ASÍ SE CELEBRA LA FESTIVIDAD
DE SAN
SEBASTIÁN EN: CHIAPA DE CORZO (MÉXICO)
Padul Cofrade
Desde 2003 hasta ahora
Parachicos
Desde
su aparición la Danza
de los Parachicos, ya en su versión sincrética,
se vinculó a los rituales cristianos y a
la fecha se le representa en enero de cada año
en la celebración del Señor de
Esquipulas.
Es
tiempo de visitar Chiapa de Corzo, vamos
a celebrar "La
Fiesta Grande"; durante los días
18 al 23 de enero, tiene lugar cada año
la representación de los Parachicos. Se
lleva a cabo con la participación de más
de mil danzantes con sus magníficos trajes
y sus máscaras finamente talladas
en cedro rojo.
Los
orígenes de la fiesta son muy antiguos.
Sabemos que Chiapa de Corzo fue la primera ciudad
fundada en Chiapas por los españoles,
en 1528; unos años después se les
asigna a los indios como patrono a san Sebastián
y para los españoles a santo Domingo de
Guzmán. En el año de 1554 se inicia
la construcción de la iglesia dedicada
a santo Domingo y se termina en 1568.
Desde
entonces se hace la fiesta en honor a San Sebastián el día 20 de enero, en
la iglesia de Santo Domingo. Hay procesión con
los santos y visita a la casa del mayordomo. Los Parachicos
zapatean al ritmo de los sones, tocados por un tamborcillo
y la flauta de carrizo. Se desfila primero por las
calles, después se baila en los patios de las
casas y se recorre la población en grupos comandados
por un patrón.
Se dice que hacia 1650 llegó a Chiapa de Corzo, procedente de Guatemala,
una señora de nombre María Angulo; después de muchos intentos
infructuosos de cura para su hijo que no podía caminar, había decidido
consultar a un médico indio de la región. Éste le recetó preparados
con plantas nativas y baños en la pequeña laguna de Combujuyú (baño
del jabalí). El hijo sanó, y en agradecimiento, la señora
Angulo, acompañada de sus ayudantes provistas de canastas, repartió víveres
entre la población.
A partir de esta
leyenda, una de las versiones que explican el origen de
la danza
de los Parachicos, y la más difundida en la actualidad, considera que
los Parachicos representan a los caporales de María Angulo y que las Chuntá (hombres
vestidos de mujer, maquillados y con canastas que llenan de fruta), son las ayudantes
de la señora. Estos dos grupos danzan por separado en distintos momentos,
aunque ambos toman parte en las representaciones de la fiesta.
En
el caso de los Parachicos hay dos personajes: el patrón
y los Parachicos con tipo europeo; usualmente en los
conjuntos hay un patrón y entre ocho y doce Parachicos.
Las máscaras de Parachico y de patrón están
laqueadas en color encarnado claro, los ojos son de vidrio,
en color azul, verde o castaño claro y con grandes
pestañas sobrepuestas. Hay gran maestría
en el laqueado y en el tallado de la barba, así como
en el sombreado que representa a la parte rasurada. Por
dentro las máscaras están pintadas en blanco.
En la cabeza llevan una montera hecha de ixtle tejido
y anudado, especie de sombrero que frecuentemente se
confunde con una peluca; sobre los pantalones
negros se ponen otros más cortos con flecos y profusamente bordados
con flores. La camisa es blanca, se colocan en el pecho dos bandas cruzadas
en honor a san Sebastián y en los hombros llevan un sarape tipo Saltillo
con franjas de gamas de colores, que a veces se alternan con negro.
Completa el atuendo una sonaja de hojalata que se lleva en
la mano derecha. Se le llama chinchín, y su nombre evoca a la sonaja original, que era
un guaje, fruto de la planta regional llamada también morro (Lagenaria
leucantha).
En la actualidad la fiesta grande se complementa con otras
actividades; se le han sumado festividades religiosas y sociales
que se inician el día
9 de enero, cuando las Chuntá van por las calles en las noches bailando
al son del Bayasando (ayudante o sirvienta) con sus pequeñas canastas;
en la cabeza se ponen flores y banderitas amarradas con un listón. La
noche del día 14 es el "rompimiento" de la fiesta y el 15
(día del señor de Esquipulas) salen los Parachicos, que continuarán
bailando por las calles los siguientes días.
El día 21 de enero se efectúa por la noche en el río Grijalva
un "combate naval". Su celebración se inició en 1554,
y aunque se interrumpió por muchos años, se retomó en
1906; desde entonces se sigue verificando. Consiste en un espectáculo
de pirotecnia en el que la superficie del río sirve como espejo. El
día 22 las mujeres visten su traje regional y participan activamente
en la fiesta; el día 23 en el parque del centro de la ciudad se realiza
como último acto, el "combate de confeti y serpentinas". También
hay desfile de carros alegóricos y feria artesanal.
Parachicos,
fiesta pagana, egocéntrica y de masas, que con
ayuda de fuete corrige indisciplinas
Chiapa de Corzo, Chis.- A
diferencia de otras tradiciones populares amenazadas por la extinción o la deformación, la Danza de los Parachicos,
nacida en esta población hace tres siglos, está ganando cada
vez más adeptos entre la población femenil, juvenil e infantil
de esta ciudad chiapaneca.
"Todavía en los años 50 y 60 era una danza que bailaban exclusivamente
personas de edad, predominantemente hombres, y no eran más de 80. Hoy,
en cambio, son miles de personas de todas las edades y géneros quienes
salen a las calles a bailarla", informa el maestro Rubicel Gómez
Nigenda, patrón de la danza.
"Ciertamente se ha convertido en una fiesta pagana, egocéntrica y
de masas, en la que el primer objetivo de la gente es divertirse, relajarse;
hecho que pudiera distorsionarla o pervertirla. Pero estos puntos oscuros son
menores al saludable fenómeno de su crecimiento.
"Realmente da muchísimo gusto que nuestros jóvenes, niños
y mujeres gocen con una expresión cultural tan vieja como nuestra danza.
Ya vendrá la ocasión de instruirlos en el significado y el objetivo
de su ritual", añade don Rubicel, quien está proponiendo a
las autoridades educativas de Chiapas incluir talleres donde se enseñe
regularmente esta coreografía.
El maestro Gómez Nigenda, inspector de tele-secundarias en la región
de Simojovel, está promoviendo la creación de una asociación
civil que se encargue de abrir un "museo comunitario de parachicos" donde
se explique su historia y exhiban todos los objetos usados en la danza.
La Danza de los Parachicos, en su versión actual, nació en 1711
según una leyenda ampliamente conocida que la vincula al arribo a esta
ciudad de una señora muy rica y generosa –doña María
de Angulo— a quien la gente quería mucho porque dio de comer a
los pobres en la hambruna que se desató sobre Chiapas a principios del
siglo XVIII.
En correspondencia al desprendimiento de la señora Angulo, quien había
llegado a Chiapa en busca de un curandero que aliviara la parálisis
que sufría uno de sus hijos, un día la gente se organizó para
divertir a éste con una danza que fuera alegre y de mucho colorido.
Entonces se vistieron de manera estrafalaria con sarapes, máscaras,
monteras (pelucas de ixtle), fajas, pañuelos, chalinas y animaron su
baile con música de tamboril y flauta de carrizo.
De esta forma surgió la danza y su nombre con base en su función
original (para niño, para chico), relacionándose a partir de
entonces con la fiesta de San Sebastián Mártir, patrono de Chiapas,
cuya imagen es homenajeada cada año con desfiles de carros alegóricos,
cofradías, mayordomías, parachicos y se viste a una joven del
pueblo para representar a doña María de Angulo.
El maestro Rubicel Gómez Nigenda asegura, sin embargo, que la Danza
de Parachicos no surgió de la nada ni fue producto de la improvisación
popular, sino que la gente que la creó para distraer al hijo de la benefactora
usó la coreografía de un viejo baile indígena prehispánico
al que se le añadió indumentaria y música españolas.
Tanto los instrumentos musicales -chirimía y tamboril- como la coreografía,
afirma, son netamente prehispánicos. La danza se baila en círculo
de derecha a izquierda con pasos suavecitos, regulares, ligeramente zapateados
y, como la mayoría de los bailes prehispánicos, siguiendo la
trayectoria del Sol. La música interpretada por piteros y tamboreros
es de sones españoles.
La coreografía, de acuerdo con investigaciones especializadas, correspondía
a un ritual indígena de culto al Sol para pedirle energía, buenas
siembras y cosechas. La cara rubia que reproduce la máscara del patrón –el
jefe o capitán de la danza— sugiere al Sol, aunque existe la idea
de que sólo retrata los rasgos físicos del conquistador español.
Desde su aparición la Danza de los Parachicos, ya en su versión
sincrética, se vinculó a los rituales cristianos y a la fecha
se le representa en enero de cada año en la celebración del Señor
de Esquipulas el día 15; de San Antonio Abad el 17; de San Sebastián
Consagrado el 18; el 20 en honor de San Sebastián Mártir; y el
22 de enero acompaña el desfile de carros alegóricos que remata
las fiestas de Chiapa de Corzo
La danza se baila doce horas en promedio (de las 9:00 a las 21:00). Los parachicos
recorren las principales calles del pueblo, deteniéndose a brindar exhibiciones
en casas de familias conocidas. En la jornada dedicada al Señor de Esquipulas
las "paradas" llegan a ser 45 o 50 y en los días siguientes
son 35 en promedio.
El patrón de la danza dirige la coreografía, los ritos de baile
ante altares callejeros, los recorridos y las visitas a casas particulares.
Tiene a su cargo la guarda del orden de los danzantes e impedir que no se sobrepasen
en el consumo de vino. Para hacerlo lleva un chirrión o fuete que hace
sonar y eventualmente usa para golpear a algún danzante indisciplinado.
"Ahora que son miles de danzantes es difícil controlarlos y hacerse
respetar. Pero en ningún caso los excesos llegan a cosas graves",
comenta el maestro Gómez Nigenda, quien asumió el cargo en 1999
de manos de su tío Arsenio Nigenda, quien ejerció el patronazgo
por 31 años. Su abuelo Atilano Nigenda ocupó también este
cargo antes de los años 50.
Los patronazgos no tienen relación con mayordomías ni autoridades
eclesiásticas. Derivan de una organización netamente popular
y se definen por consenso con el voto de representantes de los doce barrios
de Chiapa de Corzo. En casi 300 años ha habido 19 patrones y don Rubicel,
quien antes fue pitero y tamborero, está muy orgulloso de ser uno de
los pocos privilegiados.
La Danza de los Parachicos, que en 2001 contó con apoyo del Consejo
Estatal para la Cultura y las Artes (Coneculta) para adquirir vestuario, ha
dado exhibiciones de homenaje a la Virgen de Guadalupe en México y cada
diciembre participa en la peregrinación que se organiza al paraje del
Nixiton (montaña cercana a San Cristóbal de las Casas) para cortar
flores de niluyarila que ofrendan a Cristo en Navidad.