Leyendas
(74). Leyenda del apóstol Santiago (Santiago de Compostela)
Padul Cofrade
Investigación. Leyendas
Padul, 23 de julio de 2020
Historia
y leyenda del apóstol Santiago
No vano, existen pocas evidencias
históricas que puedan demostrar que el
apóstol viajara realmente a la Península.
“Pese a todos los esfuerzos de la erudición
de ayer y de hoy, no es posible, sin embargo,
alegar en favor de la presencia de Santiago
en España y de su traslado a ella, una
sola noticia remota, clara y autorizada”,
explica Sánchez Albornoz en su obra «En
los albores del culto jacobeo».
Con todo, el relato quedó
enraizado en la tradición ibérica
y en el año 1630, siendo dicho monarca
Felipe IV, el papa Urbano VIII decretó
oficialmente que el Apóstol Santiago,
el Mayor, fuera considerado solo y único
Patrón de la Nación Española.
«Dios hizo a Santiago, Patrón de
España, que no existía entonces,
para que cuando llegue el día pudiera
interceder por ella y volverla otra vez a la
vida con su doctrina y con su espada»,
afirmó en una ocasión Francisco
de Quevedo.
En la Biblia se alude habitualmente
a él bajo el nombre de Jacobo, término
que pasó al latín como Iacobus
y derivó en nombres como Iago, Tiago
y Santiago (sanctus Iacobus). Santiago de Zebedeo
o Santiago el Mayor fue uno de los primeros
discípulos en derramar su sangre y morir
por Jesús. Miembro de una familia de
pescadores, hermano de Juan Evangelista -ambos
apodados Boanerges (‘Hijos del Trueno’),
por sus temperamentos impulsivos- y uno de los
tres discípulos más cercanos a
Jesucristo, el apóstol Santiago no solo
estuvo presente en dos de los momentos más
importantes de la vida del Mesías cristiano
-la transfiguración en el monte Tabor
y la oración en el huerto de los Olivos-,
sino que también formó parte del
grupo restringido que fue testigo de su último
milagro, su aparición ya resucitado a
orillas del lago de Tiberíades.
Santiago apóstol.
Tras la muerte de Cristo,
Santiago, apasionado e impetuoso, formó parte
del grupo inicial de la Iglesia primitiva de Jerusalén
y, en su labor evangelizadora, se le adjudicó,
según las tradiciones medievales, el territorio
peninsular español, concretamente la región
del noroeste, conocida entonces como Gallaecia. Algunas
teorías apuntan a que el actual patrón
de España llegó a las tierras del norte
por la deshabitada costa de Portugal. Otras, sin embargo,
dibujan su camino por el valle del Ebro y la vía
romana cantábrica e incluso las hay que aseguran
que Santiago llegó a la Península por
la actual Cartagena, desde donde enfiló su
viaje hasta la esquina occidental del mapa.
Tras reclutar a los siete varones apostólicos,
que fueron ordenados obispos en Roma por San Pedro
y recibieron la misión de evangelizar en Hispania,
el apóstol Santiago regresó a Jerusalén,
según los textos apócrifos, para, junto
a los grandes discípulos de Jesús, acompañar
a la Virgen en su lecho de muerte. Allí fue
torturado y decapitado en el año 42 por orden
de Herodes Agripa I, rey de Judea. Los supuestos testamentos
relatan que, antes de morir, María recibió
la visita de Jesús resucitado, a quién
le pidió pasar sus últimos días
rodeada de los apóstoles, que se encontraban
dispersos por todo el mundo. Su hijo le permite que
sea ella misma, a través de apariciones milagrosas,
la que avise a los discípulos y, de esta forma,
la Virgen se hace presente sobre un pilar de Zaragoza
frente al apóstol Santiago y los siete varones,
hoy venerado en la basílica de Nuestra Señora
del Pilar.
Fueron estos siete discípulos, relata la leyenda,
los que, tras escaparse aprovechando la oscuridad
de la noche, trasladaron el cuerpo del apóstol
Santiago en una barca hasta Galicia, adonde arribaron
a través del puerto de Iria Flavia (actual
Padrón). Los varones depositaron el cuerpo
de su maestro en una roca -que fue cediendo y cediendo,
hasta convertirse en el Sarcófago Santo- para
visitar a la reina Lupa, O REINA LOBA que entonces
dominaba desde su castillo las tierras donde ahora
se asienta Compostela, y solicitarle a la poderosa
monarca pagana tierras para sepultar a Santiago.
La reina acusó a los recién llegados
de pecar de soberbia y los envió a la corte
del vecino rey Duyos, enemigo del cristianismo, que
acabó encerrándolos. Según la
tradición, un ángel -en otros relatos,
un resplandor luminoso y estrellado- liberó
a los siete hombres de su cautiverio y, en su huida,
un nuevo milagro acabó con la vida de los soldados
que corrían tras ellos al cruzar un puente,
pero no fue el único contratiempo con el que
se toparon los varones. Los bueyes que les facilitó
la reina para guiar el carro que transportaría
el cuerpo de Santiago a Compostela resultaron ser
toros salvajes que, sin embargo, también milagrosamente,
fueron amansándose solos a lo largo del camino.
Lupa, atónita ante tales episodios, se rindió
a los varones y se convirtió al cristianismo,
mandó derribar todos los lugares de culto celta
y cedió su palacio particular para enterrar
al Apóstol. Hoy se erige en su lugar la catedral
de Santiago.
No fue hasta ocho siglos más tarde, en el
año 813, cuando un ermitaño llamado
Paio alertó al obispo de Iria Flavia, Teodomiro,
de la extraña y potente luminosidad de una
estrella que observó en el monte Libredón
(de ahí el nombre de Compostela, Campus Stella,
‘Campo de la Estrella”) Bajo la maleza,
al pie de un roble, se encontró un altar con
tres monumentos funerarios. Uno de ellos guardaba
en su interior un cuerpo degollado con la cabeza bajo
el brazo. A su lado, un letrero rezaba: Aquí
yace Santiago, hijo del Zebedeo y de Salomé.
Traslado de los restos del apóstol
Santiago
El religioso, por revelación divina, atribuyó
los restos óseos a Santiago, Teodoro y Atanasio,
dos de los discípulos del Apóstol compostelano,
e informó del descubrimiento al rey galaico-astur
Alfonso II el Casto, que, tras visitar el lugar, nombró
al Apóstol patrón del reino y mandó
construir una iglesia en su honor. Pronto se extendió
por toda Europa la existencia del sepulcro santo gallego
y el apóstol Santiago se convirtió en
el gran símbolo de la Reconquista española.
El rey de Asturias fue solo el primero de toda la
marea de peregrinos que vinieron después al
Camino de Santiago.
La autenticidad de los restos del apóstol
Santiago ha generado, sin embargo, no pocos y encendidos
debates y protagonizado meticulosas investigaciones.
El inverosímil traslado -por la dificultad
que supone – del cuerpo del discípulo
de Jesús hasta suelo gallego es solo una de
las muchas lagunas de una tradición que se
mueve entre el rigor histórico y las leyendas
mágicas. Estudios arqueológicos han
demostrado que Compostela era una necrópolis
precristiana, pero jamás se han practicado
investigaciones científicas sobre los restos
que custodian los muros de la Catedral, hasta el punto
de que algunos investigadores incluso han atribuido
tales reliquias óseas a Prisciliano de Ávila,
el obispo hispano acusado de herejía.
Capilla mayor de la Catedral de
Santiago. Santiago de Compostela.
Santiago Apostol
Santiago, hijo de Zebedeo y hermano de Juan el Evangelista,
era uno de los doce apóstoles de Jesús.
De oficio pescador, Santiago estuvo con Jesús
en el Monte de los Olivos. En “Los Hechos de
los Apóstoles” se cuenta que, durante
la Hispania romana, Santiago se dirigió, tras
entrar por Tarraco y seguir por el Valle del Ebro
y la vía romana de la cordillera cantábrica,
a evangelizar al “finis terrae” (Finisterre)
primero y a la ciudad romana de Cesar Augusta (Zaragoza)
después. Recibió dos veces la visita
dela Virgen, una en Muxia, y la segunda en Zaragoza,
donde la Virgen se apareció al Apóstol
sobre un pilar de jaspe. Después, Santiago
regresó a Jerusalem para continuar con su labor
evangelizadora. Fue entonces, en el año 44,
cuando el rey de Judea, Herodes Agripa, tras detenerlo,
ordena torturarlo y decapitarlo, prohibiendo su entierro.
Los discípulos de Santiago, por la noche,
recuperaron el cuerpo y lo metieron, junto a su cabeza
en un sepulcro de mármol y lo introdujeron
en un barco que comerciaba con Galicia llevando piedra.
Aquí hay una pequeña variante en la
leyenda. Mientras una versión dice que el sarcófago
fue introducido en un barco de piedra y este dirigió
por si mismo, siguiendo el camino del sol, hasta Galicia,
la otra versión dice que el sepulcro fue introducido
en un barco que transportaba piedra, comercio que
por entonces si existía con el norte de España.
El caso es el el cuerpo del apóstol surcó
el mar hasta Galicia y remontó el Río
Ulla hasta llegar al puerto de Iria Flavia (Padrón),
capital de esta provincia romana. Allí sus
discípulos enterraron el sepulcro en el cercano
bosque de Liberum Donum.
Aquí se produce unos acontecimientos que,
por si mismos, son parte de una leyenda que trataremos
más adelante, pero que en este lo resumiremos.
Cuando la barca llega a Iria Flavia, donde reinaba
la reina Lupa, esta es informada del acontecimiento
que ha sucedido: cuando los discípulos del
apóstol han depositaron el sarcófago
sobre una losa de piedra, esta se ha derretido ajustándose
a la forma del sepulcro. La reina entonces manda encarcelar
a los discípulos acusándoles de magos.
Sin embargo, unos ángeles les libera. Entonces
se dirigen a la reina para pedirle que permita enterrar
el cuerpo en un lugar digno. La reina acepta contra
su voluntad y les concede una carreta tirada por bueyes
salvajes para que estos tiren el cuerpo en cualquier
lugar. Pero los ángeles les convierten en mansos
y llevan el cuerpo hasta la sepultura definitiva,
donde el apóstol estuvo enterrado hasta que,
en el año 813, un ermitaño llamado Pelayo
vio un resplandor en el campo, en el lugar donde se
encontraba la tumba del Apóstol. La luz provenía
de una estrella, de la derivó el nombre de
Campus Stellae (Compostela). Pelayolo puso en conocimiento
del hecho a al obispo de Iria Flavia, Teodomiro, que
abrió la lápida, en la que había
una inscripción que indicaba quién se
encontraba allí enterrado. El obispo confirmó
que el cuerpo que se encontraba en el sepulcro era
verdaderamente del Apóstol Santiago. Tras conocer
los acontecimientos el rey Alfonso II el Casto, proclamó
al Apóstol Patrono del Reino, y se construyó
allí un santuario que hoy es la catedral de
Santiago de Compostela.
Aspecto de la Catedral de Santiago
en la antigüedad. Santiago de Compostela.
La Catedral de Santiago en la actualidad.
Santiago de Compostela.
Luego las leyendas en torno al Apóstol Santiago
se sucedieron. En ellas, el Apóstol acudía
en ayuda de las tropas cristianas contra los ejércitos
musulmanes, subido a su caballo blanco.