EL SANTÍSIMO CRISTO
DE LOS FAVORES, EL SEÑOR DE GRANADA
F.W. Inc.
10 de julio de 2018
El
Santísimo Cristo de los Favores, conocido como Señor
de Granada, cuya distinción honorífica fue
concedida por la ciudad de Granada en el año 2003
con la medalla de oro de la ciudad
Historia
Fue
en 1640 cuando los vecinos del Realejo costearon
la construcción de una cruz monumental para
ser colocada en una de sus plazas, una práctica
devocional muy extendida en la Granada de la Edad Moderna.
Son muy numerosas las cruces que se elevaron entonces
y que aún se conservan, que buscaban la sacralización
del espacio público y urbano. Desde entonces
se convirtió en una de las principales devociones,
no sólo del populoso barrio de los “Greñúos”,
donde ya había devociones asentadas desde antiguo
como la del propio San Cecilio o la de la dominica
Virgen del Rosario, sino de toda Granada. Devoción
cuidada y promocionada por la primitiva Hermandad
del Cristo de los Favores durante todo el siglo
XVIII, y continuada por la actual Hermandad desde
1928.
La cronología de la elevación de
esta Cruz y de sus avatares históricos se
conocen por las diferentes inscripciones que rezan
en la propia cruz o por documentos en los que aparece
citada de manera indirecta. Es el caso de la fecha
cuyo 375 aniversario se conmemoró en 2015,
y que el cronista Henríquez de Jorquera
hace mención en sus Anales de Granada, escritos
hacia 1646:
“En este año de 1640 los vecinos del Realexo alto desta
ciudad de Granada pusieron una grandiosa cruz de piedra
de alabastro muy labrada con su reja a la redonda de mucha costa
con quatro faroles de las quatro esquinas de la reja que
arden de dia noche; púsose todo a su costa de los
vecinos debotos... Es una de las grandiosas obras desta
ciudad.
Henríquez de Jorquera”
También gracias a un contrato conservado en el Archivo
de Protocolos Notariales de Granada, donde consta que el
herrero Juan de la Vega se obliga a construir una reja de
hierro cuadrada para la cruz situada en la plaza del Realejo
Alto y que debía estar concluida antes de abril de
1641. Este dato viene a confirmar la fecha de 1640 aportada
por Jorquera como la de la construcción del monumento.
Con motivo de un quinario en 1884, Maximiano Fernández
del Rincón, por entonces canónigo lectoral
en la Catedral de Granada y posteriormente obispo de Teruel
y de Guadix, y fundador de la congregación de religiosas
de la Presentación de Nuestra Señora, escribe
un folleto en el que aporta una cuantiosa información,
como señala el Gómez-Moreno Calera:
...
la devoción fue creciendo y se instituyó una
hermandad. Recibió el Santo Cristo el título
harto significativo de los favores, porque serían
muchos los que recibirían los devotos como recompensa
de las oraciones elevadas al Cielo en aquel sitio. La Hermandad
prosperó, y en los primeros años del siglo
XVIII disponía de propiedades y poseía censos...
Esta Cofradía, que radicaba en la parroquia de San
Cecilio, no sólo cuidó de la Imagen principal,
que es la misma que se venera en el expresado Campo del Príncipe,
sino que tenía otra, bajo advocación idéntica,
en una capilla de la mencionada parroquia, donde hacía
celebrar todos los viernes el Santo Sacrificio de la Misa.
Asimismo se celebraban dos funciones solemnes en cada un
año, en los días de la Circuncisión
del Señor y de la Exaltación de la Santa
Cruz.
Fue la creación de esta Hermandad hacia 1680, junto
al aumento de la devoción y la búsqueda de
una ubicación que mejorara las condiciones para el
culto, las que provocaron, dos años después
en el año 1682, el trasladado del monumento al Campo
del Príncipe desde la plaza del Realejo Alto, donde
se ubicó la cruz en 1640. Esta plaza ocupaba aproximadamente
el emplazamiento de la actual plaza de Fortuny, como se aprecia
en la denominada Plataforma de Vico dibujada por el maestro
de obras de la Catedral, Ambrosio de Vico y grabada por Francisco
Heylan, tan sólo medio siglo antes de la construcción
del monumento. Se trata del ensanche o plaza que aparece
entre el edificio identificado con el número 15, que
es el convento de Santa Catalina de Siena y el número
3 que es la desaparecida iglesia de Santa Escolástica.
La fecha del traslado en 1682, es conocida gracias a las
inscripciones en el propio Monumento, como la que hay a
los pies:
SE A/ CABO/ AÑO
DE/ 1682
O la del mástil central de la cruz:
SV ILVS / TRISSIMA / CONZEDIO / A TODOS
LOS / Q RERESA [SIC] / REN VN PADE /
NVESTRO / I VN ABEM.ª / RIA 40 DI/ AS DE
IND / LVGENC /AS, / AÑO DE / 1682
La devoción al Señor de los Favores desde entonces
se extiende a toda Granada, como demuestra la amplia difusión
que tuvo la imagen a través de grabados, como el fechado
en 1788 conservado en el Museo Casa de los Tiros. Se trata
del único monumento público de devoción,
junto al de la Inmaculada del Triunfo que se reprodujo de
esta manera.
Iconografía
El monumento está configurado por una base de decoración
vegetal a la que sigue una delicada urna en cuyas cuatro
caras son representados los cuatros Evangelistas, en relieves
de no demasiada calidad. Sobre ella una moldura con decoración
geométrica al gusto del barroco inicial, que sirve
de base a la cruz. Como elemento singular cabe señalar
algunos restos de policromía, que evidencian el hecho
de que la cruz hubiera sido policromada.
Es comúnmente aceptada la teoría de su construcción
en dos momentos distintos fundamentalmente; el primero de
ellos, el inicial corresponde a 1640 fecha en la que el estilo
barroco en Granada aún no se ha desarrollado plenamente
y por tanto se conservan algunas de las características
propias del manierismo escultórico y de los inicios
del naturalismo de la primera mitad del XVII. A este periodo
se debe la construcción de la cruz y de la estructura
que la soporta. El segundo periodo corresponde con el traslado
de la escultura en el año 1682; en esta fecha debió de
añadirse la escultura de Cristo, y algunas de las
decoraciones.
Tradicionalmente el conjunto había sido atribuido
a Alonso de Mena, por comparación con la cruz erigida
en el atrio de la ermita del Santo Sepulcro del Sacromonte
donde concluía el Vía Crucis costeado por la
Orden de Terciarios Franciscanos en 1636, también
atribuida a Alonso de Mena. Ambas cruces tienen las mismas
características en cuanto su composición con
ligeras variantes como el orden del pedestal y la cornisa
volada. Sin embargo y comparando las esculturas de los crucificados
se aprecian notables diferencias. Se debe por tanto considerar
el crucificado del Señor de los Favores como una obra
de finales del siglo XVII, del mismo estilo de Mena, pero
en este caso bastante más refinado y cercana a la
escultura del hijo de Alonso, Pedro de Mena.
Se trata de una escultura sencilla y no dada al exceso
en detalles anatómicos, pese a ello denota un conocimiento
del oficio escultórico. Citando de nuevo al profesor
Gómez-Moreno Calera:
Lo mejor quizá sea la cabeza que presenta una breve
frente, ojos entreabiertos de cargados párpados, cejas
leves, nariz corta pero fuerte, amplio y caído bigote,
y barbilla que se divide en dos finos mechones, todo ello
resuelto con severa dignidad y proporción que viene
a ofrecer un bello rostro... Algo más toscos y pesados
resultan el torso, en el que sólo quedan marcados
con precisión el arco abdominal y la llaga semilunar
del costado, y las piernas cruzadas, y con unas fuertes pantorrillas...
La sujeción efectiva del Crucificado la ejercen dos
grandes pernos también de bronce, que atraviesan
el vertical de la cruz y sujetan el torso del Cristo por
la
espalda...
Sin
embargo la imagen del monumento ha ido evolucionando
desde el siglo XVII, concretamente hasta 1999, año
en la que se lleva a cabo una profunda restauración
que confiere al monumento su imagen actual. Esta evolución
en el siglo XX gracias a la fotografía se puede
advertir más fácilmente.
El primero de los evidentes cambios es la eliminación de la corona de
espinas, que estuvo al menos desde el siglo XVIII, como se aprecia en el grabado,
y que acompañó la imagen del Señor de los Favores hasta
su restauración en 1999, en la que fue retirada por motivos de conservación.
También se aprecia como a los pies del Cristo hubo una pequeña
pintura de la Virgen Dolorosa, hoy desaparecida.
Históricamente son numerosos los testimonios que aseguran
que nunca faltó ni luz ni flor al Señor de
los Favores, el propio Henríquez de Jorquera alude
a los faroles que le daban luz y a la gran devoción
de los vecinos. A lo largo del siglo XX se ha iluminado el
monumento de distintas maneras, a tenor de las fotografías,
aunque siempre han estado presentes los cuatro faroles de
las esquinas de la reja, o próximos al monumento antes
del pavimentado y cambios de nivel del Campo del Príncipe.
En la fotografía de Torres Molina, junto a la cruz
aparecen dos faroles, sobre soporte de hierro para lámparas
de aceite, una tradicional iluminación que aún
conservan sin uso cruces como la de la ermita del Santo Sepulcro,
la de la Plaza de San Miguel Bajo o la de la Rauda, y que
ya en los años setenta no acompañaba al Cristo
de los Favores. En esta fotografía también
se aprecia que en cada esquina de la cornisa de la moldura
aparece un soporte con tres bombos que debieron estar alimentados
eléctricamente y que también aparecen en el
paso procesional construido a imagen del monumento en 1928-29.
Estos soportes fueron sustituidos por cuatro simples faroles,
que se aprecian perfectamente en la fotografía en
la que aparece Machín, ya de los años setenta,
en cada una de las esquinas de la cornisa y eliminados también
durante la restauración, confiriendo al Cristo de
los Favores la imagen que actualmente tiene.