Julio Torres
Santos Tradiciones Navideñas en La Laguna
y su Comarca 1999
Diciembre 1999
Escena del Nacimiento
Como en la actualidad, se celebraba en todas las
parroquias el 24 de diciembre, con la diferencia
de que, entonces, comenzaban a las doce de la noche,
con el primer canto del gallo. Al contrario de lo
que sucede ahora, la cena y sobremesa de Nochebuena
tenían lugar después de los actos religiosos,
pues el día 24 era de ayuno y abstinencia.
Un repique de campanas ininterrumpido durante una
hora –de 10 a 11- anunciaba la Nochebuena y
la Misa del Gallo.
En la lagunera
iglesia de la Concepción, la Misa del Gallo se anuncia
con repiques de campanas que comienzan a las 11 de la noche
del día 24, repitiéndose dos veces más
a intervalos de quince minutos. A las 11’30, en el
camarín principal del altar mayor, aparece un ángel,
mientras unos pastores, vestidos con trajes típicos,
yacen dormidos. Cuando finaliza el Misterio de la Anunciación
a los pastores, se ilumina el Niño Jesús que
forma parte del Nacimiento compuesto en el camerino y se
hace una representación de El Nacimiento en el Portal
de Belén. A continuación, los pastores descienden
al presbiterio y comunican al resto de los pastores la Buena
Nueva. Entonces todos juntos suben al camarín para
ofrendar sus dádivas al Niño; mientras, desde
la nave, una rondalla interpreta villancicos. Finalizada
la ofrenda, un ángel recoge del pesebre al Niño
y lo desciende, entregándoselo al oficiante. Éste,
bajo palio, lo procesiona por las naves de la iglesia, acompañado
de los ángeles, los pastores y la rondalla. Al finalizar
el recorrido, el oficiante deposita al Niño sobre
el altar. En este momento, desde el coro, comienzan a avanzar
ocho mujeres ataviadas de pastoras o magas, danzando el tajaraste,
que es interpretado únicamente a ritmo de tambor y
flauta. Al llegar al altar mayor, danzan ante la imagen mientras
comienzan a cantar un villancico de origen desconocido:
Venid que es Nochebuena,
venid que es Navidad
venid a ver al Mecías
que hoy nace en pobre Portal.
El Dios que baja a la tierra
los hombres para enseñar
É
l pasa y dice a los hombres
hoy nace en pobre Portal.
Suena la pandereta
ruido, más ruido,
porque las profecías
ya se han cumplido.
(Al parecer la última de estas estrofas es la más
antigua)
A continuación comienza la misa, la que hará coincidir
el Gloria con las 12 en punto de la noche, y en este preciso
instante comienzan a repicar las campanas. Al finalizar la
ceremonia se mantiene la tradición de invitar a los
asistentes a un pastel y a una copa de vino dulce en la sacristía.
También pervive la costumbre de que, después
de la misa, las “parrandas de lo divino” (en
La Laguna) o las tandas (en Tejina y El Socorro) recorran
las calles cantando y visitando hogares para, inicialmente
pedir donativos para las ánimas del purgatorio o,
actualmente, solicitar un aguinaldo o simplemente alegrar
la Navidad.
El arraigo de esta costumbre se remonta, al menos, al s.
XVIII, como podemos leer en el “Diario” de
Juan Primo de la Guerra, en el relato correspondiente al
29 de diciembre de 1802 : “Por las noches han andado
en el vecindario [Valle de Guerra] varias compañías
de cantadores, unos del Valle y otros de la ciudad, que
piden para diferentes cofradías, cantando las Pascuas”.
Las ordenanzas municipales de 1903 autorizan estas parrandas
y reconocen su carácter tradicional : “En la
noche de Navidad será permitido circular y dar serenatas
con rondallas y cantos e instrumentos de música por
las calles y plazas de la Ciudad, según de antiguo
es uso y costumbre, siempre que no se altere el orden ni
se comentan excesos que puedan afectar a las personas y al
buen nombre de nuestra población”. Sin embargo,
estas ordenanzas establecen dos salvedades. La primera de
ellas prohibe “a las personas que constituyan rondallas
o a las llamadas parrandas, llevar consigo en esa noche,
palos ni armas de clase alguna, aún cuando para el
uso de éstas estén provistas de licencia”.
Parece, pues, que los disturbios navideños, de carácter
más o menos pagano, continuaban siendo frecuentes.
La segunda hace referencia a los aguinaldos, habituales no
sólo en las parrandas: “Constituyendo la petición
de aguinaldos un abuso que daña los intereses de las
personas, queda prohibida, en absoluto, en esta Ciudad y
su término dicha costumbre en los días de Pascuas
de Navidad, sea cualquiera la persona que la ejercite y el
medio que, para ello, se emplee. Todo el que infringiere
este precepto será considerado y corregido como si
practicase clandestinamente la mendicidad pública”.
Mención especial merecen las actuales tandas de Tejina,
agrupaciones de músicos de instrumentos de cuerda
que unos días antes de Nochebuena se reúnen
para preparar poemas y villancicos que cantarán por
las calles y en la Misa del Gallo. En su deambular por las
calles tejineras, las tandas disfrutan de buen yantar y buen
beber y piden aguinaldo. En la Misa del Gallo, tras el Te
Deum, unos ángeles recitan una serie de versos de
origen desconocido que no han variado: “Albricias,
hijos de Adán, ya ha nacido el Redentor, el Soberano
Señor de toda la humanidad”. Luego los ángeles
se dirigen hacia un grupo de pastores representados por la
tanda, a quienes comunican la Buena Nueva, entablándose
una conversación entre ambos grupos. A continuación,
la tanda sigue los pasos de los ángeles que la guían
a través del templo hasta el lugar donde se encuentra
representado el nacimiento. En el mismo interpretan un villancico
llamado “El divino” o “la tanda del divino”.
Tras la interpretación, cada componente recita un
verso que finaliza “Y de regalo te traigo...”para
hacer la ofrenda. A continuación se celebra la misa
y finalizada la misma se interpreta un último villancico.
Aunque la costumbre no tiene en la actualidad la misma fuerza
de antaño, también hoy como ayer, las parrandas
son recibidas en cualquier casa con las puertas abiertas.
Como cuenta Elfidio Alonso, en el artículo “Las
Navidades de ¿antes?” de Marti (1985): “cuando
llegaban a una casa, aunque no fuera conocida, se hacía
entrar a los del rancho y se les brindaba con lo que hubiera,
que siempre había alguito que comer y que beber. Nadie
descuidaba en aquellos días tener una mesa servida
para quien pudiera llegar a casa”.
Juan Primo de la Guerra, el 30 de diciembre de 1801 escribía
en su “Diario”: “Llegué a casa el
24 (...)Fui con mis hermanas a gozar los maitines en las
monjas Claras y se salió de la misa cerca de la una.
En las parroquias y en San Agustín había nacimientos” .
En la Misa del Gallo se representaba un auto sacramental
y también se cantaban villancicos, llamados “arrullo” en
Taganana. Durante la liturgia sonaban dentro del templo guitarras,
timples, flautas, tambores, pitos de agua, panderos y triángulos.
Como colofón tenía lugar el Baile del Niño
: jóvenes vestidos de pastores y trajes típicos
bailaban delante del recién nacido, con procesión
alrededor de las naves de la iglesia, el tajaraste, con movimientos
rítmicos, al compás de tambores, castañuelas,
esquilas, panderos y, en algunas zonas, flautas.
La costumbre de cantar villancicos durante la Misa del Gallo
fue propia de todo el término municipal. Juan Primo
de la Guerra recoge que también era costumbre entonarlos
en Tejina, en 1804 : “He estado anoche en Tejina (...)
donde oí la misa en la parroquia, allí concurrieron
los vecinos del lugar y entre los cánticos y oficios
divinos, se mezclaron algunas coplas acompañadas de
guitarra. Había también por las calles algunos
cantadores de panderos”. Con esta última frase
se está haciendo referencia a los grupos que, posteriormente,
derivarían en las famosas “tandas” de
Tejina, de las que hablaremos más adelante.
En 1803, Juan Primo de la Guerra hace referencia al Baile
del Niño que tuvo lugar el domingo 25 en el convento
de las Claras : “Estuve con mis hermanas a la misa
en las monjas Claras, quienes omitieron este año el
vestuario de pastoras y la algazara con que en tal noche
acostumbraban salir al coro algunas de las mozas de aquel
monasterio”. Las mozas a las que se refiere Juan Primo,
eran, como recoge Núñez de la Peña,
las criadas que ingresaban en el convento con sus amas.
En 1809 se prohibieron los autos sacramentales y el Baile
del Niño en las misas del gallo de la iglesia de la
Concepción. Así, Juan Primo relata que “en
la parroquia de la Concepción de La Laguna se ha celebrado
la noche de Pascua sustituyendo las representaciones y danzas
de pastores, que en otro tiempo se permitían en la
iglesia en esta función, otro recreo no menos alegre
que extraordinario. Dos o tres damas de aquel pueblo, hijas
del marqués de Casahermosa y una hija del capitán
don Juan Tavares, subieron a las tribunas del coro y en los
intermedios de los oficios de la iglesia cantaron algunas
arias o canciones”.
Después de la misa tenía lugar la cena de
Nochebuena. El plato principal del menú era la cazuela
de gallina (con o sin fideos), conocida como “el pavo
de los pobres” y los pasteles de carne de cerdo. El
pescado estaba prohibido esa noche. Como postre se solían
servir pasteles (chocolates, confituras, alsacianos), tortas
(de castaña, de manzana, almendrados con pasas o chocolate),
buñuelos (de viento, manzana, plátano,...)
y ñames salpicados con azúcar o mojados en
miel de abeja. También formaban parte de la repostería
tradicional las truchas de batata o de cabello de ángel,
quesos de almendra y roscos. En cualquier caso, el consumo
de los postres se hacía acompañado de un licor
propio de las recién paridas y de la Navidad: la mistela
o licor de naranja.
Actualmente, la Misa del Gallo continua celebrándose
en todas las parroquias del país, pero, con el formato
que hemos descrito, únicamente pervive en Taganana,
La Matanza, El Sauzal, Tejina y en la iglesia de la Concepción
en La Laguna.