Presentación
del Cartel de la Semana Santa Padul 2018
Presentó Don Antonio Manuel García Villena
Centro Cultural Federico García Lorca
24 de febrero de 2018
Se corrieron los velos del templo,
Sol y luna se eclipsó,
Saltaron los elementos,
Y hasta el mar salió de sus centros
Cuando Cristo expiró.
Buenas noches.
Reverendo Señor
cura párroco Don Cristóbal, excelentísimo
Señor alcalde y representantes municipales, presidente
de la federación de asociaciones de nuestra semana
santa, hermanos mayores de las distintas cofradías
y juntas de gobierno, paduleños, cofrades y hermanos
todos.
En primer lugar,
me gustaría agradecer a la junta de Gobierno de la
Cofradía del Cristo Yacente, soldados romanos y pasos
vivientes, que hayan pensado en mí para estar hoy
aquí, presentando el que será el cartel anunciador
de nuestra próxima Semana Santa.
Para mí,
es un orgullo y una gran responsabilidad estar dirigiéndome
a todos vosotros, un orgullo por lo que siento por la semana
santa, un orgullo por poder estar acompañado de la
que es mi banda San Sebastián, y un orgullo por presentar
el cartel de la cofradía con la que me he criado,
me ha visto crecer y me ha dado y sigue dando tantos recuerdos
y vivencias difícil de plasmar esta noche.
Hoy es un día
especial para todos nosotros, los que seguimos a Cristo,
un día en el cuál se va a presentar el cartel
anunciador de nuestra próxima Semana Santa, es decir,
hoy anunciamos que una nueva semana de pasión esta
cerca, y lo hacemos mediante la imagen del Cristo yacente,
portado en andas por 4 Nicodemus, escoltado por los Soldados
Romanos y acompañado por su madre y las tres marías.
Pero para mí, presentar este cartel no es simplemente
hablar de una fotografía, no es deciros lo que vosotros
ya veis, para mí, presentar este cartel me conlleva
a hablar de sentimientos, hablar de recuerdos, hablar de
vivencias que he tenido y que me han marcado, es decir,
convertir una imagen en algo real, darle vida.
Hoy, anunciamos
que la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo
esta cerca, que es tiempo de preparación, tiempo
de cuaresma, tiempo de espera. Las hermandades ya empiezan
con los preparativos para el gran día, tenemos que
sacar los enseres, limpiar la plata, las túnicas
ya se están repartiendo, se empiezan a ver los primeros
ensayos de las cuadrillas por las calles, reuniones que
a veces se hacen interminables, se escucha el sonido de
tambores, nos empieza a inundar la ilusión, ilusión
por volver a sacar nuestra imagen a la calle, es tiempo
de cultos, de reconciliación y de perdón.
Tenemos que abrirnos a los demás, compartir la fe
de Jesucristo y proclamar que hoy estamos aquí gracias
a él, a Jesús, quién un día
dio la vida por nosotros, muriendo como un malhechor en
una cruz.
Recuerdo que de
pequeño, cada jueves santo me acercaba a ver al señor,
señor de la calle, como yo siempre lo he llamado,
era una sensación extraña, el miedo se apoderaba
de mí, era como si cristo estuviera allí presente,
me costaba acercarme a él, pero aún así
no podía faltar a mi cita, algo que con el paso del
tiempo me he dado cuenta que no me pasaba solo a mi, la
imagen del Cristo Yacente, muerto en una sabana, es una
imagen que te llega, te impacta, es tener a cristo tan cerca…
que te impone respeto.
¿Cuánto
es capaz de transmitir una imagen…? ¿Cómo
se puede llegar a sentir tanto…? ¿Qué
es lo que tienes señor, qué haces que mi cuerpo
se conmueva? Tú, yo, frente a frente, sobran las
palabras, tan solo con mirarte, lo tengo todo, eres luz,
eres vida, eres sangre que alimenta mi cuerpo, señor,
señor, tú…. ¡lo eres todo!
Semana Santa,
Padul se convierte en el escenario de la Pasión de
Jesucristo, calles inundadas de gente, algo importante esta
pasando, asistimos a la escenificación de lo que
un día ocurrió en Jerusalén, este año
todo esto se ve reflejado en el Cartel de nuestra próxima
Semana Santa, cartel que nos muestra la imagen de Cristo
Yacente en su salida, salida que cada año se hace
más significativa, donde los soldados romanos aguardan
la llegada del cuerpo de Jesús el cuál va
portado en unas andas de madera, nos muestra la sencillez,
la pobreza, la cercanía de Jesús al mundo,
Cristo, muerto por nosotros, por perdonar todos nuestros
pecados, es portado por cuatro hombres vestidos de hebreos,
denominados Nicodemus, pero… ¿quién
era Nicodemo? Rico fariseo, maestro en Israel y miembro
del Sanedrín, el cual ayudó en el traslado
de Jesús hacia su tumba. ¿Cuántos de
nosotros hubiéramos echo lo mismo?, ¿Cuántos
pondríamos en juego nuestra vida por ayudar a Jesús?
¿Cuántos…?
La Madre de Jesús
no podía faltar en este cartel, María, mujer
que siempre ha estado al lado de su hijo, ejemplo de fidelidad,
cariño, valle de lágrimas, angustias y dolores.
María va portando en sus manos la luz que alumbra
el camino, luz que ilumina a todo hombre que viene al mundo,
la luz eterna, luz que envolvió a los pastores y
se hizo para los magos guía del camino, luz que desde
el principio estaba en el mundo, por quien fue hecho el
mundo y el mundo no la conoció, luz que vino a lo
que era suyo y los suyos no la recibieron. María,
va acompañada por tres mujeres denominadas las Tres
Marías, fieles seguidoras de cristo ataviadas con
ropas a la usanza hebrea y portando el cáliz de la
pasión, cáliz que Jesús no dejo pasar,
copa de amargura.
No podían
faltar los Soldados Romanos figura importante en aquella
época, fueron los que prendieron a Jesús,
lo llevaron al monte calvario para su crucifixión
y custodiaron la tumba donde estaba enterrado. Ejercito
más temido y poderoso en la época, ordenado
por Poncio Pilato. Muestran sus lanzas, lanza que clavaron
en el costado, lanza que lo apuntó como un malhechor,
los romanos escoltan el cuerpo de Jesús, a lo lejos
se ve la muchedumbre que cada Viernes Santo acompaña
a Jesús en su salida penitencial, esa gente que también
acompañó a Jesús en el día de
su muerte, gente llana, sencilla, creían en él,
en sus obras, confiaban en su palabra y arroparon a Jesús
en todo este calvario.
Cuando era como
la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta
la hora novena. Y el sol se oscureció.
Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre,
en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho
esto, expiró. El velo del templo se rasgó
en dos, de arriba abajo, la tierra tembló, y las
rocas se partieron, los sepulcros se abrieron, y muchos
cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;
y después de la resurrección de Jesús,
vinieron a la santa ciudad, y se aparecieron a muchos.
El centurión, y los que estaban con él guardando
a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían
sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente
éste era Hijo de Dios. Y toda la multitud de los
que estaban presentes en este espectáculo, viendo
lo que había acontecido, se volvían golpeándose
el pecho.
Estaban allí muchas mujeres mirando a lo lejos, las
cuales habían seguido a Jesús desde Galilea
para servirle, entre las cuales estaban María Magdalena,
María la madre de Jacobo y de José, y la madre
de los hijos de Zebedeo.
Al atardecer vino un hombre rico de Arimatea, llamado José,
el cual era miembro del concilio, y se había hecho
discípulo de Jesús, pero en secreto por miedo
de los judíos. Este, que también esperaba
el reino de Dios, y no había consentido en el acuerdo
ni en los hechos de ellos, fue a Pilato, y pidió
el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato dio orden de
que se le entregase.
José tomo
el cuerpo y lo envolvió en una sábana limpia,
y en el lugar donde había sido crucificado, había
un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo que había
hecho excavar en la roca, y después de hacer rodar
una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue.
También vino Nicodemo trayendo un compuesto de mirra
y de áloes.
Y las mujeres que habían venido con él desde
Galilea, siguieron también, y vieron el sepulcro,
y cómo fue puesto su cuerpo, entre ellas estaba María
Magdalena y la otra María.
Y vueltas, prepararon especias aromáticas y ungüentos;
y descansaron el día de reposo, conforme al mandamiento.
Al otro día, el siguiente a la Preparación,
los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilato
y le dijeron: «Señor, recordamos que ese impostor
dijo cuando aún vivía: “A los tres días
resucitaré.”
Manda, pues, que
quede asegurado el sepulcro hasta el tercer día,
no sea que vengan sus discípulos, lo roben y digan
luego al pueblo: “Resucitó de entre los muertos”,
y la última impostura sea peor que la primera.»
Pilato les dijo: «Tenéis una guardia. Id, aseguradlo
como sabéis.»
Ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra
y poniendo la guardia.
Viernes Santo,
tres de la tarde, en la calle angosta, se hace el silencio,
algo esta pasando, Jesús acaba de morir en la cruz,
la muchedumbre se agolpa a las puertas de donde Jesús
yace, sentimientos a flor de piel, ha llegado la hora, hora
santa, empieza el rezo, ¿qué hay mas bonito
que poder rezar junto a cristo? Faltan palabras para expresar
todo lo que ocurre en aquel momento, caras de tristeza,
dolor, miles de recuerdos se nos pasan por la cabeza. En
medio del silencio, suena el “quejío”
de una saeta… Esto es Viernes Santo, esto es Viernes
Santo a las tres de la tarde, esto es Pasión.
Suenan sonidos
de tambores, los romanos se acercan, ya vienen a prenderle,
sonido característico de cada Viernes Santo por la
tarde, callejuelas que retumban al paso de la legión
de Soldados Romanos, ya todo esta decidido, es la hora de
ponerse en la calle, salida de tu estación de penitencia,
un año más tu pueblo te espera, te acoge,
la calle Angosta se ensancha con tu paso, miradas que no
pueden apartarse de tu imagen, tu madre ya esta contigo,
las tres marías os acompañan y los romanos
te escoltan para llevarte un viernes santo mas por las calles
de tu pueblo.
Avenida Andalucía
repleta de gente, cofradías una a una van pasando,
llega tu momento, momento de mostrarte a tu pueblo, el estandarte
va abriendo calle, rostros tristes, gente atónita
al paso de los romanos.
Fuente de los
5 caños, punto emblemático de nuestra Semana
Santa, calle estrecha, donde todo se percibe, olor a incienso
que van dejando las cofradías, momentos únicos
que se retratan a tu paso.
Tres cruces,
encuentro ante el calvario, que bonita imagen, los romanos
se arrodillan ante la santa cruz, cruz donde tu fuiste crucificado,
cruz donde diste tus últimos suspiros, picas en mano,
resuenan los tambores, momento único.
Tu penitencia debe de seguir, y nos acercamos hacia la ermita
donde nuestro patrón te recibe en su casa. Momento
de rezo, recogimiento, se hace el silencio.
Empieza tu camino
de regreso, media noche, un año más tu estación
de penitencia esta a punto de acabar, y ya solo nos queda
esperar a volver a verte en la calle el próximo año.
Entre palmas
y olivos,
en Jerusalén fuiste recibido.
En un huerto te arrastraron
y por 30 monedas vendido.
Flagelado como un malhechor
y como un rey coronado.
Nazareno con la cruz cargaste
y en el camino tres caídas dejaste.
Verónica
se llamaba,
la mujer que tu rostro limpiaba,
y al Calvario llegaste
para ser crucificado.
Entre dos malhechores
tu cuerpo clavaron,
y allí expiraste a las tres de la tarde.
Al pie de la cruz,
la Virgen te espera,
y en sus brazos te acoge
con angustia y pena.
En una manta te cargan
y al sepulcro te trasladan,
los romanos te escoltan
y tres marías te acompañan.
El apóstol San Juan
a tu lado siempre está,
y la virgen dolorosa
consolada quedará.
Tu sudario la cruz lleva,
y ya solo nos queda esperar,
el día que has de resucitar.