Calla
la noche en ansiosa espera,
prepara el cielo su justicia imperiosa,
nace el hombre por obra misericordiosa,
y el Redentor languidece en víspera angustiosa.
Crece
el murmullo y arrecia el silencio,
llega la turba y se ahuyenta al rebaño,
luego el juicio basado en el engaño
y a la media noche la burla y bofetada de daño.
Amanece
y el sol ardiente alumbra,
águila de garras asesinas por la luz doblegada,
con el agua su infamia pretende olvidada,
y su nombre agrega a la lista desgraciada.
Patíbulo
y estipes te esperan ya unidas,
a tu amada la recibes en tu espalda azotada,
tu hombro la acomoda sobre tu sangre derramada
y paso a paso tus pies desnudos inician la andada.
Tres
caídas, el llanto y luego un consuelo,
profecías cumplidas con constancia por
Dios bendita,
tu sangre y sudor caen borrando la huella maldita
que la desobediencia causa en el alma contrita.
¡Oh
dolor! son tres clavos en tu cuerpo bendito,
despojado de vestiduras tu miembros taladrados
tu túnica a la suerte otorgada por los dados
hiel y vinagre humedecen tus labios reventados.
Perdón,
misericordia y cuidado inician tu discurso,
desde la cátedra del santo suplicio
en la cruz
agonía y al medio día con dolor
se apaga la luz
al contemplar el tormento Jesús.
Cristo
Crucificado por mis pecados,
cuánto dolor causas en la cruz al contemplaros
es tu invitación con ese ejemplo a amarno
y en tu misericordia nuestro corazón
inflarnos.