Leyendas
(72). Leyenda de San Roque (Montpellier, Francia)
Padul Cofrade
Investigación. Leyendas
Padul, 23 de julio de 2020
Leyenda
de San Roque (1)
La leyenda de San Roque nos
habla de un ermitaño de origen francés
(siglo XIV) que fue víctima de la peste.
Se recuperó de la enfermedad en el bosque
gracias a que un perro le traía alimentos.
Ese perro se convirtió en un compañero
inseparable. La fama de San Roque se extendió
durante toda la Edad Media como intercesor en
casos de peste.
La tradición española
lo quiere peregrino a Santiago y presenta al
perro sin rabo, e incluso se dice que un modo
de identificar a los judíos conversos
era haciéndoles repetir el trabalenguas
"El perro de San Roque no tiene rabo porque
Ramón Ramírez se lo ha cortado".
Otra tradición completa que Ramón
Ramírez "arrojó al mar del
Finisterre" el rabo cortado, que por los
poderes del santo se transformó en pez.
Se dice que ese pez sigue vivo en las aguas
atlánticas, y que si es identificado
por un cristiano nacido el 16 de agosto mientras
pronuncia el trabalenguas el rabo recuperará
su primitiva naturaleza y volverá a unirse
con el perro.
San Roque y el perro.
Leyenda de San Roque (2)
Mucho antes de que Ramón Ramírez le
cortara el rabo al perro de San Roque, el animal ya
era popular por ser el perro que siempre acompañaba
al Santo.
San Roque uno de los más eminentes practicantes
de la caridad cristiana, nació en el seno de
una familia rica en la ciudad francesa de Montpellier
en 1295. Y siendo muy joven dejó todos los
bienes y marchó en peregrinación hacia
Italia.
La leyenda
de San Roque
En éste País había una epidemia
de peste, y el Santo se dedicó a cuidar a los
apestados, hasta que él mismo se enfermó.
Entonces se retiró a un bosque, solo y abandonado,
y estaba a punto de morir de hambre cuando apareció
un perro que, le llevaba cada día una flauta
de pan y le lamía las heridas.
San Roque recuperó la salud gracias a los
cuidados del perro, y continuó después
su admirable obra hasta que regresó a la ciudad
de Montpellier en la que falleció en 1327.
San Roque en el hospital.
Por haber dedicado su vida a cuidar a los apestados
y porque un perro le salvó la vida, San Roque
fue proclamado Patrón contra la peste, y artistas
como Rubens, Tintoretto, Ribera y otros lo representaron
con un perro.
El culto a San Roque, que siempre aparece acompañado
de un perro, a veces con un pedazo de pan en el hocico,
fue muy popular en toda Europa y España. En
Barcelona se lo menciona por primera vez en 1476,
con motivo de una epidemia de peste. Y a pesar de
que en la Ciudad Condal había tres Santos a
los que se invocaba contra las epidemias, San Cristóbal,
el Angel Custodio, y San Sebastián, San Roque
llegó a superarlos en popularidad gracias a
que realizó algunas curaciones milagrosas.
San Roque,
vida y leyenda
De San Roque
hay algunos datos históricos, pero lo más
que se sabe es por tradición oral, aunque de
existir, existió, eso no tiene duda. Así
que ni es un mito celta, ni una antigua divinidad
pagana reconvertida:
Vida
Estos pocos datos afirman que nació en 1350
(no en 1295, como se decía antes) y nació
en una familia de clase media. Desde su nacimiento
tenía un curioso lunar en forma de cruz que,
típico de los tiempos, fue tomado como una
señal divina. Muy joven, Roque perdió
a sus padres y decidió hacerse peregrino y
atender a los necesitados, por lo que entró
a la Tercera Orden Franciscana, dio todo su dinero
a los pobres y confió a su tío administrar
sus bienes en beneficio de estos. Se dirigió
a Roma, pero deteniéndose en cada sitio que
podía cuidar enfermos e inválidos. En
Roma estuvo tres años y, de regreso a su casa,
pasando un tiempo en Piacenza, atendiendo a los enfermos,
quedó contagiado de la peste.
Desalojado de la ciudad, donde tanto bien había
hecho, se refugió en un bosque, esperando morir.
Alli, día tras día, un perro le llevaba
un trozo de pan; el dueño del perro, que no
era hombre piadoso ni siquiera una buena persona,
quedó admirado por semejante hecho y se convirtió,
arregló sus asuntos y cambió de vida.
Contra todo pronóstico, Roque sanó de
la peste, se dirigió a su tierra, que estaba
en ese momento en guerra. No fue reconocido, sino
tomado por un espía, y sin juicio alguno lo
enviaron a la cárcel, y según la historia
estuvo entre 5 y 8 años entre rejas, donde
murió.
San Roque en prisión.
Leyenda
Como casi siempre, hay una leyenda creada posteriormente
y que busca florear la vida del santo, hacerla más
vistosa. Esta dice que Roque era hijo de Juan y Libera,
príncipes de Montpellier y descendiente de
la Casa Real francesa. Sus padres no podían
tener hijos y rogaron a la Virgen María les
concediera un hijo. Nacido este, le llamaron Roque.
El niño se abstenía del pecho de su
madre dos días a la semana, para ayunar. A
los siete años ya hacía todo tipo de
obras piadosas y caritativas. Entonces su padre cayó
enfermo y le dijo: “Roque, me estoy muriendo.
Como legado te dejo cuatro cosas; la primera, servir
a nuestro Señor Jesús; la segunda, servir
siempre a los pobres; la tercera, te nombro dueño
de mi propiedad y bienes, que deberás emplear
en beneficio de los pobres; la cuarta, que siempre
haya en tus casas, espacio para pobres, enfermos y
huérfanos”.
Cuando Roque tenía 20 años, su madre
murió y él se dedicó a visitar
las casas de los pobres, a ayudar a enfermos y necesitados
de palabra y obra. A las chicas pobres les dotaba
para que pudieran casarse. En fin, que todo lo que
su padre le había dejado lo dio a los pobres.
Cuando consideró que había cumplido
a su padre, decidió llevar vida de peregrino.
Después de un largo viaje por varias regiones,
llegó finalmente a Roma, que estaba llena de
apestados. Obtuvo alojamiento en el palacio de un
cardenal que, al poco tiempo, también cayó
enfermo, pero Roque lo sanó haciéndole
la señal de la cruz.
San Roque, vida y leyenda.
Permaneció tres años con el cardenal,
dedicado a los enfermos y los pobres, sin revelar
su origen noble. Cuando el cardenal murió,
se fue a Piacenza, pues había oído decir
la peste hacía estragos allí. Se llegó
al hospital donde pasó mucho tiempo acogiendo
pobres, hasta que un día tiene la visión
de un ángel que le dice: "Roque, levántate
y prepárate a sufrir tu propia llaga”.
En ese momento se dio cuenta de que había enfermado
de peste, por lo que fue arrojado por los mismos enfermos
que hasta hacía poco atendía. Algunos
protestaron, pero el dueño del hospital mintió:
"El peregrino enfermó de la peste y se
fue en contra de nuestra voluntad”.
Algunos lo buscaron, temerosos que Dios les castigara
con más plagas por arrojar a un hombre tan
bueno, pero no le hallaron. Roque se fue a un bosque,
donde se hizo una choza. Por un milagro, de la tierra
brotó una fuente que le daba agua. A los pocos
días apareció el perro con el pan en
la boca, y el ya conocido dueño, llamado Gottard
que le persigue y halla a Roque, que le dice: "amigo,
aléjate de mí, porque tengo la plaga”.
El joven se va, pero regresa impactado si no debía
hacer lo mismo él, que es cristiano, mientras
su perro es un animal. Roque le contestó que
aunque cumpliera los mandamientos, que dejara todo,
se hiciera pobre con los pobres, salvaría su
alma y ocurriría un milagro. Así fue,
Gottard lo dejó todo, se dedicó a los
pobres a pesar de su familia y entonces llegó
el milagro: sanaron los apestados de Piacenza. Entonces,
Roque oró para que Dios le librase de su enfermedad,
y así pasó. Se dirigió a su tierra
natal y pasó lo que ya sabemos. Error, cárcel,
muerte, reconocimiento y entierro solemne, salvo que
la leyenda incluye otros detalles: una intervención
mariana, que su abuela lo reconoció por el
lunar en forma de cruz, confesión y comunión
y un pergamino en el que Roque aclara quien es en
verdad.
Culto e iconografía
En 1485 las reliquias fueron trasladadas desde Montpellier
a Venecia, hecho que desplegó su culto por
toda Europa. Las primeras representaciones del santo
están en Nuremberg y Bingen, asimismo los primeros
traslados de otras reliquias fueron a Amberes. Así
que fueron los Países Bajos los que fomentaron
más su culto. En los campos de Francia, el
16 de agosto se bendicen hierbas que mezclan con el
forraje, para la protección del ganado.
Es patrón contra la peste, el cólera
y otras epidemias, y para el dolor en los pies, las
rodillas y las piernas, la rabia, la peste y todo
tipo de accidentes y llagas. También protege
a presos, enfermos, hospitales, hospicios, médicos,
cirujanos, farmacéuticos y sepultureros, peregrinos,
agricultores, jardineros, vinateros, camineros, carpinteros,
fabricantes de fuegos artificiales, marinos y carreteros.
También es patrono de las ciudades de Montpellier,
Parma, Venecia y cientos de pueblos españoles
y americanos.
Fiesta de Sam Roque en Llanes.
Su iconografía aunque variada, es abundante
y perfectamente reconocible: viste de peregrino (bastón
con calabaza, sombrero, esclavina con concha). Suele
levantar la ropa con un bonito gesto, para mostrar
las llagas, y casi siempre le acompaña el perro,
que lleva el pan en la boca, y a veces un ángel.
Su fiesta es el 16 de agosto, pero también
aparece a 13 ó 18 del mismo mes.