LEYENDAS
(46). LEYENDA DE LA VIRGEN DE LA PEÑA (ANIÉS,
HUESCA)
Padul Cofrade
Investigación. Leyendas
Padul, 4 de junio de 2020
Continuamos con la nueva recopilación
hecha por Padul Cofrade de algunos de los muchísimos
relatos y leyendas relacionados con la Virgen María.
Intentamos con esto dar a conocer distintos aspectos
relacionados con la religiosidad en distintas zonas
del mundo.
En esta ocasión seguimos
con la leyenda de la Virgen de la Peña (Aniés,
Huesca).
”Habiendo
un caballero militar de los que guarnecían
el vecino castillo de Loarre, salido a caza
por aquellos montes y sierras con un halcón,
soltólo contra una perdiz distante. la
cual. Huyendo de su cruel enemigo, se arrojó
dentro de la mencionada hondura, a donde en
seguimiento de la perdiz prosiguió su
vuelo el halcón. Hizo éste allí
tan larga mansión sin volver a las manos
de su dueño, que temeroso de perderlo
este, comenzó a hacer las diligencias
para recobrarlo. Quiso bajar a aquella hondura,
mas siendo por entonces imposible (sin las gradas
de piedra que hoy tiene), dispuso que bajase
un criado atado a una larga soga: llegó
este a lo profundo y allí como misterioso,
sobre maravilloso retablo compuesto de una pomposa
zarza, en cuyo lado derecho estaba la imagen
de Nuestra Señora y en el siniestro la
perdiz viva, como bajo el sagrado de aquella
Reina Soberana; y así, aunque ladeada
del halcón, libre de su crueldad, pues
éste, como olvidado de su sangriento
instinto parecía estar como suspenso
y admirado de ver en tan oculto sitio un tan
hermoso espectáculo: pero más
lo admiró el devoto cristiano, viendo
allí unidas la sombra y la luz (digo),
a María Santísima y la zarza,
para desempeñar en término de
Aniés la gran misión de Moisés
en el monte Oreb. Volvió el caballero,
como noticioso ya de aquel tesoro, más
feliz a su casa. y comunicando a los cristianos
tan feliz noticia fueron en procesión
al sitio, y sacando de él la imagen la
trasladaron a la antiquísima iglesia
de San Pedro Apóstol, que por entonces
había en la raíz de dicho peñasco:
hoy sólo hay vestigios de ella y de algunas
fábricas vecinas, que en Aniés
entienden haber sido de templarios: de que es
no pequeña conjetura ser hoy Aniés
encomienda de caballeros de San Juan, que sucedieron
a los del Temple en muchos bienes y lugares.
Afirma la misma tradición que desde dicho
templo de San Pedro se restituyó la imagen,
una o mas veces, al cóncavo de aquel
peñasco donde fue hallada por el criado
y caballero, por lo cual, venerando los de Anies
la expresada voluntad de Nuestra Señora,
le erigieron devotos en aquel cóncavo
la iglesia en que hoy se venera: por estas últimas
circunstancias debe llamarse aparecida dicha
santa imagen, por más que las primeras
sólo insinuasen hallazgo milagroso. Se
conserva en dicha iglesia una memoria escrita,
aunque con letra no muy antigua (pero sin duda
trasladada de otra. u otras muy antiguas) en
que se dice: "Esta aparición sucedió
en los años de 903..."
Virgen
de la Peña (Aniés, Huesca).
Virgen de la Peña
de Aniés
Según cuenta el padre Faci: Se conserva en
la Ermita de la de la Virgen de la Peña una
memoria escrita, aunque con letra no muy antigua (pero
sin duda trasladada de otra, u otras muy antiguas)
en que se dice: esta aparición sucedió
en los años de 903 y sucedió de la siguiente
manera.
Habiendo un caballero militar de los que guarnecían
el vecino castillo de Loarre, salido a caza por aquellos
montes y sierras con un halcón, soltoló
contra una perdiz distante, la cual, huyendo de su
cruel enemigo, se arrojó dentro de una gran
hondura, a donde en seguimiento de la perdiz prosiguió
su vuelo el halcón.
Hizo éste allí tan larga mansión
sin volver a las manos de su dueño, que temeroso
de perderlo éste, comenzó a hacer las
diligencias para recobrarlo.
Quiso bajar a aquellas honduras, mas siendo por entonces
imposible (sin las gradas de piedra que hoy tiene),
dispuso que bajase un criado atado a una larga soga:
llegó éste a lo profundo y allí
como misterioso, sobre maravilloso retablo compuesto
de una pomposa zarza, en cuyo lado derecho, estaba
la imagen de Nuestra Señora y en el siniestro
la perdiz viva, y así, aunque ladeada del halcón,
libre de su crueldad, pues éste, como olvidado
de su sangriento instinto parecía estar como
suspenso y admirado de ver en tal oculto sitio un
tan hermoso espectáculo: pero más lo
admiró el devoto cristiano, viendo allí
unidas la sombra y la luz (digo), a María Santísima
y la zarza, para desempeñar en término
de Aniés la gran misión de Moisés
en el monte Oreb.
Volvió el caballero, como noticioso ya de
aquel tesoro, más feliz a su casa, y comunicando
a los cristianos tan feliz noticia fueron en procesión
al sitio, y sacando de él la imagen la trasladaron
a la antiquísima iglesia de San Pedro Apóstol,
que por entonces había en la raíz de
dicho peñasco: hoy solo hay vestigios de ella
y de algunas fábricas vecinas, que en Añiés
entienden haber sido de templarios: de que es no pequeña
conjetura ser hoy Aniés encomienda de caballeros
de San Juan, que sucedieron a los del Temple en muchos
bienes y lugares.
Afirma la misma tradición que desde dicho
templo de San Pedro se restituyó la imagen,
una o más veces, al cóncavo de aquel
peñasco donde fue hallada por el criado y caballero,
por lo cual, Venerando los de Aniés la expresada
voluntad de Nuestra Señora, le erigieron devotos
en aquel cóncavo la iglesia en que hoy se venera:
por esta últimas circunstancias debe llamarse
aparecida dicha santa imagen, por más que las
primeras sólo insinuasen hallazgo milagroso.