Andrés
Molinari
Publicado en ideal.es
Granada, septiembre 2014
Nuestro
amigo y colaborador habitual, Gonzalo Castillo Fernández,
nos ha sugerido que insertásemos en Padul Cofrade
un artículo que le ha llamado poderosamente la atención,
máxime cuando la celebración litúrgica
de Nuestra Señora de las Angustias está tan
próxima.
Hemos aceptado su ofrecimiento y aquí insertamos el
artículo en cuestión, debidamente referenciada
su procedencia y autoría. Esperamos que sea del agrado
de cuantos dediquen unos minutos a su lectura.
Septiembre
es el mes de la Virgen. Eso lo saben todos los granadinos
y muchos forasteros. Pero pocos recuerdan
que, en los cinco siglos que lleva existiendo la
Hermandad de las Angustias, muchas otras veces ha
salido la procesión
fuera de su fecha tradicional. La costumbre de sacar
la procesión en Septiembre se fue generando
en el último tercio del siglo XIX y se consolidó cuando
el 20 de septiembre de 1913 se realizó su solemne
coronación canónica en el Embovedado,
en una jornada luminosa y multitudinaria. Desde entonces
casi todos los septiembres han visto a la Virgen en
la calle. Sólo lo han impedido la República,
la guerra y la lluvia. Pero además la Señora
de la Carrera ha estado siempre junto a los granadinos,
cuando la han necesitado o han implorado su ayuda.
A
mediados del siglo XVI fue haciéndose
famosa la ermita que había en la margen izquierda
del Genil y tenemos pocas noticias de procesiones organizadas
por aquella hermandad en la que cada vez iban ingresando
más granadinos. En octubre de 1567 el rey Felipe
II donó terrenos en la otra margen del río,
más cerca de la ciudad, para edificar lo que
será la actual iglesia y pocos años después
se realizó la primera gran procesión
fuera de temporada: el traslado del cuadro, que representaba
La Quinta Angustia de María, desde la antigua
ermita hasta la nueva iglesia, erigida como parroquia
por el arzobispo Pedro de Castro en 1604. Antes de
esta fundación parroquial se había producido
la más larga procesión que jamás
haya tenido la Virgen de las Angustias en toda su historia:
el viaje desde Toledo hasta Granada. Al parecer aquellos
miembros de la Hermandad deseaban una escultura, mejor
que el cuadro al que rendían devoción
y, conocedores de que otra hermandad toledana poseía
una bella imagen, encargaron una copia a la ciudad
manchega. La leyenda ha adornado con ángeles
y enigmas esta “procesión” y al
final en los últimos años del siglo
XVI la imagen de las Angustias ya estaba en Granada.
Los desagravios
A lo largo del siglo XVII la parroquia de las Angustias
fue creando su feligresía y su legión de devotos.
No podía competir con la patrona de Granada, que durante
muchos años, siguió siendo la Virgen de la
Antigua, pero ya participaba de las primeras en los actos
litúrgicos de aquel religiosísimo siglo. Uno
de los más sonoros fue el de 1640. El jueves santo
de aquel año aparecieron clavados en la puerta de
la catedral unos papeles ofensivos para la Inmaculada. Toda
Granada se lanzó a realizar actos de desagravio que
duraron varias semanas. Y la Virgen de las Angustias fue
de las más puntuales y organizadas. Los vecinos y
cofrades la sacaron en procesión en 29 de mayo y realizaron
una larga función de desagravio a la Virgen, poco
antes de irse a los toros, que entonces se corrían
en la puerta de la iglesia o en el cercano humilladero.
Pero será el siglo XVIII el gran siglo de Las Angustias,
Virgen viajera en copias y reproducciones. Entre estas recreaciones
que fueron viajando a diferentes lugares, una se quedó muy
cerca, es la de mármol gris que centró la fachada
de su templo. Otra fue la que colocó el arzobispo
Ascargorta en la fachada de su palacio que da a la Plaza
de Bibarrambla, el miércoles de ceniza de 1716 y decenas
más las fue propagando la imprenta hasta las más
recónditas bibliotecas. Así se fue haciendo
la imagen y así sus miles de procesiones incluso por
las calles de Granada, tomando forma de almanaque, azulejo
o estampa. Cada granadino devoto de su patrona, hace una
diminuta procesión cuando pone a la Virgen en Fajalauza
en su balcón o lleva su estampa en el bolsillo más
cercano al corazón.
Pero la Virgen por excelencia es la de la Carrera y a ella
hay que ir cuantas veces se pueda. Por eso un papa con
igual nombre que el actual pero muy anterior, Benedicto
XIII, concedió el
20 de febrero de 1725 varias indulgencias a los que visitasen
el templo de la patrona.
Fiestas y catástrofes
La procesión es una fiesta, pero algunas fiestas han
necesitado también de la procesión. Cuando
se terminó su camarín se aunaron fiesta y procesión
para llevar a la Virgen hasta su sede definitiva. Fue el
día 13 de marzo de 1760 y cuantas las crónicas
que en aquella procesión desde la Catedral danzas,
paso de la tarasca, gigantes, diablillos, cómicos,
arcos de papel y luminarias ingeniosas. Todo fue alegría
y vistosidad. Sin embargo pocos años antes, el 1 de
noviembre de 1755 un gran terremoto, con epicentro en Lisboa,
causaba numerosas víctimas en todo el suroeste peninsular,
salvándose Granada ‘de milagro’. Se realizó una
acción de gracias y un voto a la Virgen de las Angustias,
pero la procesión no fue solemne por ser el día
de todos los Santos. Otro tanto ocurrió el día
26 de diciembre de 1885 día en el cual la función
fue en agradecimiento por haber librado a Granada de los
terremotos de Alhama.
Pero no sólo lo telúrico y sus catástrofes
han ocasionado la salida extemporánea de la Virgen
de las Angustias, sino que también otras causas, entre
las que destacan, sobre todo, lo meteorológico y lo
sanitario. El 11 de octubre de 1764 el Ayuntamiento agradeció a
la Virgen que librase a Granada de la gran tromba de agua
caída el día 3 de aquel mes. Por el contrario
en marzo de 1849 se sacó la procesión de la
Virgen de las Angustias para implorar la lluvia tras largas
sequías de aquel invierno. También las rogativas
y procesiones del 5 de diciembre de 1882 y del 12 de abril
de 1945 fueron para pedir la lluvia.
En lo sanitario también la Virgen ha tenido mucho
protagonismo. Además del hospital que lleva su nombre
y que estaba situado junto al templo, la salud de los granadinos
se ha colocado bajo el manto de su patrona. En septiembre
de 1804 se realizaron rogativas con la imagen hasta la catedral,
para que cesase la fiebre amarilla que azotaba a Granada.
En 1854 las rogativas, también hasta la catedral,
fueron por la epidemia de cólera y le acompañó San
Miguel. La procesión de septiembre de 1860 fue en
acción de gracias por haber pasado otra gran epidemia.
Dos guerras
Dos de las salidas más famosas de la Virgen de las
Angustias tuvieron como motivo la guerra de la Independencia
y la guerra civil de 1936. El 17 de enero de 1810, la Junta
de Defensa de Granada y el Cabildo de la ciudad organizaron
otra rogativa con la Virgen de las Angustias para que librase
a Granada de los franceses, que no obstante aquellos extranjeros
entraron por Puerta Elvira el día 28 al mando del
general Horacio Sebastiani. Y en 1939 la procesión
fue en el mes de abril. El día 1 de abril los españoles
habían escuchado por la radio el parte final de la
guerra y los granadinos se dispusieron a dar gracias a la
Virgen de las Angustias. Es de las veces que una imagen de ‘Pasión’ ha
salido casi en Semana Santa, porque aquella procesión
con la Patrona en acción de gracias por fin de la
guerra, fue el día 9 de abril, Domingo de Resurrección.
Lo bélico también es motivo ubérrimo
en la devoción a las Angustias, desde las rogativas
por la guerra de África, celebradas en noviembre de
1859, hasta la despedida de la división azul, pasando
por los alféreces provisionales.
Pero fue un accidente el que obligó a la “procesión” más
agitada de la historia de la Virgen de las Angustias. En
julio de 1916 se declaró un incendio en su camarín
y los devotos tuvieron que sacar precipitadamente a la imagen,
con riesgo de sus vidas. Fue llevada a la Catedral y allí permaneció hasta
el viernes de Dolores de 1917 en que volvió a su templo
restaurado y a su camarín reconstruido.
Septiembre es el mes natural de la Virgen. Ojalá que
las veces que salga fuera de este mes sean por regocijo y
alegría y nunca por catástrofes naturales o
provocadas por los hombres.