Pregón pronunciado por Don Víctor Manuel Domínguez Cárdenas
16 de marzo de 2024
Centro Cultural Federico García Lorca
Paludem,
Aquí nací, y aquí quiero morir.
Donde hasta Abenziet, El Zagal, Boabdil y Juan de Austria, se enamoraron de ti.
Donde la Sultana Aixa, Reina de Granada, a su hijo Boabdil,
en su último suspiro al abandonar Granada, le hizo llorar aquí.
Donde desde una ventana de piedra, Sierra Nevada y el Manar,
reflejan en una laguna de espejos un lienzo que nadie ha sido aún capaz de pintar.
Donde está la puerta del Valle a un lado y la de Granada a otro,
siendo paso de pago de sultanas y de una vía Ibero-Romana.
Donde con sus tres naves y una torre, Santa María la Mayor,
a un pueblo vecino de un terremoto cobijó.
Donde dentro están las gracias, rezos y peticiones,
los llantos e ilusiones, las penas, alegrías y sin sabores,
los te quiero y los perdones, las promesas, plegarias y oraciones,
donde Cristo y su Madre nos esperan para abrirnos sus corazones.
Donde en una ermita, en una fría noche de enero,
un ejército que lucha por la paz,
calienta un pueblo entero,
para que no pase frío su jefe y patrón San Sebastián.
Donde hasta las fortalezas se convierten en palacios al descubrir tanta belleza.
Donde entre doce arcos de medio punto y cinco fuentes de agua,
suena música mientras se aprende a leer y la ropa se lava.
Donde de mayo a septiembre de flamencas se visten sus mujeres,
y en un sorbo de vino mosto, ya está aquí diciembre.
Donde Jesucristo aquí nunca muere,
porque sus cofradías y su gente hacen que viva eternamente.
Donde los años se cuentan por cuaresmas,
porque no hay una cuaresma al año, no,
aquí las cuaresmas duran un año.
Donde florece la primavera, entre un camino de cera,
potajes de garbanzos, bacalao y torticas de masa hechas en casa de la abuela.
Donde en una semana huele a incienso por donde pasas,
y Padul se viste con sus mejores galas.
Domingo de Ramos, domingo de palma, Victoria por Valle,
para vosotros es la tarde.
Viernes Santo, once cofradías representan la pasión,
¿Qué pueblo en el mundo nos gana en devoción?
¿Qué pueblo reza así en hermandad y en comunión?
¿Cómo te quiero tanto, Padul?
¿Dónde voy a querer morir que no sea en otro sitio que aquí, el pueblo en el que nací?
Reverendo Señor Don Carlos Fernández, párroco de nuestra Iglesia Santa María la Mayor.
Excelentísima Señora alcaldesa Doña Celia Villena y autoridades locales.
Señor presidente y miembros de la Junta de la Federación de Cofradías y Hermandades de Padul.
Hermanos y Hermanas Mayores de cada una de las cofradías y hermandades de Padul.
Para empezar, me gustaría agradecer las palabras tan bonitas de mi amigo David, pregonero del año pasado. Ni yo podría haberlas dicho tan bonitas de mí. El cariño es mutuo.
Agradecer a la Federación de Cofradías y Hermandades por apostar por mí, para ser el afortunado de pregonar nuestra querida Semana Santa.
También agradecer a mi banda, la banda “San Sebastián” y a su director, por ponerse a mi disposición desde que supieron que era el pregonero, para todo cuanto les he pedido.
Y agradecer, como no, a mi familia, a mis padres, los que me han inculcado esta pasión tan bonita y este amor por nuestra Semana Santa, y a mi hermano, con quién disfruto de esa pasión cogidos de la mano. A mi cofradía por estar siempre apoyándome y ayudándome en todo y enseñarme el verdadero significado de la palabra “hermandad”. A mis ecerianos, a mis amigos y a todos los presentes por venir.
Muchas gracias.
Semana santa ¿Semana? ¿Sólo una semana? Yo diría año santo, si no que le pregunten a cualquier persona de la Junta de mi cofradía… Una semana tras otra, detrás de la cofradía.
Para muchos de nosotros, la semana más bonita del año.
La semana más deseada, la semana que nos cuesta tanto soltar cada día que pasa…
La que nunca queremos que acabe, la que nunca queremos que se vaya.
Una semana que es mágica. Se viven tantas emociones…
Una semana de fe, rezos, oraciones,
hermandad, sentimientos, abrazos y besos,
silencio, respeto, amor, recuerdos y momentos,…
Una semana que nos acerca un poquito más a Dios, a Jesucristo y a su Madre.
Una semana que hasta el que no es creyente,
algo por dentro estoy seguro que siente.
Una semana, que yo la voy a ampliar un poquito más,
porque desde que le veo la espalda a Baltasar,
en la cruz de guía no dejo de pensar.
Miércoles de ceniza, huele a incienso y a torticas.
Empiezan los ensayos de las cofradías.
Ese pasear por las calles, escuchar una marcha,
e ir en busca de esa parihuela que está ensayando en la calle…
Esos tambores romanos que suenan todos los días,
haga frío, llueva, truene, caiga nieve o diluvie.
Tantas tardes y noches en la casa de hermandad,
De limpiezas, preparativos, de tertulias hasta las tantas de la madrugá.
De amigos, de familia, … Si, de una familia que nace alrededor de una cofradía, por el amor a unos titulares.
Eso, eso para mí es una hermandad.
Desde que tengo uso de razón, recuerdo estar al lado de mi Cristo, el de la “Flagelación”.
En una mano el pipote y en la otra la pata del paso, imitando a todos los costaleros que iban dentro, soñando con algún día, ser uno más de ellos, poder ayudarlos y ser los pies del Señor. Aunque yo pensaba que desde fuera ayudaba,
porque los pies me dolían como si kilos también yo llevara.
También me dolieron muchos años tocando con las bandas,
detrás de muchas cofradías en distintos lugares de Andalucía, tantas y tantas horas…
¿Qué sería de una cofradía sin las bandas y agrupaciones?
Cuidémoslas, porque ellas también forman parte de la hermandad,
y tocando, es su forma de rezar.
Al tiempo volví a lo que, desde chico, siempre soñé,
costalero del Señor, para sus pies, poder ser.
¿Qué es ser costalero? Son tantas cosas…
Ser costalero es ser hermano, amigo y compañero.
Es ayudar cuando al lado no pueden más, es compartir y disfrutar.
Son esas mariposas en la barriga antes de cada ensayo,
de cada día señalado en el calendario, del día que llevas un año esperando.
Es ponerte zapatillas, faja y costal,
un beso a los tuyos antes de un padre nuestro rezar.
Es ponerte en el palo y saber que el llamador va a sonar,
es eso que recorre tu cuerpo antes de cada levantá.
Es tener el privilegio de acercar a Cristo a la gente que en la calle está esperando a verlo pasar, rezarle, pedirle y las gracias poderle dar.
Es intentar que la fe, crezca un poquito más.
Es todo eso y mucho más, que sinceramente, no puedo explicar.
Ya queda nada, una semana para la víspera del Domingo de Ramos,
La noche más bonita del año.
Para mí, mi noche de reyes, la noche en la que todos los años,
la luna de Nisán, me sigue enamorando.
¡Despierta Padul!
El sol brilla hoy más que ningún día, empieza tu semana,
la más querida, la más anhelada.
Pide la venia cofrade, que las hermandades quieren salir a la calle.
Y vamos a enseñarle al mundo, que nuestra Semana, no hay quien la iguale.
Tres veces te negó San Pedro,
las mismas que a ti te hicieron.
Bendita gubia la de Cornejo,
que te convirtió en Rey de tu pueblo.
Hace sólo dos años que llegaste,
pero para siempre, tú viniste a quedarte.
El corazón de todo quien te vio, enamoraste,
y del mío, una parte me robaste,
el día que, a tú a mí, por primera vez, me miraste.
Cuatro ángeles juegan en la buega,
sorteando los balcones y las rejas,
para que el blindado de plata nunca se detenga,
sí, ése, el que lleva una palmera por bandera.
Y en él, montado en un pollino,
entre palmas y ramas de olivo,
por el camino que le abren sus hebreíllos,
repartiendo amor y victoria, va, mi Cristo.
En Getsemaní, Jesús ha orado,
al pie de un olivo, un pacto se ha sellado,
un camino trazado,
en un huerto, el destino se ha revelado.
Ni mayordomos, ni Gudaris,
ni cien mantillas, ni tampoco ese ángel,
Nadie ha sido capaz de salvarte.
¡Que no se haga mi voluntad, Padre!
Porque de ese cáliz, yo tampoco soy capaz de librarte.
¿Cómo pudo mirarte a la cara, quien a una columna a ti te atara?
Y ordenó que te flagelaran,
a unos sayones que yo creo que no sabían a quién pegaban.
Esos azotes, en el pretorio retumbaban,
cuarenta menos uno, en tu espalda te marcaban.
Cada herida, cada surco en la piel, un mensaje de perdón significaba.
¡Malditos seáis Pilón y Gabiarras!
Desde que recuerdo, a tu lado, tus pies soñaba ser.
¿Qué te cuento que no sepas? Si me has visto nacer y crecer.
Ojalá Navas Parejo te volviera a hacer,
que mi corazón le daría para que, dentro de ti, lo pudiera poner,
y así aliviar esa pena, que nunca mereciste tener,
pues mi corazón es tuyo, Padre ¿Tanto te puedo querer?
¡Calle Horno, por favor, silencio!
Que pasa con la cruz a cuestas, el Nazareno.
Abrid paso, que la Verónica quiere limpiarle la cara con su paño.
Avanza el de “morao”, por un camino de tierra y romero,
y a cada paso que da, se estremece mi cuerpo.
Él no necesita a Simón “el cirineo”,
porque dos ángeles le ayudan desde el cielo,
Jorge y Paco, no dejéis que le pese la cruz a mi Nazareno.
¿Cuánto pesa esa cruz, Padre?
El peso de cada plegaria, oración, petición de toda la humanidad,
con todo ello cargas y aún tu mirada, es limpia y sin maldad.
Tres veces caerás, tres veces te levantarán,
tus cirineas, tus niñas, en tu camino al Calvario de la Santísima Trinidad.
Ellas a tu lado, siempre estarán,
y por mil veces que caigas más, mil veces te levantarán.
En una cruz de madera te han clavado,
¡Malditos sean los que te han herido tus benditos pies y manos!
Y tú sólo piensas en perdonarlos,
si supieran a quién están crucificando…
Hora Nona, no puede más tu cuerpo,
el Calvario, testigo de amor eterno,
se estremece y llora el cielo en tu último aliento.
Despierta la primavera al paso de un carro,
Patrona de un pueblo donde tú decidiste pararlo.
Refugio y consuelo encuentro bajo tu manto,
y un abrazo, siempre en tu regazo.
En tus manos nació, y a tus manos ha vuelto,
un puñal atraviesa tu cuerpo cuando abrazas a tu hijo muerto.
No llores Madre, tu hijo aquí, nunca va a estar muerto,
en tus brazos sostienes, la esperanza de tu pueblo.
Por Tres Cruces, lanzas y tambores van sonando,
la Centuria Romana a Cristo muerto está escoltando,
cuatro Nicodemus en sus manos lo van portando,
y las “Tres Marías” en su descendimiento, lo están acompañando.
Ahí va, en su Sepulcro de caoba,
con sus doce apóstoles en las hornacinas que lo escoltan.
Todo ha quedado en silencio,
las calles se han vestido de negro,
y a su paso llora el pueblo entero,
descansa el Redentor, en un profundo sueño.
San Juan, la hermandad de los pobres decían.
¿Pobres de qué? Porque de corazón no sería.
Ahí tienes a tu madre, le dijo el Mesías,
discípulo amado del hijo de María,
que a su lado estuvo hasta el fin de sus días,
juventud mensajera de luz divina,
su amigo, San Juan Evangelista.
“Ahí tienes a tu hijo, Madre”
A los pies de la cruz, con San Juan está la Soledad,
con su terno de terciopelo negro que las monjas de Santo Domingo le quisieron bordar.
Llena de amargura y tristeza bajo palio vas,
mi Virgen de los Dolores, no llores más,
que me ahoga la pena al verte pasar.
Sola va la de Pechín en su calvario,
sin más ornamentos que tres clavos y un sudario.
La sangre de Cristo, por ti ha derramado,
y eres victoria sobre la muerte y el pecado.
No eres final, sino principio del camino,
de vida eterna, esperanza y amor divino,
y en símbolo del Cristianismo, tú, te has convertido.
Al tercer día se ha cumplido la profecía,
la tumba, está vacía,
la muerte, ha sido vencida.
¡Júas! Gritan los niños por la calle abajo,
mantillas blancas y estandartes le abren paso,
¡Aleluya!, que ahí viene Cristo Resucitado.
Perdónenme ustedes, pero con ella, yo muero.
Eres cuando lloro, mi consuelo,
cuando necesito, mi consejo,
y la esperanza cuando la pierdo.
La canción que siempre tarareo,
y mi oasis en medio del desierto.
Eres el emotivo verso de mi poesía,
la nota perfecta de mi sinfonía.
en la distancia, mi cercanía,
en la tristeza, mi alegría,
y en la soledad, mi compañía.
Cuando dudo, mi certeza,
y mi refugio en la tormenta.
Eres mi tesoro más preciado,
la inspiración de mis sueños.
En el dolor, eres mi alivio,
y en la despedida, mi recuerdo más querido.
En la enfermedad, eres mi cura,
y cuando me pierdo, mi brújula.
Eres la confidente que siempre me escucha sin juzgar,
el faro que me guía en medio de la oscuridad,
y eres mi sueño, hecho realidad.
Eres la rosa más bonita bajo palio,
la Reina de tu Domingo de Ramos.
Mi amor secreto, tú eres,
amiga, madre y confidente.
La de la mirada esmeralda y los ojos verdes.
¡Qué suerte la mía de tenerte!
Y ojalá nunca, ninguna a mi lado me falte,
ni mi abuelita, ni mi madre,
Ni tú, ¡mi Virgen del Valle!
Tres toques de llamador
¡Vamos a la calle, que esto ya va a comenzar!
¡Los cuatro zancos en el suelo y fuerte arriba, sin coger ventaja en la levantá!
No ponerse en el palo y escuchadme un segundo antes de empezar.
Esta levantá…
Va por las cofradías,
y por toda su gente que trabaja por ellas cada día.
Y va por los nazarenos,
que bajo un capirote, su penitencia llevan por dentro y en silencio.
Y va por los vestidores y priostes, que trabajan horas sin descanso
para que sus titulares estén aún más bonitos ese día en su paso.
Y va por los hebreíllos, los pipoteros y los monaguillos.
Que aún no lo saben porque son muy chicos,
pero ya tienen éste bendito veneno en sus venas metido.
Y va por los acólitos,
que impregnan de olor a incienso las calles,
e iluminan el camino con sus ciriales.
Y va por los capataces y contraguías,
que son los ojos de los costaleros y sus vigías.
Y va por las mantillas,
que acompañan a su madre, la arropan y la cuidan.
Y va por los costaleros,
los pateros, los fijaores, las corrientes y los costeros.
Porque ellos son los pies de la fe que recorre el pueblo entero.
Y va por nuestras familias, por nuestros padres y nuestros abuelos,
porque la Semana Santa que tenemos es la herencia de sus sueños,
que con trabajo e ilusión han ido construyendo.
Y va por nosotros, para ese sueño, que ahora también es nuestro, sigamos construyendo.
Y este amor a Dios y a nuestra Semana Santa,
sea el legado más bonito que le dejemos a nuestros pequeños.
Y va por mi pueblo, Padul y los paduleños.
Ejemplo de hermandad, amor y fe, que no hay en ningún otro pueblo.
Y yo, cofrade y paduleño, mi corazón os he abierto,
porque he tenido la suerte de nuestra bendita Semana, ser su humilde pregonero.
¡Oído, que ya ha salido la Cruz de Guía!
¡Ya está puesta en la calle la cofradía!