LEYENDAS
(05). LEYENDA DEL CRISTO DEL CONSUELO (SAN FELICES, SORIA)
Padul Cofrade
Investigación. Leyendas
Padul, 24 de abril de 2020
Hoy nueva entrega de la
recopilación hecha por Padul Cofrade de algunos
de los muchísimos relatos y leyendas relacionados
con las imágenes de Cristo. Intentamos con esto
ayudar a pasar las horas de confinamiento a las que nos
vemos obligados y de paso conocer distintos aspectos relacionados
con la religiosidad en distintas zonas del mundo.
En esta ocasión
seguimos con la leyenda del Cristo del Consuelo (San Felices,
Soria).
El
Cristo del Consuelo (San Felices, Soria)
No deja
de ser tan original como encantadora la leyenda
sobre su patrono, el Stmo. Cristo del Consuelo,
bellísima escultura restaurada hace pocos
años y que no se procesiona: Aquí
llegó, en tiempos de los que no hay memoria,
digamos por nuestra cuenta que el siglo XVII, un
pobre desvalido y mendicante, que llamaba a las
puertas "Ave María Purísima.
Una limosna por Dios"... y la gente lo socorría
como era menester. Y no sé qué gracia
debió hacerle la gente de San Pedro de San
Felices, que así dicen que se llamaba entonces
la población que le avisó al corregidor
y a los alguaciles que pretendía dejar en
tan hermoso lugar una RELIQUIA DE SU PASO. Y puso
unas condiciones:
La
primera que lo tuvieran encerrado con llave echada
y en casa sin gente. La segunda que le arrimaran
cada día su condumio por la gatera de la
puerta. La tercera que nadie lo llamara y a nadie
se dijera si vinieran a buscarlo, dando señas
de su paradero, y la última que San Pedro
de San Felices, de todo ello, habría de medrar.
El corregidor, los alguaciles, los mayordomos de
San Sebastián y de San Félix y el
común de vecinos se hicieron solidarios en
el trato, y llegó el día en que el
condumio se quedó en donde lo pusieron. El
pobre no lo había retirado como de costumbre.
Se corrió la voz de que habría muerto.
Se echó mano a la llave que la tenía
bien alzada el señor cura y se rebuscó
la casona, sin hallar rastro del pobre, ni muerto
ni vivo. Lo que sí hallaron fue este Cristo
bendigo del Consuelo, tal cual usted lo ve ahora,
sólo que allí, entre astillas, cortezas
de árbol y recortes de la leña. Un
hacho y una azuela. Se había esfumado el
pobre y había una halladura bien distinta:
esa maravillosa estatua del Santo Cristo, que, sin
que nadie sepa por qué y cómo, dejaba
de reliquia a nuestro pueblo aquel pobre mendicante.