Pregón
pronunciado por D. Sergio Palomares Santiago Centro Cultural Federico García Lorca 10 de marzo de 2018
Semana Santa,
Olor a Incienso, Amor Cofrade, Penitente, Nazareno…
Semana Santa, Dolor del alma, Pasión de Dios, Cristo
habla…
Semana Santa, Pecado Humano, Perdón de Dios, Oración
del Cristiano…
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Que pase de mí este cáliz,
Dijo Jesús en su oración, como
Una sombra en la noche con
Un beso lo entregó.
Judas, simboliza la traición después
el arrepentimiento, para los hombres el
perdón, para Jesús el sufrimiento,
sufrimiento de la cruz, que sobre
su hombro cargó los pecados de los
Hombres, el desprecio, la traición,
las envidias entre hermanos, las
maldades, el rencor…
Todo eso hecho cruz,
y con esa cruz cargó.
En su frente, corona de espinas
en su rostro, la pasión.
Su madre por
las esquinas
en sus ojos el perdón.
El perdón para los hombres,
porque siendo el mismo Dios,
clavado de pies y manos sobre
una cruz murió.
Hoy, recordando su nombre,
reviviendo su pasión, veo a
Jesús hecho hombre, veo la
cara de dolor, veo la injusticia
sin nombre, la ternura del Amor.
Porque ese Cristo es Jesús, es Jesús
mi Redentor, es la luz que me guía
es para mí, mí Señor, es el hijo de
María
que con una cruz cargó.
Hoy la vida te daría,
para paliar tu quebranto,
para paliar tu dolor,
por eso el Viernes Santo,
PADUL te pide perdón.
Estimado Don
Cristóbal consiliario de las cofradías de
Padul y párroco de nuestra Iglesia Parroquial Santa
María la Mayor, Presidente de la Federación
de cofradías y Junta directiva, Señor alcalde
de la villa de Padul, Hermanos Mayores de las Hermandades
de Padul, Querida familia, Creyentes, Señoras, Señores,
amigos, Bienvenidos todos y buenas noches.
Es para mí
un orgullo estar aquí hoy ante todos vosotros para
pregonar nuestra Semana Santa, Semana Santa Paduleña.
Semana Santa de Pasión. Todo pregonero, debe de empezar
con unas palabras de agradecimiento para su presentador.
Decirte Gracias Andrés me quedaría corto.
Por tus palabras tan bellas y expresadas con tanto cariño
hacia mi persona. Gracias de corazón Andrés.
Y como no, quisiera
dar las Gracias a la Federación de cofradías
por haber apostado por mí persona para pregonar la
Semana Santa Paduleña del año 2018, Muchísimas
Gracias.
Desde aquí,
una mención de admiración, consideración
y respeto para todos mis antecesores. Los pregoneros de
la Semana Santa Paduleña.
Hombres y mujeres,
a veces sin más interés que su Fe, sin más
oratoria que su corazón y sin mayores dotes de expresión
que su sentimiento.
Ser Paduleño,
cristiano y pregonero, es algo grande, es mirar al cielo.
Y así
lo siento, espero saber transmitir en este mi pregón,
el sentimiento cristiano, paduleño y humano, con
el que lo he escrito. Si no lo consigo, humildemente pido
perdón.
Nada material
se gana con ser pregonero, y si a veces, es someterse a
un ojo crítico, no siempre comprendido, pero que
creo que el simple hecho de subir a este escenario y tratar
de colaborar con las tradiciones cristianas de su pueblo,
ya es venerable.
A todos, hoy
más que nunca, los comprendo y admiro, porque también
siento ese miedo escénico de hablar en público
y la responsabilidad de tratar de transmitir, aún
no se cómo, un mensaje cristiano.
Pero también
es cierto que oigo, como si una voz en mi interior me dijera:
"Agradece y tranquiliza tu corazón, calma tu
ánimo y no tengas temor”.
Porque espero
y deseo que mi boca solo sea el hilo conductor del sentimiento
que aflora mí alma. Pues solo me siento un pecador,
que ha tenido el valor desubir a este escenario para hablar
del Redentor.
Pero hablar de
Jesucristo, es hablar de su vida, de su obra, de su ejemplo,
de su mensaje y sobre todo de que murió, y que venciendo
a la muerte resucitó y vive, y vive en cada uno de
nosotros, y eso es a lo que tenemos que agarrarnos los cristianos,
saber oír como Jesús habla a nuestras almas
a través de la palabra que escuchamos del Evangelio
en la Eucaristía.
Mi experiencia personal como cofrade y paduleño,
empezó a mi pronta edad de 15 años, donde
comencé mi andadura, mis primeros pasos por el mundo
cofrade.
Mundo al que
hoy no me arrepiento de pertenecer. Mis primeros pasos o
comienzos fueron como costalero de Nuestro Padre Jesús
de la Flagelación, Hermandad a la que pertenezco
y me enorgullezco de pertenecer.
Los viernes eran los ensayos y teníamos que estar
preparados en la casa de Antonia Villena en la calle Lepanto,
sobre las nueve de la noche, todos con nuestra faja puesta
y zapatillas de ensayo. Hace años era lo que se llevaba,
faja costalera, que por cierto, en dos movimientos bruscos
que hicieras se aflojaba y tenías que volvértela
a poner porque si no te hacías daño en la
espalda. Pero bueno fue pasando el tiempo y cuando llevaba
tan solo cuatro años, me quisieron nombrar TESORERO
de la cofradía.
En aquel momento me sobresaltó y me asustó.
Era un cargo de gran importancia que con mi temprana edad,
me daba miedo de coger. Pero que al final no lo sé,
por unas cosas o por otras o porque tal vez el Señor
lo quiso así; accedí al cargo y tome posesión
del mismo. Me acuerdo de aquel primer año cuando
comencé a elaborar los recibos de los cobros de los
hermanos. Cobros que había que realizarlos casa por
casa. Mi sorpresa era tan grande, que alguna gente cuando
nos recibía en su puerta de su casa, nos ofrecía
hasta café, era tal la satisfacción con la
que les gustaba pagar, que aquello me emocionaba y sorprendía
a la vez.
Fueron pasando los años y nuestro Hermano Mayor Manuel
me hizo una propuesta de salirme de costalero, para que
fuese de acompañante de él como cargo de la
cofradía. Fue tal mi asombro que aquella idea no
me parecía bien, pues en aquel momento no estábamos
muchos costaleros, y no veía bien pasar de un estado
a otro. Pero fueron transcurriendo los días y la
propuesta seguía en la mesa y al final tuve que acceder.
Momento en el que afloró un poco mi sentimiento costalero,
iba a desaparecer mi carga e iba a ser cambiada por una
vara de mando, mi uniforme de costalero por un traje negro
y una camisa blanca con corbata negra. Aquello transformó
toda la creencia que tenía hasta ese momento, en
otra cosa. Sentimientos de costalero que fueron maravillosos.
¡Tos
por igual valientes! ¡A ésta es!
Una exclamación
con la que se te ponía el vello de punta cada vez
que nuestro capataz Lázaro nos la mencionaba en cada
levantá. Sensación con la que se me encogía
el corazón, todo el mundo debajo del paso, no se
escuchaba una voz, pendientes a las órdenes del capataz.
¡Izquierda
adelante! ¡Derecha atrás!
Movimientos que
teníamos que realizar para poder hacer los giros
o “revirás” del paso.
Eran sensaciones tan grandes y maravillosas, que para mí,
eran como si estuviéramos meciendo al Señor
por el Padul y parecía que los Sayones golpeaban
menos con los látigos a Jesús de la Flagelación.
Creo que era la Fe con la que los costaleros lo portábamos,
los hombros cada vez mas resentidos con el paso del tiempo,
pero que a la vez era un dolor placentero.
¿Cuánto dolor no pasaría El cuándo
lo flagelaron en el pretorio romano, el Gábbata?
Para mí, ese dolor era insignificante. ¡Qué
muestra de amor hacia nosotros que se entregó y murió
en una muerte de cruz!
Ese tiempo fue para mí muy especial. Y no obstante
lo sigue siendo. Pero el transcurrir del tiempo El Señor
quiso que fuera avanzando en mi vida cofrade.
Al comienzo de los ensayos mi capataz quiso que lo relevase
en el puesto, puesto que me imponía demasiado respeto
y para el que creía no estar capacitado. Pero que
al final acepté y me fue cautivando el corazón.
¡Gran responsabilidad es la de ser capataz!.Persona
qué es los ojos y la voz del costalero. Mis primeros
comienzos fueron duros, como es todo al comenzar en esta
vida, pero me fue gustando cada vez más con el paso
del tiempo.
No me gustaría hablar solo de mis vivencias cofrades
que en mi corta vida son dilatadas y extensas, pero que
ahora no vienen al caso.
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Un pregón
¿Es un teatro, o una representación?
No. Creo que es algo más sencillo, es hacer en voz
alta una reflexión. Es recordar a los cristianos
que Jesús vivió, padeció, murió
por los hombres, y resucitó porque era Dios, venciendo
así a la muerte, y que vive con nosotros. Es tratar
de hacernos abrir nuestro corazón a Jesús.
Ahora quisiera hablaros de la preparación hacia la
Cuaresma, (palabra que nos da que pensar). Cuaresma: significa
tiempo de conversión, tiempo de cambio, de preparación
en el que tenemos los cristianos una asignatura pendiente.
Comenzamos el miércoles de ceniza, con la imposición
de la misma, día esencial para el cristiano.
¡En polvo
eres y en polvo te convertirás!
Estas palabras
nos las dice el sacerdote cuando nos impone la ceniza en
la frente. Día transcendental para el cristiano que
nos marca una época, un periodo en el vamos a entrar
para hacernos preguntas y reflexionar ante ellas.
Como lo hizo nuestro Señor, tiempo de preparación
dónde Él sabía que tenía que
hacer, porque era carne como nosotros, y como era carne,
tuvo sus dudas y fue tentado por el pecado.
Este periodo es el que nos marca la cuaresma, tiempo de
preparación y esperanza para lo que va a venir:
¡la Pasión, Muerte y Resurrección de
Nuestro Señor Jesucristo!
Quisiera ahora expresaros como es mi pasión, como
yo la vivo y como me gustaría que la vivierais.
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Jesús
habla al pueblo. Jesús está al lado de los
débiles, de los enfermos, de los desvalidos, de los
pecadores. Les promete la salvación por medio de
la Fe, y les anuncia la llegada del Reino de Dios.
Cura enfermos.
Sana a los ciegos, sordos y mudos.
Hace andar a la gente paralitica que acuden a Él
cargados de Fe.
Resucita a muertos.
Y por todas estas cosas es proclamado Rey, pero a él
no le gusta eso y se opone. Porque les manifiesta que su
reino no es de este mundo.
La gente sigue a Jesús, y así rodeado y aclamado
por el pueblo, aquel Domingo víspera de Pascua, entra
en Jerusalén a lomos de un asno.
Palmas y olivos
aclamaban
Aquel Jesús redentor,
Como un Rey, entre los hombres,
Como un hombre, ante Dios.
É l, perdona mis pecados,
É l es, mi salvador,
É l siempre está a mi lado
Y vive en mi corazón.
Padul, se viste de gala,
Y lo saca en procesión,
¡ Domingo de ramos,
Entre palmas y color
Entre rezos y alegría,
Se me escapa una oración,
Para la Virgen del Valle
Madre de nuestra Salvación!
Un hombre al
que el pueblo sigue y aclama, que moviliza masas, suponía
un peligro para las autoridades judías, porque les
podía desplazar de sus privilegios y sobre todo poner
en su contra a los romanos, a los que ellos estaban sometidos.
Así sacerdotes, Escribas y Fariseos le hacían
preguntas, sobre su Reino, la resurrección y los
tributos al César.
Jesús les respondía:“Dar al César lo que es del César,
y a Dios lo que es de Dios.”
Y así aquellas autoridades judías enfurecidas,
vieron a Jesús como un peligro que tenían
que erradicar y prenderlo.
Conspiran con unos de sus discípulos, Judas Iscariote,
a cambio de unas miserables monedas, para llevarlo ante
Jesús.
Jesús ya sabe su destino final.
Ha de someterse a la voluntad del Padre y sabe que va a
morir por los hombres, para la salvación de sus pecados.
Reúne a sus doce discípulos en una cena: La
Última Cena.
Y les dice:
“Un
mandamiento nuevo os doy, amaos los unos a los otros como
yo os he amado.”
Terminada la
cena, Jesús y sus discípulos se retiraron
a Orar al Huerto de los Olivos de Getsemaní. Jesús
entra en Oración con el Padre y siente miedo y angustia
porque sabía lo que le iba a suceder, y dice:
“Padre,
aparta de mí este cáliz, pero que no se haga
mi voluntad sino la tuya”.
Cuantas veces
los hombres nos enfrentamos a situaciones trágicas
de la vida, como enfermedades, la desesperación o
la muerte. Cuantas veces no le pedimos al Señor que
nos aparte este cáliz en problemas familiares, laborales,
económicos o en la sala de espera de un hospital,
cuando se convierte, en sala de espera sin esperanza.
Pero los cristianos como seguidores de Jesús nos
debemos a nuestra Fe y debemos aceptar su voluntad.
Jesús
huerto y oración,
blanca y tenue devoción,
camina ya en procesión,
noche del Viernes Santo.
Penitente sin calzado,
penitente dolorido,
penitente encadenado,
con el corazón erguido.
Tu oración llega hasta el cielo,
busca la paz en tu alma,
que te sirva de consuelo.
Un grupo de soldados
armados con espadas y palos guiados por Judas, llegaron
hasta el Huerto de Getsemaní, donde se encontraron
a Jesús. Judas lo besó en la mejilla, delatando
así su identidad, Jesús le dijo: “Con
un beso entregas al Hijo del Hombre.”
Jesús fue arrestado y atado, y conducido ante el
sumo Sacerdote “Caifás”, para ser juzgado
ante el Sanedrín, que era la Asamblea o Consejo de
Sabios, que actuaban como jueces.
Fue interrogado, falsamente juzgado y predispuesto a ser
condenado. En el interrogatorio, Jesús, no negó
su identidad y tampoco se apartó de su verdad. Finalmente,
Caifás le preguntó a Jesús. ¿Eres
tú el Mesías? Jesús respondió:
“Tu lo has dicho”. Ante tal respuesta el Sumo
Sacerdote, se rasgó las vestiduras ante lo que consideraba
una blasfemia.
Y así, Jesús, sólo, abandonado, sin
ningún derecho a defensa y humillado por todos, fue
Reo de Muerte.
Jesús
preso y atado,
como un hombre perseguido,
como un Dios, humillado,
a Pilatos, es conducido.
Iglesia Santa María la Mayor
abre tus puertas a Padul,
que sale el Redentor,
Y a Jesús, lo llevan preso.
Iglesia Santa María la Mayor
abre tus puertas a Jesús,
clavado en el corazón,
clavado lleva una cruz.
Y con la mirada al cielo, con el
dolor de una madre que a
su hijo, lo llevan preso, costaleros de
la Flagelación subid el trono a los cielos,
que pueda ver a Jesús el Rey del Universo.
En que situaciones
no flagelamos, condenamos, interrogamos falsamente al prójimo.
Diría que muchas. Somos por naturaleza así,
predispuestas a condenar el mal ajeno, sin escuchar antes
la voz de las personas. Porque no siempre se juzgan las
cosas con la misma vara de medir.
Hay situaciones en la vida en la que no escuchamos a los
demás, ni a nuestra propia familia, ni a vecinos…
en resumidas cuentas a nuestros conciudadanos de a pie.
Ya sea por nuestra falta de tiempo, material o económica
en algunos casos. Pero si sabemos juzgarlos y criticarlos
fácilmente. En vez, de prestarles un poco de Amor,
cariño, compasión o saber escuchar.
Tengo que pararme
un poco en la Flagelación, porque como ya sabéis,
la llevo casi en la sangre.
Representa para mi tanto dolor que la escena siempre me
estremece el cuerpo. Cuanta crueldad no pasaría Jesús
cuando aquellos sayones se cebaron con Él hasta casi
matarlo. Esos latigazos tan desgarradores y con tanta crueldad
que descargaron con Él en todo su cuerpo. Y aquel
hombre, indefenso, ensangrentado, atado a una columna en
aquel impresionante dolor, ni un solo quejido, ni una sola
palabra, solo da como respuesta la expresión de su
mirada. Y es verdad esto de la mirada, porque nos quedamos
viendo la cara de nuestro Señor de la Flagelación
y la tiene tan dulce, tan fuera de sí, que parece
como si lo que estuviera pasando no fuese con Él.
Yo creo que es tan grande el Amor hacia nosotros que en
esos momentos de dolor pareciesen que fueran con otra persona
y no con Él.
Y presentado al pueblo, ensangrentado tras ser flagelado,
no se conformaron y gritaron enfurecidos:
“¡CRUCIFÍCALE! ¡CRUCIFÍCALE!”
Pilatos, no vio culpa en aquel hombre, pero después
de todo, ¿Quién era Jesús?, sólo
un pobre hombre de Galilea, tal vez un loco, un idealista,
un hombre que provenía de una pequeña aldea,
Nazaret, así que se lavó sus manos en prueba
de exculparse de aquella muerte, y entregó a Jesús
a los judíos para ser crucificado.
Le colocaron una corona de espinas y una caña como
cedro en sus manos. Y le hicieron cargar con una pesada
cruz, camino del Monte Calvario, donde sería crucificado.
En este trayecto, Jesús sufrió Tres Caídas.
La pérdida de sangre, y el agotamiento físico
le produjeron el desfallecimiento. Un soldado, lo quiso
levantar a latigazos y mandó que le ayudara un cirineo,
y entre burlas… le dijeron:
“Es solo
un Nazareno”
Decir Nazareno es….
es rezar a Dios con fuerza,
es cumplir una promesa,
un sentimiento de Fe.
Decir Nazareno es….
es decir Padre Jesús,
es unirse a su cruz,
es sentir, su gran poder.
Y no me gustaría
olvidarme de esa mirada cuando Jesús por el sufrimiento
del peso de la cruz fue caído por tres veces;
Es verdad que me ha mirao,
que alegría, que emoción.
¡ eres tu padre Jesús!
eres la Fe que me guía
mi pena y mi alegría
yo soy sombra, tu mi luz.
¡ Eres tu padre Jesús!
de los hombres redentor
de madera , es tu cruz,
y rojo tu color.
Pero tú eres verdad,
eres mi Cristo Jesús,
Rey del amor y pasiones,
del fervor y de ilusiones,
Rey de la paz y consuelo,
eres el rey del Universo,
y eso es una gran verdad,
qué no se puede borrar,
porque está escrito, en el cielo.
Llegado al monte
calvario, fue clavado en la cruz, entre dos malhechores.
Jesús ya derrotado como hombre, sin fuerzas dice
al Padre:
“Padre,
¿por qué, me has abandonado?”.
Su madre estaba
allí, pero Jesús la quería liberar
de aquel terrible sufrimiento.
¡ No sufras más! y mirando a Juan su discípulo
amado le dice:
“Madre,
he ahí a tu hijo….Juan, he ahí a tu
Madre”
Caridad también pidió Jesús a su Padre
para sus propios verdugos.
“Padre… perdónales, porque no saben lo
que hacen”.
Cuanto amor derramado
hasta el último aliento de su vida nos dio Jesús.
Quien mirando al cielo, encomendó su Espíritu
a su Padre y Expiró.
Quedaste mirando
al cielo
Cristo en tu expiración,
Tu Madre, mirando al suelo,
Desamparo de tu amor.
En aquel monte calvario,
En aquella cruz clavado,
Tu madre, al pie de la cruz,
Era tú único amparo,
Amparo para Jesús,
Y todo desamparado.
Y expiraste en la cruz
Un suspiro de bondad,
Así moría Jesús,
Nacía la Caridad.
Pocos quedaron
allí una vez que expiro Jesús, para recoger
su cuerpo. Juan, María Magdalena y su Madre.
Si en tus brazos
en Belén
Lo meciste al nacer,
A tus brazos vuelve muerto,
Lo entrega Jerusalén,
A ese hombre de bien
Culminando tu amargura,
Se cumplen las escrituras
Y nace el descendimiento.
En tus brazos esta Jesús
No le mires las heridas,
No lo cubras con tu manto,
Su preciosísima sangre,
No la mojes con tu llanto.
Angustia, su madre eres,
Y fuiste Encarnación,
Transmitiste tú la paz,
Sentiste el Mayor dolor,
Esperanza en su lamento
Angustia de Cristo muerto.
Poco tiempo dejaron
velar el cuerpo de Jesús. Aun estando muerto, atraía
pasión, intriga, recelo, temor, desconfianza. Entonces
las autoridades judías se plantearon custodiar el
cuerpo de Jesús, para acabar así con el temor
que podía levantar su cuerpo. Y pidieron a Pilatos
que pusiera una guardia de soldados, para que así
nadie pudiera robar su cuerpo.
Penitente.
¿Tú que sientes?
Sólo, inmóvil, callado,
Negra túnica en tu cuerpo,
Y el rostro tapado.
Delante, Jesús yacente,
La Soledad a tu lado.
Penitente, ¿Tú que sientes?
¿ Qué sientes tú penitente…
Cuando velas a Jesús?,
Tu cirio, solo es tu mente,
Tú alma, lleva la luz,
Porque nadie puede verte
Para nadie existes tú.
Eres figura certera de ese
Turno de vela que está velando a Jesús.
Ahí, no existe la gente,
No hay dinero, ni virtud,
Ni grandeza, ni pobreza,
Ni lujos, ni vanidad,
Ni secretos, ni rencores,
Ni endivias, ni falsedad,
Sólo, el hombre desnudo,
Desnudo con su verdad.
No hay palabras
que describan,
Lo que se siente al velar,
Es hablar con Dios a solas,
Es sentir mi soledad,
Es pedir perdón a Dios y
Aprender a perdonar.
Es encontrarse uno mismo,
Cara y cruz, con su verdad.
Tan marciales
y con esa jerarquía, pasan desfilando ese grupo de
soldados romanos, por las calles de nuestro pueblo la noche
del Viernes Santo.
Cuerpo que llevan desnudo, envuelto entre sábanas,
portado por cuatro Nicodemus, y acompañado con su
madre detrás. Tal es la soledad y el silencio, que
producen al pasar.
No se pueden olvidar esas tres Marías que acompañan
a su madre, en ese trance de dolor, hasta el sepulcro que
es donde Cristo se va a quedar.
Este calvario llega a su fin con tres imágenes muy
emblemáticas para mí. Es San Juan Evangelista,
La Dolorosa y la Cruz del Santo Sudario. Es la escena más
viviente que quedó de aquel acontecimiento tan grandioso,
para el mundo entero.
Solos en aquel calvario se quedaron su Madre y su discípulo
amado. Es el final que Jesús nos quiso dar, y con
la que nos quedamos los paduleños al verla pasar,
¡que sufrimiento que angustia ver a su hijo pasar!
La gente, poco a poco se disuelve, entre comentarios, reflexiones,
cansancio y plegarias, las calles van quedando desiertas……
…..Padul
se retira…
y la villa duerme callada…
La alba luna expectante,
Se resiste a olvidar,
Que ha visto al hijo de Dios,
En Padul procesionar.
El viento, loco perdío
Loco en la noche llorando,
Con quejidos de trompetas,
Y de tambores callando.
Porque huele a Jesús,
Que en el huerto esta orando.
Preso va por los romanos,
Al filo de la madrugá,
Ilumina su columna, y esas
Manos, siempre atás.
Son los duendes de la noche,
Que acaban de despertar, viven,
En el eco del viento,
Y rezan de madrugá.
Duendes, estrellas, alba luna, noche, rezo,
Qué más da,
Sólo es Padul que sueña,
El Viernes Santo de madrugá.
El mundo, quedó
en silencio,
La vida, siguió sin Él,
Expectantes, cautelosos,
Solo quedaba la Fe,
Y un manto de desencanto,
Cubría Jerusalén.
Aquel domingo de Pascua,
Después del amanecer,
Tres mujeres visitaron a Jesús
De Nazaret.
Y no hallaron romanos,
La piedra, sé dejo correr,
La tumba estaba vacía,
En el suelo, el sudario,
Sabanas lo cubrían,
Pero allí no estaba Él.
Se cumple la PROFECIA.
Llegado este momento,
nos encontramos ante el mayor acontecimiento, y único
en la historia.
Ante la mayor manifestación de Fe. Se enciende el
verdadero cirio, el que más ilumina, la luz de la
vida.
Verdaderamente,¡Jesús era el
hijo de Dios, hecho hombre, murió por los hombres
y ha vencido la muerte con su resurrección!
¡Jesús ha resucitado!
Jesús resucitado,
se le apareció a las mujeres y les dijo:
“Ir
a contar lo que habéis visto”.
Pedro y Juan
corrieron hasta el sepulcro y efectivamente estaba vacía.
Pero una voz les dijo:
“¿Por qué buscáis entre los muertos,
a quien vive?”.
Eh aquí la grandeza de su mensaje, y así fueron
sus palabras:
“Paz a los hombres, de buena voluntad”.
Y este es el mensaje que debemos seguir los cristianos,
escuchar la palabra de Jesús, que es la voluntad
de Dios, porque Jesús sigue viviendo en cada uno
de nosotros, Jesús habita en nuestros corazones,
y es testigo de nuestras acciones.
Campanas sonad
con fuerza,
Anunciad la resurrección,
Padul se viste de gala
Y lo saca en procesión,
Domingo por la mañana.
Cada calle, cada plaza,
Cada puerta, cada balcón,
Cada familia cristiana,
Recibe su bendición.
Hermandades que le siguen,
Estandartes y pendón,
Con la cara descubierta,
Mostrándole su calor.
Porque ese Cristo apenado,
Que salió en procesión
Que va en tu simpecado,
Hoy ya no siente dolor
Hoy, esta resucitado,
Y nos da su bendición.