"Era
ya casi la hora sexta o el medio día y las tinieblas
cubrieron toda la tierra hasta la hora nona".
El sol se oscureció; y el velo del templo se rasgó
por medio".
"Entonces Jesús clamando con una voz muy grande,
dijo: Padre mío, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Y diciendo esto, expiró".