Pregón
pronunciado por Don David López García
25 de marzo de 2023 Centro Cultural Federico García Lorca
(TRES TOQUES DE LLAMADOR)
¡¡Paduleños!! Escuchad mi voz,
porque quiero que ella sea el sentimiento,
para que se pueda acortar el momento de
lo que nos está por venir.
He tocado el martillo que abrirá las puertas
de nuestra Semana Santa.
Y es que cuando la Cuaresma se duerme
entre cultos y rezos,
entre montajes, ensayos,
preparativos y encuentros,
cuando han pasado los días
de ese enorme ajetreo...
Llega nuestra semana de pasión
la que nos cambia el sentido de las cosas,
la que nos hace vibrar,
la que nos hace sentir y emocionar,
en cualquier esquina,
en cualquier momento,
la que aumenta la fe
de nuestro humilde pueblo,
la que reza con los pies,
la que llora al ver a su Cristo
pasear con el izquierdo,
la que se llena de gozo
llevando su Virgen al cielo.
Cuando nuestro pueblo despierta de esta
larga espera, florece el jazmín,
los almendros blanquean,
y ahí es cuando los inciensos sacros
hacen que se unan
para disfrutar el cielo y la tierra.
Despiertan las trabajaderas,
las bambalinas,
los costaleros y las costaleras,
esas Juntas de Gobierno
que por sus hermandades sueñan,
un hebreo con su olivo,
un nazareno de negro,
un monaguillo de morao,
una mantilla sencilla.
Una semana que con apremio
y con empeño,
hace que todos revivamos el gran sueño.
Una semana que realza los sentimientos
de un Cristo vivo en la calle,
de un Cristo que agoniza,
de un Cristo que muere,
y de un Cristo que resucita.
Semana que reabre los cinco sentidos
con la vista enardece,
con el tacto emociona,
con la voz estremece,
con el olor apasiona,
y con el gusto... ¡Enamora!
Y ahora te digo, Padul,
pueblo de gloria y tronío,
que te vistas de oro y plata,
que cuelguen las balconeras,
que le mostremos al mundo lo que
llevamos por bandera, que este pueblo es
arte, elegancia y sentimiento,
que solo Padul entiende
lo que es llegar este momento.
Saca tu señorío, empodera tus maneras,
que vamos a dejar absorto
a todo el que venga de fuera.
¡A ESTA ES! (GOLPE DE LLAMADOR)
(Suena “Pasan los Campanilleros”)
Reverendo Señor Cura Párroco, D. Carlos Fernández Peñafiel. Excelentísimo Señor Alcalde D. Manuel Villena Santiago y autoridades locales, Señor Presidente y miembros de la Junta de la Federación de Cofradías y Hermandades de Padul, Hermanos de todas y cada una de las Cofradías y Hermandades de Padul, Amigos todos,
BUENAS NOCHES.
Gracias a todos por estar hoy aquí presentes, por acompañarme y arroparme en este desempeño. Gracias a mi familia y amigos, a los que están y a los que se han ido.
¡Va por ustedes!
Despierta Padul del letargo
que este frío invierno nos deja,
mi corazón enmudece
a la vez que se acelera,
recordando aquellos años
donde yo aún era un chavea.
Recordando tantos momentos
que me ha regalado esta pasión
y por la que hoy estoy aquí delante de
todos ustedes, cofrades de corazón.
Padul, un pueblo cofrade por naturaleza,
donde muy pronto sus calles se llenarán de cera.
Esta espera que siempre comienza,
como ya nos tienen acostumbrados
nuestros queridos amigos y hermanos,
con una presentación de Cuaresma,
con un libro, que, aunque pequeño,
hace sentir grande al cofrade que lo lea...
¡Gracias hermanos por dar comienzo
de tan bonita manera!
porque ahí comienza
nuestra bendita espera
donde las torticas de masa
llenan cada mesa,
donde el incienso se siente
desde las afueras,
donde esas reuniones entre costaleros
se hacen eternas.
Y sin casi percatarnos aquí llega,
ya la tenemos tan cerca...
Semana de Pasión ¡De pasión paduleña!
Domingo de nervios,
de saber que por fin aquí llega,
de ir a ver a la Señora,
que con amor nos espera.
Domingo de palmas,
¡Domingo de Ramos señores!,
comienza la magia.
Allí por la buega hoy no cogerá un alma,
Calle Horno y Calle Vergel,
¡atentos a lo que se manda!
Que hoy sale mi Virgen,
la de ojos verdes,
la de mirada serena,
la de lágrimas claras,
la que ya se ha vuelto eterna,
la de entrecejo de sueños,
la que a todo paduleño espera,
la que en cada levantá
hace vibrar hasta las piedras,
la que, al llegar a las tres cruces,
resplandece por su belleza.
Orgulloso yo me siento,
de estar a tus plantas, Señora,
y al mirarte a la carita,
en silencio yo te pido,
que protejas bajo tu manto
a todos los míos
con ese lucero encendío.
(Suena el solo de “Al Cielo Reina de Triana”)
Pero acuérdate de quien no está,
y quiéremelos bonito,
danos fuerzas aquí en la tierra
para llenar ese vacío,
que tú bien sabes madre mía
lo que es perder a un hijo.
Calle Vergel,
última marcha,
mil corazones latiendo
al compás de esta banda,
que no acabe el momento,
que no se apague la magia,
que es muy larga la espera,
y yo quiero seguir viendo tu cara.
No quisiera que esto acabe,
vamos a avanzar cortito,
porque no quiero que llegue,
Madre, el momento de tu recogía,
queremos seguir disfrutándote,
petalito a petalito.
¡Venga de frente mis valientes!
os grito desde aquí afuera,
bien sabéis que mi alma
está en cada trabajadera.
Qué bonito hacéis el camino,
allá por donde ella quiera
y es que quitáis el sentido,
de este pueblo que os espera.
Que resuene en la noche una saeta,
que se abran las puertas de la gran pasión,
que está ya en nuestras calles Cristo Redentor.
A un árbol me subí,
para verte venir con gozo,
lleno de luz y alegría,
tan radiante y victorioso.
Tú que solo sabes Padre,
las veces que te he pedido,
que des victoria a mis dudas
y me ayudes con mis desatinos.
He tenido mucha suerte,
de haberte tenido a mi vera,
gracias a ti este domingo,
se llena de esencia y primavera.
No nos desampares nunca
y llenamos con tu grandeza.
Déjate llevar, Padul,
por este verde sentimiento,
y poco a poco contempla,
como se van cumpliendo los sueños.
Sueños de cada uno de nuestros
hermanos costaleros,
que con gusto y poderío
llevan a su cristo al cielo.
Despierta un Viernes Santo,
lleno de nervios, ajetreo y gentío.
Un viernes que no es cualquiera,
el más bonito de mi vida
a la vera de mi Candela.
Donde todo un pueblo
se vuelca con sus cofradías.
Viernes de corros inmensos,
de capirotes, ciriales y mantillas,
de echar de menos a quien nos falta,
de besos eternos al cielo,
para aquellos que nos acompañan.
Estaréis con nosotros, hermanos,
en cada levantá,
en cada chicotá,
y cada vez que suene una marcha,
cuando el racheo se haga más cansado,
cuando los kilos caigan y las horas pesen,
cuando nuestros cuerpos se vean mermados,
ahí estaréis vosotros,
para hacérnoslo más liviano.
Adelante mis hermanos,
con vosotros este viernes comienza,
llenemos de luz y consuelo,
a todo el paduleño que espera.
Hincado está de rodillas
a su Santo Padre inmenso,
el que, a su diestra sentado,
juzgará a los vivos y muertos.
Si dice Dios que, en su alma,
tristeza está padeciendo.
¿Cómo ha de haber cosa alegre,
en la tierra o en el cielo?
Que para verificarse
que era hombre verdadero,
fue menester que su carne
tuviese a la muerte miedo.
Pase de mí este cáliz,
si es posible Padre eterno,
y rompiendo los aires un ángel
bajó a darle consuelo.
Paso lento costalero,
recemos con los pies al Señor,
que la oración es la fuerza
del hombre y la debilidad de Dios.
Pilón y Gabiarras con desdén,
cuestionan tu divinidad,
¡Ay! pobres de ellos en vida,
les esperan azotes de humildad,
pues Jesús es Dios en la tierra,
y eso nadie lo podrá cuestionar.
No estás, aunque abatido, derrotado
y al rostro de dolor no reprimido
asoma la grandeza del ungido,
por Navas Parejo cincelado.
Serena dignidad en tu mirada,
grabada en tu piel con gruesos lazos,
en tanto que los cobardes apuran plazos,
quieren pagar su sed,
desgarrando tu carne a latigazos.
Ya porta Jesús su cruz,
y se dirige hacia el calvario,
llenando de paz y consuelo,
a todo el que vaya mirando.
Y dime tú, Nazareno,
¿Cómo puedo amarte tanto?
Si siento que toda mi vida,
a tu lado estaré caminando.
Y cuando sientas
que tus fuerzas no pueden,
agotadas por la muerte,
aquí estará mi cuerpo,
para llevarte y sostenerte.
En ti estaré, como siempre he estado.
Siendo mis plantas tu veleta,
hasta llegar al calvario.
En el viento que baila
con cada una de tus velas,
en tu noche blanca de luna y plata,
en los labios de aquel que perdona,
en el clavel hecho de madrugá y de alma,
en las copas morás
de tus capirotes largos,
en cada chicotá de sentimiento amargo,
estaré en ti, como siempre he estado,
dibujando en mis hábitos, TU VIDA.
Muralla arriba o muralla abajo,
deshojando la sangre de tus espinas
con el rosario en mi mano.
En la risa de los niños,
que por ti van suspirando.
Qué bonito me haces Padre,
el camino hacia el calvario.
Estaré en ti, como siempre he estado,
Cofradía de mi vida,
de mi familia y hermanos.
Y si vieras que algún día,
este viernes yo te falto,
mi corazón irá con mi Cristo
y mi alma en su calvario,
y es que por tu camino de romero
yo quiero estar postrado,
para así ser acusado,
portar tu cruz,
y poder estar siempre, ¡A TU LADO!
Paso lento costalera,
que no se note la brisa
que congela la sonrisa
del que predicó el amor.
Cristo de las tres caídas,
¿Qué puedo hacer por ti?
Si daría lo que fuera,
Padre, con tal de no verte sufrir.
Tus cirineas te acompañan,
camino hacia el calvario,
portando tu cruz a cuestas
siempre a paso racheado,
quién fuera tu cirineo,
en esta noche tan larga,
para poder aliviar tu peso
por estas calles solitarias.
Levántate Cristo mío,
sosteniéndote en mi espalda,
que, si caes cincuenta veces,
esas yo te levantara.
Paso lento costalero,
¡Avancemos!,
a golpecitos de pasión,
que no decaigan las fuerzas
que vamos rezándole a Dios.
En el madero ya se encuentra,
mi Cristo en su agonía,
cuerpo llagado de amores,
yo te adoro y yo te sigo,
yo, ¡Señor de los señores!,
quiero partir tus dolores
subiendo la cruz contigo.
A ofrecerte vengo, Señor,
mi amor, mi ser y mi vida,
mi alegría y mi dolor,
cuánto puedo y cuánto tengo
cuánto me has dado, Señor.
De sangre los pies cubiertos,
llagas de amor en las manos,
los ojos al mundo muertos,
y los dos brazos abiertos
para todos mis hermanos.
Paso lento costalera,
que no roce a Jesús el hálito
del candor ni el pétalo de la brisa
que va muerto por amor.
Eres dolor sin límite,
por tu cuerpo palpitan tus quejíos,
arropando entre tus brazos maternales,
el cuerpo inerte de tu hijo.
A ti, doncella graciosa,
maestra de dolores,
playa de pecadores,
nido en el que el alma reposa.
A ti me ofrezco pulcra rosa,
remedio de mil amores.
Quiero, Señora en tu encanto
tener mis sentidos presos,
mojar tu rostro con llanto,
y secar tu llanto con besos.
Madre mía de mi vida,
de Padul soberana,
que suerte tiene tu Ermita
de sentirte como ama.
Viernes de capirotes,
de mantillas con solera,
de cera en calle fuente,
donde todos nos esperan.
Ya llega mi Cristo muerto,
por la centuria escoltado,
y que por cuatro nicodemus
tras su descendimiento es portado.
Hay luto en las esquinas,
luto en la luna y en el aire,
luto en la cera que llora
cuando tu cuerpo desnudo
viene cruzando la calle.
Y solo pido no pedirte nada,
estar aquí junto a tu imagen muerta,
es ir aprendiendo que el dolor
es solo la llave de tu Santa Puerta.
Noche de Viernes Santo,
de mantillas y peinetas,
de penitentes descalzos
que van cumpliendo promesas.
Todas las peticiones que te traía,
enmudecen en mi boca,
ya no puedo pedirte nada,
cuando en tu sepulcro solo estás,
ni mostrarte mis manos vacías
mirando las tuyas atravesadas de heridas.
Mejor ya no te pido nada, Padre,
y te acompaño en tu descanso,
que son muchas las miradas,
que por tí van suspirando.
Querido y amado San Juan,
tú que estuviste tan cerca
del corazón del Señor.
Ayúdanos a que crezca en nosotros,
la semilla de su amor.
Fuiste discípulo amado,
testigo de su pasión.
En tu mirada profunda
se va reflejando el dolor
del castigo sin motivo,
que le estaban dando a Dios.
El día se que quedó sin luz,
cristo en una cruz moría,
y San Juan en esos momentos de pena
acompañó en su consuelo a María.
Fiel discípulo de Dios,
con honor y gallardía,
nunca jamás se negó
hasta el final de sus días.
Madre de los Dolores,
cuánto pedirte quisiera,
sin que a ti te molestase,
yo quisiera consolarte,
y acompañarte en tu dolor,
cada vez que te tengo delante.
Madre divina,
consuelo de pecadores,
fragancia de primavera,
madre bendita de amores.
No lloréis virgen piadosa,
aunque se vaya vuestro amor,
antes de que pasen tres días
volverá a reunirse con vos.
Y dime Virgen Santa,
¿por qué lloras tú tanto?
con la amargura en el alma
y el corazón traspasado.
El manantial de tus ojos bellos
nunca se ha secado,
y dime tú,
¿por qué esa tristeza?
¿por qué lloras tanto?
Porque están viendo mis ojos
muy de cerca el monte calvario.
Mi corazón solo aguarda
la tarde del Viernes Santo,
que bajaran a mi hijo muerto,
desde la cruz hasta mis brazos.
Esa cruz es mi tristeza,
por eso lloro yo tanto.
Y ahora queda la muestra,
de lo que por nosotros ha hecho,
librándonos de los pecados,
y ofreciéndonos lo eterno.
Es una oliva preciosa la Santa Cruz,
que con su aceite nos unta
y nos da luz.
En la Cruz está
el Señor del cielo y la tierra,
Él, todos los males destierra.
En la Cruz está,
la vida y el consuelo,
ella sola es el camino
para llegar a los cielos.
Más bulla y más temprana
alumbra ya la aurora,
el sol los campos dora
con otro resplandor.
Madrugada de manos gloriosas,
que ha resucitado El Señor.
El suelo bien rociado,
la maceta en una reja,
con los barrotes de palo,
las casas como novias,
todas vestidas de blanco.
Esta noche huele a tierra,
a jazmines, a geranios,
a rosas, a primavera
y a humo de incensario.
¿Dónde estás resucitado?
En la lluvia y en la flor,
en el gozo y en la pena,
en el beso del amor,
en la noche de la espera,
en el alba de la vida,
en la cruz de cada día,
en el sueño que no sueña,
en el hombre que me busca
y también el que se aleja,
en la muerte que se acerca,
y en la luz de la otra orilla
con el alma en flor despierta.
¿Que donde estoy me preguntas?
Vivo y camino en la tierra,
al partir de nuevo el pan
descubrirás mi presencia.
Aún recuerdo con gozo,
mis aventuras de chiquillo,
donde tenía cerca de casa,
a este que hoy es mi Cristo.
He crecido ante sus plantas,
y me he sentido bendecido,
por ser yo de esta manera,
y él también serlo conmigo.
Ay, Padul de mis amores,
cuanto llevamos recorrido,
qué bonito legado
le estamos dejando a nuestros hijos.
Semana Santa de Padul
¡que es suficiente y bastante¡
sin necesidad de parecerse a nadie,
basta con encontrarte en cada paso,
en cada imagen…
¡MENOS PASO QUIERO!
¡Y qué decirte Padul!
Bien ha merecido la espera
con ese poderío en cada chicotá eterna.
Reino de costales,
levantás en las trabajaderas,
al compás de un racheo
con el izquierdo por bandera.
Sentimientos encontrados,
entre el cielo y la tierra,
bulerías acompasadas,
con tintineos de fuerza materna,
compases de melodía,
recuerdos al cielo
donde se alza un lamento.
Jesús nos ha regalado
la belleza de lo eterno,
pero hoy aquí me faltan
más de unos cuantos Paduleños...
Los que a mí me hicieron amarte,
con locura y sentimiento,
que yo sé que fueron reclamados
para ser tus pies en el cielo,
pero no te niego, Padre,
que aquí los echo de menos.
Desnúdense los montes,
del duro y triste hielo
y vístase ya el cielo
del más varío color.
Este es el tiempo divino,
el tiempo del amor.
Donde llevaré siempre
a mi familia por bandera,
allá por donde Dios quiera…
Y mis dos luceros del alba
llenarán de luz esta primavera,
dando compases conmigo…
mi sangre será heredera
del compás y la trabajadera.
Con su madre vigorosa,
compañera de mil verdades,
madre silenciosa,
inmensa ante las dificultades,
la más bonita de las rosas
donde no existen las vanidades.
Ella es pluma de pregón,
capitana de mi emoción,
compañera poderosa
digna victoriosa del lienzo de mi amor.
Tú eres María,
Tú eres Jesús y eres esposa.
Y yo te pido Padul
que huelas como los nardos
como los lirios e inciensos,
que te vistas con encajes,
con terciopelos bordados,
y que renueves tu fervor,
que engalanes tus balcones,
saques a pasear tus recuerdos
y que vivas esta semana,
con el más puro de los sentimientos.
Acercaos hermanos paduleños
y vivid la Pasión de Cristo hecha vida.
¡Que Cristo está en nuestro pueblo!
Que salgan ya las cofradías,
las bandas, costaleros y las mantillas.
Sacad la túnica del padre o el abuelo.
Vivid estos días como si estuvieseis en el cielo.
Seamos amigos, hermanos, compañeros.
Hagamos vibrar a Padul con este sentimiento.
Llenemos de fervor nuestras calles,
hagamos el trabajo bien hecho.
Llevemos nuestra fe como estandarte
y hagámoslo eterno.
Semana Santa paduleña.
¿Qué más pudiera yo darte?
Orgulloso yo me siento,
de haber podido pregonarte.