LEYENDAS
(28). LEYENDA DE LA CRUZ DEL PUERTO TRIGUERO (ALOSNO, HUELVA)
Padul Cofrade
Investigación. Leyendas
Padul, 17 de mayo de 2020
Continuamos con la recopilación
hecha por Padul Cofrade de algunos de los muchísimos
relatos y leyendas relacionados con las imágenes
de la Cruz. Intentamos con esto ayudar a pasar las horas
de confinamiento a las que nos vemos obligados y de paso
conocer distintos aspectos relacionados con la religiosidad
en distintas zonas del mundo.
En esta ocasión
seguimos con la leyendas (28). Leyenda de la Cruz del
Hituelo (Blesa, Teruel).
Leyenda
de la Santa Cruz
Introducción:
El madero en el que Nuestro Señor
Jesucristo fue crucificado para nuestra redención,
fue milagrosamente descubierto por Santa Elena,
madre del emperador Constantino en el Monte Calvario,
en el siglo IV de nuestra Era.
A partir de entonces es venerado
por los cristianos, de tal manera que se va fragmentando
en pequeñas astillas, Lignum Crucis a lo
largo de los años.
Como sabéis nuestra Hermandad
posee uno de ellos, correctamente autentificado
por Roma.
Alrededor del Divino Madero existe
una leyenda, basada en textos apócrifos y
en la tradición que comienza con la muerte
de nuestro padre Adán.
La leyenda:
En el Evangelio de Nicodemo se
recoge lo siguiente: Estando Adán enfermo,
su hijo Seth acudió a las puertas del Paraíso
y pidió un poco de óleo del árbol
de la misericordia para ungir con él el cuerpo
de su padre y procurarle así la salud.
A su demanda respondió el
Arcángel San Miguel de ésta manera:
"No llores, ni te canses buscando el óleo
del árbol de la misericordia, porque no lo
obtendrás hasta que no hayan transcurrido
cinco mil quinientos años".
Otros textos refieren que el Arcángel
dio Seth una ramita o semillas del Árbol
de la Ciencia del Bien y del Mal advirtiéndole:
”Cuando este ramito se convierta en árbol
y de fruto, tu padre sanará".
El hallazgo de la santa Cruz, por Agnolo Gaddi,
Italia, siglo XIV.
Cuando Seth
regresó a donde se encontraba Adán lo halló
muerto, lo enterró y plantó sobre su tumba
el tallo, que enraizó y se convirtió con
el tiempo en un magnífico árbol.
Cuando Salomón
estaba construyendo el palacio de bosque de Líbano
reparó en él, mandó que lo talaran
y lo usaran como viga. Sin embargo esta viga no encajaba
en sitio alguno, resultaba larga para algunos y corta
para otros. Si la cortaban, aun midiéndola con
toda exactitud, quedaba demasiado corta. Esto ocurrió
varias veces con la consiguiente desesperación
de los constructores, que al fin decidieron usarla como
pasarela sobre un arroyuelo próximo.
Cuando la reina
de Sabá visitó a Salomón, reparó
en el madero y tuvo una revelación según
la cual alguien sería colgado de aquel madero y,
a causa de ello el reino de los judíos se vendría
abajo. Informado Salomón de tal visión mandó
enterrar la viga a gran profundidad.
Pasado tiempo
se construyó en este lugar un estanque, según
la tradición el agua de este estanque tenía
propiedades curativas.
Poco antes de
la Pasión de Nuestro Señor, apareció
flotando en él la viga de madera, que fue retirada
por los judíos y posteriormente utilizada para
confeccionar con su madera la Cruz donde sería
clavado el Salvador.
Durante
el Imperio Romano, el 27 de Octubre del 312 d.C.,
tiene lugar la batalla de Puente Milvio (a unos
20 Km. de Roma) entre Constantino y Majencio, ambos
aspirantes al trono. Constantino, hijo de Santa
Elena, se encontraba acorralado por las tropas enemigas,
por lo que una gran inquietud se adueñaba
de él... pero en las horas meridianas del
sol, cuando ya el día comienza a declinar,
vio con sus propios ojos, en pleno cielo, superpuesto
al sol, un trofeo en forma de cruz, construido a
base de luz y al que estaba unida una inscripcio6n
que rezaba: IN HOC SIGNO VINCES (Con éste
signo vences).
El pasmo
por la visión lo sobrecogió a él
y a todo el ejército, que lo acompañaba
en el curso de una marcha y que fue espectador del
portento. Y decía que para sus adentros se
preguntaba desconcertado qué «podría
ser la aparición... En sueños vio
a Cristo, con el signo que apareció en el
cielo y le ordenó que, una vez se fabricara
una imitación del signo observado, se sirviera
de él como bastión en las batallas
contra los enemigos."
Constantino
salió victorioso en la batalla, y esta victoria
supuso sin duda, como la historia demuestra, un
hito en la extensión del Cristianismo por
todo el Imperio, gracias, sobre todo a la promulgaci6n
del Edicto de Milán en el año 313,
que supone el respeto del estado a todas las religiones
y la devolución de los bienes confiscados
a los cristianos.
Santa
Elena, madre de Constantino fue nombrada por él
emperatriz. Tenía Elena una edad próxima
a los ochenta años cuando decidió
viajar a Jerusalén en busca de la Cruz de
Cristo.
La leyenda
nos cuenta que, llegada a la Ciudad Santa, convocó
a los judíos en asamblea, preguntándoles
por el sitio donde fue crucificado el Redentor.
Nadie respondía, hasta que señalaron
a un tal Judas, que se negó a revelar su
secreto por lo que fue abandonado en un pozo seco
durante siete días, sin agua ni alimento.
Este Judas,
por fin cedió y llevo a la emperatriz al
lugar donde, tras arduas excavaciones, aparecieron
tres cruces. Como el letrero que Pilatos había
mandado poner en la que Cristo padeció se
encontraba desprendido, no se podía saber
cuál era la verdadera. Aconsejada por el
Obispo Macario procedieron a colocar sobre las tres
cruces el cuerpo de una joven que había fallecido,
ocurriendo el milagro de la resurrección
al ser puesta sobre el verdadero madero.
Judas
se convirtió y llegó a ser Obispo
de Jerusalén con el nombre de Ciriaco. Santa
Elena mandó construir una basílica
en el lugar (donde antes se alzaba un templo de
Venus) dejando allí parte de la Cruz, trasladando
el resto a Roma.
Santa Helena y Heraclio al tomar la Santa Cruz
en Jerusalén. Museo de Zaragoza.
En el año
615 el rey persa Cosroes había robado la Verdadera
Cruz, incrustándola en su trono de manera que "sentándose
en él, como el Padre, tuviera a la derecha el madero
de la Cruz en lugar del Hijo, y el gallo en la izquierda,
en lugar del Espíritu Santo.
El emperador
Heraclio atacó y derrotó a las tropas persas
en el río Danubio, ajusticiando a Cosroes al negarse
éste a hacerse cristiano.
Tras la victoria
Heraclio llevó con gran pompa la Cruz a Jerusalén;
pero en el momento de entrar en la ciudad, las piedras
de la puerta cayeron soldándose como una pared,
y un ángel se apareció a Heraclio y le recordó
la humildad con que el propio Cristo atravesó esa
puerta montado en un pollino.
Entonces, el
emperador, bañado en lágrimas, descalzó
sus pies y se despojó de los vestidos hasta la
camisa, y tomando la Cruz la llevó humildemente
hasta la puerta...