historia y celosa de su legado, no escatimó en detalles: cartelería sobria y elegante, comunicados por redes y medios locales, y un libreto que se repartía desde las nueve de la noche en la puerta de la parroquia, a cambio de un donativo simbólico para el mantenimiento del templo.
Una cuadrilla de mujeres: símbolo de unidad y entrega
Y si el Nazareno era el corazón de la noche, su alma fue la cuadrilla de mujeres costaleras que lo portaron. Hermanas de distintas cofradías del pueblo, unidas en un esfuerzo que va más allá del músculo y la técnica: unidas en fe, sacrificio y devoción. Desde su fundación en 2022, esta cuadrilla ha demostrado que el peso de una imagen también se lleva con el alma.
Bajo el paso, silencio y oración. Fuera, las lágrimas de quienes contemplaban con emoción este símbolo de fraternidad entre cofradías.
Cruces, ciriales y estación: la liturgia del pueblo
Cada estación, perfectamente señalada en las calles mediante cruces con números romanos, traía consigo una escena de solemnidad cuidada al detalle. Las hermandades del pueblo, junto con grupos parroquiales, asumían el papel de portadores de cruz. Tres personas por estación: un lector al centro, con la cruz sobre los hombros, flanqueado por dos fieles con cirios encendidos. Cada cruz, más que un símbolo, era una confesión pública de fe.
Yo mismo, como representante de la Hermandad de Ntro. Padre Jesús de la Victoria y Ntra. Sra. del Valle —La Borriquilla—, tuve el honor de portar la cruz en la quinta estación: “Simón de Cirene ayuda a llevar la cruz de Jesús”. Lo viví desde dentro, sintiendo el crujido de la madera, el temblor de la voz al proclamar la Palabra, y la calidez de los cirios que alumbraban el rostro de quienes me acompañaban: Andrés Rejón y María Sánchez. Fue un instante eterno. Fue mi propio Cireneo.
Capilla Musical Arión: el alma sonora del silencio
Durante todo el recorrido, la Capilla Musical Arión supo bordar la noche con su música contenida, humilde, casi susurrada. Un oboe, una flauta, un clarinete, y el sonido roto del corazón creyente, acompañaban al Nazareno por las calles en sombra. No era música para escuchar. Era música para rezar.
Brisa, llama y promesa
La noche no era fría, pero una brisa juguetona apagaba las velas con obstinada persistencia. Era como si el aire también quisiera participar. Las llamas resistían unos minutos, titilaban, morían... y, los muy diligentes monaguillos las volvían a encender. Tal vez esa lucha por mantenerse en pie, por alzar una luz en medio de la tiniebla, sea también metáfora de nuestra fe: encendida, combatida, viva.
Y en esa lucha por alumbrar el camino del Nazareno, los fieles —muchos de ellos anónimos— fueron parte del cortejo, portando velas repartidas desde las nueve, caminando entre oraciones, cantando en silencio, rezando con los pasos.
Una mirada al futuro desde la cruz
El Via Crucis terminó como comenzó: en silencio. En un silencio lleno de nombres, de recuerdos, de peticiones. El Nazareno volvía a casa, pero dejaba su huella en cada rincón visitado. En cada esquina marcada por una cruz. En cada pecho que latía más fuerte.
Desde la Hermandad de Ntro. Padre Jesús de la Victoria y Ntra. Sra. del Valle, como cofrade, como vecino, como cristiano, solo me queda agradecer. A la Hermandad del Nazareno por su ejemplo. A las costaleras por su entrega. A todos los que participaron, por su fe. Porque en Padul, la cruz no se arrastra: se abraza.
Que este Via Crucis sea el ejemplo que hay que seguir. Que el silencio vuelva a tener su noche. Y que Padul nunca deje de caminar junto a Jesús.
Estación a estación se recorre el Camino de la Cruz
I
Jesús es condenado a muerte
“Insistían con grandes gritos, pidiendo que fuera crucificado, y el clamor iba en aumento. Entonces Pilato pronunció la sentencia que ellos reclamaban. Soltó al que ellos mismos exigían, y dejó que trataran a Jesús como quisieran.” Lc 23, 23-25
II
Jesús abraza la cruz
“Los soldados lo llevaron al patio interior, denominado pretorio, y llamaron a todos sus compañeros; lo vistieron con una capa roja y colocaron sobre su cabeza una corona trenzada con espinas. Después, se pusieron a saludarlo: ¡Viva el Rey de los Judíos! Y le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y luego, arrodillándose, le hacía reverencias. Después de burlarse de Él, le quitaron la capa roja y le pusieron sus ropas. Entonces los soldados sacaron fuera a Jesús para crucificarlo.” Mc 15, 16-20
III
Tercera estación: Jesús cae bajo el peso de la cruz
“Él mismo ha sido probado por medio del sufrimiento, por eso es capaz de venir en ayuda de los que están sometidos a la prueba. Él se fijó en la felicidad que le estaba reservada, y por ella no hizo caso de la vergüenza de la cruz, sino que fue a padecer en ella.” Hb 2, 18;12,2
IV
El encuentro con su Madre
“Simeón los felicitó y después dijo a María, su madre: mira, este niño debe ser causa tanto de caída como de resurrección para la gente de Israel. Será puesto como una señal que muchos rechazarán, y a ti misma una espada te atravesará el alma; así mostrarán claramente a los hombres lo que sienten en sus corazones.” Lc 2, 34-35
V
El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz
“Cuando lo llevaban, echaron mano de un tal Simón de Cirene que volvía del campo, y le cargaron la cruz de Jesús para que la llevara detrás de Él.” Lc 23, 26
VI La Verónica enjuga el rostro de Jesús
“El que os recibe a vosotros, a mí me recibe, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. Y el que da un vaso de agua fresca a uno de los míos, porque es discípulo mío, os aseguro que no quedará sin recompensa.” Mt 10, 40-42
VII
Jesús cae bajo la cruz por segunda vez
“Cuando era insultado no devolvía los insultos, y maltratado no amenazaba, sino que se encomendaba a Dios, que juzga justamente. Él mismo subiendo a la cruz, cargó con nuestros pecados, empecemos una vida santa.” 1 Pe 2, 23-24
VIII
Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén
“Lo seguía muchísima gente, especialmente mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban por Él. Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos.” Lc 23, 27-28
IX
Jesús cae por tercera vez bajo la cruz
“Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. Él soportó el castigo que nos trae la paz; y con sus cardenales hemos sido curados.” Is 53, 5
X
Jesús es despojado de sus vestiduras
“Cuando los soldados crucificaron a Jesús, se repartieron su ropa en cuatro partes iguales, una para cada soldado. Se apoderaron también de su túnica, que era sin costura, de una sola pieza. Se dijeron entre ellos: no la rompamos, echémosla más bien a suerte a ver a quién le toca. Así se cumplió la Escritura: se repartieron mi ropa y sortearon mi túnica. Fue lo que hicieron los soldados.” Jn 19, 23-24
XI
Jesús es clavado en la cruz
“Cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, lo crucificaron a Él y a dos malhechores, uno a la derecha y otro a su izquierda. Mientras tanto, Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” Lc 23, 33-34
XII
Jesús muere en la cruz
“Hacia el mediodía, se ocultó el sol y todo el país quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde. En ese momento la cortina del templo se rasgó por la mitad, y Jesús gritó muy fuerte: Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu. Y al decir estas palabras, expiró. El centurión a ver lo que había pasado, comenzó a alabar a Dios diciendo: realmente este hombre era el Hijo de Dios.” Lc 23, 44-47
XIII
Jesús es bajado de la cruz
“Siendo ya tarde, vino un hombre rico de Arimatea, que se llamaba José, que también se había hecho discípulo de Jesús, y el gobernador ordenó que se lo entregaran.” Mt 27, 57-58
XIV
Jesús es colocado en el sepulcro
“José de Arimatea bajó el cuerpo de la cruz y lo envolvió en una sábana que había comprado y lo depuso en un sepulcro excavado en la roca.” Mc 15, 46