Presentación
del Cartel de la Semana Santa Padul 2019
Presentó Doña Rosa María Martín
Molina
Centro Cultural Federico García Lorca
9 de marzo de 2019
Éste
es el lugar, donde tú, Señor, fuiste acusado,
Tú, el justo, fuiste juzgado,
Tú, el Hijo del Hombre, fuiste atormentado, crucificado
y enviado a la muerte,
Tú, Hijo de Dios, fuiste blasfemado, se rieron de
ti y te repudiaron. Tú, la luz, fuiste desechado.
Tú, el Rey, fuiste exaltado en una cruz.
Tú, la vida, te encontraste frente a la muerte y,
Tú muerto, te levantaste hacia la vida.
Quería emplear mis primeras palabras
en esta oración que el Papa Pablo VI escribió
en 1964 y que se encuentra en el lugar más sagrado
de la Cristiandad, el Santo Sepulcro de Jerusalén
Hermanos, buenas noches, y tan buenas. Por fin podemos admirar
el cartel que nos avisa y nos anuncia que estamos en cuaresma
y que la Semana Santa está a la vuelta de la esquina.
Es imprescindible que el primer agradecimiento
sea a mi Hermandad y a su Junta de Gobierno por concederme
el privilegio de estar aquí hoy. Espero ser digna
y devolver con palabras toda la confianza que siempre habéis
depositado en mí.
Llena de placer por ser la encargada de
la presentación de este cartel, he de decir que ese
placer se convierte en alegría, o aún más,
es gozo, si el protagonista que anuncia la Semana Mayor
de mi pueblo es el Santo Sepulcro. Será pues, mi
corazón el que hable.
Ruego me disculpen de antemano si no estoy
a la altura, me habéis encomendado lo imposible,
que con palabras exprese un amor inexplicable. Aunque me
tranquiliza pensar que todos los aquí presentes hoy
sois cofrades, y me entendéis si digo que se trata
de un sentimiento tan profundo que tan sólo pensar
en la imagen con la que procesionamos, nos desata satisfacción,
alegría, pasión, recuerdos, paz… sentimientos
que se transforman en energía positiva, y que lejos
de lo que creen ahí afuera, nos acompaña día
tras día todo el año.
Gracias, en nombre de mi Hermandad, a Mari
Carmen y Trini, autoras de la preciosa fotografía
que hoy nos trae hasta aquí. Sobre todo, gracias
por conseguir captar la esencia, por abrir todos nuestros
sentidos a ese momento tan mágico. Porque casi huele
a incienso y se puede hasta escuchar a “los viejos”
tocar la marcha de “Nuestro Padre Jesús”.
Vuestra labor inmortalizando los momentos más significativos
de la vida de los paduleños es impagable. Gracias
por hacernos parte con esta hermosa fotografía del
Santo Sepulcro.
Como no podía ser de otra forma,
el centro de la imagen es para el cuerpo sin vida de Cristo,
que yace sobre su antiquísimo y sencillo féretro
de madera, descansa custodiado sobre las hornacinas de sus
doce apóstoles, ajeno a la soledad de esta oscura
y fría noche de primavera. Los rayos de luz se cuelan
por el cristal de su humilde urna, y nos inunda una tristeza
infinita el corazón, pues nos vienen al recuerdo
seres queridos que ya no están: muertos en la tierra
que han resucitado en el cielo. Al fondo, su Iglesia iluminada
nos muestra que hasta en la más lúgubre oscuridad,
siempre hay algo de luz a la esperanza.
Y en la parte de abajo vemos, como diría
un malagueño, a nuestros hombres de trono…
Mi discurso no sería completo si no reconociera vuestra
labor.
¡Que fuerza tan humilde! A vuestro
majestuoso andar, las calles de Padul se estremecen ante
el misterio insondable de Jesús, y dan paso a la
expectación del silencio.
¡Que entrega tan desinteresada la
vuestra! Pues aun haciendo el esfuerzo titánico de
portar los varales sobre vuestro hombro, lográis,
con paso firme, racheado y elegante, convertir a éste
en el más solemne de los cortejos.
Vosotros, costaleros de corazón,
sí que lo habéis comprendido: estar dispuestos
a darlo todo sin esperar nada a cambio.
Madrugada de desvelo y un día que
amanece muy temprano. Es Viernes Santo. Es día de
pasión. Es día de silencio. Es día
de muerte y de luto. Se apaga la luz del mundo. Estamos
en tus últimos momentos. Padul entero te llora. Nos
sentimos desolados al ver tu rostro demacrado y tu cuerpo
agotado por tanto sufrimiento. Todo lo que estamos viviendo
debe tener algún sentido. Si el grano de trigo no
muere en la tierra, es imposible que dé fruto. Y
así es, este Sepulcro de madera es el trono que te
lleva triunfante porque con tu muerte has vencido a la propia
muerte.
Pero tus fieles aún desconocemos
el milagro de tu resurrección. Y te vemos ahí,
recostado suavemente, tendido sobre una losa. Podríamos
pensar que estás dormido, descansando de todo acoso
sufrido. Pero las heridas de tu pasión nos dicen
que todo esto es real y ahora gozas de un merecido descanso
bajo el sueño infinito de la muerte.
¿Por qué tanto dolor? ¿Por
qué tuviste que ser Tú? Sólo recibo
silencio por respuesta… miro tu boca entreabierta
e imagino el último suspiro de tu vida, miro tus
manos y pies atravesados por clavos, tu costado herido,
a tu frente ensangrentada aún le quedan restos de
espinas… y descubro la respuesta: NUNCA HABRÁ
AMOR MÁS GRANDE QUE EL QUE DA LA VIDA POR AQUELLOS
A QUIÉNES AMA.
¡Cuántas veces que he procesionado
junto a ti…! y ningún año es igual al
anterior. Suena la voz del capataz, no son pocas las maniobras
en la esquina de la calle Alcarceles hacia la del lavadero,
el corazón palpita y enmudeces a todos a tu pasar.
Impone el silencio, ambiente triste de
profundo duelo, que sólo rompen los tambores de los
Soldados que antecediendo a tu cortejo de negro hábito
va abriéndote paso.
El aire y el frío van ganando presencia,
las túnicas se mueven al albur del viento. Estamos
ya entrando en la calle Real, imposible mantener una vela
encendida.
Y una servidora, desconsolada mantilla,
sólo piensa en girarse, en mirar atrás buscando
tu hermoso rostro en el que poder encontrar el alivio.
Me recorre un escalofrío. Impaciente
lo hago y el escenario que diviso es perfecto. Contemplarte
junto al calvario de las tres cruces es la estampa más
bonita de la que puedo vivir el resto del año.
Un amor callado, a veces sobrio, un amor
sin alardes ni excesos, como el que los buenos amigos se
procesan. Hay que ser cofrade, hay que vivirte y sentirte
para comprender el inmenso amor que puedes llegar a dar.
Llegado este momento quiero hacer un agradecimiento,
para mi lo más especial de esta noche.
Es cierto que nunca te he dicho todo lo
que te quiero, tampoco nunca te he dicho lo agradecida que
te estoy por haberme involucrado en esta forma de vivir.
No habrá mejor día que hoy para hacerlo.
Tito Valentín, si algún sentido
podía tener que hoy esté aquí arriba
dedicándole unas palabras al Sepulcro es por ti.
Me has acompañado en cada momento que he vivido con
esta Hermandad, desde los inicios cuando tan sólo
era una niña y convertías inesperadamente
la cocina de la abuela en un taller para confeccionar capirotes
de penitente, y sigues acompañándonos hoy,
a mi y a toda tu Junta de Gobierno, eres nuestro guía
y nuestro apoyo.
Con tu permanente disponibilidad, no importando
si es mejor o peor momento, y sin afán alguno de
acaparar protagonismo, te has ganado con creces el respeto
y la admiración de todos los hermanos.
Ojalá que además de adquirir
la experiencia y conocimiento que cada día nos trasladas,
sepamos hacerlo con el amor y el cariño que tú
le pones a todo cuanto trabajas para esta Hermandad.
También agradecer a mi Junta de
Gobierno: Andrés, Antonio, Pepe, Charo, Martín,
Ché, Valentín y a nuestro Hermano Mayor, Carlos,
y a todas las personas que han pertenecido en algún
momento a su directiva, por el sacrificio tenaz, el esfuerzo
sin cesar para materializar en sólo día el
trabajo de todo un año. Qué bonito poder decir
que la Hermandad del Señor está compuesta
por personas a la altura de lo que merece.
Señor Párroco, Señor
alcalde y representantes municipales, señor presidente
y miembros de la asociación de cofradías,
hermanos mayores y juntas de gobierno, cofrades y hermanos
todos, de corazón, muchísimas gracias por
permitirme presentar este cartel, por acompañarme
y escucharme, a mí, que tan sólo soy una joven
tremendamente orgullosa de la Semana Santa de mi pueblo.
Y quería terminar esta presentación
haciendo una pequeña reflexión, y es que,
en estos tiempos de egoísmo e individualidad, no
nos limitemos sólo a ponernos una túnica o
un traje, que seamos capaces de abrir los ojos del alma
y permitamos a nuestras conciencias iluminarse del verdadero
sentido de la Semana Santa.
Tengan una buena cuaresma y feliz estación
de penitencia. Gracias.