Pregón
pronunciado por Don Jaime Jiménez Villena
Centro Cultural Federico García Lorca
5 de abril del año 2003
Bendita sea tu Pureza
Y eternamente lo sea,
Pues todo un Dios se recrea
En tan Graciosa Belleza
A ti, Celestial Princesa
Sagrada Virgen María
Yo te ofrezco en este día
Un insignificante Pregón
Mírame con compasión
Y no me dejes, Madre Mía.
Clarea el día luciendo su azul más limpio.
La calle desierta es una caja de música donde resuenan
las pisadas de una bestia en su camino hacia la Vega. Un
rotundo buenos días al cruzarse. Desde las cercanas
casas llega el olor de la masa de las tortas friéndose
mezclado con el sabor del chocolate caliente. Hoy es Domingo
de Ramos en El Padul, por vez primera un niño alcanza
el uso de razón necesario para comenzar a vivir una
semana grande, santa y mágica que no le dejará
indiferente para el resto de su vida.
Mi
primera Semana Santa la viví en El Padul. Nunca pensé
que aquí haría mi primer pregón.
Excmas.
Autoridades, Sr. Párroco, Juntas de Gobierno de las
distintas cofradías, cofrades, amigas y amigos:
Antes
que nada y no solo por cortesía pregonera, quiera
agradecer a Fernando Muñoz sus amables palabras.
Espero no defraudarle aunque no podréis ver en mis
palabras la sabiduría del anterior pregonero, si
bien aprendí mucho de él, seguro que no te
acuerdas Fernando, en mi época de Bachiller. Bendito
seas Fernando.
Debo,
y quiero, comenzar mi pregón agradeciéndoos
la designación sobrevenida, como no podía
ser menos. Trataré de defenderlo lo mejor posible
y confío que aquellos recovecos que mi pluma no ha
podido recorrer sean suplidos con el cariño que me
habéis demostrado los días previos al pregón.
Siempre
se comienzan los pregones con la confesión por parte
del pregonero de no sentirse capaz de asumir la tarea y
no tener méritos para ello, hasta el punto que se
ha convertido en un tópico en todos los pregones.
Lamentándolo
mucho yo debo continuar con el tópico, pues en mi
caso aún sigo preguntándome que le pasó
por la cabeza a mi amigo José Antonio para acordarse
de mí y hacerme merecedor de este honor.
Verán
Ustedes: Yo no nací en El Padul. Siempre digo que
por un accidente laboral yo nací en Alhendín.,
debido a la emigración de mis padres por causas del
trabajo. Puedo sentirme afortunado por dos razones. En primer
lugar por una emigración de apenas diez kilómetros
y en segundo lugar por ser Alhendín un pueblo de
amplio fervor mariano en torno a su Purísima, no
siendo en principio un mal sitio para nacer.
Soy
por tanto uno más de los hijos de la diáspora
que El Padul ha ido dando a lo largo y ancho de este mundo.
Creo que este es un buen momento para recordar a todos nuestros
paisanos que darían lo que no tienen por estar en
su pueblo y que a buen seguro harán lo indecible
para estar aquí la tarde-noche del Viernes Santo.
Yo
no nací en este pueblo: pero soy del Padul. Cuando
me preguntan de donde soy contesto siempre y con bastante
orgullo por cierto, que soy del Padul, porque durante generaciones
mi familia ha estado afincada en este pueblo y porque aún
sin vivir aquí, los recuerdo de mi niñez,
esos que sin duda me han marcado, están referidos
a lugares comunes a todos nosotros, como la Plaza de la
Iglesia, el Cine, Las eras, Los molinos y está unido
a un elenco de personas, también comunes, y que por
ser tan amplio no me atrevo a enunciar.
Siguiendo
con mi confesión he de deciros además, que
hace tiempo que no he visto la Semana Santa de El Padul
. La culpa la tiene mi padre. Cogido de su mano, apenas
tres palmos levantaba del suelo, zapatos gorila y calzón
corto mediante, subí infinidad de veces la Cuesta
de San Cecilio en Granada para visitar al Señor de
los Favores y de tanto subirla quiso su Bendita Madre de
Misericordia que me quedase al abrigo de su Hermandad para
acompañarlos todos los Viernes Santos.
Viéndolas
venir, mi madre, lista como todas las madres, cumplió
con el precepto casi sagrado en mi familia de apuntarme
al “Señor de Los Sayones”. No sé
si le costaría alguna pelea con mi padre que es de
la Oración del Huerto de toda la vida.
El
pregonero por tanto espera vuestra comprensión ante
este grave pecado cofrade que con un decidido propósito
de la enmienda, espera cumplir con la penitencia impuesta,
gozosa penitencia, de acompañaros este Viernes Santo
en la Estación de Penitencia.
Me
presento ante vosotros pues, como el poeta, ligero de equipaje,
con el único mérito de ser cofrade y yo nací
cofrade en El Padul.
Repican
alegres las campanas de Santa María la Mayor, sus
ondas se propagan en círculos concéntricos
en un aire claro de nieves claras. Labriegos hacendosos
terminan su faena, ya cierran surcos en los regadíos,
ya recogen las primeras hortalizas de la temporada. Tocan
a misa y a misa van. Las mujeres terminan de arreglar la
casa y presurosas visten de limpio a sus hijos. Tocan a
misa y a misa van. Están vistiendo al más
pequeño y a la vez sueltan un revés al mayor
pues con este son cinco los roscos que se ha comido, cinco
viajes a la alacena, sagrario de la harina, cinco veces
que ha levantado el blanco paño que tapa roscos y
pestiños enmelados la tarde del Viernes de Dolores.
En
el zaguán de la casa ramos de olivo recién
cortados, palmas estilizadas y filigranas rizadas con rojos
lazos indican que es un domingo especial. Calle Alcarceles
arriba, las madres, cual acróbatas circenses; sujetan
niños, misal, velo y reclinatorio. Los niños
lloran por llevar las grandes palmas y luchan entre sí
con las ramas de olivo mientras que del Horno de Nievas
sale una bocanada de aire de pan caliente. En las escaleras
de la Iglesia último tirón al jersey del niño,
repaso a la corbata del padre, moño y velo en perfecto
estado de revista y pescozón al más grande
para que se esté quietecico con la rama de olivo.
En la Iglesia ni se cabe, la placeta llena de hombres, el
niño se pregunta que pasa hoy, el padre le contesta
que es Domingo de Ramos.
Todos
y cada uno de los aquí reunidos, y recordad que estamos
reunidos en su nombre, hemos nacido de idéntica manera
al Ser Cofrades.
Somos
cofrades por la Gracia de Dios y porque nuestros padres
graciosamente nos educaron en esta Fe, como nosotros vamos
a educar a nuestros hijos, simplemente con el ejemplo. Llevándolos
de la mano, atendiendo a sus preguntas cuando se vayan planteando,
sin imponer nada, en silencio, sin grandes alardes, pasito
a pasito como marchan nuestros tronos en la noche del Viernes
Santo.
Porque
Ser Cofrade queridos amigos, es una forma de ser y estar
en la vida. Ser cofrade es una escuela de compromiso con
la vida, una manera peculiar de sentir y de escuchar, de
andar y de rezar. De un modo u otro aquel que ha nacido
a esta forma de vida vuelve a ella. Por mucho que se haya
alejado en sus planteamientos, por muchos avatares sucedidos,
por muchas caídas sufridas, tres tuvo Cristo y eso
que era Cristo.
En
las Hermandades cabe todo el Mundo. Único requisito:
Ser cristiano. Si eres cristiano militante mejor, si no
lo eres también esta es tu casa. Caben todas las
ideologías, las hermandades no son patrimonio de
nadie, pertenecen a los hermanos y los hermanos parte del
pueblo son.
Las
Hermandades son un movimientote la Iglesia, que duda cabe,
aunque a veces no nos entienda ni la propia Iglesia. Quiero
reivindicar desde esta tribuna que no sólo en el
Padul, sino en toda Andalucía somos el movimiento
seglar más numeroso de la Iglesia. Somos más
y yo añadiría que mejores. Debemos de una
vez por todas quitarnos los complejos y decir abiertamente
que no somos unos nostálgicos. Que esto no es algo
anticuado, que no carecemos de principios religiosos ni
de formación, que no somos ni progres ni carcas,
que somos cofrades. Debemos tener por derecho propio un
puesto bien ganado en nuestras parroquias y consejos parroquiales.
Fíjense
que divina paradoja se da en el seno de las cofradías.
Nos tildan, dentro de la misma Iglesia, de anticuados, de
casi preconciliares, de no ser verdaderos cristianos, de
ser unos sacapasos. Pues bien, los movimientos seglares
con más predicamento en la Iglesia están teniendo
verdaderos problemas para conectar con la juventud. Paradójicamente
las cofradías, cada vez más, gracias a Dios,
son el lugar que muchos jóvenes escogen para desarrollarse
y educarse cristianamente. Algo tendrá el agua cuando
la bendicen.
Si
me permitís quisiera contaros dos anécdotas
personales. Durante bastantes años fui costalero
Puedo decir con mucho orgullo para los que me quieran oír
que nunca he tenido una experiencia que haya calado más
en mi ser que la comunión que he sentido con mis
hermanos debajo de unas trabajadoras.
La
primera anécdota hace referencia a un desgarbado
y flaco costalero que con el devenir del tiempo se ha hecho
sacerdote. Era desgarbado con la faja y el costal y es desgarbado
con la casulla. Mi amigo ya es sacerdote, antes fue costalero
y ahora trata de abreviar los oficios del Viernes Santo
en su parroquia para ir corriendo a meterse debajo del palo
de su trabajadera. Palo de trabajadera que sin duda ha influido
positivamente en el camino que él ha elegido para
llegar a Dios Padre. Son las cofradías pues vivero
de cristianos y de buenos cristianos y tambiÉn de
vocaciones. ¿Entonces porque la Jerarquía
Eclesiástica no nos echa cuentas? ¿Por qué
no son capaces de bajarse y hablar nuestro lenguaje, el
lenguaje sencillo y llano del pueblo? ¿Por qué
es tan difícil comprender que cuando rezo yo veo
la cara de mi Cristo y de mi Virgen, que tengo la necesidad
de reflejarme en sus rostros, que si no me pierdo? Que a
lo mejor no entiendo una homilía pero se me saltan
las lágrimas y se me eriza el vello viendo trabajar
por derecho a una cuadrilla de costaleros a los sones de
Amarguras.
La
segunda anécdota. En mi cuadrilla había tres
hermanos. Hermanos de padre y madre, que comenzaron a la
vez a meterse bajo las trabajaderas y ahí siguen
después de veinticinco años, en el mismo palo.
Siguen todos menos uno. El más pequeño no
quiso seguir de costalero, dejó de salir con nosotros
después de los ensayos, empezó a juntarse
con gente rara. Hace cosa de un año lo enterramos,
las drogas y el Sida lo estaban esperando fuera de la trabajadora.
¿Habéis
pensado en la gran labor social que nuestras hermandades
están realizando entre los jóvenes? ¿Habéis
pensado que nuestros hijos mientras están ensayando
con una cuadrilla o tocando una corneta no están
en sitios menos saludables? Le pido a Dios todos los días
que la única boquilla que se pongan mis hijos en
los labios sea la de una corneta para ir detrás de
Ti Señor de los Sayones, para acompañarte
en tu peregrinar por las calles, para que los lleves por
el camino que anduvimos sus mayores, para que los apartes
de todo mal.
Esta
segunda anécdota me sirve para señalar que
somos asociaciones con un peso específico en la sociedad
y exigir a nuestras autoridades, sean del signo que sean,
que no dejen de apoyar a las Hermandades por la labor social
callada que realizan. Que si no comparten nuestros valores
que los respeten. Que nos acompañen en nuestras procesiones,
que somos parte integrante e integrada de la cultura de
nuestros pueblos, que somos ciudadanos de primera y que
nuestros votos no están hipotecados por nadie y que
al menos por el número de votantes que somos nos
apoyen y tengan en consideración.
Como
hemos señalado el Domingo de Ramos es el glorioso
día que anuncia una Semana irrepetible a fuerza de
ser repetida, una Semana Mayor como Mayor es la Iglesia
de nuestro pueblo, porque de todas las advocaciones posibles
nosotros escogimos Santa Maria la Mayor, no nos conformábamos
con menos. Una Semana Santa que se caracteriza a mi modo
de ver por dos elementos definitorios: La Magna Procesión
del Viernes Santo y nuestros Pasos Vivientes. La Procesión
del Viernes Santo conforma una liturgia de los sentidos
en toda su extensión, es sin duda el único
lugar de nuestra provincia, quizá de Andalucía,
donde se recrean los misterios y momentos de la Pasión
de Cristo, tal como la relatan los evangelistas. Una sucesión
equilibrada de pasos de misterio con las escenas álgidas
de la Pasión jalonadas con los pasos vivientes que
retratan a la perfección a los personajes más
cercanos a Jesús en sus momentos de Amargura y todo
ello, como no, con la angustiosa mirada de María,
esparciendo Dolores por nuestro pueblo, Dolores que los
paduleños hemos ido recogiendo y poniéndolos
en el nombre de nuestras hijas, para no olvidar nunca los
que Ella tuvo.
Hablando
de Dolores y de pasos vivientes, quisiera haceros una confidencia.
En el álbum de fotos de mi casa hay, desde siempre,
una foto en blanco y negro, casi sepia, en la que aparece
una preciosa mujer, a la que no pude conocer pues murió
siendo yo muy niño. De pequeño me quedaba
largos ratos mirando la foto, observando el blanco velo
que cubría su cabeza , sus manos unidas en oración,
su mirada perdida en el infinito y las facciones más
bellas que mis pequeños ojos habían visto
nunca.
Pensaba
entonces, y aún sigo pensándolo, que era la
Virgen, la de Verdad, la que está en el Cielo. Supe
mucho tiempo después que era mi Tía Dolores,
que había salido de Virgen en uno de nuestros pasos
vivientes, supe más tarde del anhelo de todas las
mujeres de El Padul por encarnar este papel una vez en su
vida y he comprobado más tarde la belleza de todas
las mujeres de nuestro pueblo viviendo los momentos de la
Pasión de una forma ejemplar y ejemplarizante. Sin
despreciar a nadie y sin herir susceptibilidad alguna, el
pregonero quiere seguir quedándose con su foto en
blanco y negro, como emblema de todas las mujeres que ocuparon
ese lugar, y porque tengo la certeza absoluta de que si
alguna vez nos vemos en el Cielo, mi foto en blanco y negro
estará sentada con la Virgen, con la de verdad, y
que su rostro será idéntico y me llenará
de orgullo saber que yo ya conocía a la Virgen, que
yo tenía una foto suya en mi casa. Una foto de la
Virgen. De la de verdad.
Se
hace el silencio, ha pasado la Hora Nona los velos del templo
se han rasgado. Amaina el viento y el cielo se oscurece.
Es Viernes Santo
Noche de Viernes Santo
Negra noche de los tiempos
Alegre aurora sobrevenida
Oración en la Luna llena
Azotes
en la columna pétrea
Dolor y sangre en las calles,
Angustia de madre aterrada,
Tercera caída en tierra
La
muerte se pasea entre los hombres,
Sobre la niebla del incienso
y el morado de las flores
Con
el alma encendida en mil carbones
María es traspasada de dolores
Se han cumplido uno a uno sus temores.
Asoma
la Cruz de guía escoltada de faroles abriendo paso
a la magna procesión del Viernes Santo. Morado y
blanco en las primeras túnicas nazarenas, señalando
el camino al Gólgota que Padul aderezó con
cruces de piedra.
Getsemaní, lugar de olivos. Olivares de Padul, tierra
roja empapada con la sangre de tus sienes. Los discípulos
duermen ajenos a la tragedia. Cristo, más hombre
que nunca, más pegado a la tierra que nunca, al cobijo
de un olivo centenario, pide por tres veces no beber el
cáliz de la pasión. La brisa suave del Maná
trajo consigo un ángel de blancas alas y rubios cabellos
con una amarga copa entre sus manos. Cristo la apuró
hasta la última gota.
Con
un beso te traicionaron y aún así nosotros
queremos seguir besándote. Besamos tus sienes orladas
con la sangre de tus venas, besamos tus pies descalzos y
tus manos entrelazadas, besamos la túnica morada
y la corona divina que sustentas.
Nosotros
no vamos a dormirnos, nosotros estaremos la noche en vela,
nosotros pasearemos tu amargura desde la calle del Cura
al Lavadero, nosotros no pararemos de mecerte y de cantarte,
nosotros varearemos tu olivo con esmero. Entre cuatro faroles
dorados llevaremos el consuelo de tus ojos entornados. Las
cornetas y tambores de tu banda sonarán a compases
costaleros, hombres de trono y de honor y alegres labradores
de tu huerto.
En media columna te maniataron, los cambrones rasgaron tu
piel en mil jirones, Gabiarra y Pilón son tus verdugos.
Que curioso Jesús de la Flagelación, nosotros
te conocemos por tus verdugos. Hemos aprendido pronto tu
mensaje, los hemos perdonado y los hemos elevado hasta tu
altura.
¿Habéis
observado la dulce mirada del Señor de los Sayones?
¿No os habéis conmovido con su frágil
cuerpo doblado hacia delante como un junco vencido por el
viento?
Qué
manera de andar sus costaleros, que suave mecida de látigos
y sogas, sagrario andante de plata, señor y señorío
por las calles. Paradlo costaleros en Alcarceles que allí
se le quiere y se respeta, mostrad el esplendor de su belleza.
Yo te vi Señor en un balcón desde pequeño,
después de ver por enésima vez Los Diez Mandamientos
y tras rezar el rosario obligatorio. Te vi Señor
junto a mi madre que al oído me decía que
eras el Señor más guapo y verdadero. Yo aprendí
a quererte desde niño y aprendí a “hacerlo
en tal manera que aunque no hubiera cielo, yo te amara y
aunque no hubiera infierno te temiera”.
Cargaste
con tu Cruz Nazareno morado como el lirio. En tu hombro
dolorido queremos descargar nuestras culpas. Tus manos abrazan
el madero que es tabla de salvación redentora. En
la filigrana morisca de tu paso tejemos Señor nuestra
plegaria. Tu paso firme y rotundo hacia el Calvario nos
enseña el camino de la vida. Tu túnica mecida
por el viento nos conforta y el oro de su bordado ilumina
nuestras almas. Tu blanca camisa Señor, limpia como
el corazón de las gentes sencillas. La corona de
plata de tus sienes refleja la luna en nuestros ojos. Los
cuatro hachones encendidos conforman una tiniebla que te
arropa.
El
peso de la Cruz te sobrepasa y caíste tres veces.
En tu tercera caída te adoramos. Te adoramos Oh!
Cristo y te bendecimos. Por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Redimiste al Padul que te acompaña en la trasera
de tu paso como cirineos, ayudándote por la calle
Real: Tu mano apoyada en la tierra hace florecer la semilla
del amor. El amor de las gentes que te llevan en volandas,
la cabeza levantada para verlos, para agradecer con tos
ojos sus esfuerzos. La dignidad se refleja en tu rostro
dulce como la miel de colmenas celestiales. Tu mano derecha:
imponente. Mano de labrador de nuestros campos, mano tallada
con precisión por una gubia de trazos elegantes.
Beso Señor tu mano derecha. Tu boca entreabierta
exhala un aire divino que se derrama en los rincones de
este pueblo, para dar oxígeno a nuestra existencia.
¡Hermanos
cofrades del Padul¡ Seguid acompañando a Cristo
en su caída, seguid llenando su trasera, no lo abandonéis
nunca y por supuesto seguid dejando que lo lleven las mujeres,
cirineas de amor y de paciencia.
“Cuando
llegaron al lugar llamado Calvario le crucificaron allí.
Jesús decía “Padre perdónales
porque no saben lo que hacen.” ”
Cristo
es crucificado y en el momento de expirar aún le
quedan fuerzas para pedirle a Dios Padre su perdón
para todos nosotros. Cristo resucita en el mismo momento
en que muere, expira por su boca el Espíritu Santo
que no va a abandonarnos ya nunca. Hay gente que se escandaliza
por ver una imagen de Cristo crucificado acompañado
por una banda. Preferirían verlo en silencio como
señal de respeto. Los cofrades sin embargo sabemos
que Cristo murió y resucitó en un mismo acto,
sabemos que en ese momento se sentó a la derecha
del Padre. Por eso, aún en Viernes Santo, estamos
felices y llevamos a Cristo crucificado con alegría
por nuestras calles. Movemos acompasadamente tu sudario
y refrescamos las llagas de tu costado.
La
soberbia imagen que tallara Pablo de Rojas aparece en el
dintel de su casa de los Cubos. Su cuerpo ya fláccido
tras una agonía lenta nos conmueve: Sus dedos, sin
vida, ennegrecidos. La cabeza caída sobre el pecho,
surcado de hilillos de sangre coagulada. ¡Que maravilla
Señor poder verte muerto! Vamos a pasearte con alegría,
poned el corazón costaleros, vamos a partir las trabajaderas,
que no paren de sonar campanilleros, que va dormido y no
muerto, que ha resucitado y lo vamos a celebrar como Dios
manda.
Y
después de pasearte te enterraremos con todos los
honores. Tu cuerpo sin vida reposará en una urna.
A tu duelo asistirán de luto riguroso todos los hombres
porque así enterramos aquí a nuestros muertos
Ya descansas Señor en nuestra tierra al lado de nuestros
seres más queridos.
No
creáis que me olvido de ella, de María. La
estaba dejando para el final. Quiero detenerme y extasiarme
en su mirada, quiero cantar sus letanías, quiero
entonar un Dios te Salve Reina y Madre de Misericordia.
En
la Ermita hemos construido tu casa, pequeña pero
acogedora, para que puedas tener a tu Hijo en brazos todo
el año, para que le eches un ojo a San Sebastián,
para que reines ahí arriba, en la parte alta de nuestro
pueblo, para que recibas en las puertas a los que llegan
al Padul. Vamos a quitarle las Angustias a nuestra Madre
la noche del Viernes Santo, cantaremos saetas en su honor
y tocaremos las más bellas marchas cofradieras. Nos
gusta acompañarte Señora en tu regreso, cuando
eres más Reina de tu barrio. Levantaremos tu paso
hasta el Cielo para verte allí en toda tu Gloria.
Tus
Dolores son mis penas. Dolores vestidos de negro. Dolores
que estremecen el alma y que atrapas en tus manos unidas
en el pecho. Una nube blanca tu rostrillo. Tus profundos
ojos, Madre Mía, el pozo donde saciar mi sed.
Este
año te vamos a poner un palio, para que el rocío
no hiele tu bello rostro. Para que derrames bendiciones
a golpe de bambalinas. Porque te sabemos Reina y queremos
verte Reina: Reina y Señora del Valle de Lecrín.
Comencé
mi pregón dedicándotelo y lo acabo pidiendo
tu protección para los desterrados hijos de Eva.
Acógenos
en tu virginal seno, Reina de las Vírgenes
Duérmenos en tus brazos, Madre Amantísima
Purifícanos Reina concebida sin pecado original
Vida, esperanza y dulzura Paduleña.