LEYENDAS
(24). LEYENDA DE LA CRUZ DEL HUMILLADERO (ALCAUDETE, JAÉN)
Padul Cofrade
Investigación. Leyendas
Padul, 13 de mayo de 2020
Continuamos con la recopilación
hecha por Padul Cofrade de algunos de los muchísimos
relatos y leyendas relacionados con las imágenes
de la Cruz. Intentamos con esto ayudar a pasar las horas
de confinamiento a las que nos vemos obligados y de paso
conocer distintos aspectos relacionados con la religiosidad
en distintas zonas del mundo.
En esta ocasión
seguimos con la leyenda de la Cruz del Humilladero (Alcaudete,
Jaén)
Leyenda
de la Cruz del Humilladero (Alcaudete, Jaén)
En la
carretera local Alcaudete-Las Casillas, conocida
en Alcaudete como "carretera de la Fuensanta"
por conducir paralelamente al precioso y arbolado
camino de la Fuensanta, al Santuario en que se venera
la preciosa imagen de la Santísima Virgen
María bajo la advocación de Nuestra
Señora de la Fuensanta, a la margen Norte
de dicha carretera se halla una cruz de piedra de
gran tamaño, llamada del Humilladero, cuyo
pedestal es otra piedra toscamente labrada en forma
de corazón.
Acerca de su establecimiento y
los motivos dice la leyenda:
En el año 1.408, el
rey de Granada Muhamat VI, conocido por Aben-Balba,
resentido en su amor propio por el fracaso en el
cerco de Jaén, y queriendo resarcirse de
la pérdida de Zahara y otros castillos que
le habían ganado los cristianos, determinó
conquistar alguna plaza fronteriza y al efecto,
puso cerco a la Villa de Alcaudete con un ejército
formado por 7.000 caballos y 12.000 peones, además
de formidables máquinas de guerra y bombardas.
El rey Muhamat sentó
sus reales en un llano que hoy se conoce como "Ruedo
Alto". (Asegura la misma tradición que
la tienda del rey ocupaba el mismo sitio que hoy
la conocida "Cruz del Humilladero".
Exigió Muhamat la rendición
de la plaza: pero el entonces Señor de la
Villa, Martín Alonso de Montemayor, se negó
a ello.
La Cruz del Humilladero(Alcaudete,
Jaén)
Entonces Muhamat mandó atacar.
Arrimaron los moros sus escalas a las murallas aprestándose
a su defensa el señor de Alcaudete, su propio hermano,
el Comendador de Martos y numerosos caballeros con sus
gentes de tierras de Jaén y Córdoba.
El ejército sarraceno se dispuso
en tres formaciones y dio tres asaltos consecutivos el
día 18 de febrero de 1.408, desde el alba: hasta
desaparecer el sol. Pero otras tantas veces fueron rechazados
por los valientes defensores.
Se cuenta que durante la noche, los
centinelas de las almenas y los adarves, percibían
los lastimeros ayes de los muchos moribundos de la batalla.
Apenas rayó al día
siguiente la indecisa y suave claridad del crepúsculo
matutino, los sarracenos volvieron a la porfía
de apoderarse de la fortaleza y por cuarta vez fueron
rechazados por los valientes cristianos.
La Cruz
del Humilladero(Alcaudete, Jaén)
Viendo el rey Muhamat que sus esfuerzos
eran inútiles, y que se sacrificaban inútiles
valientes guerreros, mandó abrir una mina en dirección
al centro de la fortaleza. Pero, aunque trabajaban en
ella con cautela, fueron descubiertos por los sitiados
y para anular esta estrategia, los alcaudetenses minaron
en dirección contraria otra con tal acierto que
fueron a encontrarse con el enemigo. En ella, a oscuras,
en tal estrecho lugar trabaron una lucha cuyo resultado
fue tantos muertos que se llegó a taponar la mina.
Los moros habían sido rechazados una vez más
por los cristianos de Alcaudete.
Dos días más continuaron
los sarracenos en su porfía, aunque ya más
flojamente. Al cabo mostraron su impotencia arrancando
y pegando fuego a las villas y arboledas de los alrededores.
Así quisieron vengar la muerte de sus muchos caballeros
y caudillos que habían sucumbido ante los inexpugnables
muros de Alcaudete.
Por último, Muhamat, abatido
y humillado, ordenó levantar el cerco y se encaminó
triste y despechado a Granada.
Más al pasar por Alcalá
la Real sufrió un nuevo revés, porque algunos
señores que allí estaban salieron a las
órdenes de D. Alonso Fernández de Aguilar,
y dieron mucho quehacer a los moros.
Los de Alcaudete, que supieron que
el rey de Granada se había metido en su tienda
malhumorado y triste y en ella había permanecido
en silencio hasta su retirada, llamaron a aquel terreno
del "Humilladero"; y más adelante colocaron
en dicho sitio el Sagrado signo de la Redención
a la que desde entonces se le llama "Cruz del Humilladero"