Belén
es nombre simbólico: en árabe “casa
de la carne” y en hebraico “casa
de pan”[1]. Se encuentra a solo 8 kilómetros
de la ciudad de Jerusalén.
Es un poblado árabe, de unos 35.000 habitantes.
Belén en el Antiguo Testamento
La ciudad de Belén es la cuna del Rey David,
el hijo menor de Iese, elegido por Dios[2], ungido por
el profeta Samuel para ser “el 2º Rey
de Israel” y cabeza de la dinastía,
de la cual nacería el Mesías.
“Belén y David quedarían a
partir de entonces como una nota destacada en los oráculos
mesiánicos”[3].
El profeta Miqueas le correspondió revelar donde
nacería el “Ungido de las naciones”:
Mas tú, Belén Efratá, aunque eres
la menor entre las familias de Judá, de ti me
ha de salir aquel que ha de dominar en Israel, y cuyos
orígenes son de antigüedad, desde los días
de antaño.
Por eso él los abandonará hasta el tiempo
en que dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces
el resto de sus hermanos volverá a los hijos
de Israel.
El se alzará y pastoreará con el poder
de Yahveh, con la majestad del nombre de Yahveh su Dios.
Se asentarán bien, porque entonces se hará
él grande hasta los confines de la tierra (Miq
5,1-3).
Belén
en el Nuevo Testamento
Conocemos por los Evangelios que allí nació
Jesús: En aquel tiempo, apareció un edicto
del César Augusto para que se hiciera el censo
de toda la tierra. (...) Y todos iban a hacerse empadronar,
cada uno a su ciudad. Subió también José
de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad
de David, que se llama Betlehem, porque era de la casa
y linaje de David, para hacerse inscribir con María
su esposa, que estaba encinta. Ahora bien, mientras
estaban allí, llegó para ella el tiempo
de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito;
y lo envolvió en pañales, y lo acostó
en un pesebre, porque no había lugar para ellos
en la hostería (Lc 2,1.3-7). El profeta Miqueas
lo había profetizado siglos antes[4].
Los contemporáneos de Jesucristo conocían
muy bien esa profecía, pues los Santos Evangelios
hacen mención de ello: Ellos le dijeron: En Belén
de Judea, porque así está escrito por
medio del profeta: Y tú, Belén, tierra
de Judá, no eres, no, la menor entre los principales
clanes de Judá; porque de ti saldrá un
caudillo que apacentará a mi pueblo Israel (Mt
2,5-6).
La Basílica de la Natividad
La Basílica
de la Natividad recuerda este acontecimiento importante:
“La Estrella de plata (...) indica el lugar
donde nació Cristo en la Gruta de la Basílica
de la Natividad, (...) Si bien el altar pertenece al
rito griego ortodoxo, la inscripción de la estrella
es latina y reza: ‘Aquí, de la Virgen María,
nació Jesucristo’”[5].
La gruta de la Natividad tiene las dimensiones de una
pequeña capilla casi rectangular (12,30 metros
por 3,50 metros), con un pequeño ábside
en el extremo oriental[6].
“El pesebre es venerado en la capillita,
igualmente rupestre, de al lado. El altar que está
en frente al pesebre está dedicado a los Reyes
Magos. En él pueden celebrar la misa los sacerdotes
católicos”[7].
Gruta de
la Natividad
Y sucedió que, mientras ellos estaban allí,
se le cumplieron los días del alumbramiento,
y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió
en pañales y le acostó en un pesebre,
porque no tenían sitio en el alojamiento (Lc
2,6-7).
“... el lugar tradicional del nacimiento
de Cristo. Es una gruta que se encuentra bajo el presbiterio.
A ambos lados de este hay una escalera que comunican
con la gruta” (...) La gruta es una capilla de
reducidas dimensiones, de forma casi rectangular (12,30
metros x 3,50 metros), con un pequeño ábside
en el extremo oriental. En él hay un altar y,
debajo de éste, una estrella de plata señala
el lugar donde Cristo nació de la Virgen María”.
“El pesebre es venerado en la capillita igualmente
rupestre de al lado. El altar que está al frente
está dedicado a los Reyes Magos”[8].
Iglesia de
Santa Catalina
Fue construida en la Edad Medía y dedicada a
la mártir de Alejandría. Hoy es la Iglesia
parroquial de la comunidad católica de la ciudad
de Belén, regenteada por la Congregación
fundada por San Francisco de Asís.
Es en esta Iglesia, donde se celebra con toda solemnidad
la Navidad del Verbo Encarnado, presidida la Santa Misa
por el Patriarca latino de Jerusalén.
“La iglesia ha sufrido varias transformaciones.
En 1880 fue ampliada hacia el oeste, sacrificando la
galería oriental del claustro de San Jerónimo,
situado a la entrada de la Iglesia, lo que fue una pérdida,
por tratarse de una obra notable en su género
en Palestina. En 1948 fue restaurada por A. Barluzzi.
En el centro luce una estatua de San Jerónimo”[9].
Grutas de
San Jerónimo
En la nave derecha de la Iglesia de Santa Catalina
hay una escalera que desciende las grutas llamadas de
San Jerónimo, en memoria de este santo Doctor
de la Iglesia. Según una tradición, este
santo, quien vivió en la ciudad de Belén,
y fue donde escribió la Biblia, llamada “Vulgata”,
eligió estas grutas para su sepultura.
La gruta más grande está dedicada al
Patriarca San José y a la visión del ángel,
quien le ordena de parte de Dios que parta hacia Egipto
para salvar al Divino Niño que estaba en peligro[10].
A la izquierda de la entrada, una capillita rupestre
dedicada a los Santos Inocentes. Debajo del presbiterio
se encuentran algunas tumbas vacías de personas
que quisieron ser enterradas cerca del Santo.
Próxima a la escalera de bajada, por el lado
derecho, una puerta comunica con una estancia, donde
pueden verse los cenotafios[11] de las Santas Paula
y Eustoquia, su hija y el de Eusebio de Cremona.
“A la izquierda, junto a la entrada, existe
una cisterna que, según estudios arqueológicos,
es anterior al nacimiento de Jesucristo, lo que prueba
que están grutas eran ya utilizadas para cobijo
de animales y, probablemente, también de personas”[12].
Gruta de
la leche
La “Gruta de la Leche” se encuentra
a 200 metros aproximadamente del Santuario de la Natividad.
Según una tradición, en la huida a Egipto[13],
la Santísima Virgen María sentada sobre
una roca, dio de mamar al Verbo Encarnado.
A la entrada de la capilla, se encuentra una hermosa
escultura de San José conduciendo un pequeño
burro, quien lleva en su lomo a su esposa, la Virgen
María y al Niño Dios, en brazos de su
Madre. Ambos padres miran con ternura a quien es el
Verbo Encarnado.
La capilla tiene muchísimos cuadros, donde se
ve a la Virgen María dándole el pecho
a su Divino Hijo.
Autor: Juan Pablo Montes
Notas:
• La ciudad de Belén en la Sagrada Escritura
• Belén – Efrata: Casa de pan –
La fértil
• Génesis 35,16.20; 48,7 Nacimiento de
Benjamín. Tumba de Raquel
• Jueces 17,7-13 El país de un levita,
sierva de Micá
• 1º Samuel 16,1-13 Unción de David
por Samuel
• 2º Samuel 23,13-17 Ocupada por los Filisteos
• 1º Crónica 2,9-17 Orígenes
de David
• 2º Crónica 11,1-3 Unción
de David
• 1º Crónica 3,1-9 Hijos de David
• San Mateo 2,1-18 Adoración de los Magos
y muerte de los santos Inocentes
• San Lucas 2,1-7 Nacimiento de Jesús en
Belén
• San Juan 7,42 Los judíos sabían
que el Mesías nacería en Belén
y sería descendiente del Rey David
• Miqueas 5,1-5 Jesús vendrá al
pueblo de Belén
Bibliografía:
[1] LOMBARDI, LUIGI; La Tierra Santa, Edizioni Plurigraf,
Narni-Terni, 1986, 23.
[2] Cf. 1º Sam 16,1ss.
[3] DÍEZ, FLORENTINO; Guía de Tierra Santa,
Editorial Verbo Divino, Madrid, 1993, 167.
[4] Pero tú, Belén de Efrata, pequeña
para ser contada entre las familias de Judá,
de ti me saldrá quien señoreará
en Israel, cuyos orígenes serán de antiguo,
de días de muy remota antigüedad (Miq 5,2).
[5] LOMBARDI, LUIGI; La Tierra Santa, Edizioni Plurigraf,
Narni-Terni, 1986, 24.
[6] Cf. DÍEZ, FLORENTINO; Guía de Tierra
Santa, Editorial Verbo Divino, Madrid, 1990, 169.
[7] DÍEZ, FLORENTINO; Guía de Tierra Santa,
Editorial Verbo Divino, Madrid, 1990, 169.
[8] DÍEZ, FLORENTINO; Guía de Tierra Santa,
Editorial Verbo Divino, Madrid, 1993, 174
[9] DÍEZ, FLORENTINO; Guía de Tierra Santa,
Editorial Verbo Divino, Madrid, 1993, 175.
[10] Cf. Mt 2,13ss.
[11] “Monumento funerario sin los restos de la
persona a quien se halla dedicado”.
[12] DÍEZ, FLORENTINO; Guía de Tierra
Santa, Editorial Verbo Divino, Madrid, 1993, 175.
[13] Cf. Mt 2,14.