LEYENDAS
(19). LEYENDA DEL CRISTO DE LA VEGA (TOLEDO)
Padul Cofrade
Investigación. Leyendas
Padul, 8 de mayo de 2020
Con esta última
aportación ponemos momentaneamente fin la recopilación
hecha por Padul Cofrade de algunos de los muchísimos
relatos y leyendas relacionados con las imágenes
de Cristo. Intentamos con esto ayudar a pasar las horas
de confinamiento a las que nos vemos obligados y de paso
conocer distintos aspectos relacionados con la religiosidad
en distintas zonas del mundo.
En esta ocasión:
Leyenda del Cristo de la Vega (Toledo).
Leyenda
del Cristo de la Vega (Toledo)
Había
en Toledo dos amantes: Diego Martínez e Inés
de Vargas. Estos dos se amaban locamente, pero un
día llegó una mala noticia para los
dos, Diego tenía que partir hacia Flandes
y esto sembró el miedo y el terror ante los
dos, ya que este viaje les separaría y solo
Dios sabe por cuánto tiempo. Llegó
la hora de la despedida y esta se produjo en la
capilla del Cristo de la Vega en la cual los dos
se juraron amor eterno y Diego tocando los pies
de Cristo prometió desposarla en cuanto regresara.
Mientras Inés se marchitaba
de tanto llorar, ahogándose en su desesperanza
y desconsuelo, desesperado sin acabar de esperar,
aguardando en vano la vuelta del galán. Todos
los días rezaba ante el Cristo testigo de
su juramento, pidiendo la vuelta la Diego, pues
en nadie más encontraba apoyo y consuelo.
Dos años pasaron y las guerras
de Flandes acabaron, pero Diego no regresaba, pero
Inés nunca desesperó y todos los días
acudía al miradero en espera de ver aparecer
a su amado. Un día vio aparecer un tropel
de hombres a lo lejos que se acercaban a la muralla
de la ciudad, y se encaminaban a la plaza del Cambrón,
esta fue corriendo hacia allí a ver quiénes
eran como había hecho muchas otras veces,
cuando allí llegó el corazón
le palpito con fuerza, al frente del pelotón
de hombre en cabeza iba Diego. ¡Por fin! Tanto
tiempo esperando dio fruto, Inés dando gritos
de alegría agradecía al cielo el haberle
traído sano y salvo, pero Diego al verla
le hizo caso omiso como si no la conociera y dando
espuelas al caballo se adentró en las callejuelas
de Toledo.
Cristo
de la Vega (Toledo)
¿Qué había hecho
cambiar a Diego Martínez? Posiblemente fuera su
encubrimiento, pues de simple soldado fue ascendido a
capitán y a su vuelta el rey le nombró caballero
y lo tomó a su servicio. El orgullo le había
trasformado y le había hecho olvidar su juramento
de amor; negando en todas partes que él prometiera
casamiento a esa mujer.
Cristo de la Vega (Toledo)
Inés no cesaba de acudir ante
Diego, unas veces con ruegos, otras con amenazas y muchas
más con llanto; pero el corazón del joven
capitán de lanceros era una dura piedra y continuamente
le rechazaba.
En su desesperación solo vio un
camino para salir de la dura situación en que se
encontraba, ya que en todas partes de la ciudad murmuraban
sobre el caso de Diego e Inés, y fue acudir al
gobernador de Toledo que en esta caso era Don Pedro Ruiz
de Alarcón y le pidió justicia. Don Pedro
hizo acudir ante él en el tribunal a Don Diego
Martínez y a Inés y primero escucho a uno
contar lo acontecido para más tarde escuchar a
Diego negar haber jurado casamiento a Inés. Ella
porfiaba y él negaba. No había testigos
y nada podía hacer el gobernador. Era la palabra
de uno contra la del otro.
Cristo de la Vega (Toledo)
En el momento en el que Diego iba a marcharse
con gesto altanero, después de que don Pedro le
diera permiso para ello, Inés pidió que
lo detuvieran, pues recordaba tener un testigo. Cuando
la joven dijo quién era ese testigo todos se quedaron
paralizados por el asombro, tras un silencio aterrador
y una breve consulta de don Pedro con los jueces que le
acompañaban decidieron ir al Cristo de la Vega
a tomarle declaración.
Cristo de la Vega (Toledo)
Todos se acercaron a la ermita, un tropel
de gente acompañaba el cortejo, pues la noticia
del suceso se había extendido como la pólvora.
Entraron todos en el claustro, encendieron ante el Cristo
cuatro cirios y se postraron de hinojos a rezar en voz
baja. a continuación un notario se adelantó
hacia la imagen y teniendo a los jóvenes uno a
cada lado y después de leer la acusación
en voz alta, demandó a Jesucristo como testigo:
-¿Juráis ser cierto que un día,
a vuestras divinas plantas, juró a Inés
Diego Martínez por su mujer desposarla?
Tras unos momentos de expectación y tensión
el Cristo bajo su mano derecha, desclavándola del
madero y poniéndola sobre los autos abrió
los labios y exclamo:
- Sí Juro.
Ante este hecho los ambos jóvenes
renunciaron a las vanidades de este mundo y entraron en
sendos conventos.