Lucía
Lázaro
María Angustias
Magdalena
Antonia Santiago
Centro Cultural Federico García Lorca
Padul, 12 de abril de 2019
Semana
Santa Lucía Lázaro
En la historia de una niña costalera, en los brazos
de su abuelo despertaba, era chica y escucho “con
ella al cielo” y los vellos se le pusieron de
punta.
Desde pequeña, para ella y su familia, la semana
Santa ha sido la mejor semana de todo el año. Los
primeros recuerdos que tiene esa niña, es llegar
la cuaresma y todos los viernes, no comer carne, por lo
que se le dice, la vigilia, también recuerda, ayudar
a su abuela como cada viernes hacer unas torticas con miel
típicas de la Semana Santa.
El Viernes Santo de Padul para ella, lo mejor era ir a acompañar
al Nazareno, ya que su padre era costalero y su abuelo también
lo fue hace ya muchos años.
Un día como muchos, en un ensayo del Nazareno, la
niña con dos años, se cogió al palo
delantero del trono y iba marcando el ritmo de las marchas
y mirando los pies de los costaleros y desde ese momento,
se dio cuenta de que cuando fuera más mayor quería
ser costalera.
Hasta que llegara ese momento, ella ha salido todos los
años el viernes santo, de “pipotera”,
dónde recuerda que cuando el pipote se vaciaba, iba
a cualquier casa a llenarlo de nuevo, también ha
salido de “monaguilla” y por último
de penitente. Uno de los peores castigos que le pueden hacer
a una niña que siente tanto la semana Santa, es no
poder salir el viernes santo acompañando al Nazareno.
Esa niña costalera que en los brazos de su abuelo
despertaba, se hizo mayor y buscaban costaleras para llevar
a la Virgen de las Angustiasy ella tan emocionada, fue corriendo
a su abuelo a contarle la gran noticia y vio su cara mirándola
con tanta emoción, se dio cuenta de que él
estaba orgulloso de su nieta.
Iban pasando los ensayos, y ella con más ganas de
que fuera viernes santo por la tarde.
Llegó el jueves santo, recuerda que esa noche no
pego ojo, pensando en cómo iba a ir toda la procesión
y si iba a poder terminarla entera.
Como cada viernes santo, esa niña y su familia, lo
primero que hacían era encender Incienso y poner
una estampa del Nazareno, y ese año que iba a salir
de costalera pusieron también una de la virgen de
las angustias, le rezo un Padre Nuestro, y le pidió
que ese año aunque no acompañará al
Nazareno, le diera fuerzas en los hombros, para mecer y
llevar a su madre por todo el Padul y aguantar hasta llevarla
a su casa, la ermita.
Iba pasando el día, y esa niña tan emocionada
y nerviosa a la vez, fue a preparar su faja, sus zapatillas
de costalera, el traje, la sudadera, la camiseta, los guantes
y sobre todo la medalla de la virgen de las angustias.
Llegaron las 7 de la tarde, y ya si era el momento de salir,
tocaron tres veces y ella se puso en su sitio, un toque
meterse y cuando escucho a la capataz “a esta
es” y las lágrimas se le cayeron por toda
la cara y los vellos se le pusieron de punta.
Abrieron las puertas de la ermita, escucho las zapatillas
rachear y de pronto el himno de España, la virgen
ya estaba en la calle. Esa niña costalera ya si,
estaba cumpliendo el sueño que desde pequeña
había soñado. Al salir vio a sus padres y
a sus abuelos, los cuales, hoy aquí presentes, les
da las gracias por confiar en ella y ellos son los promotores
de que esa niña costalera, que en los brazos de su
abuelo despertaba, tuviera el sueño de ser costalera.
La niña de esta historia se llama Lucía Lázaro
y se encuentra aquí enfrente de todos ustedes, contándoos
que es para mí la Semana Santa y mi sueño
de ser costalera.
Si, habéis oído bien, esa es mi historia de
la Semana Santa Paduleña y quisiera agradecer a Magdalena
por confiar en mí, para estar aquí encima
de este escenario y enfrente de este público maravilloso,
espero que os haya gustado, lo he escrito desde el corazón
y el recuerdo.
Viernes Santo de 1992 María Angustias García
Viernes Santo de 1992 fue el primer año que la Virgen
de las Angustias procesionó con Costaleras, pero
yo decidí a salir por primera vez en el año
1997.
Fue un momento muy especial, muchos sentimientos a la vez:
nervios y emoción a flor de piel. Cuando vas debajo,
rezas y pides por tus seres queridos, haces promesas, y
también, se llora mucho.
Cuando empecé tenía a mis hijos pequeños.
Mi hija siempre quería venir conmigo a los ensayos
y decidió que saldría detrás de la
Virgen, vestida igual que yo. En el año 2004 empezó
a formar parte de la cuadrilla, ya como costalera. Compartir
tu pasión con tu hija es muy emocionante, pero a
la vez me preocupaba porque sabía que era muy duro,
muchos kilos en su espalda. Años después empezó
mi hijo como costalero de la Flagelación y después
de la "Borriquilla".
Desde aquel Viernes Santo de 1997 han pasado ya 22 años,
sin fallar ni uno, y de momento espero seguir algunos más,
hasta que el cuerpo lo permita.
Sin más, me quiero despedir animando a todo aquel
que le guste la Semana Santa, a que pruebe a meterse debajo
de un paso, pues no le será fácil dejarlo.
Al cielo con ellos Magdalena García
Hermanos cofrades, hermanos costaleros, y todos los aquí
presentes.
Difícil me resulta estar aquí y mantener la
calma para poder transmitiros en palabras lo que mi corazón
siente.
No sé por dónde empezar, pues son tantas experiencias
vividas durante veintisiete años ya, que se agolpan
en mi memoria en tropel para explicar, toda una forma de
sentir y vivir el amor a nuestra madre, Nuestra Señora
de Las Angustias.
Imagino que cada cual, por sus titulares, aunque todos son
lo mismo, son sentimientos y fe que compartimos hombres
y mujeres en las trabajaderas, a costal o a hombros, diferentes
formas de llevar, de ser los pies de nuestras imágenes,
para que puedan caminar por nuestras calles, ellas derramando
luz y nosotros penitentes.
Comienza un verso del himno de la Virgen (Caminaré
junto a tu lado…..), con nuestro paso tranquilo y
pausado, arrastrando con ello nuestros pesares, queriendo
que el suyo sea aliviado, y esta noche de Viernes Santo,
te llevamos sobre nuestros hombros con gran orgullo de hijos
enamorados de tu belleza sin pecado.
Pasamos por calles repletas de gente que nos miran con emoción
creyendo que vamos sufriendo. Pero nosotros vamos contentos
de poder por unas horas, protegernos bajo tu sagrado manto.
Y con estas palabras quiero colmar mis ilusiones ensalzando
a nuestro Padre del cielo y a su Madre de las Angustias.
Y por último, a las hermanas y hermanos costaleros,
que siempre en primavera andamos pasito a pasito llevando
en el alma una oración.
“Al
cielo con ellos”
II Pregón del Costalero
de Padul
Antonia Santiago
Costalera de la Virgen de las Angustias
Buenas tardes hermanos/as costalero/as,
hermanos/as cofrades y paduleños en general, gracias
por estar aquí y hacer que la organización
de estas actividades cuaresmales afiancen la Fe en un pueblo
tan cofrade y costalero como el nuestro.
“Junto a la cruz de Jesús
estaba su madre, la hermana de su madre, María la
mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús,
al ver a su madre y junto a ella al discípulo a quien
amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes
a tu hijo.» Después dijo al discípulo:
«Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquel
momento, el discípulo la recibió como suya”.
Jn 19,26-27
De estas palabras de San Juan, “ahí
tienes a tu Madre”, Jesús, en el lecho
de su muerte, nos la entregó a todos nosotros como
Madre Santísima. Esas mismas palabras explican que
nosotras, desde muy niñas aprendiéramos, en
nuestras familias, en la catequesis o como miembros de la
comunidad parroquial, a tener una devoción especial
a la Virgen María, en su advocación como Virgen
de las Angustias, sobre todo en esta tierra, donde es nuestra
Patrona. Patrona lo es en Granada capital y en nuestro pueblo.
¡Qué honor es llevar en esta tierra ese nombre!
Como no ser así, sí todas las Gracias vienen
a través de María porque Jesucristo, El Salvador
del mundo, vino a través de ella. No hay mayor Gracia
aparte de Jesús.
¿Cuantas veces le pedimos, a través,
de nuestras oraciones, que interceda por nosotros ante Dios
nuestro Señor? Muchas ¿verdad?
Por ello, allá por el año
1992, cuando la aquí presente se enteró de
que se buscaba cuadrilla de costaleras para llevar a Nuestra
Madre y Patrona, el Viernes Santo, por las calles de nuestro
pueblo, no dudó en acudir a ese llamada. El primer
Viernes Santo que procesioné con Ella, 17 de abril
de ese año 1992, solo veinte años tenía,
pero sabía que esa fecha sería muy importante
en mi vida.
Primero vinieron los ensayos, en los barrios
de la Fuente y las Tres Cruces, primeras llamadas, primeros
pasos, primeras marchas. Ilusión toda y más,
pero se hizo largo esperar ese primer Viernes Santo.
Llegado el día soñado, ya
no solo era emoción e ilusión, a ello se añadían
sentimientos a flor de piel por portar a esa Madre, llena
de dolor, con su Hijo en los brazos y que a todos nos protege
con su manto. Mi sitio la trasera, junto a ese manto, al
que me aferré y toqué pidiendo su intersección,
por mi gente, por la de todas, por la humanidad en general
y especialmente por aquellos que más sufren.
Mi primer pensamiento cuando la vi en su
trono, tan guapa y tan humilde: “Madre Mía
de Las Angustias, ningún dolor en este mundo puede
ser comparable al tuyo, contemplando a sus pies la muerte
de Tú Hijo, la peor que pudo tener, en la Cruz, todo
por AMOR hacia nosotros”
AMOR que muchas veces, más de las que quisiéramos,
no se ve correspondido por nuestra parte, por la Suya siempre.
Él nunca nos abandona.
Llanto a la salida y llanto a la entrada,
pero enorme orgullo de haber sido sus pies por las calles
de un pueblo que se emociona y siente verdadera Fe al verla
pasar.
Ese día genera, en una costalera,
un sentimiento que no se puede explicar, ir debajo de Ella
no se puede describir, tan solo sabes que el próximo
año, si Dios quiere, vuelves a repetir.
Efectivamente repites y repites, porque sientes que si no
lo haces algo te falta.
Ese fue mi caso, diez años ininterrumpidos,
hasta que por causas de la vida, y con todo el dolor de
mi corazón, me tuve que ir de nuestro querido pueblo
por razones laborales. Pero eso no significa que pierdas
ese anhelo de volver a ser sus pies, que cada cuaresma fuera
de tu hogar y lugar de origen dejes de recordar los ensayos,
las marchas, el olor a roscos y miel. Lo peor de todo que
se te hace eterna la espera para coger un tren y volver
a tiempo ese Viernes Santo para verla salir.
En esos años, si lloras siendo sus
pies como ya he dicho, más lloras cuando no pudiendo
serlos la ves pasar, majestuosa a pesar de su dolor, contemplando
el rostro de su Hijo, nuestro Redentor.
Lloras, aún más, cuando pasando
por tu lado le pides que tu primera hija nazca cuando te
encuentres en tu pueblo, en esa Semana de Pasión,
cuando estás cerca de los tuyos y no en una ciudad
lejana, ella intercede por ti, y nace esa hija un Viernes
Santo, 18 de Abril.
Te emocionas, otro año más,
si la Capataz, que va al frente de la cuadrilla de valientes
costaleras, la para junto a ti cuando te ve, y te da una
flor de las que adornan su llanto. Gracias Magdalena, a
lo mejor tú no lo recuerdas pero yo nunca lo olvidaré.
En ese momento embarazada de mi segunda hija, ya de ocho
meses, mi emoción fue tanta que esa bebé en
mi vientre la notó, se movió ¡y como
se movió!
Pasan los años y dices, no puedo
dejarlo más, tengo que volver a llevarla en andas,
tengo que agradecerle su intersección por todos nosotros
ante su Hijo.
Vuelves y sientes exactamente lo mismo
que el primer año, no ha cambiado nada, el mismo
sentimiento, la misma emoción y el mismo amor hacia
Ella y su Hijo sobre su falda. Le pides que te de fuerzas
para seguir portándola y que sigas con ella sobre
tus pies hasta que se pueda, al menos ese es mi deseo.
Por ello, leo a continuación y para
terminar, los siguientes versos costaleros, de D. Manuel
Rueda García, extracto del Libro el Legado, Corazón,
Costal y Zapatillas, que un día aprendí y
llevo dentro de mí.
¡Costalero
de Dios y de la Reina de los Cielos!
Más de una vez me han preguntado
¿Qué es ser costalero?
Y no porque no supiera,
si no por falta de tiempo,
no me paré a responder
a los que saber quisieron...
Sin embargo, quiero explicarlo ahora,
aprovechar este encuentro
quiero que tú bien sepas,
que es ser costalero...
Costalero te pare tu madre
el día de tu nacimiento
porque por tu sangre corre
aquella de los que también lo fueron…
El costalero crece y aprende
rodeado de momentos,
distintos puntos de vista
que enriquecen el conocimiento...
El costalero les cuenta
a sus hijos y sus nietos
sentimientos y vivencias
que vivió bajo el madero...
Y el costalero un buen día
se despide de su cuerpo,
ese cuerpo que le sirvió de andas
al hijo de Dios o la Reina de los Cielos...
Le estará esperando a las puertas
San Pedro, que es el listero
para colocarlo en su sitio
como corriente, fijador o costero...
Cuando descalce sus zapatillas
se inclinará de rodillas,
ante El, el verdadero,
para decirle orgulloso:
¡Si tú ya sabes Dios mío
lo que une ese madero!
Y allí estará esperando para
siempre,
opinando en las tertulias,
con otros que aquí en la tierra
también fueron costaleros...
Y cada Semana Santa
desde el balcón de los cielos
se asomará para ver orgulloso
a sus hijos y sus nietos,
que no olvidan transmitir
sus genes de costalero...
Buenas noches, queridos paduleños y que la Virgen
de las Angustias, con su Hijo en sus brazos, interceda para
que todos nosotros aumentemos nuestra Fe, año a año,
siendo ambos nuestro gran amor y consuelo.