Padul Cofrade
Investigación. Leyendas
Padul, 14 de julio de 2020
Leyenda
de Sant Medir (Barcelona)
San
Medir era un campesino que vivió hacia
el año 300 en un pueblo cercano a Barcelona,
en Sant Cugat del Vallès, durante el
dominio romano de Diocleciano, que persiguió
con fiereza a los cristianos.
El Obispo Severo huía
de Barcelona perseguido por los romanos y emprendió
el camino de San Cugat, donde estaba San Medir
plantando habas. Le explicó el motivo
de la huida y, decidido a morir por la fe de
Jesucristo, le pidió a Medir que si preguntaban
por él, respondiera con la verdad, que
dijera que, mientras estaba sembrando habas,
el obispo había pasado por allí
y que lo encontrarían más abajo.
Los perseguidores encontraron
a Medir y le preguntaron por el obispo y éste
respondió con la verdad. Una vez dicho
esto, las habas crecieron y florecieron, produciendo
el milagro.
Al final los romanos apresaron
a Medir y lo martirizaron junto con el Obispo,
a quien acabaron capturando también.
Sant Medir. Barcelona.
La leyenda de Sant
Medir de Barcelona
Dice la leyenda que Medir era un campesino que vivía
en el valle de Gausac (en la sierra de Collserola)
hacia el año 303, durante el dominio del emperador
romano Dioclecià. En esta época se iniciaron
unas fuertes persecuciones contra los cristianos,
las mismas que afectaron a otra famosa santa barcelonesa:
santa Eulàlia. Lo obispo Sever, constantemente
asediado por las autoridades romanas, tuvo que huir
de la ciudad y emprendió el camino tradicional
que unía Barcelona con Sant Cugat del Vallès
a través de la sierra de Collserola.
A medio camino, con las tropas romanas persiguiéndolo,
Severo se encontró el campesino Medir plantando
habas. Le explicó su situación y, como
era un hombre de tan buena fe, pidió al campesino
que si sus perseguidores preguntaban por él,
les dijera la verdad e indicara hacia dónde
se dirigía. Cuando Severo siguió su
camino las habas que plantaba Medir empezaron a crecer
y florecer milagrosamente. Era una muestra de la beatitud
del obispo.
Los perseguidores romanos no tardaron en llegar y,
cuando interrogaron Medir, no se creyeron su historia
inverosímil: ¿un obispo que indicaba
a sus perseguidores dónde pueden acosarlo?
¿Unas habas que brotaban milagrosamente? Pensaron
que el campesino se mofaba de ellos y quería
proteger al obispo y, sintiéndose engañados,
se lo llevaron detenidos mientras iban a capturar
al obispo. Los dos fueron aprisionados y torturados
en Sant Cugat del Vallès y Medir fue degollado.
En memoria de toda esta gesta, san Medir es copatrón
de Sant Cugat y en Barcelona tenía muchos devotos.
En honor del martirio que sufrió, tiene una
ermita románica dedicada a la zona donde supuestamente
vivía, en el valle de Gausac. Está precisamente
en esta ermita donde cada año el 3 de marzo,
día de Sant Medir, llegan en peregrinaje los
romeros procedentes de Barcelona. Se hace un grupo
en el campo del Milagro, una explanada donde se supone
que brotaron las habas, al cual se añade también
la gente de Sant Cugat.
A pesar de esta leyenda, es muy probable que san
Medir no llegara a existir nunca. Se puede tratar,
como también pasa con santa Eulàlia,
de un caso de duplicación de personalidad hagiográfica
con la leyenda de Sant Emeteri de Calahorra. Es posible
que la memoria colectiva buscara una historia paralela
para ornamentar la leyenda de san Sever y se inspiraran
en san Emeteri trasladándolo a Collserola.
Además, hasta que en el siglo XIX Josep Vidal
Granés no hizo el primer peregrinaje, el culto
al santo casi se había perdido.