"Después
de esto José, natural de Arimatea (que era discípulo
de Jesús, bien que oculto por miedo de los Judíos)
pidió licencia a Pilato para recoger el cuerpo
de Jesús, y Pilato se lo permitió. Con eso
vino, y se llevó el cuerpo de Jesús".
S Juan XIX, 38
FUNDACIÓN: Fue fundada el año 1915.
SEDE
CANÓNICA: Iglesia Parroquial
Santa María La Mayor de Padul.
LUGAR Y HORA DE SALIDA: Carpa Municipal a las 22:40h.
ICONOGRAFÍA: Su titular es una representación de la Vera Cruz..
AUTOR: De autor desconocido,
aunque se sabe que puede pertenecer al S.XIX.
PASO: El paso está realizado en
madera por los Hermanos Bayo en el año
2000.
ACOMPAÑAMIENTO MUSICAL: Procesiona en silencio.
Madrugada de oscuro palio
Juan Manuel Moreno
Hermano Mayor de la Hermandad del Santo Sudario
Madrugada de oscuro palio, cae el rocío sobre una niebla espesa a su pesar. Una luz tenue color canela ilumina sensiblemente la puerta de la Santa Iglesia. Al fondo, la luna. Una luna llena, llena de emociones, sentimiento, creencia, devoción, pasión y liturgia. Amanece, es la hora, suenan las campanas y son las ocho. Se siente la temperatura, una sensación fría, pero a la vez cálida. La Hermandad se dispone a ser preparada para realizar la entronización de nuestra Sagrada Titular. Se comienza con un rezo, un tanto sentimental como emotivo.
“…Cruz redentora, sustentadora del pesar eterno, dolor hecho madera, que fuera por sí solo se sostiene, dolor sustancia, la comunión de los humanos tiene su raíz en tu raigambre, y el hambre loca, la que no apoca el tiempo ni el espacio, el hambre de ser siempre y serlo todo brota de ti, dolor hecho madera....”
La Cruz. Miguel de Unamuno.
Consiguientemente se realiza el momento de su colocación. ¡Se encuentran ustedes ante la Santísima Cruz, donde Jesús dejó su vida por y para nosotros!
¿Quién me presta una escalera, para subir al madero, para quitarle los clavos a Jesús el Nazareno?
Saeta popular.
Suena La Niña de Santa Ana y la respiración se vuelve más profunda que nunca. El Sudario, mantilla que envuelve a Jesús y prenda que lo abriga en su dolor, es colocado en los brazos de la Cruz con tanta medida y delicadeza que, para cualquiera, visualizarlo es todo un honor. Encaje, bordado a mano, de claro color, que sujeta el sollozo de María rozando los clavos de Cristo.
“Tras morir en el Calvario, descendieron con amor a Jesús, tras desclavarlo de la cruz donde expiró; después que le sepultaron y su cuerpo descansó, con una piedra sellaron la tumba y anocheció. Una vez pasado el sábado, apenas amaneció, Juan y Pedro se asomaron del sepulcro al interior; lo que los dos encontraron a los dos les convirtió: la Sabana y el Sudario prueban la Resurrección.”
José García Velázquez.
Un aroma sutil a incienso inunda la carpa entera. Esencia que juega a la perfección con la fragancia de las rosas, y del romero. Constituyen una combinación extraordinaria, impuesta a los pies de la Madera del Amor, con dulzura y con esmero. Flor de vida, flor de dolor, flor de salvación, flor de pasión. Iris color morado y azul cielo que se unen sublimemente con la estación. Rosas tono magenta que cada hermano desea ofrecer, percepción incontrolable de devoción. Se completa el paso, resulta espléndido visualizar con cuanta finura han sido acomodadas todas y cada una de las flores que forman la ofrenda floral. A compás la Cera Llora. Priostes colocando hachones. Vocales trasladando ciriales. Cofrades recogiendo las últimas estampas. Momento de la parte final de nuestra mañana. Intensa, pero con gusto. Visitantes, paduleños, hermanos cofrades, se animan a vivir unos de los momentos previos a la estación de penitencia. Se oye el gentío, oraciones y promesas. Toda una mañana llena de fervor, unción, piedad.
Llegan las tres. Todo más que listo. Hora santa de un día que, indudablemente, es Santo. Minutos de silencio, plegarias y veneraciones. Jesús ha muerto. Misiones, escalofríos, recorren el cuerpo año tras año. De rodillas junto a ti, Señor.
Expiraste, Jesús, pero Tu muerte hizo brotar un manantial de vida para las almas y el océano de Tu misericordia inundó todo el mundo. Oh, Fuente de Vida, insondable misericordia divina, anega el mundo entero derramando sobre nosotros hasta Tu última gota. (IV, 59).
Cinco de la tarde y los oficios no se quedan fuera de lugar, que responde como una misa de adoración y fe. Él murió por y para nosotros. Se acerca este momento y te das cuenta de que, todo lo realizado en estos meses de preparación son un simple agradecimiento y engrandecimiento a Dios mandando a su Hijo entre los mortales.
Y el viernes se viste de claveles en su atardecer, tambores suenan, flautas armónicas se escuchan siguiendo un mismo compás, niebla aromática y el color burdeos inunda la Avenida Andalucía.
De repente, desde una esquina retumba una saeta. Comienza el Viernes Mayor.
¡Oh, la saeta, el cantar al Cristo de los gitanos, siempre con sangre en las manos, siempre por desenclavar! ¡Cantar del pueblo andaluz, que todas las primaveras anda pidiendo escaleras para subir a la cruz! ¡Cantar de la tierra mía, que echa flores al Jesús de la agonía, y es la fe de mis mayores! ¡Oh, no eres tú mi cantar! ¡No puedo cantar, ni quiero a ese Jesús del madero, sino al que anduvo en el mar!