XI
Pregón de la Hermandad de Culto y Procesión
de Jesús Nazareno del Perdón y María
Santísima de Nueva Esperanza (Málaga)
Pregonero Don Carlos Luís Martínez Domínguez
Salón de Actos de UNICAJA
Málaga, 12 de febrero de 2005
Se alegra mi espíritu
en Dios mi Salvador
Quiero ayudarte, Señor,
ser Cirineo,
tomar mi cruz y unido a tu amargura,
llegar hasta el Calvario en mi locura
y ser por Ti ladrón, indeseado reo.
Quiero robarle tiempo a mi deseo
para limpiar de espinas tu andadura
y sentir traspasar mi encarnadura
del tristísimo dolor con que te veo.
Repara en mi dolor, sufro por verte
y el llanto de tu Madre me entristece
como un fuego que quema mi garganta,
no me hagas sufrir hasta la muerte
pues sigo junto a ti cuando amanece
y tu dolor mi corazón espanta.
Rvdo. Sr. Director Espiritual; Dignísimas
Autoridades; Sr. Presidente de la Agrupación de Cofradías
de Semana Santa de Málaga; Sr. Hermano Mayor y Junta
de Gobierno de la Hermandad de Culto y Procesión
de Jesús Nazareno del Perdón y María
Santísima de Nueva Esperanza; Sres. Hermanos Mayores
y Representantes de Archicofradías, Cofradías
y Hermandades; Sr. Presidente y miembros de la Agrupación
de Hermandades de Gloria; Medios de Comunicación;
Cofrades; Amigos; Señoras; Señores.
Llegó la hora. Ante este Senado,
me presento abrumado por el sentido de la responsabilidad;
pues he sido convocado para exaltar y pregonar los valores
de nuestra Cofradía en ésta su próxima
Salida Procesional según la tradición y costumbre.
A la Hermandad de Culto y Procesión
de Jesús Nazareno del Perdón y María
Santísima de Nueva Esperanza mi Agradecimiento por
el Honor Dignidad y Responsabilidad que me concede de Pregonar
precisamente la Salida Procesional del presente año
y a ti Jorge, Gracias por estas cariñosas palabras.
Gracias desde lo más profundo de mi corazón
por el Amor y magnífica presentación sobrepasando
a veces los límites de la Objetividad.
Ante la duda de que exista un gran distanciamiento
entre lo que se diga y oiga y que el verdadero sentido no
pueda llegar al destino pretendido, me confío al
amparo divino para que guíe y aliente mis palabras,
y que desde esta garganta que ya empieza a emocionarse,
sea la voz de una Cofradía, de un Barrio, y que su
nombre cual paloma mensajera vuele por el cielo de esta
tarde-noche malagueña anunciando que Nueva Málaga
y sus gentes son Cofrades.
De nuevo saldrás a la calle,
coronado de espinas y de ofensas,
bajo un cielo de nubes indefensas
procurando que tu imagen no desmaye.
Con un cíngulo dorado sobre el talle
Tu barriada te ofrece sus dispensas,
por llevarte reciben recompensas,
intentando su armonía con detalle.
Como rey de otro mundo no terreno
dicta normas su muerte en Galilea
y es amor su mandato necesario.
Bajo el peso y dolor va el Nazareno,
Verónica la tarde y cirinea,
por caminos de angustia hacia el Calvario
La primavera está por llegar y con
ella la llamada de un nuevo acontecer que se repite cada
año y que nos hace comprender que la vida es un puro
milagro.
El aire, la luz, el sol; piezas claves de
nuestra ciudad y de nuestra Semana Mayor.
Nuestro aire, por el que navegan arenas infinitas de azahar
y notas musicales con el más puro sabor añejo
cofrade.
Luz que nos hace pensar que nuestras calles
están hechas para que el sol las inunde, para que
el visitante las saboree y para que por ella pasen nuestras
Cofradías con sus Tronos y los Nazarenos.
Nuestro sol, fuente de inspiración
de Picasso se centra en torno a la Plaza de la Merced cuna
histórica de ancestrales cofradías.
Hace ya veintinueve años, se escribió,
quizás sin tener exacto conocimiento de que iba a
ser así; posiblemente incluso sin pretenderlo expresamente;
una de las grandes páginas en la historia de nuestras
celebraciones penitenciales; pues un reducido grupo de malagueños
hizo gala de su preocupación por la Semana Santa
de Málaga fundando lo que más tarde se denominaría
la Hermandad de Culto y Procesión de Jesús
Nazareno del Perdón y María Santísima
de Nueva Esperanza.
Hermandad que estaba llamada a ser, aunque
ellos ni siquiera lo soñaran, una de las cofradías
señeras de la capital.
Porque no había nacido una Hermandad
cualquiera, sino una Hermandad que estaba llamada a revolucionar
el sentir y el hacer del mundo cofrade, lo mismo en cuanto
se refiere al estilo de sus estaciones de penitencia, la
duración de la misma y el amplio recorrido como en
lo relacionado con la manera de vivir el resto del año.
No faltaron los inconvenientes para su integración
en la Agrupación de Cofradías de Semana Santa
de Málaga y como era lógico esperar tampoco
las carencias. Pero entre la generosidad de algunos buenos
hermanos y la constancia y animosidad de los propios promotores,
lo que en principio fue un ilusionante proyecto cuajó
en hermosísima realidad, hasta el punto de que el
próximo año, celebraremos el trigésimo
aniversario fundacional de aquella valiente decisión,
y lo hacemos con la satisfacción enorme satisfacción,
no ya de haber cubierto con creces los objetivos inicialmente
propuestos, sino de tener por delante un futuro esplendoroso
y haber contribuido, todo un orgullo, a fortalecer y consolidar
la Semana Santa de nuestra ciudad.
Cristo es la Razón y la Esencia de la Semana Santa.
Se hizo igual a nosotros para Padecer y Redimirnos del Pecado
y en la barriada de Nueva Málaga, se vive la dimensión
humana siendo como un clavel grana que se desborda, que
se sale del ramo a borbotones, que desgrana su pasión,
entre sus dos titulares, el Nazareno del Perdón y
la Señora de Nueva Esperanza.
Barrio y cofradía son inseparables. Nueva Málaga
tiene su Cristo y su Virgen, a quienes implorar Protección.
Ahí está la fuerza de la Iglesia. Ésa
que viene cada Martes Santo desde la Parroquia de Santa
Ana y San Joaquín, con una cofradía que se
ha ganado un sitio por méritos propios en la Semana
Santa de Málaga, por su compostura, su buen hacer
y buen gusto.
Málaga se ha preparado para el encuentro. Ha esperado
un año entero sintiendo en cofrade. Ha soñado
en sus adentros, con la Semana más grande de su vida.
La que le ofrece la Salvación en cada adoquín
de sus calles y aceras.
Y Málaga se ha igualado en la penitencia. Nuestro
Dios Supremo se ha hecho Mayordomo con mayúsculas,
de un Barrio hecho Trono, que ha querido meterse, bajo los
varales de la vida.
Nueva Málaga tiene en esta Cofradía su más
especial expresión.
Expresión de Fe, de trabajo, de constancia, de sufrimiento,
de saber hacer, y encontrando para satisfacción propia
el reconocimiento de la Málaga Cofrade. Una Málaga
que admira las cosas bien hechas, y que desde el primer
momento respeta, admira y proclama que la Hermandad de Culto
y Procesión de Jesús Nazareno del Perdón
y María Santísima de Nueva Esperanza se encuentra
en el Camino Correcto.
Por eso, esta Cofradía es un horizonte y una esperanza
de vida cofrade..... es una Nueva Esperanza.
Cada calle de Málaga es como una
arteria de Jerusalén, como un afluente del Jordán,
como un depósito del lago Tiberíades, como
un risco del Tabor o una prolongación de Emaús.
El libro de Reglas es como un apéndice
del Evangelio, y el Evangelio se explica en cada Trono,,,,,
En los Tronos de Jesús Nazareno del Perdón
y en el de María Santísima de Nueva Esperanza.
El escenario lo pone Málaga. Por
eso este Barrio de Nueva Málaga tiene en su Hermandad
de Culto y Procesión, la manufactura fragmentada
del cuerpo místico de la Pasión que se pone
en la calle cada primavera y más concretamente el
Martes Santo.
Cuando decimos que Málaga en Semana
Santa es como una nueva Jerusalén, más que
un lugar común, es una certeza, porque no hay otro
lugar del mapa que recree como Málaga una realidad
histórica y religiosa con tanta aproximación
al modelo.
Málaga, cuna histórica de
culturas fenicia, griega, cartaginesa, romana, árabe
y cristiana es, por su pasado y por su forma de ser y de
sentir, el escenario perfecto de la Pasión. Una Pasión,
Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo
que se vive con inigualable intensidad, año a año,
día a día y minuto a minuto.
El dédalo urbano de nuestras Cofradías
y Hermandades, con sus puntos de encuentro y desencuentro,
contribuye a enmarcar las procesiones sobre una superficie
que ofrece márgenes, perfiles y surcos para la idealización,
la sugerencia y el efluvio de un secreto hontanar de raíces
donde la contemporaneidad se hermana con los ancestros.
Los recorridos penitenciales se desarrollan
en un heterogéneo muestrario recorrido en dónde
tienen cabida las avenidas, las callejas, los puentes, el
Centro histórico aunque la mayor parte del recorrido
se acerque a la zona en donde estuvo la muralla fenicia
y árabe: la Málaga que reconquistaran y cristianizaran
Isabel y Fernando.
Como Jesucristo es el Señor del Tiempo,
la Semana Santa nos devuelve los años mejores de
nuestra vida, en una nueva recreación de los sentidos.
Los olores, los sabores, las visiones, los
sonidos, las táctiles recurrencias se conjuntan en
el espacio idóneo y en la atmósfera propicia.
Y ante el recorrido penitencial más
largo -el de la Hermandad de Nueva Esperanza- se descubre
la diafanidad de la distancia, porque es la lejanía
la que presta encanto a la contemplación. Contemplación
que nos lleva a la teología ante Jesús Nazareno
del Perdón, que desde una severa perspectiva que
no causa desabrimiento ofrece la más augusta imagen
de la serenidad y sufrimiento; un Cristo que desde su trono
nos devuelve la fuerza que el alma infunde al cuerpo.
A partir de ese momento, el barrio de Nueva
Málaga se abrirá, como una radiante rosa de
los vientos, transformándose por completo para vivir
y celebrar su mejor día.
Un martes Santo de contrastes entre la noche
y el día; del color; de las flores; del incienso;
de los penitentes; de las mantillas; de los hombres de trono;
de las plegarias; de las promesas; del arte; de la música...
Tiene la tarde un brillo
que se me antoja especial;
brillo de Perdón y Esperanza;
brillo de amor y perdón,
un brillo de Aurora blanca.
Y también tiene un olor
que diferente la vuelve;
olor a cera y albahaca,
olor a clavel temprano,
rosa, jazmín y arrayán.
Un color tiene la tarde
que la hace inolvidable;
color de sol y mantillas,
de túnicas y capillos,
de saya y bambalinas.
Olor, brillo y color
en tarde de Martes Santo,
cuando Málaga se adorna
por ver pasar
al Nazareno del Perdón
y a la Señora de Nueva Esperanza.
Nazareno del Perdón y Virgen de Nueva
Esperanza, dos nombres que suenan rotundos, profundos, malagueños
y cofrades. Cristianos y marianos, capaces de levantar pasiones,
desatar llamas de amor y despertarnos los sentidos más
íntimos, las sensaciones más excitantes, los
“quejaos” más hirientes de una saeta
lanzada al fresco aliento de la noche del Martes Santo.
Y ya con un cirio entre las manos, señal
inequívoca de una madurez dentro de la Hermandad
y de la propia vida, este nazareno comienza su particular
estación de penitencia, a través de la cual
gusta meditar sobre las principales escenas de la Pasión,
dedicando unas palabras de consuelo a María, representada
por las imágenes de ese rosario de advocaciones con
que la ciudad la venera.
Con tu Amparo y Dulce Nombre, por la Concepción
de María y la Madre del Patrocinio, en tu Merced
y Gran Perdón,,,,, devuélvenos la Salud.
Señora de los Dolores, en tu amor
Doloroso y Dolor en tu Soledad, llamándote María
de la O, imprégnanos de Gracia y Esperanza por tu
Santísima Trinidad.
María Santísima de las Penas,
en tu advocación del Rosario te conviertes en Estrella
y como Rocío de la mañana revístenos
de tu Gracia.
María Santísima de los Dolores en tu Mayor
Dolor con Lágrimas y Favores vuela cual Paloma en
post del Amor para ser nuestra Consolación y Lágrimas.
Señora de la Soledad llena estás de Amargura,
concédenos la Paz y por el Gran Poder que te concedió
tu Hijo, el Traspaso de tu Soledad a través de la
Esperanza seas nuestro Amparo y Misericordia.
Con Dolor y Soledad trajiste al mundo a tu Hijo y en tu
sudario lo vistes lleno de Fe y Consuelo. Tu vida esta llena
de Piedad y Caridad. Angustias pasaste en el Monte Calvario.
La Vida y la Resurrección ha triunfado sobre la Muerte
y la Oscuridad y... Por eso, eres la Reina de los Cielos
y la Madre de Nueva Esperanza.
Esta especial meditación podemos
traducirla en una letanía pasional y callejera que
comienza nada más pisar la puerta de la Parroquia
de Santa Ana y San Joaquín comienzo de la estación
de penitencia, y donde la cofradía adquiere su mayor
dimensión.
Benditos los pobres en el espíritu. Los que aprenden
de su Trabajo y su Paciencia, de su Humildad, y le siguen
hasta la frialdad cadavérica del Sepulcro.
Benditos los que comparten su Amor, en la soledad del Huerto
de los Olivos, en su dolorosa Agonía, en el instante
supremo de su Expiración.
Benditos los mansos y humildes de corazón, los que
aceptan la Sentencia injusta, los que son Humillados, los
que se ofrecen como Rescate, convirtiendo en Buena hasta
su propia Muerte.
Benditos los que tienen hambre de la perfección,
en lo sencillo y en lo sublime, los que admiran el misticismo
de la Última Cena, la gracia de la Esperanza, el
dolor de los Azotes y la gloria de la Resurrección.
Benditos los Misericordiosos, porque en Él buscan
y en Él encuentran Redención, Misericordia
y Perdón.
Benditos los limpios de corazón, los que tienen la
mirada cristalina de Jesús entrando en Jerusalén,
de Jesús en su Soledad , y de Jesús Nazareno
perdonando y liberando al reo.
Benditos los que luchan por la paz, ataviados con la blanca
túnica de la inocencia de un Jesús Cautivo,
de su Entrega por Amor, con la blanca pureza del sudario
en su Descendimiento y con el resplandor de Cristo Resucitado.
Benditos, los Cristos anónimos
e inocentes, tantos y tantos, que yacen cada día
en el regazo amoroso de la Reina de los Cielos.
Bendita Málaga entera, porque al llegar Semana Santa,
¡Cristo vive en nuestras
calles,
pasa por nuestras calles
y nuestras calles se postran
ante su gran Misterio!
La ciudad, desde Nueva Málaga a
la Alameda, desde el Marqués de Larios a la Catedral,
desde el Biznaguero a Mármoles, estará esperando
a la Cofradía de Nueva Málaga. Nada ni nadie,
permaneceremos indiferentes pues somos leales depositarios
de un legado inmemorial, consistente en mostrar la fe de
todo un pueblo, que no siente reparos ni complejos en exteriorizar,
públicamente, sus creencias religiosas.
El cortejo bajará desde su barrio y paseará
por la ciudad, junto a sus imágenes amadas. La Virgen
guapa transportará en su Trono todas las cualidades
de su entorno: el Aire de Nueva Málaga que soltará
en Martínez Maldonado cuando salude al Señor
de los Milagros y a la Señora de Zamarrilla. La nobleza
de sus gentes cuando pase por el Puente y Rampa de la Aurora
y pasee junto a María Santísima de las Penas.
El aroma de los jardines de Gamarra por la plaza de Arriola
cuando le Canten las Hermanitas de la Cruz. Y el frescor
de su juventud que impregnará el ambiente del Recorrido
Oficial para que un lucero caiga del cielo, y depositándose
en su manto ilumine todo el recorrido por donde quiera Ella
que pase.
La Virgen de Nueva Esperanza viene, pero
nunca pasa. Es ala azul, viento fino, caricia de sierra
blanca agua de escondida fuente, latir de alegría
cansada, compás que sólo se empieza y canción
que nunca acaba.
Madre de Nueva Esperanza casi silencio y palabra, medio
ilusión y tristeza, casi noche y casi alba, medio
madre y medio novia, casi amiga y casi hermana. es un corazón
desnudo que en el aire se derrama.
Bajando la Rampa de la Aurora, se produce
el efecto del presente y del futuro. En paralelo, por el
Muro de Puerta Nueva camina lentamente el Cristo de la Agonía
como preludio de la culminación del drama. El redoble
de los tambores anuncia que el Guión de esta obra
se esta cumpliendo a la perfección. A la Pasión
de Jesús del Perdón, le seguirá la
Muerte con Agonía. Sin embargo al contemplar la soberbia
imagen de Juan Manuel García Palomo, la de Nuestro
Jesús Nazareno del Perdón, observo que su
expresión no muestra a un Jesús ni roto ni
hundido, todo lo contrario, es la exhibición de la
fortaleza y el vigor de todo un Dios hecho hombre, en el
deseo de llevar a cabo su obra redentora.
¡Un respeto!, que está llegando la Cofradía
más lejana. La más lejana de los barrios de
Málaga, porque la ciudad ya estaba saturada. Nacida
más allá del río y más allá
de calle Mármoles... Nueva Málaga, y que es
la que hoy aquí nos congrega.
¡Un respeto!, que está llegando la Cofradía
más lejana. La más lejana de los barrios de
Málaga, porque la ciudad ya estaba saturada. Nacida
más allá del río y más allá
de calle Mármoles: Nueva Málaga que es la
que hoy aquí nos congrega.
Una alegría rara, especial, muy malagueña
porque nos va hacer llorar.
¿Se puede llorar de alegría
viendo al Señor del Perdón
y a la Señora de Nueva Esperanza?
Escúchame bien: si no lo
has hecho, háztelo mirar.
Es un sentimiento confuso donde la emoción
se nos escapa en una inteligible multiplicidad de sensaciones
que tiene algo que ver con los niños vestidos de
fiesta, con el tío de los globos, los limones “cascaruos”,
los chupetes de caramelo, la manzana endulzada, con el viejo
amigo de la infancia reencontrado en el mismo lugar de todos
los martes santos, con ese barrio volcado en las calles,
con ese, en fin, júbilo desbordante que nos contagia
para serenarnos y emocionarnos a la vez.
Una emoción en el pecho que te cierra la garganta,
tres golpes de martillo, ese sol que se levanta, y con sus
rayos intenta, despertar a quien descansa,
JESÚS DEL PERDÓN
ESTA YA EN LA CALLE
VA CAMINO DE MÁLAGA
Lo sabe su Mayordomo, el nazareno, la novia
y la mujer del hombre de Trono que sobre su hombro carga
y lo sabe su Barrio.
Lo está diciendo el cofrade y el penitente con el
cirio o la cruz a la espalda. Lo dice la Madre buena en
los surcos de su cara, la que trabaja a diario por los hijos
de su alma y que quiere ver muy cerca la Verdad de su Nueva
Esperanza...
Lo está diciendo el Mercado, la Plaza de Arriola,
y la calle Atarazanas.
Lo está diciendo el flamenco en la saeta que canta,
desgarro de fe en su pecho que le sale de la garganta, y
hasta se oye una nana, con compás de soleares y seguiriyas
gitanas.
Lo dicen todas sus gentes, acompasando sus almas, con la
fe que han aprendido en el sentir de sus familias y sus
casas...
Sabiendo todos ellos de la Gloria que muy pronto les aguarda
Por la calle Torregorda,
cuando sube hacia el Calvario,
la imagen del Nazareno
parece un lirio morado
que bajo el grueso madero
va doblegando su tallo
igual que se dobla el junco
por el viento castigado.
La blancura de los muros
lo va en sombras dibujando
a la luz de los faroles
con el Trono pasando.
Cada cirio es una llama
que lo va multiplicando
disminuyendo a veces
y otras agrandando.
Un perfume de claveles,
sobre el trono desmayado,
va convertido en suspiro
y sollozo entrecortado
que quiere hacerse saeta
para llenar el espacio
y embalsamar a los aires
con su canto perfumado.
¡ Qué lento va el Nazareno
en su subida al Calvario !
Va lo mismo que un suspiro
suspendido allá, en lo alto.
Tenue, cual leve brisa
que llega del mar cercano,
con un rumor marinero
que por el cielo va bogando
en la Málaga marinera
en un barco imaginario
hundiendo airoso la quilla
en los mares de su llanto.
La tarde ha quedado impregnada de aromas,
el incienso columna casi invisible que nos acerca al cielo,
deja prendida su esencia a nuestro alrededor. Es el peculiar
aroma, al igual que la dulzona esencia del clavel, con que
marcamos referencias de Semana Santa.
Llega el anochecer y con él los contrastes de clamor
y silencio, de silencio y clamor, en una sincopada alternancia
de emociones. En la Alameda, Larios, Granada, Plaza del
Carbón, Plaza del Siglo, Molina Larios, Plaza del
Obispo, el pueblo de Málaga va a tener reacciones
que sólo pueden explicarse y entenderse desde el
intrínseco ser del malagueño y del malagueñismo.
Y Málaga, ante lo más evidente
y lo más arcano, lo lleva con paso corto, paso lento
y marinero con todo el peso de la humanidad doliente y enferma,
desde la corona de espinas que atraviesa la cabeza de Jesús
Nazareno del Perdón, hasta el talón gastado
por los besos. Es Dios encarnado, hecho hombre como nosotros,
con todas nuestras humanas miserias, excepto el pecado.
¡Cómo
nos duelen las Espinas de Su Corona!
Silencio total.. En el Silencio se oye mejor la voz de Dios.
Doblado por la Cruz que es muy
pesada,
por flagelos el cuerpo amoratado,
herido Tú por nuestro gran pecado
y de sangre la túnica manchada.
Eres centro de amor de la mirada
de aquellos que te creen abandonado
y contemplan tu rostro desolado
viendo tu cara de sudor bañada.
Yo quisiera Señor, que tus sudores
cuando al mirarte dejan mi alma rota,
y dentro de mi pecho un gran vacío,
que aquellos, por mi amor se hicieran flores
al derramar la lágrima que brota
de mis ojos cual gota de rocío
Cristo, Jesús Nazareno del Perdón
penetra en el corazón de la ciudad haciendo palpitar
nuestros corazones mostrando a propios y visitantes la gran
magnanimidad de una amarga historia al asumir voluntariamente
nuestras culpas y curar nuestras heridas al hacerse la voluntad
del Padre.
María Santísima de Nueva Esperanza
va explicando al Cielo con sus preciosos ojos, bañados
en los terciopelos verdes de su manto y su palio, e interroga
al Cielo con ojos misericordiosos, y pone la excepción,
guardándolo en el recato de su mirada, en la candelería,
encendida con la antorcha que alumbró el rostro del
Hijo traicionado en la oscuridad de Getsemaní y propaga
el resplandor de su Esperanza.
María Santísima
de Nueva Esperanza, intercede ante tu Amadísimo Hijo
en mis peticiones y concédenos a los presentes:
Amor para mis hermanos
Salud para los Enfermos
Ayuda ante las desgracias
Alegría para
los tristes y desvalidos
Ilusión para
los desencantados
Paz en los múltiples
lugares con conflictos
Y, Luz para seguir
el Camino marcado por tu Hijo
Tras la difícil curva, Jesús
Nazareno del Perdón desemboca en la Alameda Principal.
En el ambiente se percibe más que nunca el aroma
de nuestro Mar Mediterráneo que compone una sinfonía
de risas y llantos.
La arboleda de esta legendaria Avenida entreteje
con sus ramas un cielo verde hasta convertirlo en la prolongación
del Palio de la Madre de Nueva Esperanza como si de protección
para su Hijo se tratara.
La Señora, acelera el paso por calle
Torregorda quiere encontrarse con su Hijo, quiere verlo,
hablarle, preguntarle:
¿Qué has hecho para merecer
tanto dolor?
Llegó el momento esperado,,,, Cristo
y su Madre se encuentran frente a frente.
El ayer y el hoy sirven de Telón
de Fondo a estas benditas Imágenes.
Son las fachadas de la Puerta de Atarazanas
por un lado y la Iglesia de Stella Maris por el otro.
En medio, dos Tronos, dos Benditas Imágenes:
El Perdón que imparte Jesús Nazareno; imprescindible
para nuestra Redención y la Nueva Esperanza que ilumina
nuestro peregrinar.
Amargo ha sido el encuentro
de la Madre con el Hijo,
sus miradas se han clavado
en el pecho cual cuchillos.
Siente dolor en el alma,
gran pena en el corazón,
hay lágrimas en los ojos
del Hijo con gran dolor.
La mirada de la Madre
está rebosando amor.
¡Ay, Madre nuestra,
los ojos de tu dolor!
nos hacen llorar contigo
llevando toda tu pena,
tras la pasión de tu Hijo.
¡Ay, Carne la de tu carne...!
¡Ay, Pan de tus mismos trigos...!
¡Ay, Sangre la de tu sangre
en un cáliz hecho vino...!
El dolor de tus dolores
se hace dolor en tus hijos
Madre de Nueva Esperanza
Tú no estás sola
lloramos todos contigo.
Hoy Málaga es un rostro multicolor.
¿Sol o nubes?, que más da, es Martes Santo,
es: Una Nueva Esperanza para alcanzar el Perdón.
Más adelante D. Manuel Domingo Larios
y Larios, segundo Marqués de Larios, respetuosamente
y chistera en mano, saludará el paso de nuestros
Sagrados Titulares consciente del comienzo de una Penitencia
añadida.
Si no fuese suficiente Penitencia un itinerario
procesional de casi ocho kilómetros de recorrido
y 11 horas de duración, los hermanos de Jesús
Nazareno del Perdón e hijos de María Santísima
de Nueva Esperanza muestran su Amor haciendo más
dura su Penitencia.
Con mecida corta, elegante, leve, suave,
cadenciosa, y marinera haciendo una interpretación
ortodoxa y perfecta de la mecida de un Trono como sólo
en Málaga se sabe hacer; los hombres de Trono llevan
sobre sus hombros a Cristo y a su Madre majestuosamente
paseando por calle Larios, Tribuna y Granada como aquí
se llaman las cosas:
DEL TIRÓN
Por eso el Hombre de Trono está definido
como Hombre que ama a su Trono, a su Cofradía, a
sus Titulares. Que no acepta otro paso que el de la mecida.
Porque los Sagrados Titulares tienen que ir andando, andando
majestuosamente y quien pretenda Innovar u otra cosa SE
EQUIVOCA.
Jóvenes y veteranos Hombres de Trono hoy más
que nunca me siento identificado con vosotros. Os admiro
y al veros siento algo de nostalgia y envidia sana.
¡Quien pudiera estar a vuestro lado!
Treinta y cinco años consecutivos estuvo pegado mi
hombro al varal.
Quiero en este momento trasmitirle a mis palabras la misma
carga de ilusión, fuerza y esperanza con la que cada
año os entregáis al trabajo de llevar sobre
vuestros hombros a Jesús Nazareno del Perdón
y a María Santísima de Nueva Esperanza.
Quiero, con este retazo de mi pregón, mostraros a
todos y cada uno de vosotros, mi Respeto y Admiración
así como proclamar lo importantes y necesarios que
habéis sido, sois y seréis siempre.
Quiero, esta noche, ser vuestra voz. Quiero deciros a vosotros,
jóvenes y veteranos cofrades, que gracias a una inagotable
sucesión generacional, se ha conseguido mantener,
a lo largo de siglos esta Sagrada Tradición.
Que vosotros sois el relevo generacional
y que tenéis la Obligación de trasmitirla
a las generaciones venideras.
Vuestro es el Futuro de
Nuestra Semana Santa.
Aunque solo sea por eso por ir contigo esta
noche, yo quiero ser nazareno y acompañarte al lado
de tu cruz y tu silencio.
Por ver tus benditas manos abrazadas al madero, por pisar
donde tu pisas, por ablandar este suelo de una ciudad que
te espera por los postigos del sueño.
Por sentir la madrugada atravesando tu cuerpo, por iluminar
la sombra con la cera de mis rezos, por consumirme contigo
cuando la noche va cediendo y el rocío de la madrugada
va calando en tus huesos.
Por detenerme a la orilla de tu rostro descompuesto, por
quitar una a una las espinas que te hirieron, por ver tu
amor destruirse bajo el sol de nuestros cerros, por el llanto
de tu Madre Nueva Esperanza sin consuelo.
Nazareno del Perdón quiero ser tu hermano, tu amigo
y cirineo, llevando esta noche al hombro el dolor de nuestro
pueblo.
Por el hambre y la miseria, por la herida del enfermo, por
los que ignoran tu muerte, por los que no te siguieron.
Y por todos mis pecados, aunque se que no merezco ni caminar
a tu lado. ¡Aunque sólo sea por eso, por ir
contigo esta noche, yo quiero ser nazareno!
La música, la saeta, el rumor de la gente, el Itinerario
oficial quedan atrás como apagado eco de un tiempo
pasado. Avanza la procesión por la Plaza del Obispo,
Suena el golpe seco de la campana y el Trono se detiene.
Gesto de sufrimiento por nosotros en Jesús Nazareno,
abrazando la Cruz.
Silencio, ¡por Dios, silencio!
Que pasa el Nazareno
que lleva la cruz a cuestas
pidiendo clemencia al cielo.
Que se detenga la noche
y las estrellas se apaguen,
que todo el mundo le rece
cuando el Nazareno pase.
Y una saeta se oye
que rasga nuestro silencio
es porque Dios llora sangre
por boca del saetero.
Ha sido, Madre, un día de pétalos
y úlceras; bien lo sabes. Pero un paréntesis
parece abrirse cuando el último sol del Martes Santo
y tú os encontráis a esa hora en la que se
trazan luces largas sobre el entorno Catedralicio. Parece
encapotarse el cielo de palios de primavera, mientras que
a la calle le brotan capirotes verdes de dos en dos entre
arrullos de gorriones y carcajadas de palomas. Una campana
marca la mecida y 240 de corazones palpitan bajo tus varales.
Vas derramando Nueva Esperanza como quien siembra ese trigo
que se peina con los vientos del levante
El fresco y húmedo aire procedente
del puerto refresca nuestro rostro. Amenaza con apagar la
candelería, las campanadas del reloj de la Basílica
te saludan diciendo: Son las Diez en punto. “Dios
te salve Señora”, y de fondo el paso lento
y cadencioso de los hombres de trono al compás mágico
de la música malagueña.
Cada noche del Martes Santo, al mirarte,
comprendemos como llega de forma acariciante y sublime el
influjo de lo sagrado a nuestro lado.
Cientos y cientos de Malagueños se
verán sorprendidos por el regreso de esta Hermandad
aún con fuerzas para Saludar a las Cofradías
hermanas que acaban de comenzar su paso por el recorrido
Oficial.
De nuevo, la Alameda Principal será
testigo inequívoco de encuentros, saludos, cruces
y emociones.
La emoción estará a “flor
de piel”. Los rezos, se entremezclarán con
gritos y piropos. La música sonará como bálsamo
en los doloridos cuerpos y el malagueño vibrará
de nuevo con una creencia y tradición de más
de cinco siglos.
Llega el gran momento, el difícil,
el del retorno. Y es cuando verdaderamente se demuestra
la solidaridad de un Barrio acompañando a sus Sagrados
Titulares.
Por delante un largísimo itinerario:
La Avenida de Andalucía con sus Grandes Edificios
hacen pasillo de “Honor” y “Reverencia”
al paso de la Cofradía. Las tres gitanillas de la
fuente de la Glorieta de Manuel Alcántara con sus
abanicos se prestan solícitas a aliviar el sudor
de Jesús Nazareno del Perdón y al baile de
Bulerías y Seguirillas con sus trajes de volantes
alegran a la Madre de Nueva Esperanza.
A continuación Don Cristián,
y Peso de la Harina como preludio de la recta final.
Parece que no lo van a conseguir; pero los esforzados hombres
de trono siempre logran, a golpe de raza, que la Virgen
de Nueva Esperanza vuelva a sobrevolar sobre nuestros corazones,
en su increíble ascensión por la Calle Martínez
Maldonado.
La Madre de Nueva Málaga, desde sus orígenes,
es el mejor exponente de la perfecta simbiosis entre un
barrio, su cofradía y sus gentes.
En ese momento mágico, es cuando comprobamos la maestría
de su mayordomo que en un arranque de coraje golpea la campana
con un toque seco y el¡ARRIBA ESOS CUERPOS!infunde ánimos a los doloridos hombros de sus
hombres que como un resorte y al unísono, con el
orgullo propio de la raza malagueña enderezan sus
cuerpos y la mecen con dulzura.
Y mirando a la Señora, le damos gracias
por permitirnos llegar hasta allí un año más.
Llega para este Pregonero y cofrade malagueño
el momento más difícil de su intervención.
El de presentarme ante Él y ante Ella, y a sus plantas
tratar de sintetizar en pocas palabras este Pregón.
Como cualquier otro malagueño de
fe, puesto que sin ella, al menos para mí, no tendría
sentido alguno nuestra Semana Santa. Tan sólo he
pretendido anunciar a la ciudad, a través de la historia
o las vivencias de un simple cofrade. El por qué
y para qué de esta conmemoración de la Pasión,
Muerte y Resurrección de Cristo. De esta celebración
que el pueblo de Málaga, dotado de una finísima
sensibilidad y una alegría innata, convierte en fiesta,
al conocer de antemano el final de la historia.
De una historia que se sabe acaba bien,
con el triunfo de la vida sobre la muerte.
El triunfo de dos advocaciones indisolubles.
Jesús Nazareno del Perdón
y María Santísima de Nueva Esperanza.
De un Cristo que olvidando nuestras debilidades,
nuestras flaquezas, nuestros fracasos, nuestras negaciones,
y nuestros rencores va anunciando al mundo su Muerte y que
con la ternura de un Padre nos consuela anunciando la Redención
de nuestros Pecados y la Salvación Eterna proclamando
al mismo tiempo su inminente Resurrección y de una
Madre que junto al sufrimiento y sangre derramada por su
Hijo ha derramado su Alma gota a gota, viviendo muy cerca
de la luz pero en la noche de la Fe.
No quiero ver tu ánimo abatido,
sobreponte a la angustia que padeces,
por ser Madre y ser Santa, tú mereces
el cariño y amor más encendido.
En este Martes Santo doloroso
sientes tu corazón ya traspasado
por el dolor inmenso de la vida,
las lágrimas de tu llanto piadoso
quisiera yo enjugar con mi pasado
y sentir mi pena a la tuya unida.
Un Día de Amor, un pan
partido,
una copa de vino rebosante,
palabra de ternura desbordante
y el corazón no aguanta sus latidos
Quisiera
que tu pecho dolorido
por el trato de amor que nos ofreces,
mis lágrimas te sirvieran como preces
que eleva a Dios el que es agradecido.
Muchos no entienden ni quieren entender lo qué es
ser cofrade. Puede que haya entre nosotros mismos quienes
tampoco lo entiendan.
Hay quien sigue con la creencia de que basta,
para serlo y sentirlo, con pagar una cuota, acudir a la
Casa Hermandad en Cuaresma para solicitar el puesto o una
hora antes de la procesión presentarse para tomar
el cirio, el bastón, o la insignia correspondiente.
Caminar unas horas con el rostro cubierto
por el antifaz y olvidarse hasta el mes de marzo o abril
del año siguiente.
Hay quien cree que para ser o sentirse Hombre
de Trono es suficiente con pagar la cuota, cargar con el
Trono, abrazarnos a los compañeros al regreso, volver
a casa rendido por el esfuerzo, con el hombro dolorido y
la cintura abierta y hasta el año que viene.
Hay quienes consideran que para ser o sentirse
camarera no tienen más afinar en el rostrillo de
tal o cual manera, milímetros a la izquierda o derecha,
el pañuelo en la mano con el doblez a cuatro centímetros,
que la saya quede centrada y, alguna que otra, en vestir
la mantilla, coger el rosario y caminar pacientemente en
una fila de mujeres hasta notar que tienen en los pies mil
y una agujas que se clavan a cada paso cuando se afrontan
los últimos metros y avanza el reloj inexorablemente
camino de la madrugada.
Pero permítanme que les diga que
esos no son cofrades, ni Hombres de Trono, ni camareras,
y sobre todo no son hermanos.
Porque para serlo, han de sentir NO el dolor
en los pies o en los hombros sino en el corazón.
El mismo lugar donde se sienten las emociones fuertes y
alberga el nombre de nuestra Madre Nueva Esperanza.
Para serlo es imprescindible tener plena
conciencia de por qué conmemoramos, hace veintiún
siglos después, de aquella gesta, inexplicable desde
un punto de vista humano, la Pasión, Muerte y Resurrección
de Cristo.
Porque para serlo hay que estar convencidos
de que no son esa Pasión y esa Muerte, ni es el desgarro
interno de la Virgen lo que en realidad recordamos, sino
como ésos son los pasos imprescindibles en el camino
hacia una Resurrección posterior que nos llene de
gozo y nos de la fuerza necesaria para afrontar con ánimo
el reto diario de la vida.
Porque para serlo, estamos obligados a ver a Cristo en quienes
sufren, en los enfermos, en los marginados, en las víctimas
del terrorismo, en los inmigrantes, en los desheredados
por la fortuna, y a tenderles una mano como respuesta generosa
a aquella advertencia que Él nos hizo: “lo
que hagáis por un hermano de los más necesitados,
lo estaréis haciendo por mí”.
En definitiva, concordancia entre lo que proclamamos con
nuestra presencia en las procesiones, en las estaciones
de penitencia en los cultos y lo que hacemos en nuestro
entorno habitual; o dicho de otro modo, dando testimonio,
pues así estaremos haciendo hermandad, dentro y fuera
de la cofradía.
Los ojos de millones de personas que nos visitan, están
puestos estos días en los hombres, mujeres y niños
malagueños que celebramos la Semana Santa y no podemos
ni debemos defraudarles.
No podemos ni debemos ofrecer argumentos para sostener tesis
detractoras ni que se agarren a la cera para crear polémica,
porque eso será evidente muestra de que no tienen
otros recursos de mayor profundidad, o más trascendencia,
para reprocharnos o criticarnos.
Ya al Pregonero se le agota la voz y el tiempo que con tanto
cariño y generosidad ustedes me han otorgado.
Ha llegado el momento de terminar y quiero hacerlo con el
aliento en mis palabras, para todos y cada uno de vosotros,
cofrades del Nazareno del Perdón y Nueva Esperanza,
herederos ancestrales de ricas tradiciones marcadas por
el sello pasional de los siglos que avalan nuestra condición.
Artífices de la más hermosa representación
que en el mundo puede darse de la Pasión, Muerte
y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
El orgullo que nos debe causar nuestro quehacer, no debe
ocultar el deseo y afán permanente de superación.
Ese orgullo de ser cofrades, de alzar alto pero sin vanidad,
todas y cada una de nuestras miradas, concientes de la alta
responsabilidad que tenemos por nuestra condición
en el seno de la Iglesia Católica.
Aceleremos el paso por Magistrado Barberá en dirección
a Camino de los Castillejos.
Ya regresa a la Parroquia la Procesión de Nazarenos
con capirotes morados y verdes. Colores que parecen especialmente
concebidos para encajar en el contexto de la noche primaveral
del Martes Santo, y será llegado el momento de esperar
a la Cofradía.
Nuestro Padre Jesús Nazareno del Perdón habrá
cumplido su Misión Redentora. Volverá, con
el estallido de una nueva primavera, a Padecer, Morir y,
sobre todo, a Resucitar a nuestro lado.
Su Mirada, La Corona de Espinas, el Peso del madero y el
posterior Sufrimiento en la Cruz habrán merecido
la pena para la Redención de nuestros corazones y
nuestras almas en espera de la Resurrección eterna.
Veo con emoción como se acerca mi Cristo, perdón,
nuestro Nazareno del Perdón, recogiendo las miradas
desparramadas de los buscadores de sensaciones con la satisfacción
de la misión cumplida, al girar hacia ese tinglao
que lo cobijará por última vez.
Sí he dicho por última vez, ya que si Dios
quiere el próximo año estas Benditas Imágenes
saldrán por el dintel de su nueva Casa Hermandad.
Tras Él María Santísima de Nueva Esperanza:
Madre Nuestra. ¿Será posible tanta
maravilla?
¿Será posible la expresión de Tu Cara?
Será el momento de mirarte... será
el momento de contemplar esos Ojos que embrujan, que se
agrandan en la calle, que miran con maternal comprensión
y con la emoción contenida de siempre, gustamos vivir
esos momentos, mezclados en la apretura del gentío
que acude solícito a consolarla llevando tan sólo
el compás de esta partitura musical, en tanto los
labios musitan una oración.
Habrá merecido la pena ir a tu encuentro o haber
esperado simplemente el instante en que la luz de la cera
gastada de la candelería ilumina Tu Rostro incomparable.
¡entonces Tus Ojos parecen tener vida!
Reina de Nueva Esperanza,
y de Nueva Málaga
Quedará atónita el alma ante
la contemplación de la que es Virgen Inmaculada,
la del trono de plata, manto y palio verde que huele a azahar.
Todo será breve, tan breve que hasta parecerá
invertirse el tiempo y convertirse en eternidad.
Cofradía ejemplar y modélica, desde la Cruz
Guía hasta el último músico de la Banda
que acompaña a la Señora.
Quisiera poder parar el tiempo. ¿No puedes recrearte
Mayordomo para que el encierro se produzca más tarde?
¿No puedes doblarle la
manilla al minutero?
Da otro toque de campana y acorta el paso de tu gente.
Mece luego el trono interminablemente,
mece a la Señora hasta que el dolor de María
de Nueva Esperanza se transforme en un dulce sueño
de recogida.
Deja que se consuma lentamente la cera de la candelería
en imposibles lágrimas.
No te la lleves Mayordomo. Déjamela a mí.
Deja que me la lleve otra vez a los hombros de la ternura
y que como estrella que marca el rumbo, me indique el camino
de mi vida.
Ella se merece su Barrio, su Parroquia, el Templo acogedor
de una noche de marzo. Deja que me vaya con ella al cielo.
Mayordomo.¡Al CIELO!
Señoras, Señores, no he venido a este estrado
a anunciar nada que no os resulte ya conocido.
Al contrario, vengo a poner letra a la música cofrade
de vuestros labios. Al ritmo de marcha de vuestros pies.
A sacar de la más fina veta de vuestro interior,
esa forma de sentir y de creer tan propia de quien ama a
estos Sagrados Titulares. A modelar con unas cuantas ideas
y unas torpes palabras -ligeras plumas que se lleva el viento-
la sinfonía de sentimientos y de sensaciones con
que os aprestáis a agasajar a Jesús Nazareno
del Perdón y a María Santísima de Nueva
Esperanza en las próximas fechas.
¡Qué contradicción!, ahora que mi voz
ya no está quebrada por la emoción, ahora
que mis piernas no tiemblan sobre este escenario, ahora,
debo terminar.
El implacable límite, espacio temporal, que enmarca
todos los actos de nuestra existencia, así lo impone.
¡Cuantas veces habremos deseado que las agujas del
reloj se detuvieran para hacer de un instante una eternidad!
Eso es, justamente, lo que ahora mismo siente este pregonero.
Pero una cosa es el deseo y otra la realidad. No obstante,
me tranquiliza saber que he tenido la inmensa fortuna de
escribir el capítulo decimoprimero de este hermoso
libro de pregones de esta Hermandad. Que en pocos meses,
alguien, aún sin nombre, comenzará a escribir
otro nuevo capítulo para el año que viene.
Y que mi recompensa, la acabo de encontrar en el hecho cierto
de haber vivido, para contar, una experiencia enormemente
gratificante, y a todas luces imborrable.
Por esas buenas razones, y por algunas más, quiero
que este último pensamiento, rescatado del rincón
más escondido del corazón, sea para agradecer
a Jesús Nazareno del Perdón, a María
Santísima de Nueva Esperanza y a la Junta de Gobierno
de esta generosa Hermandad, el que me hallan permitido,
en esta noche de esencias, sentimientos y pregón,
subir a este estrado, para anunciarles en voz alta a todos
y cada uno de ustedes, que, en Nueva Málaga, a partir
de unos días, la nostalgia volverá a renacer.
Y ahora debo, por así decirlo, dejar paso para que,
en unos pocos días, se levante el telón, y
comience el verdadero Pregón.
La Semana Santa, una hermosa y verdadera Tradición
heredada de nuestros antepasados y que nosotros tenemos
la Obligación de vivirla y transmitirla a las generaciones
venideras.
Hermanos: que vuestras pisadas nazarenas
dejen a su paso: un ejemplo de seguir, un reguero de cera,
un cúmulo de humildad, un río de lágrimas,
un caudal de fe y un tren de luz, para que los que vengan
detrás sepan por donde ir sin riesgos ni temor de
equivocarse, siguiendo las huellas de Jesús Nazareno
del Perdón y María Santísima de Nueva
Esperanza.
Gracias,
Señor, porque me has dado
el don de usar la palabra
para proclamar tu gloria,
para glosar tu legado,
para contar que el amor
es nuestro mejor regalo.
Gracias, Señor, porque
permites
que le hable a mis hermanos
de tu Pasión y tu muerte,
del dolor que padeciste
para redimir al hombre
y perdonar sus pecados.
Y gracias mil veces, Señor,
porque me dejaste ver
que más allá de esa muerte,
lejos de hallar aflicción
está la inmensa alegría
que fue tu Perdón
y Gloriosa Resurrección.