LEYENDAS
(44). LEYENDA DE LA VIRGEN DE OCOTLÁN (OCOTLÁN,
MÉXICO)
Padul Cofrade
Investigación. Leyendas
Padul, 2 de junio de 2020
Continuamos con la nueva recopilación
hecha por Padul Cofrade de algunos de los muchísimos
relatos y leyendas relacionados con la Virgen María.
Intentamos con esto dar a conocer distintos aspectos
relacionados con la religiosidad en distintas zonas
del mundo.
En esta ocasión seguimos
con la leyenda de la Virgen de Ocotlán (Ocotlán,
México).
Leyenda de la Virgen
de Ocotlán (Ocotlán, México)
A
principios de la época colonial, cuando
Quillacollo era parte de la provincia Tapacarí,
una pequeña niña que pasaba los
días pastoreando ovejas, se encontró
un día con una hermosa y deslumbrante
señora que se convirtió en su
amiga, esta hermosa dama llegó con un
niño en los brazos.
La niña observaba este
hecho con toda naturalidad, toda vez que ocurría,
además que la señora conversaba
con la niña en su propio idioma (el quechua)
y algunas veces el niño, que normalmente
se encontraba en el regazo de la mujer, jugaba
con la niña.
Este hecho fue comentado por
la niña a sus padres, quienes sorprendidos
escuchaban los relatos del hecho de que se escuchara
un sonido reverberante antes de que apareciera
"la señora".
Los padres decidieron comunicar
al "doctrinero", (en ese entonces
la parroquia se llamaba Doctrina y, por extensión,
al sacerdote Doctrinero).
El hecho también fue
de conocimiento de muchos vecinos, quienes decidieron
cerciorarse de la veracidad del relato.
Un día 15 de agosto
la niña se encontraba como ya era casi
una costumbre junto a la Señora y su
niño, cuando irrumpieron sus padres y
un grupo de vecinos observaron como la señora
y el niño subían lentamente a
los cielos, algunos vecinos que no podían
creer lo que veían preguntaban ¿dónde
está la señora? a lo que la niña
respondía gritando, señalando
con el dedo a la señora "Ork'o piña",
"Ork'o piña", voz quechua que
quiere decir "ya está en el cerro",
posteriormente se dirigieron al lugar donde
ordinariamente en su visita la señora
tomaba asiento con el niño en brazos,
allí encontraron la imagen de la Virgen
María de Urkupiña, nombre castellanizado,
que es la que actualmente es venerada desde
aquella época y fue trasladada al templo
Matriz de Quillacollo donde se encuentra en
la actualidad.
Severamente
afectada la imagen de la Virgen de Ocotlán
en el rostro y las manos por un hongo que se come
el color.
Santuario de la Virgen de Ocotlán.
Nuestra
Señora de Ocotlán, junto a la ciudad de
Tlaxcala
Durante el año 1541 una devastadora plaga
desolaba los pueblos de la zona de Ocotlán,
México. El indio Juan Diego, un joven piadoso
que servía con los religiosos y cuidaba a los
enfermos, subía la ladera occidental del cerro
de San Lorenzo y se adentró en un bosque de
ocotes (pinos) que había allí junto
a una barranca.
De repente, se le presentó la Virgen Santísima
quien con amabilidad le dijo: "Dios te salve,
hijo mío, ¿a dónde vas?
Juan Diego quedó sorprendido pero gozoso por
aquel encuentro. Él amaba mucho a la Virgen
y se cuidaba de mantener su altar lleno de flores.
Logró decir: "Llevo agua del río
para mis enfermos que mueren sin remedio".
La Madre de Dios le invitó a que le siguiera:
"Ven en pos de mí, yo te daré otra
agua con que se extinguirá el contagio y sanen,
no solo tus parientes, sino cuantos bebieren de ella;
porque mi corazón, siempre dispuesto a favorecer
a los desvalidos, ya no sufre ver tantas desdichas
sin remediarlas".
Juan Diego, que conocía bien la zona, nunca
había visto ningún manantial por allí,
pero, humildemente siguió a Nuestra Señora
hasta una quebrada del cerro donde ella le mostró
la fuente de Agua Santa.
"Tomad de esta agua cuanta queráis, seguros
de que con el contacto de la más pequeña
gota, sentirán los enfermos no solo alivio
sino perfecta salud".
Juan Diego, obediente, llenó su cántaro
con el agua milagrosa y siguió su camino a
su aldea natal de Xiloxoxtla. Allí suministró
el agua a los enfermos de la peste y todos recobraron
la salud rápidamente. El suceso se propagó
en seguida y llegaron muchas gentes en busca de curación
y para escuchar el testimonio de la aparición
de la Zoapilzin (Señora), la Virgen María.
La Virgen había ordenado a Juan Diego: "Avisa
a los religiosos de mi parte que en este sitio hallarán
una imagen mía, que no solo representa mis
perfecciones sino que por ella prodigaré mis
piedades y clemencias: la que hallada, quiero que
sea colocada en la capilla de San Lorenzo"
Los religiosos cuestionaron a Juan Diego y fueron
al lugar del suceso. Llegando allí ya de noche,
quedaron asombrados por el prodigio que contemplaban:
Arboles ardían con grandes llamaradas sin consumirse.
De aquí el nombre Ocotlán que procede
de dos palabras nahuas: ocotl: (ocote o pino) y tlatla:
(arder). Es decir Ocotlán, el ocote que arde.
Llamó sobre todo la atención un gran
árbol de ocote al que le pusieron una señal
antes de regresar al convento. Al día siguiente,
volvieron al lugar y abrieron con hacha abrieron el
ocote señalado. Encontraron para su asombro
que el corazón de aquel árbol era una
preciosa talla de la Inmaculada Virgen María.
La multitud jubilosa, junto con los religiosos, llevaron
a hombros la Imagen hasta la capilla de San Lorenzo,
aproximadamente medio kilómetro arriba, en
la cumbre de la colina. La colocaron en el trono que
ocupaba el Santo Mártir San Lorenzo.
Según se cuenta, el sacristán, enojado
de que hubiesen quitado a San Lorenzo, por dos veces
sacó a la Virgen Madre del trono para poner
a San Lorenzo. Cada vez, de noche, alguien ponía
a la Virgen de nuevo en el trono. Por tercera vez
el sacristán quitó a la Virgen en favor
de San Lorenzo. Esta vez la puso en un baúl
sobre el cual se echó a dormir para prevenir
que la volviesen a poner en el trono. Cuál
fue su sorpresa cuando vio que los mismos ángeles
vinieron y, de manera prodigiosa, restituyeron la
Reina al trono.
La Virgen quiso quedarse con sus hijos y estamos
seguros que San Lorenzo, como todos los santos, están
felices de cederle el lugar que bien le corresponde
por ser Madre de Dios.
La capilla de San Lorenzo con el tiempo fue remplazada
con la preciosísima basílica de Nuestra
Señora de Ocotlán. Los cimientos de
la actual basílica se pusieron el 13 de enero
de 1687. Desde allí la Madre sigue recibiendo
a sus hijos para adentrarlos en el corazón
de Jesús y de su Iglesia.
La cúpula del camarín
La fachada tiene en el centro a la Virgen Inmaculada,
la mujer del Apocalipsis (12:1). La Virgen apoya sus
pies sobre tres mundos que San Francisco carga de
rodilla. Estos son: los religiosos franciscanos, las
clarisas y la orden terciaria de laicos. Alrededor
de la Virgen están los siete arcángeles
(San Miguel arriba). A la derecha de la puerta principal:
San Ambrosio y sobre el: San Jerónimo. A la
izquierda de la puerta: San Agustín y sobre
el: San Gregorio. Se trata de cuatro doctores teólogos
que escribieron inspirados sobre la Virgen. Los 12
Apóstoles aparecen, 3 en cada columna, simbolizando
que son ellos los pilares de la Iglesia. También
vemos en la fachada muchas frutas: Jesús es
fruto del vientre de María Santísima.
Todos los que allí entran están llamados
a recibir muchos frutos espirituales.
Vale la pena visitar el camarín de la Virgen,
repleto de arte religiosa y acceso más cercano
a la Santísima Virgen. En la cúpula
está el Espíritu Santo, Jesucristo con
sus Apóstoles y los santos.
Retablo y camarín de la Virgen
María en Ocotlán
Las tres promesas de la
Virgen María en Ocotlán
El pocito
1- "Ven tras de mí, que yo te daré
otra agua con que sanen cuantos bebieren de ella y
sientan los enfermos no sólo alivio, sino perfecta
salud"
La Virgen nos recuerda las palabras de Jesús
a la Samaritana junto al pozo. El agua a que se refiere
la Virgen es la misma: Jesús es el agua viva
que nos da vida eterna. En el evangelio de San Juan
4:14 leemos: "pero el que beba del agua que yo
le dé, no tendrá sed jamás, sino
que el agua que yo le dé se convertirá
en él en fuente de agua que brota para vida
eterna.» El agua que tomamos en el pozo milagroso
es un signo del bautismo, por el que llegamos a ser
miembros de Cristo y de su Iglesia. Por eso es esencial
que abramos el corazón en fe para vivir nuestro
bautismo.
2- "Mi corazón ya no sufre ver tantas
desdichas sin remediarlas” La Virgen en muchas
apariciones manifiesta su dolor materno por ver a
sus hijos, no solo enfermos físicamente, sino,
sobre todo, por la condición de pecado. La
vemos llorar, por ejemplo, en La Salette y en Fátima.
La Virgen coopera con la obra redentora de su Hijo.
Ver: "Por qué llora la Virgen".
3- "Hallarán una imagen mía que
representa mis perfecciones y por ella prodigaré
mis piedades y clemencia". La Virgen María,
siendo Inmaculada, no tuvo nunca mancha de pecado.
En ella encontramos todas las virtudes en grado de
perfección. Quien se acerca a ella recibe las
gracias necesarias para la santificación. Así
ocurrió a Santa Isabel y a su niño en
el vientre, San Juan Bautista. Lucas 1:41 "Y
sucedió que, en cuanto oyó Isabel el
saludo de María, saltó de gozo el niño
en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu
Santo".
Fachada principal del Santuario de la Virgen
de Ocotlán.