La túnica y la cámara. Mujeres que narran la Semana Santa desde el objetivo
Inés Salvatierra
Colaboradora cultural – Padul Cofrade
Málaga, 28 de julio de 2025
I. La mirada que encuadra también reza
En la esquina del Domingo de Ramos, justo cuando la luz empieza a caer por la calle Larios y las primeras marchas resbalan por los balcones, hay una joven que no viste túnica, ni lleva cirio, ni se reconoce en ningún papel oficial de procesión. Lo que lleva, colgado al cuello, es una cámara analógica. Mira, espera, se agacha. Respira hondo como si estuviera en oración y dispara.
Durante décadas, la Semana Santa fue mirada desde un solo ángulo. El masculino, procesional, jerárquico. La cámara era un instrumento de documentación, muchas veces al servicio del poder estético de las cofradías. Pero algo ha cambiado. Hoy son muchas las mujeres que están contando la Semana Santa desde el objetivo, rompiendo silencios con cada disparo de obturador. No desde fuera, sino desde dentro, porque también ellas han sido hijas de hermandades, de capirotes invisibles, de rezos sin voz.
Este artículo no va solo de fotógrafas. Va de cómo mirar es una forma de estar, de creer, de hacer memoria. Va de cómo muchas mujeres, sin necesidad de ocupar un puesto reglado en el cortejo, están reescribiendo con luz y sombra la gran narrativa visual de la Semana Santa andaluza.
II. Un archivo con nombre de hombre
La fotografía cofrade comenzó como documento: un modo de inmortalizar imágenes, pasos, estrenos. Desde los años 20 hasta bien entrados los 90, los grandes nombres del archivo visual cofrade eran, en su inmensa mayoría, hombres: Serrano, Sánchez del Pando, Alcoba, Barrios. Hombres con acceso al interior, a los altares, a los templos. Hombres con carnet de hermano y espacio para moverse. Sus imágenes son patrimonio, sin duda. Pero también son narración única. ¿Quién no aparece en esas fotos? ¿Qué gestos quedaron fuera del encuadre?
“Nosotras no solo enfocamos lo que vemos, sino lo que nos negaron ver durante años.” — Clara Solano, fotógrafa cofrade sevillana
En los márgenes de esas imágenes, estaban ellas: madres que preparaban túnicas, hijas que planchaban capas, tías que acompañaban desde la acera. No salían en la foto, pero estaban. La fotografía femenina no llega a la Semana Santa como una moda, sino como una justicia poética. Y estética.
III. El objetivo como lugar de resistencia
Con la llegada de la fotografía digital y el boom de las redes sociales, muchas mujeres jóvenes comenzaron a documentar la Semana Santa desde una mirada nueva: más fragmentada, más sensorial, más íntima. No buscaban la imagen del cartel, sino la imagen que no sale nunca en los carteles.
En Granada, la joven Lucía Hidalgo comenzó a fotografiar procesiones a los 17 años. No desde la carrera oficial, sino desde los portales. “Quería captar los gestos de las hermanas mayores cuando se arrodillaban al paso del Cristo. O la manera en que una abuela explicaba a su nieta por qué se hacía silencio en la saeta”, cuenta. Hoy expone en centros culturales.
La mirada detrás de la cámara
Desde el ángulo trasero de una fotógrafa, la escena se despliega con una mezcla de nitidez y emoción. En el visor LED de su cámara Canon, ligeramente más luminoso que el entorno, se refleja la imagen difusa de un Cristo crucificado avanzando entre sombras. La calle estrecha, iluminada por la cera de los penitentes que se acercan, enmarca un momento íntimo de contemplación. La mirada de la mujer, invisible pero sugerida, se convierte en la nuestra. Foto: Inés Cañadas, serie “Lo que ve el alma”
En Cádiz, la veterana Rosario Gil documenta desde hace 30 años la vida cofrade en los barrios periféricos. Su archivo de mujeres portando flores, de costaleras no reconocidas oficialmente, de saeteras en corralones, se ha convertido en un archivo de la otra Semana Santa.
“No me interesa el paso perfecto. Me interesa la lágrima que se limpia cuando nadie mira.” — Rosario Gil, fotógrafa documental
IV. Análisis visual: la imagen como gesto
A continuación, se analizan tres fotografías tomadas por mujeres fotógrafas cofrades contemporáneas, cedidas para este artículo:
Fotografía 1: “Oración en la penumbra” (Clara Berenguer, 2003)
Una mujer mayor, arrodillada en una calle cualquiera, sostiene entre sus manos entrelazadas un rosario. El paso de Cristo Crucificado se adivina borroso cuando se acerca. La escena, desde el punto de vista emocional, es conmovedora. El foco de atención, de lo que consideramos importante, cambia radicalmente de la procesión para centrarse en la piadosa mujer orante.
Oración en la penumbra
"Retrato captado en baja luz natural durante una procesión nocturna. La mujer, en primer plano, permanece inmóvil en actitud orante mientras el flujo devocional transcurre a su alrededor. La composición busca capturar la densidad emocional del instante, jugando con el claroscuro para subrayar el contraste entre lo íntimo y lo colectivo. Foto: Clara Berenguer, fotógrafa documental
Fotografía 2: “Niña de luto, niña de luz” (Clara Yebra, serie “Herencias” 2014)
En blanco y negro, se muestra la figura de una niña con mantilla, iluminada lateralmente. La contraposición entre infancia y rito genera una tensión que remite a la herencia emocional de las mujeres en la tradición cofrade.
Niña de luto, niña de luz
La figura de una niña ataviada como mantilla de Semana Santa se recorta en blanco y negro bajo una luz lateral que acentúa su recogimiento. La contraposición entre la infancia y el rito proyecta una tensión simbólica que remite a la herencia emocional y silenciosa que las mujeres han tejido, generación tras generación, en el corazón de la tradición cofrade. Foto:Clara Yebra, serie “Herencias”.
Fotografía 3: “Después de la saeta” (Inés Salvatierra, 2021)
Una saetera aún con los ojos llorosos baja del improvisado “altar” de una escalera. El encuadre deja fuera al público y se centra en su rostro aún en éxtasis. La emoción no como espectáculo, sino como acto íntimo.
Aún en éxtasis
Tras cantar una saeta, la mujer permanece inmóvil en el balcón, con los ojos aún húmedos y la emoción suspendida en su rostro. El encuadre evita el bullicio para fijarse en lo íntimo: la expresión contenida de quien no canta para ser oída, sino porque no puede callar. Foto: Inés Salvatierra, serie "Voces desde el balcón. Intimidades de la Saeta"
V. No salir, pero estar
Muchas de estas mujeres no procesionan. No porque no quieran, sino porque eligieron otro lugar: el de la cámara. Un lugar más libre, más ambiguo, más poderoso incluso. “La cámara es mi túnica”, me decía una vez una compañera. Y yo la entendí. No necesitamos figurar para ser parte. La imagen también es oración, y quien encuadra lo sabe.
“Yo no salgo. Pero estoy. Siempre estoy. Mirando, esperando, creyendo.”
— Testimonio anónimo, fotógrafa cofrade de Linares
VI. La fe en femenino: encuadrar con el corazón
Hay algo profundamente místico en esa espera del disparo. En ese instante de tensión cuando se alza la candelería y se enciende la calle. Las mujeres que hoy narran la Semana Santa desde el objetivo no están inventando nada. Están reclamando lo que siempre fue suyo: la capacidad de contar, de mirar, de hacer memoria.
Este artículo no pretende encumbrar a la mujer por encima del hombre, sino recuperar una parte del archivo emocional que fue silenciado. Porque contar la Semana Santa también es un acto político. Y hermoso.
Y como tantas otras, yo también seguiré encuadrando con el corazón.
Bibliografía y referencias
García Felguera, M. (2013). La imagen ritual: fotografía religiosa en España. Ediciones Cátedra.
Torres, L. (2021). Cuerpos, cámaras y fe: mujeres visuales en las devociones populares andaluzas. Universidad de Sevilla.
Gil, Rosario. Archivo personal (entrevista concedida en junio de 2025).
Hidalgo, Lucía. “Apuntes para una Semana Santa desde la sombra”. Revista Visual Sur, 2023.
Caballero, Carmen. “Lo que no se ve desde el palco”. Instagram: @cofradiaenfoco
Nota de autora
Este artículo nace de años de observar desde detrás de la lente, pero también de escuchar a muchas otras mujeres que, sin salir en el boletín, han estado siempre contando la fe. Gracias a quienes han abierto sus archivos, sus balcones y sus recuerdos.
Inés Salvatierra Colaboradora cultural – Padul Cofrade
Nota legal
Este artículo ha sido elaborado de manera original por la autora indicada, y se encuentra protegido por los derechos de propiedad intelectual. Queda prohibida su reproducción total o parcial sin el consentimiento expreso de la revista Padul Cofrade. Las fotografías han sido citadas con fines documentales o previa autorización.