LEYENDAS
(48). LEYENDA DE LA VIRGEN DE LA PIEDAD (BAZA, GRANADA)
Padul Cofrade
Investigación. Leyendas
Padul, 6 de junio de 2020
Continuamos con la nueva recopilación
hecha por Padul Cofrade de algunos de los muchísimos
relatos y leyendas relacionados con la Virgen María.
Intentamos con esto dar a conocer distintos aspectos
relacionados con la religiosidad en distintas zonas
del mundo.
En esta ocasión seguimos
con la leyenda de la Virgen de la Piedad (Baza, Granada).
Al
año de la conquista de Baza, en 1490,
un grupo de albañiles removía
los escombros de una antigua iglesia mozárabe,
donde los nazaríes encarcelaban a los
cristianos. Un peón de Guadix, llamado
Juan Pedernal, con el pico golpeó un
muro y en ese momento se oyó una exclamación:
“¡Baza, Guadix, piedad de mí!”.
Extrañado, raspó con cuidado y
halló oculta una bella imagen de la Virgen
María, con una cicatriz en la mejilla.
Junto con otros vecinos de Guadix, subió
el icono a un carro para llevarlo a su ciudad,
pero los animales no quisieron avanzar. Alertadas
las autoridades locales, confiscaron el sagrado
simulacro decidiendo que se quedaría
en la propia Baza. Allí no terminó
la disputa, sino que el cabildo accitano alegó
el derecho de posesión que otorga el
descubrimiento, rebatido por la apelación
al derecho bastetano de situación. El
pleito ascendió a los tribunales, que
dictaminaron una sentencia salomónica:
La Virgen quedaría en Baza pero su fiesta
sería celebrada por la corporación
municipal de Guadix.
Cada año, una comitiva
con el obispo y cabildos accitanos entraba,
el 8 de septiembre, en Baza, para mantener su
derecho a presidir la solemne procesión.
Se supone que un bufón les acompañaría,
y provocaría a los niños, diciéndoles
que venía a robarles la Virgen, por lo
que éstos le correrían. A la muerte
del bufón, algún feligrés
ocuparía su puesto, para que no faltase
ningún ingrediente de lo que ya sería
tradición. Y siglos después, sólo
quedaría el botarga o Cascamorras, como
recuerdo de la llegada en la víspera
de la fiesta de las autoridades vecinas; en
representación suya, diríamos.
A nivel histórico, no
hay ningún dato que confirme esta leyenda,
parecida en varios incidentes a numerosas leyendas
"de aparición de imágenes
religiosas". Según parece,
en 1523, los frailes mercedarios construyeron
su convento sobre el emplazamiento de una ermita
dedicada a Nuestra Señora de la Piedad.
La inmensa mayoría de los archivos locales
han desaparecido, por lo que no se puede atestiguar
el origen de la devoción a esta Dama
con la media luna o testuz de toro a sus pies.
La orden franciscano heredó más
adelante este místico tesoro, que ha
sustituido a la patrona de Baza (santa Bárbara),
en la devoción de sus feligreses.
Virgen
de la Piedad Baza. Antonio J. Jaenada Jaenada.
Una fecha que puede ser clave es 1550,
cuando se obtiene la concordia entre ambas jerarquías
religiosas, siendo designado un obispo conjunto, de la
orden de Santiago. En la Consueta, o normas de funcionamiento
de la diócesis, uno de los capítulos especificaba
los pasos a seguir para la toma de posesión de
cada nuevo prelado, que debía ser doble, puesto
que los de Baza exigían que la repitiese en su
ciudad para aceptarlo -como legítimo superior.
Durante más de un siglo no se puso en práctica,
ya que los nuevos obispos se limitaban a enviar un apoderado
en su lugar, para obtener el acatamiento bastetano. Según
este ceremonial, todos los clérigos, curas y beneficiados
de Baza y varias poblaciones cercanas deberían
montar sobre mulas “yendo el Pertiguero delante
cabalgando con su cetro en la mano y bien vestido (...)
una media legua hacia la parte donde viene el Perlado,
y llegados al Perlado hácenle reverencia y bésanle
las manos (...) y tórnanse luego de prisa todos
juntos a la Iglesia para vestir y aparejar la procesión.
Procesión de la Virgen de la
Piedad. Caparrós
Pertiguero" llama Covarrubias,
en 1611, al "Ministro seglar, venerable en persona
y aspecto en las iglesias catedrales y colegiales, el
cual asiste con ropas rozagantes a la festividad de los
oficios divinos. Trae en la mano un báculo guarnecido
de plata, que al principio se debió llamar pértiga.”
Una visión menos idílica
del personaje la da la Consueta de la catedral de Granada
(principios del siglo XVI), en el capítulo Del
oficio de Pertiguero: "Tiene cargo que en la
iglesia ninguno haga cosa que no debe, ni en ella haya
tumulto, ni desasosiego alguno". Podemos imaginar
la escena de su actuación a la luz de la colorista
descripción de unos clérigos ilustrados,
en 1765, respecto a las fiestas de Granada:
“El vulgo que juzga del culto
por la multitud de luces, la mucha gente, el fuego, el
tambor, los danzantes en cuerpo, que suben por el altar
a mudar y enderezar las velas, los que andan con la caña
a porrazos para despabilar, la mucha bulla y confusión.
El vulgo digo que tiene esto por culto (...) como ve que
falta, cree que falta el culto, siendo cierto que lo que
falta es lo abominable a los ojos de Dios; y claman contra
el p re beneficiado los beneficiados impiden el culto
ahuyentan a los feligreses”. Si se forzara
un poco la imaginación, quizás se percibiera
la figura del viejo "energúmeno"
acogido en las iglesias en tiempos del concilio Iliberitano,
pero dejémoslo por ahora.
También hay constancia de que
Felipe II accedió a la petición de los frailes
mercedarios y el ayuntamiento de Baza, para concederles
feria el día de Nuestra Señora de la Piedad,
y uno antes y otro después, con moderado precio
de alcabalas. En 1593, tuvieron su inicio las que serían
de las más concurridas ferias de la zona. Al año
siguiente, con misión de recaudar los atrasos de
tercios y alcabalas precisamente, llegó, un 9 de
septiembre, el caballero Miguel de Cervantes.
La visita (no demasiado afortunada por
otra parte) del escritor y soldado, temporalmente en oficio
de recaudador, es histórica. Si la fiesta de la
Virgen de la Piedad tenía por entonces un desarrollo
como el actual (que es posible), en su camino hacia la
feria de Baza, debió cruzarse Cervantes con la
comitiva de regreso a Guadix, encabezada por el Cascamorras.
Puede admitirse que, si la fiesta gozaba de elementos
singulares, impactase al aventurero, quien luego la reflejaría
en alguna de sus obras. “¡En el mismo
Quijote!”, afirman en Baza, percibiendo a su
popular personaje en La extraña aventura que le
sucedió al valeroso don Quijote con el carro o
carreta de las cortes de la muerte, cuando avistó:
“una carreta que salió al través
del camino, cargada de los más diversos y extraños
personajes y figuras que pudieran imaginarse. El que guiaba
las mulas y servía de carretero era un feo demonio
(...) uno de la compañía, que venía
vestido de bojiganga, con muchos cascabeles, y en la punta
de un palo traía tres vejigas de vaca hinchadas”,
alborotó a Rocinante con su diabólico baile
de las vejigas, y dio con Don Quijote en tierra. El propio
Cervantes explica que se trataba de una compañía
de recitantes disfrazados para un auto del Corpus.
En otro pasaje del Quijote, surge una
ruidosa comitiva que avanza por el campo, tras un estandarte
con un asno pintado y la leyenda: “No rebuznaron
en balde / el uno y el otro alcalde”, y Don
Quijote y Sancho "supieron cómo el pueblo
corrido salía a pelear con otro que le corría
más de lo justo y de lo que se debía a la
buena vecindad". Este episodio se sitúa
en las riberas del Ebro y refleja una rivalidad local
harto frecuente en casi toda región, pero la licencia
poética de Cervantes puede haber transformado un
suceso ocurrido en otro lugar.
Autor: Demetrio E. Brisset Martí
La romería
a Baza por la Virgen de la Piedad y el Cascamorras del
año 1893(1)
Cuentan las crónicas que cierto
día un atochero(2) hijo de Guadix se dirigió
a los montes a ejercer su oficio, y se puso a hacer la
carga para su jumento en término jurisdiccional
de la ciudad de Baza; que ocupado en su faena observó
que el azadón tropezó con algo extraordinario
por lo que redobló sus golpes y cuál sería
su asombro al oír clara y distintamente decir "ten
piedad de mí."
Sorprendido de tal prodigio, separó
la tierra con las manos y encontró una imagen de
la Virgen que trajo a esta población.
Romería de la Procesión
de la Virgen de la Piedad.
Noticiosos los bastetanos del hallazgo,
alegaron propiedad de la imagen por haber sido descubierta
en su territorio y promovieron litigio a nuestros antepasados
que dio por resultado conceder a Baza dicha propiedad
y a Guadix el privilegio de dedicarle en ella función
anual el día 8 de Septiembre a cuyo efecto se creó
una Cofradía que con toda solemnidad hacía
y hace uso de su derecho, la que subsiste en la actualidad,
pero tan pobre y escasa de vida y de recursos que casi
está en la agonía.
He aquí el origen de la peregrinación
que vimos ayer pasear las calles y plazas, acompañada
de su indispensable “fac totun”,
el célebre Pedro Lagarto o Cascaborras, que de
ambos modos lo nombra el vulgo, clown, bufón, fantoche
o como queramos llamarle de la fiesta, vestido de bayeta
de múltiples y abigarrados colores, cuya misión
se reduce en el tiempo de la colecta a conducir la bandera
de la Cofradía en cuyo remate colocan cintas las
personas piadosas, dando también limosnas a los
cofrades para subvenir a los gastos de la fiesta y a perseguir
a los que a la entrada de esta población y de Baza
salen a recibir la comitiva y tienen el humor de darle
bromas, a las que responde fustigándoles con un
látigo cuya punta termina en dura pelota, repartiendo
golpes a diestro y siniestro.
Romería de la Procesión
de la Virgen de la Piedad.
En Baza es acogida la Cofradía
con verdadero entusiasmo, y los hermanos son atendidos
y agasajados con harta galantería.
Salen a recibirla respetables personalidades,
las autoridades, el clero, y el pueblo y la fiesta de
iglesia atrae un contingento que apenas coge en el templo
de nuestra señora de la Merced, donde tiene lugar.
Aquí en Guadix es otra cosa. De
año en año se ve decaer el fervor religioso
y no es aventurado suponer que de no avivarse la Cofradía
morirá pronto víctima de la indiferencia
más censurable.
No hace muchos días oímos
quejarse amargamente a los más fervientes devotos
de esta fiesta, y censurar el abandono en que se les tiene
y la verdad es que les sobra la razón.
¡Qué diferencia de los tiempos
actuales a aquellos en que nuestro paisano don Torcuato
Tárrago escribió tan galanamente su artículo
«Pedro Lagarto» relatando el entusiasmo de
que era objeto la romería de la Piedad!
Todo cambia y se muda, pero muchas cosas
renacen en contraposición con nosotros que nos
iremos y no volveremos más, según reza la
copla.
Autor: GARCI-TORRES
Notas:
(1) Tomado de “EL ACCITANO. AÑO III,
nº 98 de 10-9-1893
(2) Persona que recoge esparto