Remontemos nuestra memoria hacia
miles de años atrás, más precisamente
ubiquémonos en el desierto en donde caminaba el
Pueblo de Israel al mando del Profeta Moisés, el
hombre elegido por Yahvé para librarlos de la opresión
egipcia. Tanto antes como después del cruce del
mar Rojo, Dios despliega su poder durante cuarenta años,
mostrando el amor a su pueblo escogido y, olvidando sus
infidelidades, los conduce a la Tierra Prometida:
"…He bajado para librarle de la mano de los
egipcios y para subirle de esta tierra a una tierra buena
y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel, al país
de los cananeos, de los hititas, de los perizitas, de
los jivitas y de los jebuseos…"(Ex.3,8).
Detengámonos después de 40 años,
al pie de un monte, en donde Yahvé pronuncia
a su siervo estas palabras: "Sube a esa montaña
de los Abarim, al monte Nebo que está en el país
de Moab, frente a Jericó, y contempla la tierra
de Canaan que yo doy en propiedad a los israelitas.
En el monte al que vas a subir morirás, e irás
a reunirte con los tuyos…verás la tierra,
pero no entrarás en ella, en esa tierra que yo
doy a los israelitas" (Deuter. 32,49-52).
El Monte Nebo forma parte de los Montes de Moab, se
encuentra a unos 7 km de la ciudad de Mádaba,
bordea el valle del Jordán y alcanza una altura
de 800 metros. Desde allí se puede divisar un
panorama único de la Tierra Santa: las montañas
de Judea y Samaría y en los días más
claros podemos llegar a ver Belén, el Monte de
los Olivos, el mar Muerto, el valle de Jericó
entre otros lugares.
Fuentes históricas
Las Sagradas Escrituras en el libro del Deuteronomio
(Cap. 32 ,33 y 34), nos brindan los episodios por la
cual este Monte adquiere tal importancia. Los cristianos
para conmemorar la muerte de Moisés, realizaron
en la cumbre de "Siyagha" una iglesia-memorial;
noticias de esta construcción nos la proporcionan
los peregrinos que visitaron este lugar en los siglos
IV y V. Entre ellos la célebre peregrina Egeria:
"Llegamos pues, a la cima de aquel monte,
donde hay ahora una iglesia no grande en la misma cima
del Monte Nebó. Dentro de esta iglesia, en el
lugar donde está el púlpito, vi un lugar
un poco más alto, que tenía las mismas
dimensiones que suelen tener los sepulcros. Entonces
pregunté a aquellos santos que cosa era esto,
y ellos respondieron: "Aquí fue puesto el
santo Moisés…"; y el Obispo monofista
de Gaza, Pedro el Iberio, también nos cuenta:
"Una vuelta el beato Pedro decidió ir
a Arabia por causa de su enfermedad, para buscar alivio
en las aguas termales de Livias, que llevan el nombre
de San Moisés. Al día siguiente partimos
para Mádaba. A la mitad del camino nos allegamos
a la montaña santa de Moisés, su nombre
es Abarim…, donde Dios le dijo: "ve y muere".
Sobre este hay un santo y amplio templo dedicado al
Profeta, y varios monasterios construidos alrededor.
Llenos de alegría por estar en este lugar, juntos
con el anciano ofrecimos oraciones y agradecimos a Dios…"
Exploración
de las ruinas
Una primera descripción de las ruinas la encontramos
en el relato del viaje del Duque de Luynes en el año
1864.
En el 1932 la cima fue comprada por la Custodia de
Tierra Santa, la cual inició los estudios arqueológicos
en 1933. La expedición estuvo a cargo del Padre
Saller del Estudio Bíblico Franciscano.
Tres años de trabajo sacaron a la luz la iglesia
y el monasterio. Se comenzó con un programa de
restauración, a cargo del Padre Corbo, ya en
el año 1976 la obra queda a cargo del P. Piccirillo.
El santuario
primitivo
Fue construido en el siglo IV, originariamente fue
utilizado como cementerio. Probablemente los monjes
encontraron el lugar abandonado y lo transformaron en
iglesia. Una gran cruz con fondo blanco decoraba el
nartex. Dos puertas conducían a dos capillas
funerarias.
No dejaremos de mencionar el antiguo baptisterio, ubicado
un metro más abajo de la iglesia, con su fuente
bautismal en forma de cruz, el cual se encuentra encerrado
por un conjunto de mosaicos con diseños florales.
Un trabajo bellísimo es el realizado en cuatro
paneles de mosaicos en donde figuran distintas escenas
de la vida cotidiana como el pastoreo, la vendimia, la
pesca y la caza.
La Basílica
del siglo VI-VII
En la segunda mitad del siglo VI los monjes decidieron
agrandar la Iglesia construyendo también un nuevo
baptisterio. La iglesia antigua pasó a ser el
presbiterio de la nueva Basílica. La nueva Iglesia
consta de tres naves.
En el primer decenio del siglo VII, época del
abad Mártir y del Obispo Leoncio de Mádaba,
fueron destruidos tres ambientes del monasterio y se
construyó la capilla dedicada a la Madre de Dios
(Theotokos).
El Monasterio
La presencia de monjes en la cima del Monte es también
atestiguada por Egeria y Pedro el Ibero. También
el peregrino anónimo de Piacenza recuerda su
visita al monasterio y Tihmar otro peregrino pasó
por allí en el 1217.
De los mosaicos encontrados en el Santuario se han
podido sacar a la luz los nombres de los primeros cuatros
abades del monasterio: Alexis, quien dirige la restauración
del primer santuario y realiza los primeros mosaicos;
Elía abad en el año 531, Mártir
quien dirige el trabajo de restauración y agrandamiento
de la iglesia y Teodoro, quién fue abad al inicio
del siglo VII.
El Monte
Nebo en la actualidad
Desde el 1976 se comenzó a celebrar el 4 de
septiembre, la fiesta litúrgica de San Moisés.
En los alrededores del Santuario se encuentra un monasterio
franciscano, custodios de tan célebre lugar.
Digno de mención es el monumento que se encuentra
en el exterior del santuario, una gran cruz en forma
de Tau griega, que nos recuerda las siguientes palabras:
"Haz una serpiente de bronce, ponla en un asta
y todos los que hayan sido mordidos y la miren, quedarán
curados"(Nm 21,8); y las palabras de Cristo a Nicodemo:
"Lo mismo que Moisés levantó
la serpiente en el desierto, el Hijo del hombre tiene
que ser levantado en lo alto para que todo el que crea
en él tenga la vida eterna".(Jn 3, 14-15).
En el año 2000 Su Santidad Juan Pablo II quiso
iniciar su peregrinación a Tierra Santa por el
Monte Nebo, para evocar la figura de Moisés;
nos parece muy oportuno terminar esta reseña
con las palabras del Padre Manns o.f.m.: "La
Iglesia necesita volver al desierto para escuchar la
voz de Dios. Es en el silencio donde se oye esta voz.
Para Moisés el desierto se transformó
en lugar de la presencia del Eterno. Para Juan Pablo
II la soledad soportada con paciencia se convierte en
lugar de luz y de transfiguración. Toda nuestra
vida es una travesía del desierto, pero conocemos
el final de la marcha: la tierra prometida."
Autora: Hna. María Pía
Bilbiografía:
Michele Piccirillo, "La montagna del Nebo"
Franciscan Printing Press, Jerusalen, 1988
Agustin Arce, "Itinerario de la Virgen
Egeria"
Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1996
P.Frederic Manns, "Jordania es Tierra Santa"
Revista Tierra Santa N. 76, Custodia Franciscana
de T.S., 2000.