LA INMACULADA DE JUAN MARTÍNEZ
MONTAÑÉS. LA CIEGUECITA
F.W. Inc.
8 de julio de 2018
La
Inmaculada de Juan
Martínez Montañés,
conocida como "La Cieguecita", es una escultura
fechada entre 1629 y 1631, que se conserva en la capilla
de la Inmaculada de la catedral de Sevilla
En la catedral
de Sevilla, el retablo de una de las capillas adjuntas
al trascoro iba a estar originalmente dedicado a
San Juan Bautista pero fue cambiado como consecuencia de
la decretal Sanctissimus del papa Gregorio
XV de 1622,
que prohibía cualquier afirmación privada que sostuviera
que la Virgen fue concebida en pecado. Por ello el Jurado
Francisco Gutiérrez de Molina y su esposa Jerónima
de Zamudio decidieron entonces dedicar la capilla a la Inmaculada
Concepción y fundar allí una capellanía.
Molina murió en 1627 y fue enterrado en la capilla
y el 14 de febrero de 1628, su esposa encargo a Juan Martínez
Montañés un retablo para la misma, que debía
estar presidido por una imagen de la Inmaculada.23
Una enfermedad de Montañés le impidió cumplir
el contrato en su fecha y queda constancia, de que en septiembre
de 1629, solicitó una prórroga del trabajo.
El retablo finalmente se inauguró el 8 de diciembre
de 1631, presidido por la Inmaculada de "La Cieguecita".2
El trabajo de La Inmaculada de este retablo suscitó enseguida
admiraciones. Un contemporáneo describe a la Virgen
como "tan bella por su modestia, serenidad, piedad y
encanto de su rostro que levanta las almas de cuantos miran
hacia ella". Otro dice: "La estatua es lo mejor
que se ha hecho en el mundo, por ello Juan Martínez
Montañés debe vanagloriarse"3
La imagen se ha conservado desde su realización en
el emplazamiento para el que fue concebida. De forma excepcional
salió procesionalmente el 8 de diciembre de 1917,
durante el III centenario del voto concepcionista de la ciudad
y con motivo de la inauguración del monumento de
Lorenzo
Coullaut Valera en la plaza
del Triunfo.4
Análisis de la obra
El
retablo de la capilla denominada de la Inmaculada,
que se encuentra adosada al trascoro de la catedral
de Sevilla, consta de banco en el que figuran los
retratos de los patronos de la capilla, Gerónima
de Zamudio y Francisco Gutiérrez de Molina,
que fueron pintados por Francisco
Pacheco en 1631. La imagen de la Inmaculada
se encuentra en la hornacina central, flanqueada
por tallas de San
Gregorio Papa y Juan
Bautista así como relieves de San
José, San Joaquín, San Jerónimo
y San Francisco.5
La Cieguecita está realizada en madera de cedro, mide 164 cm y
la policromía corresponde a Francisco
Pacheco y Baltasar
Quintero. Está esculpida según el modelo apuntado
por Francisco
Pacheco en su obra Tratado del arte de la pintura que establecía:
" ...Hase
de pintar, pues, en este aseadísimo
misterio, esta Señora en la flor de
su edad, de doce a trece años, hermosísima
niña, lindos y graves ojos, nariz
y boca perfectísima y rosadas mejillas,
los bellísimos cabellos tendidos,
de color de oro; en fin, cuanto fuere posible
al humano pincel…”.
Se
trata así de una Virgen niña, con faz redondeada
y mirada baja y los ojos entreabiertos (lo que
le dio el apelativo de la Cieguecita, por el que
es conocida) con una larga melena que cae sobre
su espalda dividida. Viste una túnica larga,
ceñida con un cíngulo, y un manto
sobre los hombros que se recoge con el brazo izquierdo
produciendo numerosos pliegues. La pierna derecha
está ligeramente flexionada y las manos
permanecen unidas. La cabeza está adornada
con una corona de 12 estrellas que aluden a las
doce tribus de Israel.
A los pies, a modo de peana, aparecen tres
rostros de ángeles
y media luna con las puntas hacia arriba, lo que se considera una anticipación
del concepto asuncionista que le dio a la iconografía Murillo durante
la segunda mitad del siglo XVII, con un revestimiento de estrellas y
la luna bajo sus pies que describen la visión de la nueva Iglesia
que se narra en el Apocalipsis.4
Antonio
Moreno Vilches en una carta al erudito Rodrigo
Caro habla sobre la inminente inauguración
de la obra y la satisfacción de Montañés
con el resultado: “Para el día de Nuestra
Señora de la Concepción ha de estar puesto
el retablo e imagen que ha hecho Juan Martínez Montañés
en uno de los altares de los alabastros que están
debajo del órgano pequeño. Es la imagen la
primera cosa que se ha hecho en el mundo, con que Juan
Martínez Montañés anda muy envanecido”.4
Durante
el siglo XVIII, la escultura se revistió con telas
siguiendo los criterios ultrabarrocos de ese periodo. En
una restauración en el año 1779, volvió a
su estado original y se renovó la policromía,
especialmente en los ropajes y el cuerpo.4
Precedentes
La Cieguecita
tiene su primer precedente en la Inmaculada que realizó el
propio Montañés, entre 1606 y 1608 para
un retablo de la Iglesia
de Nuestra Señora de la Consolación de El
Pedroso y que constituye la primera realizada
por el escultor.
A los pies de La Inmaculada de El Pedroso figura una
cabeza de ángel,
que en la Cieguecita se van a multiplicar hasta tres. En este antecedente también
se adivina el rostro muy joven de la Virgen, con los rasgos de una niña
e igualmente el manto queda recogido bajo los brazos, con una talla espléndida
de los pliegues, en los que aparece también un rico estofado. El profesor José Hernández
Díaz describe esta imagen de la siguiente forma:6
“Es
una bellísima Virgen aniñada,
de poético y bello talante, cuyo
concepto cambiará años después
hacia la sublime interpretación
de la Theotocos. La representa en oración,
la mirada baja y las manos puestas oracionalmente
en forma ovalada….”
El
precedente más inmediato de la Cieguecita de la Catedral
de Sevilla lo constituye la Inmaculada también
realizada por Montañés hacia 1622,
para uno de los retablos de la iglesia del convento
de Santa Clara de Sevilla. En esta representación
la Virgen se presenta también con las manos
unidas, la mirada baja, expresión candorosa
y ensimismada, y pisando el creciente lunar, sobre
cuyo frente aparecen en este caso dos cabezas de
querubines. El tratamiento del ropaje es también
muy destacado, con plegados amplios y profundos
que difieren ligeramente de la disposición
que había utilizado con anterioridad.7
Influencias
La Virgen de la Inmaculada Concepción de la Catedral,
inspiró muchas réplicas posteriores. En todas
ellas, la postura de la Virgen contrasta con el tratamiento
asimétrico de los ropajes y de unas manos apretadas
hacia un lado.3 Algunas de estas obras son atribuidas al
propio Montañés o fueron elaboradas en
su taller, como es el caso de la Inmaculada de la iglesia
de la Anunciación de Sevilla, atribuida al taller del maestro jienense. Igualmente
Alonso
Cano al que se ha considerado tradicionalmente
que se formó como escultor con Montañés,
aunque no existe constancia documental, muestra el influjo
de Montañés en la Inmaculada de la iglesia
de San Julián de Sevilla, realizada por el artista
granadino entre 1633 y 1634.89
Asencio y Toledo, José María
(1867). Francisco Pacheco: Sus obras artísticas
y literarias, especialmente el libro de descripción
de verdaderos retratos de ilustres y memorables varones
que dejó inédito.
Litografía y librería española
y extranjera, Sierpes 35, Sevilla. OCLC
434467853.
Morales, Alfredo; Sanz, María Jesús; Serrera,
Juan Miguel; Valdivieso, Enrique. Diputación de
Sevilla, ed. Guía artística de Sevilla
y su provincia. Diputación de Sevilla. ISBN
84-7798-210-4.