Presentación
del Cartel de la Semana Santa Padul 2003
Presentaron Don Andrés Rejón Sánchez
y Don Francisco Eduardo Santiago Parejo
(Costaleros del Santísimo Cristo Crucificado de Padul)
Centro Cultural Federico García Lorca
16 de marzo del año 2003
Texto de la presentación
hecha por Francisco Eduardo Santiago Parejo
Para
comenzar quiero agradecer esta oportunidad que me brindan
al poder presentar, junto con Andrés, el cartel de
la Semana Santa del 2003, en el cual se muestra por segunda
vez en la historia de nuestro pueblo la imagen del Cristo
Crucificado de Padul, lo cual enorgullece inmensamente a
todas aquellas personas que durante años han trabajado
para que una de las más impresionantes imágenes
de la escuela de Pablo de Rojas procesione por las calles
del Padul.
Despertando
esta talla un gran sentimiento entre las gentes de este
pueblo que, desde edades muy tempranas, desean participar
en esta catequesis plástica aumentando su fervor
y creciendo de este modo en este mundo “que algunas
personas denominan como mundo de locos”, a lo que
yo respondo con las palabras de Jorge de la Chica “como
bendita locura”.
Locura
que se transforma en fe al ver la expresión de su
rostro y cada síntoma de su escalofriante agonía.
Rostro y agonía en su expresión que sobradamente
conoce este pueblo.
Son
bastantes los años que llevo sobre mi esta expresión.
Y muchos los recuerdos que este mundo ha dejado en mi desde
el primer aliento del costalero mas viejo que me animó
a salir.
Hasta
el recuerdo que con más tristeza recuerdo el año
en que nuestro compañero CHE dejo de llevar a su
padre, para llevarlo desde ese momento a él nosotros
en nuestro corazón.
Recuerdos
mas cercanos son cuando por primera vez la hermandad presentó
la casa a su titular que, de rodillas y sobre sus hombros,
los costaleros con un lento “rachear” introdujeron
a su Padre en su casa de hermandad.
No
menos emocionante es recordar como de la misma manera el
año pasado, por primera vez dejaron ver al Padul
a nuestro Padre Jesús, el momento más esperado
por costalero y hermanos son muchos los recuerdos que año
tras año se repiten como cuando se observa por el
respiradero como se estremece la gente al ver la imagen
de este cartel
Y
con sinceridad le puedo decir que cambio todos los aplausos
que en estos años he escuchado por ver por ese respiradero
a una anciana llorar cuando reza, por un mundo en paz.
Un
mundo en el que todos tenemos algo que rezar, algo por lo
que pedir y algo por lo que creer.
Que
mejor que creer que en ese sentimiento que, como ya he dicho
antes, te hace crecer con una imagen en la que pesar, con
una hermandad a la que ayudar, contribuir y apoyar, para
que esa imagen que un escultor con tanta sabiduría
supo tallar y que José Luis Molina Santos ha sabido
plasmar, para que pueda representar con este cartel y colocar
nuestra semana santa en el sitio que ya debería estar.
Solo
me queda recordar y agradecer a la Junta de Gobierno de
la Hermandad, al Capataz, a los compañeros y hermanos
costaleros, a todos los que han trabajado por la hermandad
que ahora o están y que se echan de menos y muy especialmente
a los que ya no están y espero que hoy nos vean desde
el cielo.
Texto de la presentación hecha por Andrés
Rejón Sánchez
No,
Padul, no estas soñando. Has oído bien. Son
los compases de pasan los campanilleros los que han llegado
a tus sentidos, para hacerte despertar de ese letargo en
el que has vivido durante todo un año, durante toda
un cuaresma y hacer que hoy justo a la llegada de la primavera
junto a las rosas recién brotadas, a la cal nueva
y a la voz de este presentador, anunciemos por las esquinas
de tus barrios mas señeros la llegada de los días
de máxima importancia para los paduleños.
No, Padul, no sueñas. Has oído la oración
mas profunda que se compusiera en forma de música,
que es como a ti te gusta rezar a nuestros titulares en
cada atardecer del viernes Santo, recorriendo las estrechuras
de la calle Real. Y es allí donde por unos momentos
volvemos la espalda hacia atrás, y si, es Dios Padre
en cualquiera de sus advocaciones y es en esos momentos
cuando mis labios musitan una oración que sin querer
ponen letra a la música y se convierte en plegaria.
Es allí donde nuestra mirada se cruza con el de ese
penitente amigo que un día ya lejano nos enseño
a quererla y que ahora parece decirnos:
No
hay más grandeza en el mundo
Que aquella que vemos cada viernes santo
Por nuestras calles sin disimulo
Porque es nuestra Semana Mayor la que está empezando
Para el mayor de nuestro orgullo.
Señora
Concejala de Cultura del Ayuntamiento de Padul
Señor párroco de Padul
Señor Presidente de la Asociación de Cofradías
de Padul
Estimados Hermanos Mayores
Amigo y compañero Eduardo
Señoras y señores
Ocho
de la tarde.
Ocho de la tarde en Padul.
Ocho de la tarde del Viernes Santo.
Ocho de la tarde en primavera donde el olor a flor, incienso
y cera se unen de tal manera que ya nos adelanta lo que
nos espera.
Sí, son las ocho de la tarde en las murallas.
Son las ocho porque el hijo del Padre ya a muerto en Padul.
Si, a esa hora bajo la atenta mirada de cientos de personas.
Suena
el golpe seco de tres toques de oración sobre la
enorme puerta del cielo en la que se convierte su casa,
nuestra casa de hermandad.
¿Quién
es?..Responde el hermano mayor
La
Hermandad del Santísimo Cristo Crucificado….dice
un hermano…
Y
es entonces cuando se obra el milagro, las puertas se abren,
la gente mira, la banda se inquieta, y sus costaleros ya
están en capilla, porque antes nuestros ojos aparece
la mayor maravilla, maravilla de Dios, maravilla del Padre
hecho hombre, maravilla al que todos nos ilumina, maravilla
que quien sabe si Pablo de Rojas tallara, pero que fuese
quien fuese ojalá que en el cielo estuviese.
¡¡A
esta es!!
Y
con el golpe del “llamaor” el paso del Santísimo
Cristo Crucificado cobra vida, cobra ilusión y con
un gran esfuerzo costalero la sagrada imagen ya puede ver
su cielo.
Con
los sones de la Marcha Real el paso comienza a caminar por
las calles de su reino, por las calles que lo esperan impacientes,
para redimirse ante Él, para pedir perdón,
para buscar consuelo en Nuestro Padre que ya va muerto en
el madero, para tantas y tantas cosas que te pide nuestro
pueblo.
Pero,
tranquilo Dios mío, en esta hora de tu muerte no
caminas solo. Te acompaña tu hermandad, hermandad
de negro, hermandad que con sus hábitos da testigo
de su luto, de su silencio, de su pesar… De su cariño
hacia su sagrado titular que nos acaba de dar su vida a
beneficio nuestro. Hermandad que te ofrece su paso de rica
talla barroca sobre maderas que un día tuvieron vida
y que hoy de nuevo recobran vitalidad, para que sobre ese
altar móvil que es tu paso procesional recorras las
calles de tu pueblo mostrando tu amor hacia sus gentes,
incluso en estos duros momentos.
Sobre
tu altar no hay sangre, lo que hay es cientos de claveles
rojos que forman ese calvario por el que tú has pasado,
ese lugar donde has sido sacrificado, los cientos de corazones
que por ti han llorado.
Junto
a ti, cuatro grandes cirios iluminan tu sagrado cuerpo grandes
cirios que nos dirigen la mirada hacia la luz, hacia ti.
Luz triste, luz apagada, luz de pésame la que te
acompaña.
Pero,
parémonos a pensar un momento…Tal vez no sean
luces tristes, ni apagadas, ni de pésame, porque…esos
mismos cuatro cirios se convertirán unos días
después, en cuatro luces de vida, de ilusión,
y lo más importante, de resurrección. Son
por tanto, cirios pascuales.
Santísimo
Cristo Crucificado, que te muestras ante nosotros ya muerto
en tu cruz y que, a pesar de ello aun nos muestras tu belleza,
tu grandeza y saber estar ante la muerte tu cuerpo de virtuosas
líneas barrocas, totalmente desnudo, salvo tu paño
de pureza, y con las manos y pies atravesados por nuestros
pecados lo presenciamos inmóvil ante nuestros ojos.
Brazos y manos que hoy esta clavados en tu cruz plana de
ricas pinturas cartujanas…
Brazos
y manos que en un día no lejano estuvieron unidas
y apoyadas sobre una piedra mientras suplicabas al padre
la redención allá en el huerto de Monte Sión.
Brazos
y manos que fueron sentenciados bajo la Alhambra entre maravillas
nazaríes.
Brazos
y manos que fueron amarradas por una simple cuerda a una
inmóvil columna que grita no poder hacer nada mientras
se produce la burla.
Brazos
y manos que sujetaron, cogieron y tiraron del peso de la
cruz, del peso de nuestros pecados, del peso de su muerte
mientras caminaba hacia el Gólgota al tiempo que
María Magdalena limpiaba su cara con un lienzo llevado
por ángeles.
Brazos
y manos que se apoyan en la fría piedra del suelo
mientras sujeta el enorme peso de su cruz de la que nunca
se desprenderá a pesar de su dolor y sufrimiento
con el que nos mira.
Brazos
y manos que te abrazara porque ya estas junto a tu madre
e su quinta angustia, madre que te quiere y sufre como todas
las “virgenes marías” de nuestro tiempo.
Brazos
y manos que serán cogidos por tus conocidos Nicodemus
para llevarte a la vida, vida que recobraras 3 días
mas tarde a pesar de que ahora yaces inmóvil en tu
urna sepulcral.
Brazos
y manos que nos señalan donde está el Salvador
que nos señala la vuelta a la vida de Nuestro Señor
porque solo él, el que estuvo en todo momento junto
a Él, sabe y conoce como es.
Brazos
y manos que se unen en el pesar para rezar llena de Dolores
por la muerte de su hijo.
Brazos
y manos que día tras día cogen tu símbolo
para rezarte y llevar tu testimonio por todo el mundo mientras
aun cuelga tu sudario en ella.
Si,
son tus brazos y tus manos las que hoy sufren en la cruz,
como vemos en esta bendita estampa que hoy se presenta
Pero
es ahora cuando me lleno de gozo,
alegría y satisfacción al mirarte,
porque en este momento comprendo y me siento confiado
de que a pesar de mi muerte,
siempre seré costalero
del Santísimo Cristo Crucificado.