La "Última Cena"
fue en todos los tiempos fuente de inspiración
para los grandes genios de la pintura entre los cuales
podemos contar a Leonardo da Vinci, con su obra maestra,
que se encuentra en el refectorio del convento de Santa
María de las Gracias en Milán, hasta el
pintor contemporáneo Dalí.
La obra de la cual hablaremos es la perteneciente
a Juan Vicente Masip, llamado "Juan de Juanes"
Esta obra formaba parte de un retablo encargado a Juan
Masip para la Iglesia de San Esteban de Valencia y se
considera que ha sido realizada aproximadamente entre
1555 y 1564.
Las descripciones del retablo original nos dicen que
el mismo estaba compuesto por tres representaciones:
La Oración en el Huerto, La Coronación
de espinas y La Última Cena como tabla central
que es la que se conserva actualmente en el Museo del
Prado, aunque como obra independiente.
Al interpretar la Última Cena, el autor elige
el momento más sublime, la "Institución
de la Sagrada Eucaristía", donde Nuestro
Señor Jesucristo ostenta sobre su mano derecha
una hostia mientras que la mano izquierda esta sobre
su pecho. La imagen de Cristo es la central del cuadro
y ofrece un rostro sereno, con la mirada que parece
fijarse en el espectador, la boca semiabierta como quien
pronuncia alguna palabra, la cabeza levemente inclinada
hacia la derecha. Delante de la figura de Jesús
se encuentra el Cáliz de color cobrizo completando
así el protagonismo de Nuestro Señor y
de la Sagrada Eucaristía en esta obra.
Se pueden diferenciar los apóstoles por los
nombres escritos en latín sobre sus aureolas,
podemos destacar entre ellos a San Juan Evangelista
"el discípulo amado" quien contempla
el Santísimo Sacramento con rostro extasiado,
con el torso inclinado a lo que observa y las manos
mantenidas sobre el pecho casi sin fuerzas. También
junto a Cristo se encuentra representado San Pedro quien
también contempla con una mirada profundamente
piadosa la Eucaristía sostenida en la mano del
"Maestro".
Los demás discípulos representados con
una gran teatralidad muestran asombro, serenidad, piedad,
en relación a las palabras pronunciadas por Nuestro
Señor, mientras que a la orilla del cuadro se
encuentra Judas Iscariote reconocido por la bolsa de
las recaudaciones, y por su nombre escrito en el banco
donde está sentado con un gesto muy diferente
a los demás apóstoles.
Es sin duda este cuadro una manifestación de
las cualidades de este autor para representar la fuerza
expresiva de las situaciones lo cual, entre sus innumerables
aptitudes lo coloca entre uno de los más altos
exponentes de la escuela valenciana en el Renacimiento
español.