Pregón
pronunciado por Don Andrés Rejón Sánchez
Centro Cultural Federico García Lorca
20 de marzo de 2010
Y llego como llega siempre.
Tras los cortos días de invierno, San Sebastian y
la Candelaria.
Y llegó como llega siempre, la primavera.
Con la luz del sol y el verde de los campos,
… y ahí estabas Tú Padul, esperando
el momento, silencioso y callado…
Te despiertas limpiando tu cara, que tus calles ya se han
emocionado.
Y que pronto serás testigo de lo que los antiguos
nos han dejado…
Ya resuenan por tus esquinas los sonidos cofrades,
una marcha, un tambor o una voz de capataces,
un silencio, una oración, una izquierda adelante,
Menos paso, ¡ahí queó!
Y para hacerse
paduleño
bajó Dos hasta esta tierra,
y por eso permanece
donde los pájaros vuelan
donde hasta el aire es distinto
y la iglesia se eleva.
Que Jesucristo
nunca pasa,
nunca pasará, navega,
andando sobre las aguas
y aquí en Padul, se queda.
oo000ooo
Estimado Don Cristóbal
Señor Alcalde y Autoridades
Presidente de la Asociación de Cofradías
Hermanos Mayores de las Hermandades de Padul
Hermanos cofrades
Señores y señoras
No quisiera dejar
pasar la ocasión, para agradecer las, inmerecidas
palabras de mi amigo José Antonio, pregonero que
fue de nuestra semana santa del 2009 y del que tantas cosas
buenas he aprendido. De igual forma, agradezco infinitamente
a la Asociación de Cofradías de Padul, la
confianza depositada en mi para pronunciar el pregón
de nuestra Semana Santa.
Semana Santa,
tiempo de vacaciones, ocio y tiempo libre, para aquellos
que hoy día llaman a la Navidad, vacaciones de invierno,
o a esta semana que hoy pregono, la consideran una simple
fiesta de primavera… pero, para los que hoy aquí
estamos, ¿Qué es la Semana Santa?
Puede que sea
la semana más importante del año para muchos.
La semana más emotiva de su vida. La semana en la
que más cerca de Cristo o de su Bendita Madre van
a estar jamás….
Porque esta bendita semana, no solo es santa, también
es mágica, porque muchos van a sentir sensaciones
y emociones, que no habían conocido hasta ahora.
Muchos que se creían alejados de Dios lo van a ver
de cerca, lo van a sentir y le van a pedir. Muchos que renegaban
de él lo defenderán y lo sentirán a
su lado…
Esta es, la esencia
de la Semana Santa y sus cofradías, el momento de
conmemorar la pasión, muerte y resurrección
del Soberano, del Hijo de Dios hecho hombre en Padul, por
ese carpintero que padeció y ofreció su vida
a cambio de nuestro perdón eterno, por Él
y solo por Él, es por lo que llamamos a estos días,
Semana Santa.
Como ya he dicho,
es una semana repleta de emociones, de nostalgia, de oración,
de recuerdos, pero sobre todo, de vivencias. Vivencias humanas
que giran alrededor de Cristo, de su madre, de nuestra parroquia
y como no, de nuestras hermandades.
Vivencias…
Vivencias que desde niño se van fraguando, vivencias
que uno siente como algo propio personal y que se clavan
en lo más profundo del corazón de un pregonero
hecho niño, que mas allá de comprender lo
que en esa semana se conmemoraba, siempre de la mano de
sus padres, una a una todas las cofradías las visitaba.
Y aquello, como ya he dicho, sin yo tener conciencia, fue
una semilla que brotaba dentro de mí con mucha paciencia.
Y es que sin la
guía de mis padres, hoy no estaría aquí.
Y es que cuando entro a nuestra iglesia, más allá
de mirar a las imágenes de mi devoción, siempre
se me escapa una leve mirada hacia la escultura de la Sagrada
Familia, porque sin duda alguna, hoy soy lo que soy, me
siento cristiano y amo a mis cofradías, gracias a
la que es, mi Sagrada Familia, porque en esto de las hermandades
y de la Semana Santa, las familias juegan un papel importante,
esencial, y es que los niños que hoy vemos alrededor
de un paso, de una banda, seguramente no estarían
allí si no es por un padre o una madre que lo guían,
lo llevan y sienten a sus hermandades.
Y, esas vivencias,
se fueron haciendo más grandes, con el paso de los
años, me convirtieron en un niño inquieto
que se tiraba horas y horas mirando por la ventana, allí
en el Barrio de la Fuente, el momento en que llevaban el
antiguo paso del Sepulcro a la cochera donde lo arreglaban.
Y año tras año, se producía el milagro,
allí donde entraban cuatro maderas subidas en un
carro, salía el mejor de los altares donde Jesús
yacía en su sudario…
Eran gentes humildes
y sencillas como todas las que hay en las cofradías.
Gentes que dejan sus trabajos, su tiempo libre o su familia
para dedicárselo a la imagen de su devoción,
para ayudar en lo que puede a su cofradía. Gentes
que lo dejan todo para dedicarle su tiempo y esfuerzo a
su hermandad. Porque ésta, es otra forma de entregarse
a Dios, es otra forma de orar.
Y, perdonen que
hable de mí, pero, fue con el Santo Sepulcro mi primera
salida procesional, allí estaba a mis 5 años
sin parar de achuchar. Y, recuerdo que aquel año,
fue la primera salida del Nazareno con costaleros, y un
rato antes pude verlos andar, siendo aquello algo desconocido
para mí, pero que ya al instante quise imitar, intentando
mover aquel paso del sepulcro de lado a lado…
Y… es que
aquel movimiento del Nazareno al pasar, aquella sensación
de ver a Cristo caminar por las calles de nuestro pueblo…
aquel movimiento del Nazareno al pasar… Aquel movimiento…
Desconcertado escuchaba a las gentes decir... Es que lo
llevan costaleros… Costaleros… Y, es que al
escuchar esa bendita palabra, a muchos no les dirá
nada, a muchos solo será una palabra más…
pero, a mi, a este simple pregonero, a pesar de ser cofrade,
miembro de juntas de gobierno o Hermano Mayor, antes, antes
de ser todo eso, yo por supuesto, me siento costalero.
Esa palabra que
al escucharla me hace cerrar los ojos, y ver en sueños,
la palabra costalero, estampada en rico bordado de plata
y oro sobre terciopelo morado…
Ay, costalero,
cuantas veces te han preguntado por tu labor, cuantas veces
te han interrogado sobre tus sentimientos, cuantas veces
han puesto en duda tu devoción, cuantas veces te
han querido ridiculizar, solo por estar unas horas debajo,
a los pies de Cristo o de su Madre…. Cuantas veces
te han preguntado que se siente… Cuantas veces te
han dicho, que es ser costalero… Y… Cuantas
veces habéis respondido que eso, no se puede explicar…
Y en realidad, es algo difícil de decir, algo difícil
de mostrar con hechos o de forma material, porque ser costalero
no es nada de eso, es algo moral, algo espiritual, algo
íntimo y mágico que sucede entre el costalero
y el que es su padre… Es algo… Es algo así
como vivir pendiente de una fecha del calendario marcado
en rojo, descontando uno a uno los días que faltan
para estar debajo de ti unas horas… Es algo así
como pasar las noches de invierno preparando ese momento
bajo el frío y la lluvia… Es algo así
como el despertar de ese día señalado, en
el que uno a uno busca la mirada de un cielo soleado, y
que con tanto esmero y dedicación prepara su indumentaria
costalera a los pies de su cama y le ofrece su faja a la
madre para ser planchada y le dice: ”quítale
mamá las arrugas, que esta tarde voy a estar junto
a él que seguro que hoy necesita de mi ayuda”…
Es algo así como las palabras de un costalero primerizo
que después de su salida te da las gracias y te agradece
lo que acaba de sentir unas horas antes… Es algo así
como cerrar los ojos y sentir mientras suena una marcha
que te llega a lo mas profundo del corazón como tu
cuerpo se eleva y casi sin quererlo levantas tus brazos
y con tus manos casi lo estas tocando… Es algo así
como cuando tu cuerpo no puede más y tu frente esta
sudando, tu compañero costalero con su abrazo te
va llevando… Es algo así como ser por un día
cirineo de Cristo, por un día ser los pies del soberano,
por un día ser uno solo cuando van 30 almas llevando
el paso, por un día sentirte tan cerca de cristo
que crees que contigo parece que está hablando, por
un día, señores, por un día, cuantos
de vosotros darían por sentirse costalero, al menos,
por un día.
Vivencias, vivencias
personales que te hacen crecer como persona, que te hacen
superar dificultades y que a pesar de malos momentos y dudas,
siempre está ahí, siempre aparece, porque
aunque pensemos que estamos solos y desamparados…
Siempre está Él, para echarnos una mano…
Cuando estaba todo perdido… apareció Él…
Aquella noche mágica del 27 de marzo de 2007, que
para muchos, solo es una fecha más, pero que para
otra buena gente, es una noche para el recuerdo, una noche
para el reencuentro, una noche mágica que nos llevó
al Domingo de Ramos para su bendición… Aquella
noche… Por aquella noche, debo, quiero y doy las gracias,
gracias Teresa, muchas gracias, don Cristóbal.
Una noche…
una noche que se hizo día y que hizo que Jesús
de la Victoria, subido en su borriquillo, pudiera pasearse
por Padul rodeado de chiquillos.
Y de la nada saliste,
de la nada llegaste, para quedarte en tu hermandad que te
quiere y te cuida, hermandad de Domingo de Ramos, de tarde
soleada en el Barrio de san Antonio, donde un reguero de
gentes te esperan para aclamarte. Y Tú, subido en
tu paso de caoba y oro, repartes tu bendición, como
el mayor de los tesoros.
Tu hermandad te
acompaña, la Cruz Guía te abre el camino de
nuestro pueblo que te espera impaciente en las aceras ver
pasar la hermandad del Domingo de Ramos, en las que niños
alegres acompañan a su Cristo con ramas de olivo,
mientras una palmera se mece en la trasera del paso de forma
muy fina, no dejando que el sol moleste a la cara del Divino.
Y al pasar por el pretil de
la iglesia,
casi como un acto intuitivo,
volvemos la cabeza para buscar a nuestra Madre,
que está allí, esperándonos en su camerino.
La Reina del Valle,
la Madre de Dios hecha mujer en Padul que espera impaciente
el momento de conocer nuestras calles, oler nuestros aromas
y por fin poder acompañar a su hijo en su caminar
por la pasión, en su primer día…
Porque tanta belleza y dulzura
en tu rostro,
solo nos hace sentirnos compungidos,
llevándote de nosotros, nuestros cinco sentidos.
Bendita seas entre todas las
mujeres
Señora, Reina, Madre y Soberana,
que en Padul, Reina del Valle a ti te llaman.
Pasan los días,
y un niño abandonado, que deambulaba por las calles
empedradas del Jerusalén eterno, se coló por
una rendija casi sin quererlo, y se vio bajo una impresionante
techumbre de madera y con un retablo de oro de formas imposibles,
allí estaba, al que hace unos días llamaban,
Jesús, el de la Victoria, arrodillado, limpiándoles
los pies de todo pecado a aquellos hombres que lo seguían.
Y fue allí mismo, donde poco después, y acabada
la cena, pudo escuchar algunas de sus palabras en la lejanía…
”Tomad y comer todos de él… haced esto
en memoria mía… palabras que aquel niño
escuchó con atención y que poco después
vio como se trasladaban hasta un huerto cercano al que llamaban
el del huerto de los olivos y entre la maleza y las ramas
de olivo y bajo la luz de la luna llena, se perfilaba la
silueta de Dios hecho hombre, solo, arrodillado, abatido
y suplicante… que solo encuentra consuelo en la presencia
de un imponente ángel que le ofrece su cáliz…
Y esa cara…
esa cara tan real como humana que el Maestro Navas Parejo
le tallara y que parece que exclamara ¡Aparta de mi
ese cáliz!... que mi hermandad me protege y que me
porten mis sesenta ángeles de negro, cuando la luz
del día se apegue.
Silencio…
solo había silencio en aquel huerto de la Santísima
Trinidad, hasta que el ruido de tambores lejanos se fueron
acercando y poco a poco esa legión de Soldados Romanos
llegó desfilando.
Y es que había
sido traicionado, y a partir de aquí comienza tu
sufrimiento, son las seis, la hora del prendimiento.
Donde ¡Donde
se llevan al maestro! Exclamaban, mientras al mismo tiempo
Pedro le negaba…
Y pasó la noche, y llegó el día y ese
niño buscaba y buscaba hasta llegar a la plaza del
templo, con una casa nueva llena de gentío…
que es lo que miran, y es que cuantas son las gentes de
tu devoción. Que ya quisieran poder poner sus manos
y detener los azotes de Gabiarras y Pilón…
Que atrevimiento el suyo, maltratar las espaldas divinas
del Redentor en ese patio de arcos de plata iluminado por
cuatro faroles en sus esquinas, mientras los Evangelistas
ya escriben su tortuoso destino, al tiempo que la luna se
refleja con la plata e ilumina al divino. Que es lo que
miran con tanta atención, es que está allí
Jesús, el de la Flagelación…
Y en esa misma
plaza, sucedió una gran imprudencia y es que allí
se cometió la mas injusta de las sentencias, Jesús
de la Sentencia de Granada… y perdónenme que
lo incluya en mi pregón… pero es que es una
de las imágenes de mi devoción…
Y solo unos minutos
después de aquella injusta condena ese niño
lo pudo volver a ver salir de allí al lado, mientras
la gente lo espera desde otra casa nueva.
¿Alguien
ha visto a dios caminar…? Se escucha el racheo lento
de unas pisadas cansinas y el roce de la madera sobre la
fría piedra del suelo… Ahí va…
Camino de su muerte con zancada firme y valiente llevando
la cruz de los pecados a la que se agarraba sin querer dejar
que se le escapara…
Y es que el Nazareno
cuando pasa, no pasa, siempre se queda, porque está
en los corazones de todo aquel que le reza, de todo aquel
que le mira, de esas mujeres con vela que lo siguen cada
año para cumplir su promesa.
El Nazareno cuando
pasa, no pasa, camina. El Nazareno cuando pasa, no pasa
siempre se queda, y hay en sus ojos hay dulzura y hay en
su rostro pureza y hay un amor infinito de sus pies a su
cabeza… Ahí va por la calle Horno con su caminar
al que ya no pone freno, ahí viene sobre su paso
Jesús el Nazareno.
Se hacen eternas
las calles, los minutos se le hacen horas, el peso de su
cruz crece y Cristo no puede más y cae al suelo y
se desvanece.
Levanta, levanta
y camina que podamos ver tu cara, que parece que a nosotros
el tiempo se nos parara. Levanta y camina y que bajen dos
ángeles y la Verónica te limpien tu cara divina.
Levanta, levanta y camina que tu cruz ya no pesa, que sobre
sus hombros te la llevan tus hijas. Levanta, y camina que
es por tu cruz por lo que darás tu vida. Levanta
y camina y que el roce en tu mano siga curando heridas.
Levanta y camina, Señor de las Tres Caídas.
Veinticinco. Veinticinco
años hace que volviste. Veinticinco años pisando
nuestras calles, como Veinticinco son las rosas que en tus
pies ponen al detalle.
Te veo venir de
lejos y ya estoy viendo venir tu muerte. Me voy a tu encuentro
pausadamente, como tantos, absortos, perplejos, que solo
estas crucificado, con tanta gente, que solo en tu cortejo…
A quien estas
llamando con los ojos, si solo el viento te acompaña
que se da mucha mas saña.
Te veo venir desde
lejos y no se si son tus ojos los que están mirando
al cielo, o es el cielo que es tan viejo que le ha puesto
a su reflejo una pena y un desvelo… Y si estas muerto,
porque te siento, y si no vives, ¿quien me habla?
De quien son esas palabras que caídas de una cruz
me cortan como un lamento con ese sagrado acento de Jesucristo
andaluz…
¿Eres dios?
O… eres madera… ¿Eres hombre? Eres cualquiera,
o eres solo primavera que Padul a su manera no ha dejado
que muriera… No lo se… Si yo supiera…
Sabría que hacer con tu pena, tu agonía, tu
quebranto, y con el duelo y la condena de morirte siempre
tanto, sabría que no mueres, que nunca mueres crucificao.
…Y a ti dios padre que
vas muerto en el madero,
tan solo te pide, este orgulloso pregonero,
me des fuerzas pa llevarte con esmero,
y ser por siempre tu humilde costalero.
Estaba escrito y se ha consumado.
Y un ejército de ángeles, envueltos en pena,
a Jesucristo de la cruz ya lo han bajado…
Y allí
estaba Ella… sola, de luto, de negro a los pies de
la cruz… atravesada por la espada del dolor en su
quinta angustia… Que no hay mayor pena que la sufrida
por una madre mientras recoge a su hijo sin vida…
Que sola ante
él, que grande se te hace esa cruz de plata en tu
trasera. Y que te rodeen de flores que ya esta aquí
la primavera. Y no temas angustias, que tus problemas las
costaleras te solucionan, y es que para ellas Tú
siempre serás su patrona.
Y… sin darte
cuenta te lo quitan de tus manos. Y ya se lo llevan escoltado
por Soldados Romanos. Y Tú, Señora, que vas
tras él llorando mientras Nicodemo a su sepulcro
lo está llevando. Y allí se queda, mientras
su gente lo está velando. No te preocupes madre,
que en tres días estará resucitando. Descansa
padre, descansa. Que no temáis, que no se nos ha
ido. Que con el movimiento de sus costaleros se nos ha quedao
dormido
Muchos le siguieron, muchos
le abandonaron
y allí estaba Juan ofreciendo su mano.
Ejemplo de amistad y de gran hermandad.
Allí estabas Tú, Patrón de la Juventud,
siempre queda alguien, siempre.
Siempre alguien se queda a su lado,
tal como hizo Juan, su discípulo amado
Y al lado de ella se quedó
acompañando su pena.
No llores dolores, no llores,
que tus lágrimas caen y hacen brotar las flores.
Tu soledad no
es verdadera, que son cientos las personas que a ti te esperan,
y que te llevan bajo palio para evitar tempestades. Y cuando
ya no puedas mas, señora, cógete de los varales.
Que tus costaleras te quieren, no temas Dolores, siempre
te mecerán tus cuarenta flores.
Ya solo quedas
tu… abandonada. Tan solo distraída por el movimiento
del sudario que todavía pende de ti al ser acariciada
por el viento… Que sola te quedaste en el calvario…
Quien te iba a decir a ti que ibas a ser el símbolo
del cristiano. Que tan solo al mirarte encontramos la luz.
Ahí se queda para siempre la Santa Cruz.
Y aleluya, paduleños,
aleluya.
Que nuestra Semana Santa ha terminado.
Mirad por donde va, Jesús resucitado.
ooo000ooo
Estoy enamorado de las creencias
de mi pueblo humilde y sencillo.
No me fijo nunca en sus carencias.
Ante Padul, yo me arrodillo.
Enamorado de
su Semana Mayor,
de cada uno de sus siete días,
ques como un sueño multicolor,
del que nunca despertaría.
Enamorado de
cualquier cofradía,
de su estilo e idiosincrasia,
del silencio o su alegría
y de su exquisita elegancia.
Enamorado de
sus penitentes
y de sus colores sagrados.
Sean celestes, blancos, negros.
Sea rojo, verde o morado.
Yo he sentido
en el sensaciones,
cuando en calle estrecha he rozado,
el geranio de sus balcones,
con mi Cristo Crucificado.
Yo he sufrido
dolor lastimero,
bajando por la carretera,
al ver a un costalero,
sufriendo en su trabajadera.
Yo he llorado
allí en la “Buega”,
con el roce de una palmera.
Y el cuerpo a mi seme altera,
verte caer con tu cruz a cuestas.
Yo he visto
en las Tres Cruces,
hacer filigranas de amores.
Angustias, recoge a tu hijo,
que en la Ermita solo hay dolores.
Yo quisiera
ser romano
y llevarte hasta el sepulcro.
Y ser Juan, discípulo amado,
que a tu Madre tienda su mano.
Yo quisiera
ser verde olivo
Y poder escucharte orar
Yo quisiera ser columna
En donde tus manos puedas apoyar.
Yo quisiera
ser el suelo,
de las calles de mi pueblo
y poder rozar las pisadas
de un descalzo nazareno.
Yo quisiera
ser el sudario
de una cruz sola y sin dueña.
Y aunque se que hay mil maravillas,
no solo aquí sino también fuera,
el pregonero solo se arrodilla
ante la Santa Semana paduleña.