“Nazaret es una pequeña ciudad que
domina los montes de la Baja Galilea, sobre la línea
septentrional de la llanura de Esdrelón. Su posición
geográfica es singular. (...) En su derredor,
en forma circular, se levantan las montañas de
un modo que confiere a la Nazaret antigua el aspecto
de una flor (en hebraico: Nezer), que posiblemente dio
origen al nombre de Nazaret”[1].
San Jerónimo, Doctor de la Iglesia, llama a
esta pequeña aldea ubicada en el norte de Israel:
“la flor de la Galilea y la madrina de Cristo”[2]
y fue escenario de la encarnación del Hijo Unigénito
de Dios en el seno purísimo de la Virgen María[3].
Según leemos en la Sagrada Escritura no era
una ciudad bien apreciada, ni aún por los mismos
Galileos: Pero ¿es que de Nazaret puede salir
algo bueno? (Jn 1,46).
Jesús vivió en Nazaret 30 años,
era conocido de sus habitantes, sin embargo, tuvo que
mudarse a la ciudad de Cafarnaúm para vivir,
pues intentaron despeñarlo, luego de haberlo
escuchado hablar en la sinagoga y estar en desacuerdo
con su enseñanza: Cuando oyeron esto, todos los
que estaban en la sinagoga se llenaron de indignación;
se levantaron y lo sacaron fuera de la ciudad, y lo
llevaron hasta un precipicio de la colina sobre la que
estaba edificada su ciudad, con intención de
despeñarlo. Pero Él, pasando por medio
de ellos, se fue (Lc 4,28-30).
Ocho siglos antes de la Encarnación del Hijo
Unigénito de Dios, Isaías había
profetizado dicho acontecimiento[4]. Dicho cumplimiento
lo conocemos por el Evangelista San Lucas: He aquí
que vas a concebir en tu seno, y darás a luz
un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.
El Será grande y será llamado el Hijo
del Altísimo; y el Señor Dios le dará
el trono de David, su padre, y reinará sobre
la casa de Jacob por los siglos, y su reinado no tendrá
fin... El Espíritu Santo vendrá sobre
ti, y la virtud del altísimo te cubrirá;
por eso el santo Ser que nacerá será llamado
Hijo de Dios (Lc 1,31-33.35).
“La ciudad antigua está emplazada
al centro, allí donde, obedeciendo a la tradición,
surge la nueva Basílica de la Anunciación...
y la Iglesia de San José”[5].
La Basílica
de la Anunciación
La Basílica de la Anunciación fue dedicada
el 25 de marzo de 1969 por quien fuera en ese entonces
el Cardenal Gabriel Garrone.
Forman esta Basílica dos Iglesias: la Iglesia
superior y la Iglesia inferior, la cual guarda celosamente
la cripta de la Anunciación con la Gruta de la
Virgen. Es notable el contraste de ambas iglesias, la
superior está llena de luz, es todo colorido.
El interior del domo presenta la forma de una azucena,
cuya blancura expresa pureza y virginidad. La luz natural
penetra en la Iglesia a través de un ojo central
u orificio ocular, iluminando el diseño de dieciséis
pétalos que crean la letra “M”
treinta y dos veces. Simboliza los otros tantos senderos
de Sabiduría Celestial, así como la inicial
del nombre de “MARIA” y de la palabra
“MESÍAS”.
En frente del altar de la Iglesia superior, se encuentra
el ojo central que mira hacia abajo a la Gruta de la
Anunciación. Ocho columnas sostienen el domo
de la Iglesia y las vidrieras de colores permiten la
entrada de una luz difusa, que acuerda una atmósfera
de misterio en el interior de la parte baja de la Iglesia.
En la Iglesia superior se quiere resaltar la imagen
de la Virgen María, pues Ella es la depositaria
de todas las promesas realizadas a Adán y Eva;
al pueblo elegido por Dios: Israel. Los muros de dicha
Iglesia están adornados con imágenes de
Nuestra Señora: “Desde la luminosa
vidriera de la Anunciación de la fachada principal
(...) hasta el mosaico del retablo, donde aparece como
Reina sentada en su trono, todo evoca aquí a
María”[6].
Gruta de la Anunciación.
El misterio de la Anunciación del Arcángel
San Gabriel y de la Encarnación del Hijo de Dios
en el seno de la Santísima Virgen María
es venerado en una gruta excavada en la roca se lee
esta inscripción: “Verbum caro hic
factum est”.
“Forma parte de la Cripta de la Basílica.
Siempre estuvo comprendida en los edificios sagrados
desde los primeros siglos, constituyendo constantemente
su nave del lado norte. Tradicionalmente considerada
cual Gruta de la Anunciación, es parte integrante
de la Casa, según el ejemplo de un tipo bien
conservado fuera de la basílica sobre el lado
norte. Debajo del altar, una estrella de mármol
lleva la inscripción en latín: ‘Aquí
el Verbo se hizo Carne’”[7].
Aquí, junto a la gruta de la anunciación
podemos en silencio meditar aquella verdad que nos enseña
la Iglesia en su Credo Niceno-Constantinopolitano:
“Por nosotros los hombres y por nuestra salvación
bajó del cielo, y por obra del Espíritu
Santo se encarnó de María la Virgen y
se hizo hombre”.
La Santa Gruta “es icono pero no de verdades
abstractas, sino de un evento y de un misterio: la encarnación
del Verbo. Siempre produce una fuerte emoción,
al entrar en la venerada capilla, leer las palabras
escritas sobre el altar: Hic Verbum caro factum est:
Aquí el Verbo se hizo carne. La Encarnación,
que nos recuerdan esas paredes sagradas, recupera de
pronto su genuino significado bíblico; no se
trata de una mera doctrina sobre la unión entre
lo divino y lo humano, sino, más bien, de un
acontecimiento en un punto preciso del tiempo y del
espacio, como ponen admirablemente de manifiesto las
palabras del Apóstol: Al llegar la plenitud de
los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de
mujer (Gal 4,4)”[8].
La cripta de la Basílica de Nazaret se la ha
llamado el “santo de los santos”[9],
recordemos que allí habitó la trinidad
de la tierra, y formaba parte de ella, la 2º Persona
de la Santísima Trinidad. “Esta insignificante
gruta es como la estrella polar de todo el Santuario”[10].
“Nunca había estado más cerca
el Cielo de la tierra, ni Dios del hombre. En esta humilde
gruta, la catedral más humilde de la tierra,
se realizó el más sublime de los desposorios:
el de la divinidad con el de la humanidad: Alégrate,
la llena de Gracias, el Señor está contigo...
(Lc 1,28) He aquí la esclava del Señor,
que se haga en mí tu palabra (Lc 1,38). Y el
Verbo se hizo carne (Jn 1,14)”[11].
Autor: Juan Pablo Montes
Notas:
• Nazaret en el Nuevo Testamento
• Cita Bíblica Suceso Evangélico
• Lc 1,26-38 La Anunciación de Jesucristo
• Mt 1,18-25 José, el varón justo
• Mt 2,19-23 Vuelta de Egipto y residencia en
Nazaret
• Lc 2,30-40, 50-51 Vida oculta de Jesús
• Jn 1,45-46 “De Nazaret ¿puede
salir algo bueno?”
• Lc 4,16-30 Predicación de Jesús
en la Sinagoga
• Mc 6,1-6 Jesús rechazado en Nazaret
• Mt 13,53-58 “Ningún profeta
es estimado en su patria”
• Mt 21,11 “Es el profeta Jesús
de Nazaret”
• Mc 14,67 “... tú también
estabas con Jesús de Nazaret”
Bibliografía
[1] LOMBARDI, LUIGI; La Tierra Santa, Edizioni Plurigraf,
Narni-Terni, 1986, 8.
[2] Imágenes de Tierra Santa, Palphot, 16.
[3] Cf. Lc 1, 26-38.
[4] Por tanto el Señor mismo os dará una
señal: He aquí que la virgen concebirá
y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre
Emmanuel (7,14).
[5] LOMBARDI, LUIGI; La Tierra Santa, Edizioni Plurigraf,
Narni-Terni, 1986, 8.
[6] Ibidem, 275.
[7] LOMBARDI, LUIGI; La Tierra Santa, Edizioni Plurigraf,
Narni-Terni, 1986, 17.
[8] JUAN PABLO II, Carta a Monseñor Pasquale
Macchi, arzobispo delegado Pontificio para el Santuario
de la Santa Casa en el VII centenario Lauretano, Roma,
1993, 8
[9] DIEZ, FLORENTINO, Guía de Tierra Santa, {Historia-Arqueología-Biblia},
Editorial Verbo Divino, España, 1993, 273.
[10] Ibidem, 274.
[11] Ídem.
Nazaret II
Presentamos en esta segunda parte de Nazaret la Basílica
de San José, la sinagoga, el lugar desde donde
quisieron despeñar a Cristo y la capilla de Nuestra
Señora del Pasmo.
Basílica
de San José
... "cuando el Ángel del Señor
se le apareció en sueños y le dijo: José,
hijo de David, no temas tomar contigo a María
tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu
Santo.
Dará a luz un hijo, y tú le pondrás
por nombre Jesús, porque él salvará
a su pueblo de sus pecados.
Todo esto sucedió para que se cumpliese
el oráculo del Señor por medio del profeta:
Ved que la virgen concebirá y dará a luz
un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que
traducido significa: Dios con nosotros.
Despertado José del sueño, hizo como
el Ángel del Señor le había mandado,
y tomó consigo a su mujer.
Y no la conocía hasta que ella dio a luz
un hijo, y le puso por nombre Jesús" (Mt
1, 20b-25).
... tomó consigo a su mujer (Mt 1,24) recibiéndola
en su propia casa. “Es decir, comenzaron a
vivir juntos formando una familia. Desde la antigüedad
se ha venerado, en la Iglesia, hoy llamada de San José,
el recuerdo de la Sagrada Familia”[1].
La Iglesia de San José, conocida también
como la “Iglesia de la Nutrición”.
Fue edificada por primera vez en el siglo VI sobre una
cueva en la que, según la tradición, estaba
el taller de carpintería del padre adoptivo de
Jesucristo.
En el año 1914 fue reconstruida al estilo de
la iglesia cruzada cuyos cimientos son conservados en
la cripta junto a los restos de la Iglesia Bizantina.
“Poco ha llegado a nosotros de la mansión
donde José trabajaba, Jesús aprendía
y María observaba, de no ser la bodega que se
conserva todavía bajo del pavimente de la cripta
y quizá la cisterna de al lado”[2].
Un pequeño y bien cuidado jardín acoge
a quienes peregrinan a la Iglesia de San José.
En él aparece una alta columna que sirve de
pedestal para la estatua de la Virgen María que
se yergue a lo alto dominando a las iglesias de Nazaret
construidas en los parajes donde Jesús se crió
y pasó los primeros treinta años de su
vida terrena.
“Nazaret, y este lugar en particular, quedaría
para la posteridad como el lugar de la infancia y juventud
de Jesús y la escuela de María”[3].
Templo-Sinagoga.
El Templo-Sinagoga se sitúa en una elevación
que domina a la Basílica de la Anunciación.
Esta Iglesia, se la llamó también “la
escuela del Mesías” es una sala rectangular
de 9,20 metros por 8,00 metros.
Según a una tradición que se remonta
al siglo VI, éste es lugar en donde estaba la
sinagoga en la que el Verbo Encarnado, predicó
hasta que tuvo la seria confrontación con los
judíos de Nazaret[4].
Jesucristo resaltó en aquel discurso que todos
los hombres: judíos y gentiles estaban llamados
a entrar al Reino de los Cielos, no era un privilegio
exclusivo para los hijos de Abraham.
Jesús había dicho: En verdad os digo
que ningún profeta es acepto en su propia tierra
(Lc 4,24)[5].
El
lugar del despeñamiento
La Sagrada Escritura nos relata la actitud de los habitantes
de Nazaret con respecto a Jesús, luego de su
sermón en la Sinagoga: Oyendo estas cosas, todos
los de la sinagoga se llenaron de ira; y, levantándose,
le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una
altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada
su ciudad, para despeñarle.
Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó
(Lc 4,28-30).
Se señala como lugar de este suceso evangélico,
una cima llamada “Gebel el-Qafsé, que
domina desde una altura de trescientos metros el Valle
de Esdrelón”[6].
Cumplíase nuevamente la Escritura: "Vino
a los suyos, pero los suyos no le recibieron (Jn 1,11).
Los suyos son los israelitas, el Pueblo de Dios[7],
su heredad predilecta, que estaban llamados para ser
un reino de sacerdotes y una nación santa (Ex
19,6)".
¿Por qué habrán actuado así,
aquellos conciudadanos de Cristo, que lo vieron crecer
durante su vida oculta en Nazaret?
Porque no asienten –por su incredulidad- a la
predicación evangélica[8]. Jesucristo
conocía lo que en el hombre había (Jn
225), y sabía muy bien que, tampoco los milagros,
los convertiría[9]. Los fariseos son un ejemplo
preclaro de lo dicho: Este no echa a los demonios sino
por el poder de Beelzebul (Mt 12,24).
Capilla de
Nuestra Señora del Pasmo
"... una espada atravesará tu alma,
para que sean descubiertos los pensamientos de muchos
corazones" (Lc 2,35).
De esta manera, la Providencia, preparaba poco a poco
a María Santísima, para que, luego, pudiera
ofrecer, como Abraham[10] a su Hijo en Sacrificio grato
a Dios. Ella sabía que el Verbo Encarnado debía
morir en la Cruz.
Escribe el
sacerdote Miguel Ángel Fuentes VE:
“La tradición dirigió inmediatamente
sus pensamientos a un testigo mudo y horrorizado, de
este suceso, y reflexionando sobre los sentimientos
que debió experimentar María en aquella
hora, erigió en las cercanías una capilla
bajo la advocación de Santa María del
Temblor”[11].
Autor: Juan Pablo Montes
Bibliografía
[1] DIEZ, FLORENTINO, Guía de Tierra Santa,
{Historia-Arqueología-Biblia}, Editorial Verbo
Divino, España, 1993, 276.
[2] Ibidem, 276.
[3] Ibidem, 278.
[4] Cf. Lc 4,15-24.
[5] Cf. Jn 4,44.
[6] FUENTES, MIGUEL ÁNGEL VE., INRI, Jesús
Nazareno, Rey de los Judíos, Ediciones “Del
Verbo Encarnado”, Dushanbe – San Rafael,
(Mendoza), 1999, 92.
[7] Cf. Ex 19,6.
[8] Cf. Mc 6,6.
[9] Cf. Lc 16,31.
[10] Cf. Gen 22,2-18.
[11] FUENTES, MIGUEL ÁNGEL VE., INRI, Jesús
Nazareno, Rey de los Judíos, Ediciones “Del
Verbo Encarnado”, Dushanbe – San Rafael,
(Mendoza), 1999, 92.