Ruega a Dios Omnipotente Para que amparo nos dé.
En Roma, noble adalid, llevaste el pendón cristiano
sin arredrarte el tirano con su diabólico ardid.
Sucumbiendo en noble lid, joven el mundo te ve.
Ruega...
No desmayes un momento, generoso Sebastián,
duro martirio te dan; más tú lo sufres de contento,
porque en medio del tormento ves el cielo de tu fe
Ruega...
Te ofreció el mundo sus dones, falsos honores te dio,
más tu virtud despreció sus mentidas ilusiones
y locas tentaciones pisaste con noble pie.
Ruega...
Hiciste guerra al abismo; mil víctimas le arrancaste
que con tus triunfos llevaste al seno del cristianismo;
se enfurece el paganismo que ya en su impotencia cree.
Ruega...
Al fin, tu sangre inocente, viertes en suplicio cruel:
tú, noble Mártir, en él sucumbes como un valiente
y ese día refulgente tu última victoria fue.
Ruega...
Allá en la región serena donde ciñes áurea palma
y gozas la eterna calma lejos de la amargura y pena
mira a la nación chilena que en ti su esperanza ve.
Ruega...
Invocaciones
y otras protecciones de Tosa de Mar (Girona)
A
parte de pedirle auxilio para combatir las epidemias,
San Sebastián es también el patrón
de los arqueros, ballesteros, y de los fabricantes de
flechas y de agujas de coser. O sea que si quieres participar
en las olimpiadas como arquero ¡pídele auxilio!.
El aprecio hacia San Sebastián está extendido en todo el mundo,
y en Roma y en Alemania sienten una auténtica atracción por él.
En España también es muy apreciado, tiene muchos pueblos dedicados
a su nombre, uno de ellos, es la ciudad de San Sebastián, en el País
Vasco. También es el patrón de la ciudad de Palma de Mallorca.
En Catalunya, muchos pregonaban este dicho: "Sant Sebastià guarda
de fam, de pesta i de guerra i de tots els mals que hi ha".
También se le puede pedir auxilio ¡¡¡ para que no
te piquen las ortigas !!!, incluso hay una fórmula escrita en catalán
para amenazar a dichas plantas para que no te piquen: "Ortiga maleïda,
si em piques et llevaré la vida; si sant Sebastià ho sap, et
llevarà el cap". En castellano la traducción sería
esta: "Ortiga maldecida, si me picas te quitaré la vida, si san
Sebastián lo sabe, te quitará la cabeza". Como ves, en castellano,
el dicho no tiene rima!. Al final de esta página encontrarás
más dichos en catalán que hacen referencia al santo.
Lecturas
Is 49,3.5-6; 1 Co 1,1-3; Jn 1,29-34
1. "Gracia
a vosotros y paz de parte de Dios, nuestro Padre, y
del Señor Jesucristo" (1 Co 1,3). Así ha
empezado la carta de San Pablo a los Corintios, que
acaba de ser proclamada. Con este mismo saludo empiezo
mi reflexión homilética, en mi primer
encuentro con la comunidad cristiana de San Sebastián
Mártir en Arganda. Era mi deseo, y así lo
había hablado con Don Ángel, vuestro
párroco y con algunos feligreses de la parroquia,
venir este curso aquí para estar con vosotros
y celebrar la eucaristía. Providencialmente
el Señor me ha permitido venir hoy, precisamente
en la fiesta del titular y patrón de la comunidad
cristiana. Recibid mi más paternal y fraternal
saludo a la vez, como pastor y hermano vuestro; os
saludo de parte de Dios y de Nuestro Señor Jesucristo.
2. En la lectura del libro de Isaías
aparece el pueblo de Israel, representado sobre todo por
un "Resto", es decir, por un grupo de gente fiel
a Dios, a quien Dios llama para realizar una misión.
El texto dice: "Tú eres mi siervo, Israel,
en quien me gloriaré. (...) Ahora, pues, dice el
Señor, el que me plasmó desde el seno materno
para siervo suyo, para hacer que Jacob vuelva a él,
y que Israel se le una" (Is 49,3.5). Al igual que
al pueblo de Israel, Dios Padre nos ha llamado a nosotros,
desde el seno materno, a ser sus hijos, a ser sus siervos.
Somos hijos de Dios desde nuestro bautismo. El siervo de
Dios no solamente es el que trabaja y hace la voluntad
de su Señor, sino que es un hijo a quien el Padre
ama entrañablemente. A ese siervo, que hace la voluntad
de su Señor, se refiere el profeta Isaías
cuando dice: "Poco es que seas mi siervo, en orden
a levantar las tribus de Jacob, y de hacer volver los preservados
de Israel. Te voy a poner por luz de las gentes, para que
mi salvación alcance hasta los confines de la tierra" (Is
49,6). A ese siervo le da una misión: "te hago
luz de las gentes". Celebramos hoy la fiesta de San
Sebastián Mártir, que fue también
un siervo a quien el Señor eligió y lo hizo "luz
de las naciones".
3. Existen dos fuentes principales de
la vida de San Sebastián: una es San Ambrosio, en
su comentario al Salmo 118 (cf. San Ambrosio, In Ps. CXVIII);
y otra, la Passio Sancti Sebastiani, compuesta por un autor
desconocido, que debió ser un monje romano de un
monasterio fundado cerca de la basílica dedicada
a Sebastián, por el Papa Sixto III (432-440). Esta
vida de San Sebastián nos la narra un monje del
siglo V, después de haber transcurrido doscientos
años de los hechos ocurridos; San Sebastián,
como sabéis, muere en el año 288. Según
San Ambrosio, arzobispo de Milán, San Sebastián
era de Milán, porque vivió allí. Según
la Passio referida, San Sebastián nació en
Narbona (Francia), entonces provincia romana, y de allí se
dirigió a Milán para recibir una esmerada
educación. Posteriormente, desde Milán se
trasladó, por propia voluntad, a Roma.
4. Las actas de la Passio nos trazan el
perfil del joven Sebastián, de padres cristianos,
como un modelo de soldado del emperador. Parece ser que,
sin sentirse atraído por la carrera militar, se
había enrolado en la guardia del emperador Maximiano
(años 286-305) en Roma, y lo hacía para ayudar
a los cristianos arrestados en la persecución de
Diocleciano. Él fue a Roma a realizar una misión.
La comunidad cristiana de San Sebastián es reciente;
ha cumplido cuatro años. Bastantes de vosotros,
pertenecientes a esta comunidad, no sois oriundos de Arganda
del Rey, sino que habéis venido de otros lugares
de España. Tampoco los sacerdotes y el seminarista,
que estamos en el altar, somos de Arganda: cada uno somos
oriundos de un sitio diverso (vuestro párroco es
del sur de España) y hemos sido traídos aquí por
la gracia de Dios, para llevar a cabo una misión.
Como nos ha dicho Isaías: "te mando para que
seas luz de los pueblos" (Is 49,6). El Señor
os ha traído aquí también para que
seáis "luz de las gentes". Pensad en vuestra
misión aquí en Arganda. El Señor os
invita a ser catequistas, a ser testigos de la fe, a pregonar
el Evangelio, a confesar a Jesús, Hijo de Dios e
Hijo del hombre. El Señor quiere haceros a vosotros "luz
de las gentes", en esta ciudad de Arganda, donde ahora
vivís.
5. San Pablo nos recuerda que estamos
llamados a ser santos. Dice en su carta a los Corintios: "A
la Iglesia de Dios que está en Corinto: a los santificados
en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con cuantos
en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor
nuestro" (1 Co 1,2). Esta es la invitación
del Señor, que nos trasmite San Pablo: "Llamados
a ser santos". Esta es la invitación que os
hago, en esta fiesta de San Sebastián Mártir,
como sucesor de los apóstoles. A los cristianos
que estáis en Arganda y concretamente en la parroquia
de San Sebastián Mártir, a los de la iglesia
de Dios que estáis aquí, a los santificados
en Cristo Jesús, os recuerdo que estáis llamados
a ser santos, como lo estuvo San Sebastián.
6. Sin conocer su condición de
cristiano, los emperadores Diocleciano y Maximiano, cuyas
persecuciones a los cristianos fueron muy crueles, pusieron
a Sebastián, joven soldado, al frente de la guardia
imperial. Esto le permitió prestar incontables ayudas
a los cristianos hacinados en las cárceles romanas.
Entre los beneficiarios de su caritativo proceder, según
la Passio, se cuentan a los hermanos santos mártires
de Roma, Marcos y Marcelino, cuyo sepulcro ha sido descubierto
en el siglo pasado, cerca de las catacumbas de San Sebastián.
Se conservan también otros nombres de mártires,
fortalecidos por Sebastián en el terror y en la
crueldad de los suplicios cuando morían, y cuyos
restos él recogía piadosamente para enterrarlos.
Estos reiterados auxilios a los cristianos, que morían
en las cárceles, en los circos o en las vías
romanas, fueron descubiertos y Sebastián fue denunciado.
7. Al comparecer ante el emperador Maximiano
confiesa claramente y sin miedo su fe en Jesucristo: "Sí,
soy cristiano; creo en Jesucristo". Y entonces, como
sabéis, es condenado a morir acribillado a saetas,
como lo muestra la iconografía tradicional. Las
flechas de sus verdugos se clavan en el cuerpo joven del
cristiano, que confiesa su fe. Pero parece ser que no muere
con ese suplicio y que una matrona romana cristiana, de
nombre Irene, lo recoge aún moribundo, le cura las
heridas y Sebastián recupera la salud. Quienes apreciaban
su vida de valiente soldado le aconsejan que abandone Roma
para salvar su vida, ya que el emperador y sus allegados
lo tenían por muerto. Pero, ¿qué hace
este intrépido soldado, que ya no lo es del emperador,
sino soldado de Cristo? Estimados hijos, Sebastián
opta por quedarse en Roma para dar testimonio de la fe.
Entonces, públicamente, ataca la mentalidad pagana
y afronta de nuevo al emperador para echarle en cara su
crueldad persecutoria contra los cristianos. Ello le hace
merecedor de un martirio aún más glorioso:
el emperador Diocleciano, ante las invectivas de Sebastián,
lo condena a morir azotado y a ser arrojado a un lugar
inmundo.
8. Esta es la razón por la que
se invoca a San Sebastián como auxilio en tiempos
de epidemias. Desde hace siglos se pide la intercesión
de San Sebastián para salir de situaciones de peste,
porque él murió en una situación ignominiosa.
Hace quinientos años que Arganda se puso a los pies
de San Sebastián, durante la peste, para invocar
su protección; y parece ser que la intercesión
de San Sebastián ayudó a los vecinos de Arganda
a salir de esa situación. Precisamente, y por la
providencia del Señor, cerca del lugar donde estuvo
la ermita dedicada a San Sebastián, construiremos,
Dios mediante, el nuevo templo de esta parroquia, que ahora
está ubicada aquí, en la ermita de la Soledad.
La presencia de la antigua ermita dedicada a San Sebastián
fue el motivo, según el párroco Don Ángel,
por el cual a esta parroquia se le denominó de "San
Sebastián".
9. Los avatares de la vida de San Sebastián
nos dicen mucho a nosotros hoy. Al igual que San Sebastián
no huye de Roma, sino que se convierte en testigo y soldado
de Cristo, estamos llamados a ser soldados de Cristo en
Arganda, a dar testimonio como cristianos. No hemos de
tener miedo a las invectivas contra la Iglesia. Durante
el año pasado la Iglesia católica en España
ha recibido duras críticas por parte de los medios
de comunicación social, de políticos y de
diversas instituciones; da la impresión de que quieren
menguar la autoridad moral de la Iglesia, para imponer
una mentalidad secularista y pagana, que favorezca sus
propios deseos. Pero estamos llamados a dar testimonio
de nuestra fe, queridos hermanos, en esta sociedad en la
que vivimos; estamos llamados a iluminar desde la fe los
distintos campos: la familia, el respeto a la vida, la
verdad, la justicia, los problemas sociales, la política;
estamos llamados todos a ser "luz de las naciones",
como nos decía el texto de Isaías.
10. Juan Bautista, según el evangelio
de hoy, dio testimonio de Jesús: "Y Juan dio
testimonio diciendo: He visto al Espíritu que bajaba
como una paloma del cielo y se quedaba sobre él.
Yo lo he visto y doy testimonio de que éste es el
Hijo de Dios" (Jn 1,32). Por ser testigo de la verdad
y por denunciar las situaciones inmorales murió víctima
de los celos de Herodías y de la debilidad de Herodes.
San Sebastián dio testimonio en una época
difícil y de persecución contra los cristianos.
En su tiempo hubo también soldados que, cuando se
convirtieron al cristianismo, dejaron la milicia porque
tal vez debían realizar cosas que iban en contra
de su conciencia. San Sebastián, sin embargo, siendo
ya cristiano, se enrola en la milicia para ayudar a los
cristianos en situación deplorable. Esto nos enseña,
estimados hijos, que en cualquier circunstancia el Señor
nos llama a ser santos, a ser sus testigos y a hacer el
bien. Por tanto, no podemos poner como excusa que en el
siglo XXI las cosas están muy mal, que no podemos
hacer apenas nada y que no tenemos voz. En cualquier circunstancia
podemos y debemos ser testigos de Jesús, soldados
de Cristo. Lo hizo Juan Bautista, lo hizo San Sebastián
y estamos invitados nosotros también a serlo.
11. Cualquier circunstancia puede ser
motivo para dar testimonio. San Sebastián tuvo un
martirio cruento, sangriento y doloroso. Quizás
a nosotros el Señor nos pide otro tipo de martirio:
el de cada día, el de una palabra en el trabajo,
tal vez el de un silencio, el de un gesto caritativo sin
palabras. Hay muchas formas de testimoniar de que somos
hijos de Dios. San Ambrosio, comentando el Salmo 118, nos
invita a vivir el secreto martirio incruento de la fidelidad
cotidiana y dice de San Sebastián: "Marchó a
Roma, donde recrudecía la persecución por
causa de la fe; allí sufrió el martirio,
allí recibió la corona consiguiente. De este
modo, allí, donde había llegado como transeúnte,
estableció el domicilio de la eternidad permanente.
(...) Del mismo modo que un solo perseguidor, el emperador,
enviaba a muchos sus decretos de persecución y había
así diversos perseguidores en cada una de las ciudades
y provincias, así también el diablo se sirve
de pies muchos ministros suyos, que provocan persecuciones,
no sólo exteriores, sino también interiores,
en el alma de cada uno. Acerca de estas persecuciones,
dice la Escritura: Todo el que se proponga vivir piadosamente
en Cristo Jesús será perseguido. Se refiere
a todos, a nadie exceptúa. ¿Quién
podría considerarse exceptuado, si el mismo Señor
soportó la prueba de la persecución? ¡Cuántos
son los que practican cada día este martirio oculto
y confiesan al Señor Jesús!" (San Ambrosio,
Comentario al Salmo 118, cap. 20,43-45: CSEL 62, 466-468).
12. Estimados hermanos, en esta fiesta
de San Sebastián, el Señor nos llama a todos
sin excepción, niños, jóvenes, personas
maduras y ancianos, a ser santos, a ser sus testigos y
a que nos mantengamos en actitud martirial; a unos se lo
pide de una manera, a otros de otra, pero todos estamos
llamados a confesar a Jesús, Hijo de Dios, y a vivir
la santidad. Vamos a pedir por intercesión de San
Sebastián que nos haga fuertes en ese testimonio,
y que no nos acobardemos. Estimados niños, vuestro
testimonio puede consistir en venir los domingos a la parroquia
a escuchar la Palabra de Dios, a recibir la catequesis,
a celebrar la Eucaristía y en dar testimonio de
vuestra fe en casa y en la escuela, porque hay otros niños
que no tiene fe. Estimados jóvenes, a vosotros el
Señor os puede pedir otra forma de dar testimonio:
en el instituto, en la escuela, en la diversión
con los amigos; posiblemente tengáis amigos que
no son creyentes. A vosotros, estimados padres y madres
de familia y profesionales de cualquier tipo, el Señor
os llama también a dar testimonio. ¡Que San
Sebastián Mártir, con su intercesión,
nos ayude a ser auténticos testigos! ¡Que
así sea!