LEYENDAS
(23). LEYENDA DE LA CRUZ DEL DIABLO (CUENCA)
Padul Cofrade
Investigación. Leyendas
Padul, 12 de mayo de 2020
Continuamos con la recopilación
hecha por Padul Cofrade de algunos de los muchísimos
relatos y leyendas relacionados con las imágenes
de la Cruz. Intentamos con esto ayudar a pasar las horas
de confinamiento a las que nos vemos obligados y de paso
conocer distintos aspectos relacionados con la religiosidad
en distintas zonas del mundo.
En esta ocasión
seguimos con la leyenda de la Cruz del Diablo (Cuenca)
Leyenda
de la Cruz del Diablo (Cuenca)
La tradición
sitúa esta leyenda en el siglo XVIII.
Diego, hijo de un oidor de la ciudad,
era la vergüenza de sus padres y de su familia,
a los que deshonraba con costumbres licenciosas.
De hermosa apariencia física, apuesto, conquistador,
diestro en Justas y Torneos. Era, a pesar de sus
calaveradas, el ídolo de las damas de la
mejor sociedad conquense.
Una dama misteriosa, que apareció
en Cuenca durante el verano, consiguió interesar
a Diego, que intentó en seguida su conquista,
pero desapareció de la ciudad tan misteriosamente
como había llegado, sin que el joven consiguiera
encontrarla, hasta que iniciado el otoño
apareció otra vez en la ciudad.
Desde aquel momento, ya no se separó
Diego de ella. De costumbres y manera tan licenciosas
como aquél, la dama desconocida produjo el
escándalo en Cuenca. Ante nada retrocedían,
desprovistos de todo respeto humano y… hasta
divino.
Nada consiguió el padre
de Diego cuando trató de apartarlo de aquellos
amores y conductas. Por toda respuesta le dijo que
pensaba casarse con aquella dama, de la cual nada
sabía, excepto su nombre: Diana. Nombre pagano
que asustó al oidor, y pidió a Dios
por aquel hijo depravado.
Continuaron aquellas relaciones
escandalosas, y llegó el día de Todos
los Santos. Precisamente aquella noche, la pareja,
reunida con amigos y amigas de sus misma aficiones,
se divertía y reía del miedo que mucha
gente tenía en salir de su casa o bromear
a propósito de los difuntos y vida de ultratumba.
Diego llegó a discutir con Luís, uno
de sus amigos, que se negó a acompañarle
en un viaje que proyectó hacer en aquel mismo
momento por el campo. De tal discusión resultó
un desafío entre ambos, que quedó
concertado para el amanecer del día 3, ya
que Luís, temeroso, se negó a llevarlo
a efecto aquella misma noche.
La Cruz del Diablo.
Detalle de la Garra del Diablo
Pero Diego y Diana, acompañados
de unos pocos, salieron y se dirigieron hacia el atrio
de la ermita de las Angustias. Ninguna de las alocadas
damas les acompañó. Sólo unos pocos,
que muy pronto dejaron solos a los amantes.
La Cruz
del Diablo.
La noche, tormentosa, con abundantes
truenos y relámpagos, acabó en una lluvia
que fue empapando los vestidos de Diana, sentada junto
a Diego en las escaleras del atrio. Al advertir el joven
el estado de Diana, completamente mojada, y tiritando
él mismo de frío, le propuso guarecerse
al abrigo de la ermita. La puso en pie, y al tratar de
llevarla en brazos, debido a un relámpago deslumbrante
y habiendo quedado un poco levantando el vestido, descubrió
no una pierna de mujer, sino una horrible pata de cabra,
peluda y fea, terminada en una horrible pezuña.
Diego comprendió al momento su
equivocación. Había estado coqueteando con
el diablo, en forma de bellísima mujer. Subió
las gradas de la escalera donde se habían sentado
y abrazándose a la cruz pidió auxilio a
Dios. La fingida Diana desapareció en un alarido,
envuelta en siniestros resplandores.
Diego aterrorizado, descendió
las escaleras y se dirigió al convento de los Descalzos,
en cuya puerta estaba la cruz. A su llamada respondieron
los frailes, ante cuyo prior hizo el joven confesión
de su terrible experiencia, así como de sus culpas.
No quiso levantarse del suelo hasta que le permitieron
quedarse en el convento.
Su arrepentimiento fue sincero y total.
Vivió aún largos años de vida ejemplar
y penitente, y murió santamente.
La Cruz
del Diablo.
Detalle de la Garra del Diablo
Recuerdo de esta leyenda es la cruz,
que se conserva en el atrio del antiguo convento de los
Descalzos, en cuyo centro se ve una mano extendida con
cinco dedos, que según la tradición era
la huella de la mano de Diego cuando se abrazó
a la cruz pidiendo el auxilio divino, al identificar a
Diana como el demonio.
Ermita de las Angustias de Cuenca, el escenario
de la leyenda de La Cruz del Diablo